Micromachismos. C¨®mo nos explican las cosas los hombres
Interrupciones en las reuniones de trabajo, ¡°olvido¡± de m¨¦ritos y propuestas, invisibilidad en conferencias, infantilizaci¨®n. Actitudes sutiles catalogadas como neomachismo o micromachismos muestran que la discriminaci¨®n persiste.
CUENTA CONSUELO CASTILLA que a principios de los a?os ochenta, cuando lanz¨® su empresa de recursos humanos, llegaba un momento en que los directivos de las compa?¨ªas con los que se reun¨ªa sacud¨ªan la cabeza y le preguntaban: ¡°Muy bien, buenas propuestas, pero ?d¨®nde est¨¢ tu jefe?¡±. Aquello, dice con una peque?a sonrisa, la marc¨®. ¡°Es una frase que escuchaba a menudo¡±, recuerda. ¡°Casi no hab¨ªa empresas lideradas por mujeres en Espa?a y ellos no pod¨ªan entender que yo fuera la persona m¨¢s importante de la m¨ªa¡±. Hoy,?Castilla, de 62 a?os, es socia y presidenta del grupo AdQualis, que rastrea profesionales con talento para puestos de direcci¨®n. Su larga trayectoria como headhunter le ha permitido ver la evoluci¨®n de la presencia femenina en el mercado laboral. Y el machismo, reconoce, no se ha evaporado.
¡°Antes era com¨²n que las compa?¨ªas me dijeran: ¡®No te enfades, pero no me presentes candidatas, preferimos a un hombre para ese puesto¡¯. Pese a ello, yo siempre las inclu¨ªa, aunque para que las contrataran tuvieran que ser el doble de buenas. Eso ya casi no sucede, ahora las empresas buscan talento sin importar el g¨¦nero. Sin embargo, sigue habiendo casos de machismo aunque ahora este sea m¨¢s disimulado¡±, se?ala Castilla en uno de los despachos que su firma, radicada en Barcelona, tiene en Madrid. Casos como tener dos candidatos, un hombre y una mujer, y no querer promocionarla a ella pese a tener m¨¢s preparaci¨®n; como relegar a puestos de menor responsabilidad a una directiva que ha sido madre. ¡°Todo con argumentos como que la mujer tiene los ni?os, que no podr¨¢ viajar tanto¡¡±, lamenta. ¡°Excusas, como se suele decir, de mal pagador¡±.
¡°Estos sesgos inconscientes y cotidianos perpet¨²an los estereotipos¡±, dice la cient¨ªfica L¨®pez Sancho.
El machismo, como el racismo, ha ido mutando. En el mundo occidental y desarrollado ya no es usual ese sexismo a voces que predicaba que las mujeres valen menos. Eso est¨¢ mal visto. Hoy consiste en algo m¨¢s soterrado, m¨¢s sutil. ¡°Los espacios de trabajo donde solo hay hombres ya son una excepci¨®n, o esa escena del franquismo en la que el hombre llegaba a casa y su esposa le pon¨ªa un co?ac¡±, se?ala Laura Nu?o, directora de la c¨¢tedra de G¨¦nero de la Universidad Rey Juan Carlos. ¡°Pero los varones siguen manteniendo un espacio de privilegios que reproducen y perpet¨²an a trav¨¦s de lo que se est¨¢ llamando neomachismo o micromachismos¡±.
Micromachismos. Un t¨¦rmino que el psic¨®logo argentino Luis Bonino empez¨® a utilizar en 1990 para describir un machismo ¡°de baja intensidad¡±, ¡°suave¡±, ¡°cotidiano¡±. Un concepto para referirse a ese m¨¢s oculto que se ha extendido, pero que disgusta tanto a Nu?o como a otras muchas expertas, que sostienen que el t¨¦rmino micro minimiza el problema. ¡°A nadie se le ocurrir¨ªa decir microrracismo, por ejemplo¡±, dice Nu?o. ¡°Es machismo, aunque, como est¨¢s constantemente expuesta a ¨¦l en el proceso de socializaci¨®n, lo naturalizas. Estamos en una cultura sexista, por eso es muy dif¨ªcil que lo evidencies¡±.
Sin embargo, cualquier mujer que analice su d¨ªa a d¨ªa va a detectar esos detalles machistas, reflexiona la abogada Sara Marquina, empleada en una compa?¨ªa financiera desde hace 15 a?os. ¡°Yo me canso de ver paneles y conferencias en los que los ponentes son ¨²nicamente hombres porque no se han molestado en buscar a ninguna mujer a pesar del buen n¨²mero de profesionales potentes que hay¡±, lamenta. ¡°Y eso nos invisibiliza. La opini¨®n de las mujeres se tiene menos en cuenta. He asistido a reuniones bochornosas en las que alguna de mis compa?eras o yo hemos hecho alguna propuesta que ha sido ignorada y que, justo despu¨¦s, un hombre haya sugerido lo mismo y a ¨¦l s¨ª que se le haya escuchado. Me cansa tambi¨¦n cuando un hombre te explica algo que no solo t¨² ya sabes, sino que probablemente manejes mejor que ¨¦l. La ¨²ltima vez, ayer mismo, cuando un compa?ero quiso aclararme un asunto de seguros, algo que es mi especialidad y no la suya¡±, relata la abogada.
El colega de Marquina hizo un mansplaining, otro t¨¦rmino anglosaj¨®n que se ha popularizado para describir esa situaci¨®n en la que un var¨®n explica algo a una mujer de una manera condescendiente o paternalista. Una palabra que puede sonar a parodia, pero que plasma ¨Ccon mayor o menor acierto, aqu¨ª las opiniones de las expertas tambi¨¦n difieren, porque algunas creen que puede minusvalorar el fen¨®meno¨C algo que es lamentablemente muy habitual.
¡°En una sesi¨®n en la que iba a intervenir me llamaron ¡®la ni?a¡¯. Ten¨ªa 50 a?os¡±, relata una cient¨ªfica.
A Paula Laborda tambi¨¦n le han hecho mansplaining unas cuantas veces. O, por mencionar otro comportamiento com¨²n, la han interrumpido cuando daba su opini¨®n. ¡°En las clases o en las asambleas, a las mujeres se nos escucha menos y a veces nos vemos obligadas a tener actitudes masculinizadas, como levantar la voz o pegar un pu?etazo encima de la mesa para que se nos tome en cuenta¡±, dice. Esta estudiante de filolog¨ªa de 19 a?os, que empez¨® a militar en el Bloque Feminista Estudiantil cuando lleg¨® de su Zaragoza natal a la Universidad Complutense de Madrid, se?ala que es frecuente que los hombres monopolicen las conversaciones y levanten la voz por encima de la de las mujeres. Y no es solo su percepci¨®n. Hay estudios (como uno de las universidades de Princeton y Brigham Young) que han constatado que no solo los hombres suelen hablar m¨¢s en las reuniones, sino que en estos entornos a las mujeres se las interrumpe m¨¢s; incluso, otras mujeres.
Los datos constatan esa discriminaci¨®n, resultado del machismo?que a¨²n pervive en la sociedad. Indicadores como la brecha salarial, por la que la mujer europea cobra un 16,5% menos, de media, por un trabajo de igual valor, seg¨²n datos de Eurostat. Que ellas sufran m¨¢s desempleo o que tengan trabajos de menor calidad. Que se sigan ocupando casi en exclusiva de las tareas dom¨¦sticas y de los cuidados de la familia (en Espa?a dedican al d¨ªa 2,5 horas m¨¢s de media a las tareas del hogar, por ejemplo, seg¨²n un estudio de Fedea). O el consabido techo de cristal que tanto est¨¢ costando romper: solo un 17% de las consejeras de las grandes empresas espa?olas son mujeres, y solo el 3% de las consejeras delegadas (como acredita la misma fuente). Cifras que rebaten de plano la forma de machismo m¨¢s habitual hoy d¨ªa: el negacionismo. ¡°Consiste en negar la desigualdad con frases como ¡®qu¨¦ quer¨¦is si est¨¢ todo conseguido¡¯ o negar incluso la violencia de g¨¦nero¡±, abunda la profesora Nu?o.
Para todos los neomachistas y negacionistas, Laborda enumera una larga lista de casos de machismo cotidiano. ¡°Se nota en algo tan natural como coger el metro y que el t¨ªo se siente ocupando el m¨¢ximo espacio posible, demostrando que se ve superior, que el espacio es suyo, mientras que las mujeres nos vemos m¨¢s retra¨ªdas y nos solemos sentar tratando de ocupar un espacio mucho m¨¢s peque?o. O cuando nos dicen la habitual frase de ¡®deja, que esto lo hago yo¡¯; o cuando vas a un restaurante con un colega y a ¨¦l le sirven la cerveza y a ti la Fanta de lim¨®n; o te ponen siempre la ensalada y la cuenta se la dan a ¨¦l. O que, mientras est¨¢s aparcando el coche, el chico se baja y te da instrucciones. Por no hablar de c¨®mo nos infantilizan a las mujeres y nos tratan como si toda la vida tuvi¨¦ramos 15 a?os¡±, comenta.
La cient¨ªfica Pilar L¨®pez Sancho tambi¨¦n habla de esa infantilizaci¨®n. ¡°Recuerdo una vez que en una sesi¨®n en la que me tocaba intervenir se refirieron a m¨ª como ¡®la ni?a¡¯ y al cient¨ªfico que ten¨ªa a mi lado como ¡®doctor tal¡¯. Y yo ten¨ªa 50 a?os¡±, comenta esta f¨ªsica, investigadora del Instituto de Ciencia de Materiales del CSIC y miembro de la Comisi¨®n de Mujeres y Ciencia. L¨®pez Sancho reconoce que en su campo es dif¨ªcil que una mujer admita que la discriminan por su sexo, pero los datos muestran la infrarre?presentaci¨®n de las mujeres. ¡°Y cualquier soci¨®logo que vea las gr¨¢ficas de las diferencias entre la carrera de un hombre y una mujer, en forma de tijera, puede decir que hay algo que falla en el sistema¡±, abunda.
L¨®pez Sancho cree que uno de los problemas de ese machismo cotidiano, constante, es el llamado ¡°sesgo inconsciente¡± que perpet¨²a los estereotipos. Algo que han analizado varios estudios, como uno publicado por la revista Science en enero que revela que a las mujeres no se las suele asociar con adjetivos que denotan inteligencia o con profesiones de ciencia. Otro an¨¢lisis, de la Universidad de Stanford (2014, conocido como el caso de John y Jennifer), muestra que tanto hombres como mujeres pagar¨ªan m¨¢s a un var¨®n que a una mujer con el mismo curr¨ªculo.
Un estudio de la Universidad de Stanford, muestra que tanto hombres como mujeres pagar¨ªan m¨¢s a un var¨®n que a una mujer con el mismo curr¨ªculo.
Isabel Bernal Mart¨ªnez, de 18 a?os, ha pasado varios meses investigando sobre los llamados micromachismos para una de sus asignaturas de 2? de bachillerato en el IES Infanta Elena en Jumilla (Murcia). Y ha reparado en ejemplos obvios de cosas que no cambian: desde la diferencia que hace la RAE entre ¡°hombre p¨²blico¡± (que tiene presencia e influjo en la vida social) y ¡°mujer p¨²blica¡± (prostituta) hasta las divergencias entre los juguetes que se promocionan para ni?os y para ni?as. ¡°El machismo no solo es la violencia de g¨¦nero, que es como la cumbre, sino que est¨¢ en el lenguaje, en los comportamientos, en las bromas¡±, relata. ¡°Cosas que, como no son tan agresivas, no consideramos que puedan ser peligrosas, pero que s¨ª lo son. Como cuando se les dice a los ni?os ¡®los que se pelean se desean¡¯, algo con lo que vas interiorizando que cuando un chico te tira del pelo o te insulta es porque te quiere. O como cuando el lenguaje asocia lo relacionado con la mujer con lo malo y lo masculino con lo guay, como esto es un co?azo o es la polla¡±.
Cuando Bernal present¨® su trabajo en clase, muchos se incomodaron. ¡°Es un tema muy serio y nadie se quiere ver reflejado. Eso por un lado es bueno, pero falta mucho por hacer para que los chicos asuman que tienen esas actitudes. Aunque es cierto que est¨¢n empezando a identificarlas, todav¨ªa lo ven como algo lejano¡±, dice la alumna de Jumilla. Por eso, coincide Laborda, hay que identificar los casos. Se?alarlos. Debatirlos. ¡°El machismo hay que curarlo con educaci¨®n feminista¡±.
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