Ultimas noticias del machismo
LA MAYOR?A de las espa?olas de edades comprendidas entre los 20 y los 35 a?os no pueden tener hijos aunque lo deseen. Est¨¢n en las condiciones ¨®ptimas para concebir, gestar y parir hijos sanos, con todas las garant¨ªas para su propia salud y la de sus beb¨¦s, pero el sistema no se lo permite. Muchas mujeres j¨®venes son madres frustradas, sometidas a una variedad espec¨ªficamente machista de la violencia que ejerce el mercado laboral contra los espa?oles de su edad. No tienen empleo o trabajan en condiciones precarias, con becas o contratos temporales que no les renovar¨¢n en el caso de que cometan la osad¨ªa de quedarse embarazadas. No tienen casa propia, ni perspectivas de independizarse, y saben que, en sus condiciones, la maternidad es una heroicidad que empieza en la cola del paro. Nadie tiene derecho a exigirles que sean hero¨ªnas.
La mayor¨ªa de las espa?olas de edades comprendidas entre los 20 y los 35 a?os no pueden tener hijos aunque lo deseen.
En un pa¨ªs donde las bajas tasas de natalidad se perfilan como uno de los peligros del futuro, esta situaci¨®n podr¨ªa revertirse, o al menos paliarse, con pol¨ªticas feministas. Legislando contra la brecha salarial, aprobando un permiso de paternidad obligatorio e intransferible, penalizando la discriminaci¨®n laboral de las mujeres f¨¦rtiles. Pero estas medidas, con las que, de boquilla, est¨¢n de acuerdo todos los pol¨ªticos, no se han llegado a proponer ni forman parte del programa de ning¨²n partido. Podr¨ªa parecer sorprendente que, en esta situaci¨®n, se desarrolle una campa?a a favor de la regulaci¨®n de la maternidad subrogada. Podr¨ªa parecerlo, pero no lo es.
Las mujeres siempre han gestado y parido hijos para que otros se los quiten. Antiguamente, era frecuente que las criadas embarazadas de sus se?ores se vieran forzadas a entregar a sus hijos e hijas a las se?oras de la casa donde serv¨ªan. En la posguerra, se les robaban a las presas pol¨ªticas para regal¨¢rselos a buenas familias franquistas. M¨¢s adelante, el robo de ni?os y ni?as se convirti¨® en un negocio. Esto forma parte de nuestra tradici¨®n, tanto como el mito de la libre elecci¨®n integrar¨¢ la tradici¨®n de nuestros descendientes. Quiz¨¢s por eso, los comit¨¦s de bio¨¦tica que impiden que la clonaci¨®n de seres humanos, siendo t¨¦cnicamente posible, sea legal no se han preocupado por la dignidad de las personas a quienes ahora se pretende convertir en ganado de cr¨ªa. ?No son humanas? S¨ª, pero son mujeres.
La preocupaci¨®n por el mal uso que pueda hacerse de los clones humanos no se aplica en este caso. Los partidarios de la maternidad subrogada alegan que su legislaci¨®n impedir¨¢ una contraprestaci¨®n econ¨®mica y que las madres subrogadas decidir¨¢n libremente. Pero, con la autoridad que me otorga haber gestado y parido hijos, opino que la libre elecci¨®n no existe. A m¨ª, que he pasado por ese proceso, me resulta inconcebible que una mujer decida afrontarlo libremente, con o sin dinero de por medio, porque conviene recordar que el dinero no es la ¨²nica moneda susceptible de comprar la voluntad de una persona. Y no estoy en condiciones de negar que puedan existir casos excepcionales, pero s¨ª estoy segura de que legalizar la subrogaci¨®n desembocar¨¢, inevitablemente, en la explotaci¨®n de mujeres pobres, que vender¨¢n su fertilidad porque no podr¨¢n elegir con libertad. Cualquier elecci¨®n entre la pobreza y un embarazo subrogado no puede considerarse de ninguna manera una elecci¨®n libre. Espero que los expertos en bio¨¦tica est¨¦n de acuerdo conmigo al menos en eso.
Con independencia del origen del espermatozoide y el ¨®vulo fecundado, el v¨ªnculo entre una mujer gestante y el beb¨¦ que durante nueve meses forma parte de s¨ª misma es tan profundo que negarlo me parece, como m¨ªnimo, un acto de ignorancia y, como m¨¢ximo, un derroche de cinismo. Los hijos son de las mujeres que los gestan y los paren. Son suyos en sentido literal, puesto que no existir¨ªan sin ellas, porque han formado parte de su propio cuerpo y de ¨¦l han nacido. Cualquier ley que otorgue m¨¢s valor a un contrato, con contraprestaci¨®n econ¨®mica o sin ella, que a la voluntad de la madre de un beb¨¦ ser¨ªa una ley injusta. Y algo m¨¢s.
Su aprobaci¨®n abrir¨ªa la puerta a una nueva variedad del machismo, un nuevo camino para ejercer violencia sobre las mujeres.
Tal vez no lo parezca, pero as¨ª es.
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