Desigualdad y pobreza
Es hora de introducir una renta m¨ªnima y de tomarse en serio pol¨ªticas activas de empleo, pero no es posible ignorar las restricciones econ¨®micas existentes. Resulta imprescindible definir bien las prioridades
Hoy d¨ªa todo el mundo deplora la desigualdad: desde el Papa hasta el Fondo Monetario Internacional. La socialdemocracia puede estar en crisis, pero la pasi¨®n igualitarista se ha extendido hasta ¨¢mbitos inesperados. Ello deber¨ªa ser motivo de esperanza puesto que mucha gente vive en unas condiciones materiales de vida profundamente deterioradas. Pero, por ello, debemos evitar aquellos intentos en los que se es compasivo simplemente porque resulta popular, con abusos ret¨®ricos de palabras.
Resulta muchas veces dif¨ªcil saber qu¨¦ es lo que muchos deploran y c¨®mo lo querr¨ªan remediar. Para empezar, unas veces se habla de ¡°desigualdad¡±; otras, de ¡°pobreza¡±. Por ¡°pobreza¡± cabe entender la carencia de bienes y recursos necesarios para llevar una vida digna. Esta es una concepci¨®n de pobreza ¡°absoluta¡±. Pero por lo general la ¡°pobreza¡± se entiende en t¨¦rminos ¡°relativos¡±: m¨¢s pobre en relaci¨®n a otros. La ¡°pobreza¡± se convierte entonces en una manifestaci¨®n extrema de la ¡°desigualdad¡±. Esta diferencia no es trivial: alguien ser¨ªa ¡°pobre¡± en Noruega si su renta estuviese por debajo de la mitad de 64.279 euros. La renta mediana en 2016. Pero en muchas partes del mundo esa renta no impedir¨ªa disponer de bienes y recursos necesarios para llevar una vida digna. As¨ª, en unos pa¨ªses puede existir una considerable desigualdad, pero no pobreza; en otros, mucha igualdad y mucha pobreza. ?Cu¨¢l de las dos alternativas es m¨¢s grave? ?Preocupa m¨¢s la pobreza o la desigualdad? ?Se sabe siempre de qu¨¦ se habla?
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La confusi¨®n es tambi¨¦n considerable entre ¡°desigualdad¡± y ¡°discriminaci¨®n¡±. La socialdemocracia tiene parte de culpa: desde la Segunda Guerra Mundial, la universalizaci¨®n de los distintos programas del Estado de Bienestar ha conducido a ¡°no discriminar¡± entre beneficiarios, pero a costa de redistribuir menos, financiando tambi¨¦n a los ricos. ?Por qu¨¦ raz¨®n igualitaria jubilados adinerados habr¨ªan de recibir pensiones no-contributivas? ?Por qu¨¦ raz¨®n los ricos debieran percibir una ¡°renta m¨ªnima universal¡± en vez de depender esta de las condiciones econ¨®micas de las personas?
Existen sin duda argumentos poderosos a favor del ¡°universalismo¡± de las pol¨ªticas de bienestar. Pienso que ello sucede en particular con la sanidad y la educaci¨®n p¨²blicas, que se convierten as¨ª en la sanidad y la educaci¨®n de todos. Pero adem¨¢s ha existido una competici¨®n electoral por el voto de las clases medias ofreci¨¦ndoles beneficios sociales. Y el universalismo evita tensiones sociales y pol¨ªticas, sin que las pol¨ªticas sociales se conviertan en un juego de suma cero. En tiempos atribulados como los actuales, es necesario reconsiderar con mucho m¨¢s cuidado desigualdad, pobreza y discriminaci¨®n social, y c¨®mo remediarlas.
Existen argumentos poderosos a favor del ¡°universalismo¡± de las pol¨ªticas de bienestar
?En qu¨¦ situaci¨®n estamos? Con independencia de una abrumadora ret¨®rica, es cierto que los tiempos han cambiado mucho en la ¨²ltima d¨¦cada. Durante un largo per¨ªodo, la desigualdad de ingresos disponibles disminuy¨® en Europa. Si atendemos a los datos disponibles por la OCDE para los 17 principales pa¨ªses europeos (*), desde fines de los 60 hasta 1980 el coeficiente de Gini de ingresos disponibles se situaba en un promedio de 0,234. Desde entonces fue increment¨¢ndose y, tras 2008, ese promedio ha aumentado hasta 0,295 (una subida de un 26,1%). Sin duda este incremento de la desigualdad de los ingresos disponibles (**) es social y pol¨ªticamente relevante a todos aquellos que quieran promover una mayor igualdad les corresponde detectar sus causas y sus remedios. Pero para ello, tal vez lo primero sea mirar, tras ese dato agregado, qu¨¦ diferencias existen entre los pa¨ªses europeos. Que el bosque no tape los ¨¢rboles.
Mi primera conclusi¨®n es que no existe ninguna tendencia supranacional que condene a los gobiernos a seguir la misma ruta. En siete de los 17 pa¨ªses, la desigualdad se redujo: ello se produjo incluso en pa¨ªses donde se llevaron a cabo profundos ajustes, como Portugal, Finlandia o Islandia. Espa?a se mantuvo en la cola europea de la desigualdad. Su coeficiente de Gini alcanza hoy un 0,346. Un 17% superior al promedio europeo, m¨¢s elevado que los de Grecia o Portugal. Recu¨¦rdese sin embargo que en los a?os ochenta, con una crisis econ¨®mica tambi¨¦n muy prolongada y profunda, con el gobierno del PSOE la proporci¨®n de la renta nacional correspondiente al 10% m¨¢s pobre aument¨® en un 17,9% mientras se redujo en un 5,4% la del 10% m¨¢s rico. Las crisis econ¨®micas no generan un inevitable crecimiento de la desigualdad
Resulta muchas veces dif¨ªcil saber qu¨¦ es lo que muchos deploran y c¨®mo lo querr¨ªan remediar
Si examinamos con cuidado esta cuesti¨®n, observando lo que ha sucedido en los 17 pa¨ªses desde 1945 (***), los aumentos de la desigualdad han sido m¨¢s probables con el desarrollo y no con las crisis; se han beneficiado m¨¢s los ricos. El an¨¢lisis conjunto de los efectos del desarrollo, del desempleo y del gasto social muestra que los dos primeros incrementaron la desigualdad, el ¨²ltimo la redujo. Como sabemos que muchos programas sociales no benefician m¨¢s al 50% m¨¢s pobre, ?qu¨¦ programas han sido recortados y cu¨¢les no durante la presente crisis en los pa¨ªses con mayor igualdad? Una pol¨ªtica socialdem¨®crata tiene lecciones que aprender de all¨ª donde las cosas se hicieron de forma m¨¢s justa que en Espa?a. ?Existe alguna reflexi¨®n sobre las pol¨ªticas y los programas redistributivos de esos pa¨ªses en el debate pol¨ªtico espa?ol, dominado por afanes de poder demasiado cargados de ret¨®rica?
Mi segunda conclusi¨®n es que resulta hoy d¨ªa fundamental atender a la pobreza dentro de la desigualdad. Para examinar qu¨¦ ha sucedido con la pobreza (entendida en t¨¦rminos ¡°relativos¡±) podemos considerar la ratio de poblaci¨®n que percibe menos de la mitad de la renta mediana del pa¨ªs. La pobreza es as¨ª, en efecto, una expresi¨®n extrema de la desigualdad. En los 17 pa¨ªses la pobreza aument¨® en promedio pese a las pol¨ªticas redistributivas de los Estados, pero de nuevo existieron relevantes diferencias. As¨ª por ejemplo, en Austria, Finlandia o Noruega la pobreza es hoy m¨¢s reducida que en 2008. Por el contrario, en Espa?a ha aumentado el doble que la desigualdad en general: seg¨²n estimaciones de la OCDE, la pobreza alcanza a un 15,9% de la poblaci¨®n total. Ante la necesidad y la pobreza ya es hora de introducir una renta m¨ªnima y de tomarse en serio pol¨ªticas activas de empleo. Pero, aparte de proclamaciones ret¨®ricas, ?qu¨¦ importancia tienen estas cuestiones en el debate pol¨ªtico?
Al formular pol¨ªticas, no cabe estar ciegos ante las restricciones econ¨®micas existentes. Es obligado aumentar unos recursos p¨²blicos muy insuficientes, pero adem¨¢s resulta imprescindible definir bien las prioridades y las consecuentes pol¨ªticas. Debemos olvidarnos de generalizaciones sobre ¡°la pol¨ªtica dominada por el mercado¡± o sobre gobiernos atados de manos por la ¡°globalizaci¨®n¡±, porque sirven de excusa. Los gobiernos nacionales tienen unas responsabilidades y unos medios muy importantes. Holanda o Austria, por ejemplo, no est¨¢n en otro mundo y son tambi¨¦n miembros de la eurozona. No hay raz¨®n para la impotencia ante la desigualdad y la pobreza existentes en Espa?a.
(*) Los pa¨ªses son Alemania, Austria, B¨¦lgica, Dinamarca, Espa?a, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Portugal, Reino Unido y Suecia.
(**) El coeficiente de Gini es un n¨²mero entre 0 y 1 en donde 0 se corresponde con una igualdad perfecta (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con una perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los dem¨¢s ninguno). Por tanto, cuanto m¨¢s elevado sea el coeficiente, mayor ser¨¢ la desigualdad.
(***) Con an¨¢lisis de regresi¨®n de 1.086 pa¨ªses/a?os.
Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, soci¨®logo y pol¨ªtico, fue ministro de Educaci¨®n y Ciencia (1982-1988) en Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez.
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