Macron, Francia y yo
Si el exministro de Fran?ois Hollande es elegido presidente de la Rep¨²blica, la democracia global contar¨¢ con un nuevo campe¨®n y muchos de los dos millones de franceses que viven en el extranjero volver¨¢n a casa
El ¨ªndice de desempleo en Francia para los que ahora tienen menos de 40 a?os ha venido oscilando en torno al 25%, lo que hace que la situaci¨®n de la juventud francesa sea muy poco envidiable. ?Por qu¨¦ no probar suerte en el mercado de trabajo global, donde ser franc¨¦s y joven tiene m¨¢s probabilidades de ser visto como una ventaja en lugar de como una carga?
Bas¨¢ndome en ese razonamiento, en 2012 lanc¨¦ un movimiento, junto a un rapero y un periodista, que animaba a la juventud francesa a dejar de manifestarse y de pedir trabajo y en vez de ello a empaquetar sus cosas y abandonar la decr¨¦pita gerontocracia en la que Francia se hab¨ªa convertido: como un medio para educarse y fortalecerse por su cuenta, como un modo de atraer la atenci¨®n de la clase pol¨ªtica francesa, pero tambi¨¦n, sosten¨ªamos, de redimir a uno de los pa¨ªses del mundo m¨¢s impermeable a las reformas, aprendiendo unas mejores pr¨¢cticas en el extranjero y, con el tiempo, volviendo a casa para ponerlas en marcha. Y, de paso, hacerse ciudadanos del mundo y no solo de su pa¨ªs.
No hace falta decir que tocamos una fibra sensible.
Un a?o despu¨¦s, en un programa de televisi¨®n de gran audiencia se le pregunt¨® al presidente Hollande sobre nuestro movimiento y sobre qu¨¦ ten¨ªa que decirle a una joven que se iba a Australia despu¨¦s de unos brillantes estudios en Science Po, la elitista escuela de estudios pol¨ªticos, debido a la falta de oportunidades de trabajo en Francia. La respuesta del presidente fue: ¡°Deber¨ªa quedarse; su pa¨ªs la ama¡±.
Abandon¨¦ Francia ante la incapacidad de un pa¨ªs con tanto potencial a adoptar reformas
En un discurso en la Universidad de Verano del Frente Nacional en 2014, Marine Le Pen, la candidata de la extrema derecha en las pr¨®ximas elecciones presidenciales, me atac¨® personalmente as¨ª como al ¡°nomadismo posnacional¡± de nuestro movimiento, arguyendo que yo era antifranc¨¦s y dici¨¦ndonos Barrez vous! (?Largaos!).
Mi respuesta, en el diario Lib¨¦ration, fue que precisamente porque estaba a favor de un nomadismo posnacional, yo no era antifranc¨¦s, del mismo modo que no soy antinorteamericano. Parafraseando al escritor polaco Witold Gombrowitz, siento realmente que ser franc¨¦s, del mismo modo que ser norteamericano, es precisamente tomar en consideraci¨®n realidades distintas a esos pa¨ªses.
Finalmente segu¨ª mi propio consejo y en el a?o 2015 dej¨¦ Francia para irme a Suecia, descorazonado por el naufragio en curso al que desde mi infancia hab¨ªa estado asistiendo y ante la incapacidad de un pa¨ªs con tanto potencial para adoptar cualquier tipo de reforma significativa.
Emmanuel Macron sabe que las desigualdades pueden llevarnos a un choque de generaciones
En esto que entra en escena Emmanuel Macron.
Al igual que Stephen Bannon y Marine Le Pen, Macron entiende que el consenso de Davos est¨¢ muerto. Que el lema del Foro Econ¨®mico Mundial, ¡°comprometidos a mejorar el estado del mundo¡±, suena menos sincero con cada a?o que pasa. Considera que una pol¨ªtica responsable en el siglo XXI consiste tanto en crear riqueza como en redistribuirla, de tal manera que asegure que el peso del (justo) reequilibrio que se opere hoy entre el mundo desarrollado y el resto de la humanidad no sea soportado por las clases medias y bajas del mundo desarrollado.
A diferencia de ellos, Emmanuel Macron quiere utilizar ese conocimiento para detener el contagio del nacionalismo de la derecha.
En lugar de ver los fracasos de la Uni¨®n Europea, el Brexit y la elecci¨®n de Donald Trump como una se?al de la vuelta del Estado naci¨®n, Macron, que tiene 39 a?os, entiende que son s¨ªntomas de su obsolescencia como raz¨®n de ser de la gobernanza moderna. Entiende que tanto la capacidad de los rusos para desestabilizar tan dr¨¢sticamente la ¡°indispensable naci¨®n mundial¡± como el ¡°absorbente y confundente agujero negro¡± de la inacabable serie de esc¨¢ndalos de la presidencia de Trump tendr¨¢n un coste para la democracia global.
Macron es muy consciente del auge de las desigualdades intergeneracionales y de que si no se hace nada para impedirlas, m¨¢s que un choque de civilizaciones es inminente un choque de generaciones.
Macron ha construido su movimiento pol¨ªtico transgeneracional y bipartidario desde la nada. Para ¨¦l, la obsolescencia del Estado naci¨®n es evidente por el modo en que las empresas de m¨¢s r¨¢pido crecimiento en el mundo se han organizado en torno a ¨¢mbitos ling¨¹¨ªsticos como cuencas, regiones y ciudades, m¨¢s que por pa¨ªses. Es obvia por el modo en que los j¨®venes se identifican mutuamente (no en funci¨®n de su color de piel, orientaci¨®n sexual o nacionalidad, sino de sus valores) y por c¨®mo entienden que hay algo de ingenuo ¡ªcuando no de francamente absurdo¡ª en esperar que l¨ªderes elegidos para un corto n¨²mero de a?os por electorados definidos exclusivamente con arreglo a las fronteras nacionales aborden de forma adecuada temas locales u otros, como el cambio clim¨¢tico, que son por naturaleza globales y que como poco requerir¨¢n d¨¦cadas de tratamiento.
Como ellos, sabe que las soluciones a esos temas, si realmente llega a haberlas, ser¨¢n locales o transnacionales. Esa es la raz¨®n por la que tanto ¨¦l como ellos ponen el foco en las ciudades, peque?as y grandes, en las que vivimos la mayor¨ªa de nosotros, con la expectativa de llegar a ser una civilizaci¨®n multiplanetaria y no tanto basada en las naciones.
No puedo imaginar a los franceses eligiendo a Fran?ois Fillon, el l¨ªder del partido conservador, que tuvo en n¨®mina durante a?os a su mujer y a sus hijos y que en cualquier otra democracia moderna se habr¨ªa visto obligado a renunciar hace tiempo. Y tengo la corazonada de que todav¨ªa son demasiado machistas como para llevar a la presidencia a una mujer.
El 7 de mayo los resultados de las elecciones presidenciales francesa significar¨¢n o bien que Europa se ha ahogado y que parad¨®jica y repentinamente el Brexit se hace irrelevante, o bien que Francia, tambi¨¦n repentina y parad¨®jicamente, se convierte en el experimento pol¨ªtico m¨¢s interesante del mundo en mucho tiempo, y que Europa, el Atl¨¢ntico y, s¨ª, la democracia global, tienen un nuevo campe¨®n.
Si Emmanuel Macron es elegido presidente, volver¨¦ a casa. Y lo mismo har¨¢n muchos de los dos millones y medio de franceses que viven hoy en el extranjero.
Felix Marquardt es el fundador y director ejecutivo de Atlantic Dinners y del comit¨¦ de expertos Youthonomics.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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