La ayuda humanitaria no acabar¨¢ con el hambre
Se necesita asegurar un verdadero compromiso colectivo internacional que garantice la defensa de los derechos humanos, la construcci¨®n de la paz y la protecci¨®n del planeta
La humanidad afronta la peor crisis humanitaria de los ¨²ltimos 70 a?os. M¨¢s de 20 millones de personas est¨¢n al borde de la hambruna en cuatro pa¨ªses: Sud¨¢n del Sur, Somalia, Yemen y el nordeste de Nigeria. Tanto las organizaciones de cooperaci¨®n para el desarrollo como las agencias de Naciones Unidas llevamos tiempo advirti¨¦ndolo sin que la comunidad internacional haya sido capaz ni tan siquiera de dar una respuesta humanitaria inmediata a la altura de la gravedad de la situaci¨®n. Pleno siglo XXI, hambruna e indiferencia pol¨ªtica, ?c¨®mo es posible?
La ONU ha solicitado 4.125 millones de euros para hacer frente a la crisis en los pr¨®ximos meses. Para tener idea de la dimensi¨®n de esta cifra basta compararla con el presupuesto que Espa?a destina a armas. Un presupuesto que, en 2016, super¨® los 5.700 millones de euros. Los fondos internacionales que se necesitan para responder a esta situaci¨®n extrema son rid¨ªculos cuando se contrastan con otras partidas; especialmente si pensamos que podr¨ªan ser compartidos por los pa¨ªses ricos y que, por tanto, no supondr¨ªan una alta carga para sus arcas p¨²blicas.
El Gobierno espa?ol ya ha anunciado que no tiene intenci¨®n de contribuir a esta llamada humanitaria. Esta decisi¨®n no sorprende, teniendo en cuenta el escaso compromiso mostrado con la cooperaci¨®n internacional y, especialmente, con la ayuda humanitaria. Con un recorte en esta que alcanza casi el 90%, las partidas que el Ejecutivo destina a la ayuda humanitaria se encuentran en su m¨ªnima expresi¨®n. Imposible afrontar, con responsabilidad y eficacia, situaciones de tal dimensi¨®n con un presupuesto irrisorio que no alcanza ni los 17 millones de euros.
Causas m¨²ltiples y complejas
Los fondos que se necesitan para responder a esta situaci¨®n extrema son rid¨ªculos cuando se contrastan con otras partidas
Dicho esto, cabe preguntarse c¨®mo es posible que hayamos llegado a este extremo, cu¨¢les son las causas que han hecho que se produzca una hambruna de enormes dimensiones en pleno siglo XXI. Los hilos que mueven el planeta, las piezas que encajan en uno y otro lado derivando en conflictos, escasez, miseria y muertes, son tremendamente complejos y dependen en gran medida de intereses econ¨®micos y pol¨ªticos.
El hambre no aparece en medio del campo como las setas en oto?o. El hambre avanza de la mano de la guerra, la especulaci¨®n alimentaria, la agroindustria, el cambio clim¨¢tico o la incompetente gesti¨®n pol¨ªtica ante la escasez de alimentos, en contraste con el despilfarro alimentario que domina en los pa¨ªses ricos. En los ¨²ltimos a?os, el hambre se ha convertido en un arma de guerra en numerosos conflictos: las poblaciones de Siria, Yemen o Sud¨¢n del Sur sufren desde hace tiempo asedios que les impiden acceder a los alimentos m¨¢s b¨¢sicos. Una forma inhumana de presionar al enemigo que atenta brutalmente contra los derechos m¨¢s b¨¢sicos de las personas.
Los conflictos alimentan los bolsillos de las grandes empresas armament¨ªsticas mientras privan de comida a la poblaci¨®n civil. Yemen, en una situaci¨®n absolutamente extrema, es claro ejemplo de ello. Arabia Saud¨ª, principal comprador de armas a Espa?a, lidera la coalici¨®n que bombardea Yemen. La aparici¨®n de munici¨®n espa?ola en el territorio yemen¨ª ha sido reiteradamente denunciada por las ONG. Resulta obscenamente curioso que el Gobierno destine un cr¨¦dito extraordinario de 1.800 millones de euros a defensa; una cifra superior a los 1.400 que se necesitan para garantizar la asistencia humanitaria a la poblaci¨®n yemen¨ª.
25.000 personas pierden su vida al d¨ªa por causa del hambre. ?C¨®mo es posible que algo as¨ª ocurra sin que reaccionemos ante ello? ?C¨®mo es posible que no nos inmutemos ni siquiera cuando se da la voz de alerta y se declara la hambruna? ?Se han parado a pensar lo que son 20 millones de personas en riesgo de muerte a causa del hambre? Deber¨ªa avergonzarnos profundamente. La humanidad deber¨ªa estar absolutamente escandalizada y actuar en consecuencia.
El hambre no aparece en medio del campo como las setas en oto?o
Acabar con el hambre pasa por desenmascarar las estructuras de poder que se lucran a costa de la vida de las personas; establecer trabas legales y firmes a la producci¨®n agroindustrial; poner freno a la cotizaci¨®n y especulaci¨®n en bolsa de los alimentos; construir sociedades en las que se respete la madre naturaleza que nos provee de alimentos; y poner l¨ªmites a nuestra producci¨®n y consumo.
La soluci¨®n al hambre no vendr¨¢ exclusivamente de la mano de la ayuda humanitaria o la cooperaci¨®n, aunque cierto es que una y otra contribuyen a salvar vidas y hacer de este mundo un lugar m¨¢s habitable. En realidad, se necesita ir m¨¢s all¨¢ y asegurar un verdadero compromiso colectivo internacional que garantice la defensa de los derechos humanos, la construcci¨®n de la paz y la protecci¨®n del planeta que habitamos. Contar con pol¨ªticas p¨²blicas que est¨¦n a la altura y destinen fondos suficientes para ello es esencial en un contexto internacional con retos tan enormes y complejos. En el caso de Espa?a, los Presupuestos Generales del Estado dar¨¢n buena cuenta (o no) de la capacidad del Gobierno para encarar los problemas que afectan a la humanidad. 20 millones de personas merecen una respuesta internacional humanitaria que les ayude a salir del abismo.
Andr¨¦s R. Amayuelas es presidente de la Coordinadora de ONG de Desarrollo
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