?Por fin un pacto educativo?
Un gran acuerdo sobre la ense?anza deber¨ªa buscar la estabilidad, dejando a un lado las diferencias partidistas, y tener en cuenta que las familias y el entorno social son elementos esenciales del sistema
De todos los derechos que un Estado social debe garantizar, el derecho a la educaci¨®n ha sido el m¨¢s damnificado por las rivalidades de los distintos grupos pol¨ªticos. El comienzo fue bueno, con dos leyes (la LODE y la LOGSE) que nos situaron a nivel europeo en muy pocos a?os. Se sucedieron luego una serie de reformas, hasta cinco leyes m¨¢s, que han sido motivo reiterado de cr¨ªticas y querellas entre Administraciones y entre los profesores y la Administraci¨®n. Son la prueba evidente de que algo tan b¨¢sico para un pa¨ªs como es la educaci¨®n no ha dejado de ser instrumentalizado por las luchas partidistas. Hasta la saciedad se ha dicho y repetido que la educaci¨®n debiera ser una cuesti¨®n de Estado.
Otros art¨ªculos de la autora
Ahora parece que nos encontramos en los proleg¨®menos de lo que sea. El resultado de las ¨²ltimas elecciones es un Parlamento fragmentado, propicio para los pactos, en el que se han dado los primeros pasos a favor de un pacto por la educaci¨®n. Aplaudamos la buena voluntad y crucemos los dedos para que el prop¨®sito no se tuerza. No puede decirse sin m¨¢s que nuestro sistema educativo es malo, pero s¨ª que muestra una serie de defectos no menores que deben abordarse con una actitud distinta a la que ha sido habitual hasta ahora. Sin intervencionismos in¨²tiles y con valent¨ªa para constatar lo que no funciona. Un pacto por la educaci¨®n deber¨ªa proponerse, de entrada, dos cosas: dejar de lado las diferencias partidistas e implicar a toda la sociedad. Debe buscarse la estabilidad educativa que permita avanzar sin sobresaltos y retrocesos. Y hay que partir del supuesto de que el sistema educativo no lo constituyen solo las escuelas, sino tambi¨¦n las familias y el entorno cultural. El diagn¨®stico previo para pactar posibles cambios y formas de proceder en el futuro tiene que ser compartido por los grupos pol¨ªticos y por las fuerzas sociales que m¨¢s pueden contribuir a la mejora del sistema en su conjunto.
El giro que deber¨ªa producirse
es el que va de la cantidad
a la calidad
De la cantidad a la calidad, tal es el giro que deber¨ªa producirse para que la universalidad de la educaci¨®n, ya lograda en t¨¦rminos cuantitativos, llegue a ser realmente aprovechada por quienes ahora no la aprovechan, y responda al objetivo de ofrecer una igualdad de oportunidades que ampl¨ªe y asegure el nivel cultural de toda la sociedad. La falta de calidad que hoy detectamos se resume en dos puntos: fracaso y abandono. Tanto el fracaso escolar como el abandono del sistema son excesivamente altos si nos comparamos con la media europea. Son demasiados los alumnos que no consiguen la graduaci¨®n m¨ªnima de la ESO y muchos los que abandonan los estudios a los 16 a?os. A?adamos lo que reflejan los temidos informes PISA: la comprensi¨®n lectora y el conocimiento de matem¨¢ticas y ciencias de nuestros alumnos no es para sentirse orgullosos de lo que aprenden. Saben, en efecto, muchas cosas que sus abuelos desconoc¨ªan a su edad, pero tienen grandes lagunas en lo m¨¢s b¨¢sico. ?Fallan los m¨¦todos de aprendizaje? ?Falla la selecci¨®n del profesorado? ?Se tiene una idea equivocada de lo que debe ser educar? ?Se est¨¢ imponiendo una especie de educaci¨®n terap¨¦utica, dirigida m¨¢s a que crezca la autoestima del ni?o que a ense?arle cosas? ?Se ha discutido alguna vez cu¨¢les son los conocimientos m¨ªnimos que deben mantenerse en el curr¨ªculo a pesar de los cambios tecnol¨®gicos? ?Hasta cu¨¢ndo tendremos una formaci¨®n profesional desprestigiada, poco atractiva y poco coherente con las ofertas de empleo?
Para plantear estos y otros interrogantes y encauzar bien las respuestas hay que analizar los contextos en que se producen. D¨®nde hay m¨¢s fracaso escolar y de d¨®nde salen los alumnos que abandonan tempranamente la formaci¨®n. Sin duda, de las familias m¨¢s desfavorecidas. Las estad¨ªsticas al respecto son claras y un¨¢nimes. Los informes corroboran que el derecho a la educaci¨®n est¨¢ garantizado solo formalmente. Todos los ni?os est¨¢n escolarizados, en efecto, pero fracasan y abandonan los m¨¢s vulnerables, los que no disponen de un entorno social favorable al estudio. Uno de los agujeros del sistema educativo es esa deficiencia en la equidad. Hay libertad para escoger escuela, en efecto, pero ?qui¨¦n escoge la escuela p¨²blica y qui¨¦n puede preferir la concertada? ?No hay escuelas p¨²blicas convertidas en aut¨¦nticos guetos de la inmigraci¨®n? Aunque la libertad para escoger est¨¦ garantizada, existen las llamadas ¡°preferencias adaptativas¡±: no todos pueden de hecho preferir lo que quisieran. Unos l¨ªmites invisibles eliminan posibilidades para aquellos cuya renta es demasiado baja.
El derecho a la educaci¨®n es tan fundamental que es el derecho que hace posibles otros derechos. La salud, el trabajo, la cultura, la vivienda son menos accesibles para quienes han tenido que aparcar muchos deseos ante necesidades m¨¢s perentorias. Nadie pone en duda que las desigualdades econ¨®micas y culturales afectan tambi¨¦n a los resultados de la educaci¨®n. Cuando lo ¨²nico que de verdad crece en nuestro mundo son las desigualdades, un pacto por la educaci¨®n no puede cerrar los ojos ante esta realidad.
Todos los ni?os est¨¢n escolarizados, pero existe una gran falta de equidad entre ellos
Pero la educaci¨®n no solo fracasa porque no todos llegan a aprovechar lo que formalmente se les ofrece, sino porque tampoco est¨¢ claro que educar deba ser lo que en realidad se est¨¢ haciendo bajo ese nombre. La Constituci¨®n lo dice: educar ha de consistir en el pleno desarrollo de la personalidad humana. Educar es formar una personalidad moral, nos guste o no la expresi¨®n; es formar personas aut¨®nomas y responsables, capaces de adquirir criterio y de dar cuenta de lo que hacen. Un objetivo nada f¨¢cil que, como afirma el dicho famoso, requiere el compromiso ¡°de la tribu entera¡±. Si es casi imposible comprometer a toda la sociedad para ver la mejor manera de inculcar esos principios, por lo menos habr¨¢ que contar con una complicidad m¨ªnima entre la familia y la escuela para que el ni?o no reciba aqu¨ª y all¨¢ mensajes contradictorios. No siempre la instituci¨®n docente ha sabido ganarse la confianza de los padres ni estos cuentan con la de los maestros de sus hijos.
La pol¨ªtica, de izquierdas y de derechas, se ha hecho escaso eco de aquella m¨¢xima feminista que proclama que ¡°lo privado es pol¨ªtico¡±. En nuestro entorno, las pol¨ªticas de protecci¨®n familiar no han formado parte de las prioridades pol¨ªticas: ni guarder¨ªas, ni medidas de conciliaci¨®n laboral, ni reconocimiento efectivo del trabajo dom¨¦stico o de las obligaciones del cuidado. No son fallos menores. Afectan tambi¨¦n a las deficiencias educativas.
Ser¨¢ bienvenido un pacto que acierte a analizar y discutir sin miedo qu¨¦ impide que veamos la educaci¨®n en Espa?a como uno de los logros m¨¢s conseguidos. No basta que el pacto sea pol¨ªtico, el conjunto de agentes sociales y culturales son tambi¨¦n corresponsables de que se logre una buena educaci¨®n.
Victoria Camps, fil¨®sofa, es socia del C¨ªrculo C¨ªvico de Opini¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.