Mujeres que usan los pu?os contra la violencia machista
La defensa personal sube la autoestima y genera confianza, dicen sus entrenadores. Centros por todo el mundo lo utilizan como herramienta de empoderamiento. Por algo ser¨¢
Lina Khalifeh ha venido a luchar. Tiene tres medallas internacionales de oro en taekwondo y es la fundadora de un centro de defensa personal llamado She Fighter, que ha ido esparciendo su semilla por todo el mundo?(ha entrenado a Emma Watson y recibido el apoyo del expresidente Barack Obama) desde su ciudad natal, Amman, en Jordania. Pero aunque "ser¨ªa capaz de tumbar a cualquiera en un ring" como bromea en una conferencia en el encuentro TED Praga 2016, su principal contrincante es una sociedad que, nada m¨¢s nacer, "decide tu nombre, tu g¨¦nero, y tu color favorito, que es azul para los chicos y rosa para las chicas". Khalifeh cuenta que empez¨® a enfrentarse a este enemigo en la infancia, intentando demostrar que era m¨¢s fuerte e inteligente de lo que esperaban de ella por ser una ni?a.
Y, desde entonces, las ganas de combatir la han acompa?ado: "Primero empieza una lucha contigo misma, despu¨¦s con tus padres, con tus amigos, con tu jefe y con la sociedad al completo. Y tienes que prepararte para eso: aprender a pelear por una vida llena de retos o abandonar y seguir el sistema¡±, cuenta. Con este fin, desde 2012 ense?a a j¨®venes y mayores a defenderse, no solo como ejercicio f¨ªsico o como manera de afrontar una agresi¨®n, sino "para conseguir que tengan confianza en ellas mismas, eso les ayudar¨¢ a salir de cualquier situaci¨®n traum¨¢tica a la que se enfrenten".
Los entrenadores de defensa personal (normalmente, son t¨¦cnicas que derivan de las artes marciales) est¨¢n de acuerdo en este objetivo de los entrenamientos. No solo se dota a los participantes de herramientas para detener o huir de una agresi¨®n, sino que se trabaja la autoestima, la confianza y el miedo, de modo que esta mayor seguridad en s¨ª misma le impida bloquearse ante una posible amenaza. "Lo importante es que conf¨ªen en sus habilidades. Vienen pensando que no pueden hacer frente a una agresi¨®n, sobre todo si viene de un hombre, pero luego se dan cuenta de que son m¨¢s fuertes y m¨¢s ¨¢giles de lo que pensaban", cuenta Manuel Montero Kiesow, autor del libro Manual pr¨¢ctico de defensa personal para mujeres y monitor de defensa personal en el gimnasio Dojo Zentrum (Madrid). "La capacitaci¨®n de autodefensa desaf¨ªa la idea de que las mujeres son intr¨ªnsecamente vulnerables y necesitan protecci¨®n de los espectadores, las fuerzas del orden p¨²blico, las universidades y el estado", afirma en un ensayo la profesora de sociolog¨ªa de la Universidad de Oreg¨®n (EE UU), Jocelyn Hollander.
Una t¨¦cnica tristemente necesaria
Este m¨¦todo de empoderamiento femenino no es nuevo. Seg¨²n cuenta Marisa Soleto, directora de la Fundaci¨®n Mujeres, ya hubo una corriente que apostaba por esta actividad en los a?os 80. "El punto de vista feminista viene dado porque existe toda una tendencia educativa que dice que nosotras somos sujetos pasivos. La defensa personal busca que la mujer sea due?a de su propio cuerpo y de su propia seguridad", explica.
Una sociedad que es, sistem¨¢ticamente, hostil y violenta con ellas, fue el impulso para que Khalifeh pusiera en pie su empresa, ganadora del primer puesto en los Woman in Bussines Awards de Naciones Unidas. ¡°En 2004, vi a mi amiga Sarah muy triste y con moretones en la cara, cuando le pregunt¨¦, me cont¨® que su padre y hermano le golpeaban a diario", cuenta la empresaria, delante de la audiencia checa. "Por supuesto, Sarah estaba d¨¦bil en ese momento, pero yo no pienso que las mujeres seamos d¨¦biles. Es m¨¢s, creo que somos fuertes y podemos convertir el mundo en un lugar mejor, solo que muchas a¨²n no lo saben. Con mi experiencia en artes marciales, decid¨ª empezar a entrenar a mujeres para que aprendieran a defenderse ellas mismas de diferentes tipos de violencia. Empoderarlas para que alcen su voz y se conviertan en l¨ªderes, y en personas influyentes que cambian las cosas¡±.
Hoy en d¨ªa, Khalifeh ha ense?ado a defenderse a m¨¢s de 12.000 alumnas a trav¨¦s de programas en escuelas o universidades, y con mujeres refugiadas, con discapacidad o hu¨¦rfanas. "La violencia ejercida contra las mujeres es una de los mayores problemas de la sociedad. Y necesitamos trabajar juntos, hombres y mujeres, para acabar con ella. Uno de los retos de She Fighter es cambiar su mentalidad, para convencerlas de que la violencia contra ellas no es normal, no est¨¢ bien", dice Khalifeh. Menos optimista se muestra Soleto, que considera que, aunque aprender estas t¨¦cnicas, o incluso cualquier actividad que nos convierta en parte activa "es una protecci¨®n frente a las discriminaciones y la desigualdad, pensar que la defensa personal es el camino para acabar con la violencia machista es pecar de na¨ªf".
?Es la violencia la respuesta?
Tambi¨¦n hay voces que consideran que este tipo de actividades enquistan un sistema en el que ellos son violentos y ellas tienen que defenderse. "Algunas personas argumentan que solo las intervenciones centradas en los perpetradores son apropiadas y que cualquier sugerencia de que las mujeres puedan influir en el resultado de un asalto es culpar a las v¨ªctimas. Pero sabemos que la resistencia de las mujeres puede detener el asalto y que el entrenamiento de autodefensa mejora la capacidad de las mujeres para resistir y, por cierto, es enormemente empoderante para ellas. Mientras esperamos que las estrategias a largo plazo y centradas en los atacantes funcionen, ?no deber¨ªan todas ellas tener acceso a esta informaci¨®n?", se pregunta la soci¨®loga Hollander.
Hist¨®ricamente, la lucha y la defensa ante la violencia han sido territorio masculino y, m¨¢s all¨¢ de alzar los pu?os, esta corriente aboga por conquistar estos terrenos: "Los hombres son educados a trav¨¦s de la resoluci¨®n violenta de los conflictos [... ], mientras que las mujeres lo somos en el cuidado a los/as dem¨¢s, en la escucha y en un elemento muy da?ino que es la compresi¨®n / compasi¨®n / resignaci¨®n abnegada. De hecho, muchas de las que acuden a los cursos de autodefensa tienen enormes dificultades para visualizarse ejerciendo violencia incluso en situaciones de peligro vital", expone Maitena Monroy, monitora de defensa personal, fisioterapeuta y experta en violencia machista.
Para la activista feminista Beatriz Gimeno, el uso de la fuerza por parte de los hombres es una herramienta que desempodera a las mujeres: "Las chicas son educadas en la creencia de que todos los hombres son m¨¢s fuertes que ellas y que, ante las agresiones, no pueden sino ponerse en el papel de v¨ªctimas. Todos los juegos femeninos, el ejercicio f¨ªsico que (no) hacen, la vestimenta, el calzado, los movimientos, el lenguaje corporal e incluso el vocabulario que usamos, todo va en el sentido de desempoderarlas f¨ªsicamente. A los chicos, en cambio, no se les educa en el temor de otros chicos m¨¢s fuertes, sino en la conciencia de la igualdad".
A las clases mixtas del entrenador Montero, de hecho, solo acude un 5% o 10% de mujeres. Por esa raz¨®n, aunque este profesional prefiere un entrenamiento en el que las mujeres y hombres practiquen juntos, se ha decidido a crear clases exclusivamente femeninas, que, asegura, siempre se llenan. "Las t¨¦cnicas que ense?amos son las mismas: sobre todo maniobras de prevenci¨®n, a tener calma, a saber c¨®mo huir de los conflictos, pero en las sesiones femeninas tambi¨¦n hay mucho trabajo psicol¨®gico, muchas se apuntan porque creen que en las mixtas les van a hacer da?o. Las artes marciales, la defensa y todo lo que tiene que ver con la violencia les parecen actividades masculinas", explica el entrenador Montero.
Defensa personal como herramienta de igualdad
No obstante, trabajar juntos es lo que propone Neli Lorenzo, de la Federaci¨®n Madrile?a de Judo, que se dedica a formar profesores en clases de defensa personal. Para esta yudoca, la colaboraci¨®n entre chicos y chicas adolescentes es el camino para educarles en igualdad. "Si luchan juntos, se dan cuenta de que no son tan distintos. No es solo un aprendizaje para ellas, tambi¨¦n para ellos".
Con los adolescentes, el trabajo f¨ªsico es esencial, seg¨²n esta entrenadora: "El cuerpo a cuerpo te permite conocer tus reacciones, dominarlas, y tambi¨¦n leer el lenguaje corporal del contrincante. Esto no solo te ayuda a evitar una agresi¨®n, sino que te da tablas para el d¨ªa a d¨ªa: para cualquier mal momento cotidiano, para gestionar las emociones en un trabajo frente al jefe, o para hablar en p¨²blico". Para Beatriz Gimeno, "las mujeres tambi¨¦n pueden ser fuertes pero, sobre todo, pueden ser, sentirse, tambi¨¦n f¨ªsicamente, iguales. No se trata de promocionar el uso de la fuerza, sino de no sentir barreras, bloqueos, miedos o sensaci¨®n de impotencia ante otras presencias f¨ªsicas, y tambi¨¦n respecto al propio cuerpo".
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