L¨ªderes contra partidos
La representaci¨®n creativa y organizativa ha dado paso a una representaci¨®n-¡®selfie¡¯
Asistimos de nuevo a la glorificaci¨®n del l¨ªder, ese arcano proveedor de esperanza que conjura m¨¢gicamente toda incredulidad. Una de las caracter¨ªsticas de las presidenciales francesas es que tres de sus aspirantes no se sostienen sobre un partido: importa el l¨ªder, la organizaci¨®n pasa a un segundo plano. Ha ocurrido tambi¨¦n con Jesse Kleber en Holanda y en la fastuosa entrada del nuevo candidato a la secretar¨ªa general del SPD alem¨¢n. La supuesta crisis de la socialdemocracia parece haberse esfumado de un plumazo con el efecto Schulz.
Esta salida personalista a la crisis de representaci¨®n elimina una dimensi¨®n narrativa que los partidos ya no son capaces de asumir. Sabemos que en democracia las elecciones no registran la mera distribuci¨®n de preferencias y prejuicios ciudadanos, sino que abren un proceso de deliberaci¨®n p¨²blica para conformar la opini¨®n. Pero los partidos ya no canalizan y ordenan el debate. No es casual que este fen¨®meno coincida con la ¨¦poca de la posverdad: esa iniciativa y capacidad organizativa de la opini¨®n en el espacio p¨²blico ha desaparecido.
El principio representativo no se basa en la identificaci¨®n proyectada hacia clases o hechos sociales. Ahora es la personalidad del pol¨ªtico el nexo identitario con el ciudadano, y se valora lo que aquel es, no lo que podr¨ªa hacer. De Macron se dice que es europe¨ªsta, pero no se habla de su programa pol¨ªtico para Europa. La campa?a no se despliega sobre propuestas, sobre la cultura pol¨ªtica que produce un partido, sino sobre las pol¨¦micas apariciones medi¨¢ticas del candidato y la narraci¨®n ¨¦pica que genera su persona.
La representaci¨®n creativa y organizativa ha dado paso a una representaci¨®n-selfie: no buscamos cobijo identitario en la formaci¨®n pol¨ªtica, sino vernos reflejados en el l¨ªder. Somos nuevos narcisos. La tentaci¨®n de convertir la soberan¨ªa popular en selecci¨®n de personas est¨¢ ah¨ª, como la de transformar al ¡°pol¨ªtico por vocaci¨®n¡± en ¡°hombre-pueblo¡± que personifique la naturaleza misma de la democracia. Parad¨®jicamente, no es en el terreno de las personas, sino en el de las ideas, donde se juega la principal lucha pol¨ªtica. @MariamMartinezB
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