El muro de la maternidad
El argumento de que las mujeres no queremos asumir responsabilidades es falaz; es el mundo laboral el que no se adapta a las necesidades de una sociedad que ha cambiado
Laura es dise?adora de moda. Cuando se reincorpor¨® a su empleo despu¨¦s de ser madre vio c¨®mo la iban relegando poco a poco en la empresa. Hab¨ªa cometido el pecado de pedir una reducci¨®n de jornada para pasar las tardes con la ni?a. Se llevaba trabajo a casa y, en cuanto la met¨ªa en la cuna, antes de las 8, se sentaba en el ordenador a sacar adelante proyectos. Es verdad que no trabajaba igual que antes. Porque ese ¡°antes¡± inclu¨ªa 13 o 14 horas al d¨ªa, presenciales, y una entrega total y absoluta a la firma y a las colecciones. Ahora sigue dispuesta a trabajar ocho o nueve horas de manera totalmente profesional; incluso m¨¢s si puede hacerlo con cierta flexibilidad desde su casa. Pero no vale. La compa?¨ªa piensa que ya habr¨¢ alg¨²n hombre o una mujer m¨¢s joven dispuestos a todo. Ella, con 17 a?os de experiencia profesional, est¨¢ de baja por depresi¨®n.
Manuela es periodista. Ha pasado de ¡°joven promesa¡±, fabulosa, entregada y bien considerada, a ¡°madre poco comprometida con la empresa¡±. As¨ª, sin transici¨®n. Ella tambi¨¦n pas¨® de dedicar 14 horas diarias a su empleador para tratar de ser la mejor en lo que hac¨ªa a intentar que su hijo no est¨¦ el d¨ªa entero con una cuidadora. Es una excelente redactora. Pero ahora hace un trabajo mec¨¢nico de oficina y no entiende c¨®mo es posible haber retrocedido laboralmente tanto antes de haber cumplido los 40.
¡°He pasado a?os pensando que a m¨ª el machismo no me afectaba"
Las dos miran incr¨¦dulas a su alrededor. Sus madres les dijeron que eran iguales que sus compa?eros de clase, sacaron mejores notas que ellos en el colegio y en la universidad y salieron al mercado laboral dispuestas a comerse el mundo. Como tantas otras de esa generaci¨®n de entre 35 y 45 a?os que poco a poco est¨¢ siendo colonizada por un sentimiento muy parecido a la ira. Ira que surge al ver el muro que de manera silenciosa se ha levantado entre ellas y sus leg¨ªtimas aspiraciones. Durante los ¨²ltimos meses he escuchado en m¨¢s de una veintena de ocasiones frases parecidas a esta: ¡°He pasado a?os pensando que a m¨ª el machismo no me afectaba para ahora, a los 40, darme cuenta de que todo era una estafa; que hemos vivido un espejismo de igualdad¡±.
Las que no tienen hijos tambi¨¦n se quejan de un mundo laboral en el que las mujeres no acabamos de hacernos mayores de edad nunca. Somos la eterna becaria, la ¡°ni?a¡± a la que un subordinado puede permitirse decir de forma condescendiente ¡°claro, bonita, aqu¨ª tienes lo que has pedido¡±, aunque peines canas desde hace a?os. Recibimos a los 40 un trato paternalista ¨Cincluyendo jefes que nos ¡°explican¡± lo que m¨¢s nos conviene- que jam¨¢s recibir¨ªa un becario (hombre) de 25 y reci¨¦n llegado a la empresa. Mujeres extremadamente competentes se quedan estancadas mientras los hombres de su edad y experiencia siguen progresando.
El manido argumento de que somos nosotras las que nos replegamos, las que no queremos asumir responsabilidades, las que nos olvidamos del trabajo en cuanto tenemos familia¡ es falaz, mentiroso. Las profesionales que conozco no quieren hacerse a un lado; siguen teniendo las mismas ambiciones laborales. Cada una, las suyas. Simplemente piden, pedimos, un entorno laboral pensado entre todos, hombres y mujeres, racional y sensato, que no tiene por qu¨¦ seguir ad eternum bajo el paradigma vital que un mont¨®n de hombres con copa, puro y mujer amant¨ªsima en casa establecieron hace d¨¦cadas para nuestro pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.