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Podemos carece de peso y credibilidad para lanzar una moci¨®n de censura
Es dif¨ªcil no notar el contraste entre la solemnidad que Pablo Iglesias y Podemos han querido atribuir a su comparecencia para anunciar la puesta en marcha de una moci¨®n de censura contra el Gobierno del PP y la rapidez con la que los grupos pol¨ªticos indispensables para que dicha moci¨®n tuviera siquiera visos de prosperar (PSOE, Ciudadanos y, tambi¨¦n, PNV) han descartado sumarse a ella.
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Esa discrepancia tan radical entre la gravedad de los hechos sobre los que justifica su iniciativa y lo ef¨ªmero, apenas unas horas, de su recorrido califica tanto como descalifica el paso dado por Podemos. Estamos, una vez m¨¢s, ante un intento de compensar la irrelevancia parlamentaria que la formaci¨®n de Iglesias est¨¢ mostrando en esta legislatura con un intento de capturar la atenci¨®n de la ciudadan¨ªa y la agenda pol¨ªtica y medi¨¢tica con propuestas efectistas pero con escaso o nulo recorrido pr¨¢ctico.
Una moci¨®n de censura, recordemos, es un mecanismo constitucional extremadamente tasado en sus requisitos y procedimientos cuyo objeto es, si no conformar una mayor¨ªa parlamentaria alternativa a la actual que desaloje al Gobierno y lo reemplace por otro, por lo menos hacer visible ante la ciudadan¨ªa la existencia de una formaci¨®n pol¨ªtica con solidez y prestancia suficiente como para ofrecer esa alternativa en las urnas. El problema es que Podemos carece tanto de una cosa como de la otra. Ni es capaz de conformar una mayor¨ªa de gobierno a su alrededor ni tiene credibilidad como alternativa.
Ambas carencias apuntan a un mismo factor: a las decisiones tomadas por su l¨ªder, Pablo Iglesias, desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, que le han embarcado en un camino de radicalidad, marginaci¨®n e irrelevancia aparentemente sin retorno. Nos referimos tanto a la oferta p¨²blica de coalici¨®n que Iglesias formulara al PSOE en enero de 2016, sin ni siquiera consultar a sus l¨ªderes, como a la decisi¨®n de votar ¡°no¡± al pacto de investidura alcanzado por Pedro S¨¢nchez y Albert Rivera en marzo de ese mismo a?o. Fue aquella decisi¨®n de sumar los votos de Podemos a los del PP la que convendr¨ªa no olvidar a la hora de establecer las verdaderas razones de la permanencia de Mariano Rajoy en La Moncloa a pesar del mayoritario rechazo que suscit¨®, por dos veces, entre la ciudadan¨ªa y el porqu¨¦ de la nula credibilidad que su oferta de moci¨®n de censura ha merecido al PSOE y a Ciudadanos.
Nadie duda de la gravedad de la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola, aunque estamos lejos de vivir, como pretende Iglesias, en un ¡°estado de excepci¨®n democr¨¢tico¡± que obligue a las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas a arrojarse en sus brazos de autopostulado salvador de la democracia. M¨¢s bien, como pone de manifiesto el oportunismo de una iniciativa lanzada, una vez m¨¢s, sin consultar a nadie, la radicalidad de Iglesias y su nulo inter¨¦s en dar respuestas constructivas a la crisis pol¨ªtica actual se convierten en uno de los factores que apuntalan a Rajoy en el poder.
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