Sentencia ponderada

El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC) conden¨® este lunes al expresidente de la Generalitat, Artur Mas, y dos de sus consejeras, por desobedecer al Tribunal Constitucional en la consulta del 9-N de 2014. Por desobedecer, no por poner las urnas, ni por cumplir ning¨²n mandato democr¨¢tico. Hasta la Comisi¨®n de Venecia del Consejo de Europa ¡ªcr¨ªtica con la nueva legislaci¨®n sobre el TC espa?ol¡ª recuerda que acatar las resoluciones judiciales es el primer mandato de un dem¨®crata. As¨ª que, contra las leyendas secesionistas, el TSJC no se ha demorado para esperar la sentencia del Supremo sobre el hoy diputado Francesc Homs, en igual convocatoria: ha ido r¨¢pido, cuatro semanas. Y ha dictado penas distintas para los tres condenados, para desgracia de los que buscan desacreditar ex-ante la futura resoluci¨®n de Madrid sobre Homs, que se prev¨¦ m¨¢s dura porque dej¨® m¨¢s trazas ¡ªy m¨¢s estent¨®reas¡ª de su desobediencia.

Los tres condenados interpondr¨¢n recurso hasta la m¨¢xima instancia (el Tribunal de Estrasburgo). Es perfectamente leg¨ªtimo y democr¨¢tico, e incluso su deber si consideran que los aspectos m¨¢s discutibles de la sentencia del TSJC la hacen vulnerable en la escala jer¨¢rquica judicial.

M¨¢s all¨¢ de lo estrictamente judicial, puede preverse que los efectos pol¨ªticos de la resoluci¨®n sean notorios. Por un lado, el recordatorio de que las leyes deben ser obedecidas ¡ªy los tribunales, acatados¡ª no es ocioso en una sociedad como la catalana en la que algunos elogian la desobediencia. Por otro, al rechazar el delito de prevaricaci¨®n (castigado con penas m¨¢s largas) el tribunal revela una mayor ponderaci¨®n de la que le atribuyen ¡ªa ¨¦l y a todo el sistema judicial ¡°del Estado¡±¡ª los secesionistas.

El principal efecto ser¨¢ el de imposibilitar a Mas su presencia en la pr¨®xima convocatoria electoral catalana. Ello no quiebra su carrera pol¨ªtica, pues ya estaba seriamente perjudicada por los casos de corrupci¨®n (el saqueo del Palau, las comisiones del 3% a Converg¨¨ncia), aunque es susceptible de representar la puntilla. Por cruel iron¨ªa de la vida, eso molestar¨¢ tanto a quien se ha presentado ante sus conciudadanos como su Mois¨¦s, su Mandela o su Luther King ¡ªsin siquiera ruborizarse¡ª como ya regocija discretamente a los nuevos dirigentes de su partido, deseosos de librarse del pesado lastre del pasado.

Otra cosa es el efecto que pueda tener este episodio sobre el proc¨¦s, la ruptura expr¨¦s y el refer¨¦ndum secesionista ilegal. Aunque la mayor¨ªa de sus protagonistas reaccion¨® en clave catastrofista, algunos ¡ªm¨¢s responsables o con m¨¢s futuro¡ª extremar¨¢n las precauciones, tras verificar que ¡°el Estado¡± no se resigna al clich¨¦ de tigre de papel que le atribu¨ªan.

Pero todo depender¨¢ al cabo de si el Gobierno es capaz, en medio del desierto, de lanzar alguna iniciativa de calado. Primero, para tratar de cerrar pol¨ªticamente o superar en lo posible la herida jur¨ªdica que acaba de encajar la ¨¦lite nacionalista catalana. Segundo, para poner sobre la mesa toda su capacidad de influencia (y razonamiento) que disuada al Gobierno de Carles Puigdemont de dar nuevos pasos en falso. Y tercero, para proyectar la reconducci¨®n de los problemas pol¨ªticos, ahora alojados en los tribunales, al terreno del que nunca debieron salir: la pol¨ªtica.