El selfie del fin del mundo
Hemos pasado de fotografiar lo importante a retratar lo irrelevante. ?Qu¨¦ gana y qu¨¦ pierde nuestra mirada con este cambio??Qu¨¦ ocurrir¨ªa si aplic¨¢semos el mismo proceder a otras disciplinas?
El selfie se presenta como la fotograf¨ªa m¨¢s espont¨¢nea de la historia, pero en realidad es tan manipuladora y falsa como los primeros trabajos fotogr¨¢ficos del siglo XIX. Hace m¨¢s de 150 a?os, cuando se generalizaron entre las ¨¦lites esos primeros retratos, la gente que ten¨ªa medios para conseguir uno se vest¨ªa para hacerlo y posaba con su versi¨®n m¨¢s protocolaria. Y, como suced¨ªa con los santos y las figuras mitol¨®gicas en la pintura cl¨¢sica, se sentaban con el atrezo que mejor los representaba: un libro, una joya, un paisaje o una herramienta que informase de su alcurnia o profesi¨®n. Uno se retrataba para la eternidad y adaptaba la manera de mirar y de presentar de la pintura a un retrato m¨¢s r¨¢pido y tecnol¨®gico.
De la solemnidad de aquellos contados retratos familiares hemos pasado a la broma pesada del retrato continuo. De la gravedad de las im¨¢genes casi ¨²nicas, a la risa floja de la fotograf¨ªa compulsiva. Las sonrisas forzadas y los gestos de victoria y aprobaci¨®n han vampirizado cualquier opci¨®n de expresi¨®n o atrezo, as¨ª la primera paradoja del selfie, de la fotograf¨ªa incesante de una parte del mundo, es que resulta tan incompleta como la escasez de fotograf¨ªa. En lugar de ofrecer un punto de vista plural, el selfie es un ojo mon¨®tono. Una nueva herramienta de control que no s¨®lo sirve para informar de nuestra vida y dejar rastro inform¨¢tico de nuestra existencia. Sobre todo, los selfies terminan controlando lo que consideramos fotografiable: las expresiones que, inconscientemente, terminamos forzando cuando se nos empuja a aparecer en uno de estos retratos.
Por eso considero que los selfies son ocasiones perdidas. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa en un mundo en el que millones de individuos retrataran hac¨ªa afuera, en lugar de hacia dentro? ?Qu¨¦ pasar¨ªa si eligieran puntos de vista alejados del propio ombligo? Que la pluralidad de esa informaci¨®n conducir¨ªa a plantear dudas y a cuestionar primac¨ªas. Lo plural es la riqueza que cuestiona las visiones ¨²nicas y fortalece la posibilidad de, en la suma de muchos mensajes, hallar un resquicio de verdad.
Eso es aplicable a cualquier disciplina art¨ªstica, incluida la arquitectura. La versi¨®n de la historia que se ha estudiado mayoritariamente nos ha dado a entender que son los logros, t¨¦cnicos o conceptuales, los que, desembocando en movimientos, hicieron avanzar la arquitectura. Sin embargo, el tiempo, y el estudio, demuestra que siempre son las excepciones lo que permite apuntar nuevas soluciones constructivas, otras tipolog¨ªas y renovadas ambiciones arquitect¨®nicas.
As¨ª las cosas, con una herramienta que hace posible la creaci¨®n individualizada, y la comunicaci¨®n de esa creatividad, ?vamos a seguir esperando ¨®rdenes? ?Va el mundo a seguir dominado por los ep¨ªgonos? El dise?ador Jorge Ma?es Rubio y la curator Amanda Pinatih y el estudio Urbz idearon un museo del dise?o para en Dharavi, el mayor tugurio de Bombay caracterizado por construcciones levantadas a partir de materiales reciclados. La densidad del barrio ¨Ccuya poblaci¨®n se estima entre trescientos mil y un mill¨®n de habitantes- es tan conocida como su habilidad para reciclar e inventar. Es precisamente eso lo que expone el museo: la escuela de reciclaje de la calle alejada de las academias oficiales. La imagen de la intervenci¨®n es tan chocante como la que populariz¨® Richard Sennett para describir el l¨ªmite de S?o Paulo ante su mayor favela, Parais¨®polis, o al rev¨¦s, el l¨ªmite de la favela informal ante la ciudad formal brasile?a. Ambas fotograf¨ªas plantean tambi¨¦n la misma cuesti¨®n. ?Qui¨¦n tiene que aprender de qui¨¦n? ?La convivencia pasa por fortalecer los l¨ªmites o por difuminarlos? Muchos de los pol¨ªticos recientes se empe?an en conseguir votos advirtiendo del miedo que produce la primera opci¨®n. Muchos dise?adores y arquitectos est¨¢n convencidos de la necesidad de la segunda. La fotograf¨ªa digital individualizada en un m¨®vil es una herramienta que no se merece una sociedad que s¨®lo es capaz de fotografiar incansablemente su mon¨®tono ombligo.
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