Publicidad con luces rojas
Una serie sobre la explotaci¨®n sexual aviva un viejo debate. ?Es coherente denunciar esta lacra y aceptar anuncios de prostituci¨®n?
Espa?a es el tercer pa¨ªs del mundo en demanda relativa de prostituci¨®n, seg¨²n datos de Naciones Unidas. Para atender las necesidades de ese floreciente mercado, miles de mujeres son tra¨ªdas con coacciones o falsas promesas desde Nigeria, Ruman¨ªa u otros pa¨ªses y forzadas a ejercer la prostituci¨®n en los burdeles y las calles de las ciudades espa?olas. EL PA?S public¨® entre el lunes y el mi¨¦rcoles pasados una serie de reportajes sobre este tema, y un editorial, el martes, en el que ped¨ªa m¨¢s medios policiales para luchar contra las mafias de la trata y urg¨ªa a revisar ¡°el marco legislativo en el que se desarrolla la prostituci¨®n¡±.
La serie ha tenido excelente acogida, pero ha reavivado una vieja pol¨¦mica que queda patente en los correos que me ha dirigido una lectora, Cristina Hern¨¢ndez, quien despu¨¦s de felicitar al peri¨®dico y a los autores por el primero de los art¨ªculos, a?ade: ¡°Tambi¨¦n quiero hacerle notar la incoherencia de este reportaje en un medio que se lucra con los anuncios de prostituci¨®n¡±. Argumentos similares esgrimen otros lectores que me han escrito esta semana, haci¨¦ndose eco de cr¨ªticas ampliamente aireadas en Twitter.
No todas las prostitutas son esclavas, pero no sabemos en qu¨¦ situaci¨®n se encuentran las que ofrecen sus servicios en los expl¨ªcitos anuncios que se publican en el diario. Por ese motivo, a la se?ora Hern¨¢ndez le ha parecido un ejercicio de ¡°cinismo¡± la rotunda condena a la trata de personas que hace el editorial. ¡°?Se puede denunciar la explotaci¨®n sexual de mujeres en el editorial y tratarlas como mercanc¨ªa en la p¨¢gina siguiente?¡±, se pregunta.
Otro lector, Juan Bot¨ªas Agea, considera el art¨ªculo de opini¨®n una demostraci¨®n de la ¡°doble moral¡± del diario, que denuncia la trata, ¡°mientras en la p¨¢gina 20 mantiene anuncios de contactos sexuales¡±.
Los principales peri¨®dicos del mundo suprimieron hace a?os estos anuncios
El mismo argumento maneja Juan Aguirre, quien se lamenta de que no se le publicara un comentario en la web denunciando esa misma cuesti¨®n. Y a?ade en su mensaje: ¡°Saben bien que este tipo de anuncios han pasado a la historia en los principales diarios del mundo, conf¨ªo en que la prensa nacional deje de apoyar este tipo de comercio humano tan triste¡±.
A lo largo de la semana he recibido m¨¢s quejas del mismo tenor, por lo que he pedido al director adjunto, Jorge Rivera, que explique a los lectores las razones del diario para mantener estos anuncios.
¡°Creemos que est¨¢ fuera de toda duda la posici¨®n editorial del peri¨®dico respecto a la esclavitud sexual¡±, dice Rivera. ¡°La serie de magn¨ªficos reportajes y el correspondiente editorial que acabamos de publicar son la muestra m¨¢s palpable de ello. Como lo son del debate que existe en la sociedad espa?ola respecto a la prostituci¨®n y el mundo que la rodea. Un debate que lleva a?os sobre la mesa ¡ªde hecho, ha sido tratado en varias ocasiones en estas mismas p¨¢ginas desde hace al menos dos d¨¦cadas¡ª sin que ning¨²n Gobierno haya dictado un cuerpo legal claro al respecto. Estamos ante una situaci¨®n de alegalidad que ha de solucionarse cuanto antes para que todos los implicados, incluidos los medios, sepan a qu¨¦ atenerse y no convertirse en un hipot¨¦tico acelerador de pr¨¢cticas execrables, ni caer en el prohibicionismo de otros derechos¡±.
Les confieso que estoy personalmente en contra de esta publicidad, como creo que lo est¨¢ gran parte de la redacci¨®n de EL PA?S. Es cierto adem¨¢s, como se?ala uno de los lectores en su mensaje, que los diarios m¨¢s importantes del mundo han suprimido hace a?os estos anuncios, y creo que ese es el ejemplo a seguir. En mayo de 2009, y a ra¨ªz de otros reportajes sobre esclavas sexuales, los lectores plantearon las mismas quejas, de las que se ocup¨® la entonces Defensora, Milagros P¨¦rez Oliva. En nombre de la direcci¨®n, el subdirector Carlos Y¨¢rnoz dijo en aquel momento respecto a los controvertidos anuncios: ¡°La propia prensa debiera plantearse un debate m¨¢s profundo y no solo testimonial. En nuestro propio peri¨®dico existe esa discusi¨®n incipiente, que va creciendo poco a poco, y en su momento tendremos que plantearlo m¨¢s profundamente¡±. Quiz¨¢ haya llegado ese momento.
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