Por qu¨¦ Robe Iniesta no necesita ni Spotify ni sonar en la radio ni nada
Jugando siempre a la contra, el l¨ªder de Extremoduro no para de aumentar su inconformista afici¨®n
Hay tipos tan a la contra que disfrutan m¨¢s de una resaca que de una borrachera. Robe Iniesta es uno de ellos. Extremoduro, su grupo, es una panda de forajidos que, contra todo pron¨®stico por su ¨¢spera propuesta, lleva a?os llenando plaza de toros y pabellones. Pod¨ªa seguir as¨ª, pero su pistolero principal prefiri¨® cambiar de montura y de compa?¨ªa. Desde hace un par de a?os (y dos discos) se presenta en solitario.
En mayo inicia su primera gira en solitario y ya est¨¢ casi todo vendido. Y no son entradas baratas: en Madrid (Teatro Circo Price) las m¨¢s econ¨®micas cuestan 45 euros y las m¨¢s caras 75. Ya no quedan tickets para este concierto. Una demostraci¨®n del fervor, casi religioso, que desata este extreme?o nacido en 1962.
Las canciones de Iniesta se pueden escuchar en Spotify. Como las de la mayor¨ªa de los artistas. Pero sus seguidores son esos extra?os seres que todav¨ªa acuden a las tiendas de discos o centros de cultura para hacerse con el formato f¨ªsico. Las canciones de Iniesta no suenan habitualmente en la radio. Ni siquiera en emisoras que se definen "de rock". No ver¨¢s a Iniesta en televisi¨®n. Ah, perd¨®n: alg¨²n participante de First dates se ha declarado fan¨¢tico seguidor de Extremoduro.
Cu¨¢les son las claves, pues, para que este m¨²sico consiga m¨¢s que la mayor¨ªa sin necesidad de hincar la rodilla ante las leyes de la industria.
No quiero ser como t¨²
Lo hizo cuando estaba en todo lo alto. Iniesta, al frente de Extremoduro, llenaba pabellones gracias al impacto de su disco Agila (1996), su gran salto de calidad y de ventas. Entonces, reclamado por medios que hasta ese momento le ignoraban (ya llevaba 10 a?os editando discos), se hizo una camiseta con el siguiente mensaje: "No quiero ser como t¨²".
Ni al empleado m¨¢s brillante de una agencia de m¨¢rketing se le hubiese ocurrido una frase a la vez tan sencilla, desafiante y emp¨¢tica con todos esos chavales de barrio enfurru?ados con el mundo, asqueados con el blandurrio pop imperante y deseosos por sentirse diferentes. Iniesta estaba ah¨ª para ser su gu¨ªa.
Cuanto menos hable, m¨¢s misterioso parezco
Una persona muy cercana al entorno de Extremoduro me dijo un d¨ªa: "?Sabes por qu¨¦ Robe no se expone ante la prensa y da tan pocas entrevistas?". "Lo ignoro", contest¨¦. " Para que no le descubran sus debilidades, para que su aura de poeta no quede perjudicada", respondi¨®. Ya digo: lo dijo un tipo que conoce bien la historia.
Es una teor¨ªa plausible sobre todo al inicio del ¨¦xito del extreme?o. Los textos de sus primeros discos anunciaban que detr¨¢s estaba un artista sensible y educado en la lectura. Esto ¨²ltimo no fue as¨ª exactamente. En un encuentro que tuve con Iniesta hace unos a?os me confirm¨® que comenz¨® a leer sobre el a?o 2000, cuando ya contaba 38 a?os.
"No he le¨ªdo mucho. De peque?o le¨ªa los libros de Los Cinco. Me lo pasaba muy bien. Pero me costaba ponerme. Luego hubo una ¨¦poca en la que no le¨ªa nada de nada. Llegaba ciego a casa y, c¨®mo iba a leer. Ni con gafas", me coment¨® mientras soltaba una risotada. Y este es otro de sus m¨¦ritos. C¨®mo un tipo sin formaci¨®n lectora es capaz de escribir cosas tan memorables como: "El cielo estaba rojo como una amapola, / los ojos tambi¨¦n rojos de no haber dormido. / La luna me ha dado el toque: ni?o, estoy muy sola". De la canci¨®n Abre el pecho y registra.
Sus textos m¨¢s logrados son una extra?a mezcla de fango y belleza. Parecen creados (y probablemente sea as¨ª) por un tipo que ha ca¨ªdo en alguna ocasi¨®n en las profundidades m¨¢s abismales. Los demonios, claro, siempre est¨¢n ah¨ª.
Tuvo la oportunidad de domesticarse, pero dijo "no"
Si uno se pasea por los foros de Platero y T¨² o de Fito&Fitipaldis hay un tema de discusi¨®n que no tiene fin: la comercializaci¨®n de la m¨²sica del m¨²sico vasco. Los que se indignan ponen como ejemplo de integridad a Robe Iniesta. Y los comparan porque durante mucho tiempo, en los noventa, fueron de la mano, realizando giras juntos y compartiendo un disco como Extrechinato y T¨² (2001).
A Extremoduro le concedieron el mismo deseo que a Fito Cabrales: s¨¦ sensato, lima las aristas de tu m¨²sica, s¨¦ bueno, haz concesiones. Pero el indomable de Plasencia se neg¨®. Ahora, Robe mantiene a su guardia pretoriana unida, y se van sumando adolescentes con esp¨ªritu guerrero, que (cr¨¦anme) los hay.
Ahora hablamos de m¨²sica, que es lo m¨¢s que importa
?Qu¨¦ m¨²sica hace Robe Iniesta? Ser¨ªamos muy simplistas si decimos "rock". Sus dos discos en solitario (Lo que aletea en nuestra cabezas, de 2015, y Destrozares, canciones para el final de los tiempos, de 2016) le han puesto en otra dimensi¨®n. Una canci¨®n como Un suspiro acompasado, que abre su primer disco, es compleja, honda y po¨¦tica. Dice muy poco de este pa¨ªs que una obra tan hermosa no tenga su difusi¨®n en radios y televisiones. Se habla mucho de la querencia flamenca de Los Planetas. Iniesta tambi¨¦n tinta algunas melod¨ªas de jondura. Quiz¨¢ debiera volcarse m¨¢s en este aspecto, porque suena cre¨ªble. Igual lo tiene en mente para futuras entregas.
Extremoduro es una gran banda. Con su rock quincallero ha atrapado a los disfrutones de las guitarras y los mensajes de pu?o en alto. Y sus letras son tan salvajemente rom¨¢nticas que al escucharlas se modifica tu temperatura corporal. Su propuesta tambi¨¦n ha conquistado a esa cr¨ªtica indie que solo atiende a lo que dicen medios ingleses como Uncut o Pitchfork. Del desprecio, estos especialistas pasaron a la condescendencia, y luego a la alabanza.
Robe se debe estar partiendo de risa: antes solo le hac¨ªa caso el Heavy Rock y ahora mira...?
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