Las fantas¨ªas clim¨¢ticas de Donald Trump
El presidente de Estados Unidos est¨¢ rodeado de empresarios amigos que creen que negando el cambio clim¨¢tico recuperar¨¢n los d¨ªas de riqueza y gloria del carb¨®n, el petr¨®leo y el gas
Cuenta la leyenda que el rey Canuto llev¨® a sus aduladores al mar, para mostrarles que ni siquiera un rey pod¨ªa dar ¨®rdenes a las olas, que las leyes de la naturaleza son m¨¢s poderosas que los mandatos de los hombres. Tanto peor para Donald Trump, que realmente cree que sus decretos pueden contener las olas.
M¨¢s que aduladores, Trump est¨¢ rodeado de empresarios amigos que, lo mismo que su tonto e ignorante rey, creen que negando el cambio clim¨¢tico podr¨¢n recuperar los d¨ªas de riqueza y gloria del carb¨®n, el petr¨®leo y el gas. Se equivocan. La codicia no revertir¨¢ el cambio clim¨¢tico antropog¨¦nico, y los decretos de Trump no detendr¨¢n el abandono mundial de los combustibles f¨®siles y la adopci¨®n de fuentes de energ¨ªa de baja huella de carbono, como la e¨®lica, solar, h¨ªdrica, nuclear, geot¨¦rmica...
En menos de cien d¨ªas, hemos aprendido que Trump es un hombre que vive en un mundo de fantas¨ªa. Firma decretos, ladra ¨®rdenes, publica tuits de medianoche, todo para nada. Los hechos (los reales, no los alternativos que promueve) no dejan de interferir con sus planes. All¨ª est¨¢ la f¨ªsica, la ley, los tribunales, las normas procedimentales, y los votantes, de los que s¨®lo el 36% aprueba el desempe?o de Trump. Tambi¨¦n est¨¢ China, que se anota una victoria tecnol¨®gica y diplom¨¢tica cada vez que el incompetente presidente de los Estados Unidos comete un error.
La ¨²ltima fantas¨ªa tiene que ver con el cambio clim¨¢tico. Trump firm¨® decretos con los que, asegura, revertir¨¢ las pol¨ªticas del expresidente Barack Obama en la materia. Esto incluye medidas como rescindir las normas del Plan de Energ¨ªa Limpia de la Agencia de Protecci¨®n Ambiental de los Estados Unidos (EPA), anular normas para el control de emisiones de metano causadas por la producci¨®n y distribuci¨®n de petr¨®leo y gas, y poner fin al uso regulatorio del ¡°costo social del carbono¡±, una m¨¦trica introducida por la EPA para calibrar el valor econ¨®mico del da?o clim¨¢tico causado por la emisi¨®n de cada tonelada adicional de di¨®xido de carbono.
En menos de cien d¨ªas, hemos aprendido que Trump es un hombre que vive en un mundo de fantas¨ªa
Seg¨²n Trump, estas nuevas medidas crear¨¢n empleos en el sector del carb¨®n, dar¨¢n a Estados Unidos ¡°independencia energ¨¦tica¡± y alentar¨¢n el crecimiento econ¨®mico. Adem¨¢s, hace poco Trump autoriz¨® la construcci¨®n del oleoducto Keystone XL desde Alberta (Canad¨¢) hasta el estado de Nebraska, con el objetivo de vincular las arenas petrol¨ªferas de aquel pa¨ªs con las refiner¨ªas estadounidenses. Obama hab¨ªa rechazado el proyecto porque agravar¨ªa el calentamiento global.
La motivaci¨®n principal de Trump es servir a los intereses econ¨®micos de las industrias extractivas estadounidenses, que proveen abundante financiaci¨®n de campa?a y apoyo medi¨¢tico a los republicanos en el Congreso y en los gobiernos de los Estados. En pocas palabras, es corrupci¨®n, pues entrega pol¨ªticas p¨²blicas a cambio de fondos de campa?a.
Los implicados en esta conducta deshonrosa incluyen a ExxonMobil, Chevron, la C¨¢mara de Comercio de los Estados Unidos, Koch Industries y casi todos los congresistas republicanos, que con tal de asegurarse el flujo de fondos de campa?a, est¨¢n dispuestos a mostrarse en p¨²blico como ignorantes, al negar el calentamiento global. Puede que Trump sea lo suficientemente tonto para creer lo que dice o no, pero en todo caso sabe que sus decretos le vienen como anillo al dedo al poder republicano.
Pero como muchas otras decisiones de Trump, en esta hay m¨¢s ruido que nueces, m¨¢s bravata que realidad. En primer lugar, Trump no puede detener las olas (o el aumento de los niveles oce¨¢nicos trat¨¢ndose del calentamiento global). La ciencia es real, aunque Trump no tenga miedo de alardear de su ignorancia cient¨ªfica.
En segundo lugar, el mundo sabe que es real. En 2015, todos los estados miembros de la ONU firmaron el acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs. El planeta acaba de padecer los tres a?os m¨¢s c¨¢lidos del registro hist¨®rico. Los oc¨¦anos se est¨¢n calentando a toda velocidad (de lo que da muestra reciente el da?o del 93% en la Gran Barrera de Coral australiana). El cinismo y la ignorancia de Trump no convencer¨¢n a nadie ni le ganar¨¢n seguidores fuera de Estados Unidos.
La motivaci¨®n principal de Trump es servir a los intereses econ¨®micos de las industrias extractivas estadounidenses, que proveen abundante financiaci¨®n de campa?a y apoyo medi¨¢tico a los republicanos
Adem¨¢s, las acciones de Trump deber¨¢n enfrentar demandas en los tribunales, y es casi seguro que las perder¨¢. Entusiasmar¨¢n a unos pocos votantes en estados carboneros como Virginia Occidental y le ganar¨¢n el elogio de Koch Industries, pero no anular¨¢n las normas de la EPA sobre emisiones de CO2.
Son normas protegidas por la Ley de Aire Limpio de los Estados Unidos, y a Trump le faltan votos en el Congreso (por amplio margen) para cambiarla. Y los votantes estadounidenses, por amplio margen, apoyan el reemplazo de los combustibles f¨®siles con energ¨ªas renovables. Incluso con la corrupci¨®n de la pol¨ªtica estadounidense, la opini¨®n de los votantes todav¨ªa cuenta.
Trump tampoco podr¨¢ revitalizar el moribundo sector del carb¨®n, porque hoy todo est¨¢ en su contra. El carb¨®n causa enfermedades respiratorias a mineros y residentes de ¨¢reas cercanas a centrales de energ¨ªa que lo usan como combustible, libera m¨¢s CO2 por unidad de energ¨ªa que el petr¨®leo y el gas, y (lo mismo que todos los combustibles f¨®siles) es cada vez menos competitivo respecto de energ¨ªas no contaminantes como la e¨®lica, la solar y la h¨ªdrica, entre otras.
En cuanto al empleo, como la extracci¨®n de carb¨®n est¨¢ cada vez m¨¢s automatizada, hoy la contrataci¨®n de todo el sector no llega ni a 100.000 de los m¨¢s de 150 millones de trabajadores estadounidenses. La extracci¨®n de carb¨®n no afectar¨¢ significativamente las tendencias futuras de empleo en los Estados Unidos, mal que le pese a Trump.
El carb¨®n causa enfermedades respiratorias a mineros y residentes de ¨¢reas cercanas a centrales de energ¨ªa que lo usan como combustible
Por la misma raz¨®n, apuesto a que un proyecto tan costoso como el oleoducto Keystone XL jam¨¢s se llevar¨¢ a cabo. Dada la urgente necesidad global de pasarse a fuentes de energ¨ªa limpias, el mundo no necesita las arenas petrol¨ªferas de Canad¨¢, caras de explotar, altamente contaminantes y alejadas de los mercados. Sin importar la aprobaci¨®n de Trump, es dif¨ªcil que alguien quiera invertir en un oleoducto que probablemente estar¨ªa en quiebra mucho antes de que pueda empezar a usarse.
Las decisiones de Trump no afectar¨¢n a China, Europa y ni siquiera la regi¨®n del Golfo. China est¨¢ decidida a reducir las emisiones de CO2, depurar el aire de sus ciudades y ponerse a la vanguardia del siglo XXI en el uso de tecnolog¨ªas no contaminantes como las c¨¦lulas fotovoltaicas y los veh¨ªculos el¨¦ctricos. Europa est¨¢ cada vez m¨¢s cerca de convertirse en una econom¨ªa de emisi¨®n nula. Y los pa¨ªses del Golfo est¨¢n creando importantes infraestructuras en energ¨ªa renovable, especialmente la solar.
Al final, podremos asombrarnos ante la estupidez del presidente estadounidense y la corrupci¨®n del Partido Republicano, pero no nos creamos que las fantas¨ªas clim¨¢ticas de Trump cambiar¨¢n la realidad mundial o afectar¨¢n la implementaci¨®n del acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Desarrollo Sostenible, profesor de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Sanitaria y director del Centro de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Columbia. Tambi¨¦n es director de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Copyright: Project Syndicate, 2017. Traducci¨®n: Esteban Flamini
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