Do?a Francisca, el azote contra la Nicaragua de Ortega
EL ROSTRO de Francisca Ram¨ªrez se ha vuelto familiar en Nicaragua. Es un rostro que inspira confianza, decidido y alerta. Estoy frente a una campesina en¨¦rgica, acostumbrada a los trabajos rudos, de piel morena que el sol ha ayudado a curtir, robusta y de baja estatura. Todo el mundo la llama con respeto ¡°do?a Francisca¡±, o ¡°do?a Chica¡±, a pesar de que apenas llega a los 40 a?os.
Naci¨® en 1977 en La Fonseca, comarca del municipio de Nueva Guinea, el territorio aleda?o a la costa del Caribe escogido como parte de la ruta del gran canal interoce¨¢nico. La comarca se llamaba antes Somoza, y tras el triunfo de la revoluci¨®n en 1979 fue rebautizada en homenaje al fundador del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN), Carlos Fonseca.
Aquel fue un escenario de guerra cuando surgi¨® el enfrentamiento entre sandinistas y contras en los a?os ochenta del siglo pasado, y lo que ella recuerda de su infancia son los combates constantes, los bombardeos de los helic¨®pteros artillados del ej¨¦rcito y las carreras para meterse en los refugios excavados en la tierra. Despu¨¦s, el terreno sembrado de cad¨¢veres de ambos bandos.
Dos d¨¦cadas antes de esa guerra, cuando los Somoza reinaban en Nicaragua, ese territorio, entonces de selvas v¨ªrgenes, fue colonizado con campesinos desplazados de las ricas tierras del Pac¨ªfico, una estrategia de la dictadura para aliviar los conflictos agrarios causados por la expansi¨®n voraz de los cultivos algodoneros que se tragaban las peque?as huertas.
A una de esas familias desplazadas pertenece Francisca. ¡°Mis abuelos y mi pap¨¢ viv¨ªan bien all¨¢ en occidente con su poco de tierra, pero entonces los mandaron forzados a esa zona lejana. All¨ª no hab¨ªa nada, solo monte, solo selva, y a los lugares donde se iban asentando los llamaban colonias¡±.
¡°Estaban nuestras tierras en riesgo y dijimos: ¡®Esto no puede ser¡¯. Comenzamos a organizarnos y el movimiento se fue extendiendo poco a poco¡±.
Ten¨ªa siete a?os cuando su padre los abandon¨® en plena guerra. ¡°Mi mam¨¢ qued¨® ¨ªngrima con la carga de los hijos. ?ramos cinco. Y entonces me dediqu¨¦ a trabajar con ella para ayudarla a criar a mis hermanos, que hoy me quieren como si fuera su madre¡±.
Desde los 12 empez¨® a viajar hasta Managua con una vecina a vender en los mercados productos agr¨ªcolas comprados a los finqueros de la zona, y sabe por tanto lo que significa ganarse cada centavo. Ahora es due?a de su propia tierra y de una peque?a flota de camiones para sacar granos b¨¢sicos, tub¨¦rculos y jengibre, una empresa familiar en la que participa con su marido y sus hijos.
No vot¨® por Daniel Ortega cuando este volvi¨® al poder en el a?o 2006, pero confiaba en que para entonces habr¨ªa aprendido de las lecciones del pasado y har¨ªa un buen gobierno. Y cuando en junio de 2014 se enter¨® de que hab¨ªa firmado un tratado para la construcci¨®n del canal inter?oce¨¢nico con un empresario chino llamado Wang Ying, le pareci¨® bien. Como a la gran mayor¨ªa de los nicarag¨¹enses. El canal es la gran panacea que ha estado por siglos en el imaginario nacional, y las noticias eran halagadoras.
Habr¨ªa riqueza y prosperidad para todos. El ministro para Pol¨ªticas P¨²blicas de Ortega anunci¨® que el producto interior bruto crecer¨ªa, solo en los primeros a?os de la construcci¨®n, entre el 10% y el 14% anual, y que se emplear¨ªa a 50.000 obreros nicarag¨¹enses con salarios nunca vistos.
Se trataba de la obra de ingenier¨ªa m¨¢s formidable jam¨¢s emprendida por la humanidad, con 286 kil¨®metros de largo y un costo de 50.000 millones de d¨®lares (unos 46.000 millones de euros), capaz de generar ingresos anuales por 5.500 millones de d¨®lares (5.000 millones de euros). Los trabajos estar¨ªan terminados en un plazo de apenas seis a?os, con legiones de chinos a cargo de los aspectos t¨¦cnicos.
El Consejo Nacional de Universidades anunci¨® cambios dr¨¢sticos en los planes de estudio, que incluir¨ªan el chino mandar¨ªn y nuevas carreras relacionadas con el canal, hidrolog¨ªa, oceanograf¨ªa, ingenier¨ªa n¨¢utica. La agricultura deb¨ªa orientarse a producir los alimentos preferidos por los chinos.
Pero a¨²n hab¨ªa m¨¢s. En ese mismo plazo empezar¨ªan a funcionar tambi¨¦n un oleoducto, un ferrocarril inter?oce¨¢nico de alta velocidad, una autopista de costa a costa, un megaaeropuerto, un puerto mar¨ªtimo automatizado en cada extremo del canal, nuevas ciudades, complejos de turismo, zonas de libre comercio. Aladino es un personaje chino, y tambi¨¦n el genio que vive dentro de la l¨¢mpara maravillosa. Ahora este ten¨ªa nombre. Wang Ying.
¡°?C¨®mo quedar¨ªa mi coraz¨®n de saber que yo estoy en otro pa¨ªs con mucho dinero pero que en Nicaragua no se ha arreglado nada?¡±.
Las preocupaciones de Francisca empezaron cuando lleg¨® a sus manos el Acuerdo Marco de Concesi¨®n e Implementaci¨®n del Canal de Nicaragua, transformado en la Ley 840 por la Asamblea Nacional en un plazo r¨¦cord de 72 horas. El texto apareci¨® primero en ingl¨¦s en La Gaceta el lunes 24 de junio de 2013. Es algo que no suced¨ªa desde que William Walker, el filibustero que se apoder¨® del pa¨ªs en 1855 y se hizo elegir presidente, publicaba en ese idioma sus leyes y decretos en El Nicarag¨¹ense, el peri¨®dico oficial de entonces.
Ahora ella conoce el texto de cabo a rabo. ¡°Nos comenzamos a reunir 10, 20 productores campesinos a valorar cada art¨ªculo, y nos aprendimos la ley. Memorizamos los 25 art¨ªculos porque ten¨ªamos que contrarrestar todas las mentiras que el Gobierno dec¨ªa. Por ejemplo, la ley dice que el agua es la prioridad para el canal, pero vimos que el gran lago Cocibolca iba a volverse un pantano¡±.
La alarma fue creciendo en la medida en que m¨¢s campesinos se sumaban a aquellos c¨ªrculos de estudio, ahora en diferentes comarcas. Todos se sent¨ªan amenazados. ¡°Estaban nuestras tierras en riesgo, y dijimos: ¡®Esto no puede ser¡¯. Comenzamos a organizarnos. El movimiento empez¨® en las colonias de La Fonseca, El Tule y Puerto Pr¨ªncipe y se fue extendiendo poco a poco en la medida en que la gente fue conociendo la ley¡±.
Las cosas empeoraron cuando aparecieron los agrimensores chinos a medir las fincas. ¡°Entraban sin permiso alguno a nuestras propiedades con la polic¨ªa y el ej¨¦rcito escolt¨¢ndolos. Pon¨ªan mojones y med¨ªan la casa y el terreno. Pero no nos dec¨ªan ni explicaban nada. ?bamos nosotros a preguntar a los traductores c¨®mo era eso posible si nosotros ¨¦ramos los due?os de las tierras¡±.
Francisca aprob¨® apenas el tercer grado de primaria, pero los finqueros de su entorno siempre han confiado en sus consejos porque conocen su buen juicio y su honestidad. Y pensaron que ya que sab¨ªa aconsejarlos sobre c¨®mo sembrar sus tierras, tambi¨¦n sabr¨ªa ponerse a la cabeza para defenderlas. Y no erraron. Es una dirigente nata que no pertenece a ning¨²n partido pol¨ªtico. Le han ofrecido llevarla a la cabeza de las listas de diputados, pero no le interesa.
Entonces surgi¨® el Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, Lago y Soberan¨ªa. ¡°Como campesinos, nosotros no sabemos nada que no sea cultivar la tierra. ?De qu¨¦ vamos a vivir sin ella? El art¨ªculo 12 de la ley, en el inciso K, dice que cualquier persona que no tuviera t¨ªtulo de propiedad a la fecha que fue hecha la ley no tiene derecho a un solo c¨®rdoba, de modo que esas tierras se las regalan al chino Wang Ying. Y, al mismo tiempo, le dan el Gran Lago de Nicaragua. Le regalan medio pa¨ªs. Le regalan la soberan¨ªa¡±.
El tratado tiene una duraci¨®n de 100 a?os y no establece ninguna obligaci¨®n para el concesionario m¨¢s que un magro pago anual de peaje. Nicaragua renuncia a ejercer cualquier autoridad judicial, administrativa, laboral, de seguridad, migratoria, fiscal y monetaria en los territorios concedidos al canal en favor de HKND, la compa?¨ªa de Wang Ying inscrita en Gran Caim¨¢n. Y las reservas del Banco Central quedan en garant¨ªa de cualquier incumplimiento del Estado.
La lucha del general Sandino contra la intervenci¨®n militar de Estados Unidos entre 1927 y 1933 dej¨® una marca indeleble en el pa¨ªs: la defensa de la soberan¨ªa nacional. Pero en la ceremonia de la firma del tratado, Ortega hizo su propia interpretaci¨®n: ¡°Si hay pobreza, si hay extrema pobreza, si hay dependencia econ¨®mica, no hay soberan¨ªa¡¡±.
¡°El miedo que yo m¨¢s siento es el de dejar de hablar o de luchar por lo que me puedan hacer. Pero entonces me digo que todos vamos a morir¡±.
El 22 de diciembre de 2014 Wang Ying dio por inauguradas las obras. El acto se celebr¨® en una finca ganadera cerca de la desembocadura del r¨ªo Brito, sitio escogido como salida del canal al oc¨¦ano Pac¨ªfico y vecino del lugar donde se construir¨ªa uno de los juegos de esclusas. El otro juego estar¨ªa del lado del mar Caribe, del lado de Nueva Guinea. De por medio, el Gran Lago de Nicaragua, cuyo lecho ser¨ªa excavado a la profundidad suficiente para dar paso a los buques de 400.000 toneladas de peso, capaces de cargar cada uno 18.000 contenedores.
Se calz¨® el casco amarillo de protecci¨®n y ech¨® a andar la primera de las retroexcavadoras que luc¨ªan en fila, listas para empezar a abrir la gran zanja que partir¨ªa en dos a Nicaragua. Tres a?os despu¨¦s, el Gran Canal se disuelve en la bruma de la mentira m¨¢s colosal inventada nunca en Nicaragua.
Lo que aquellas m¨¢quinas hicieron fue remozar un viejo camino rural de seis kil¨®metros de largo hasta la costa. Hoy, sobre el camino, otra vez abandonado, ha crecido el monte. En la ¨¦poca de lluvias es imposible transitarlo debido a los lodazales. Unas cuantas vacas pastan all¨ª donde deber¨ªan estarse construyendo a ritmo febril las esclusas.
Mejor que el canal nunca llegue a construirse, piensa Francisca, para que no destruya el pa¨ªs ni destruya el Gran Lago ni acabe con el agua potable de Nicaragua. Pero no es suficiente con eso. ¡°Wang Ying anda con un cheque en blanco en la mano. Puede vender el territorio de Nicaragua a cualquiera, porque a ¨¦l se le entreg¨® de balde. Los nicarag¨¹enses tenemos que organizarnos y lograr que se derogue esa ley y la concesi¨®n¡±.
¡°Claro que es una lucha dif¨ªcil, pero la lucha hace milagros¡±, dice. Hasta ahora el Consejo para la Defensa de la Tierra ha organizado 85 marchas en demanda de la derogaci¨®n del tratado en distintas regiones del pa¨ªs, con recursos y medios que aportan los propios campesinos. Y ya han anunciado la marcha n¨²mero 86, que culminar¨¢ en la ciudad de Juigalpa el 22 de abril, D¨ªa de la Tierra.
En octubre de 2015 el Gobierno trat¨® de impedir a toda costa que la marcha llegara a Managua cerrando carreteras, atacando a las caravanas con fuerzas antimotines y grupos paramilitares, tomando prisioneros a lo largo de las rutas. Pero los campesinos lo consiguieron y lograron desfilar, aunque diezmados, por algunas calles de la capital.
Un a?o m¨¢s tarde, en noviembre de 2016, aprovechando que el secretario general de la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, se hallaba en Managua, lo intentaron de nuevo. Pero esta vez la orden fue no dejarlos salir de Nueva Guinea. Los puentes de los caminos rurales fueron destruidos con palas mec¨¢nicas para que no pudieran pasar los camiones cargados de campesinos, que fueron atacados con gases lacrim¨®genos, balas de goma y balas de verdad.
¡°Si hubiera visto todo aquello lleno de antimotines armados de fusiles¡±, recuerda. ¡°Se ve¨ªa que era gente verdaderamente mala. Nosotros dec¨ªamos: ¡®Son como las maras¡¯. Qui¨¦n sabe de d¨®nde los traen, porque empezaron a tirarnos balas sin piedad, como si fu¨¦ramos enemigos en una guerra. Est¨¢bamos subidos a los camiones cuando nos atacaron a balazos. Las bombas lacrim¨®genas reventaban dentro de los camiones. La gente empez¨® a ahogarse y tuvimos muchos heridos¡±.
Le han ofrecido dinero, pagarle sus tierras a un precio elevado a cambio de que deje la lucha. Nunca ha aceptado. ¡°?C¨®mo quedar¨ªa mi coraz¨®n de saber que yo estoy en otro pa¨ªs con mucho dinero pero que en Nicaragua nada se arregl¨® porque yo negoci¨¦? Le he pedido a Dios que me d¨¦ fuerza, y espero no caer nunca en el error de traicionar a tanta gente humilde¡±.
Ahora le han llegado a proponer que se siente a hablar a puerta cerrada con Ortega, pero tambi¨¦n lo rechaza. ¡°No tenemos necesidad de ir a hablar con ¨¦l para que derogue la ley del canal. En sus manos est¨¢: ¨¦l la puso, ¨¦l puede quitarla. Hasta que no retiren esa ley no vamos a vivir con tranquilidad ni vamos a dejar de luchar¡±.
Perseguida, bajo amenaza de c¨¢rcel, acosada, le pregunto al despedirnos si no tiene miedo. ¡°Pues f¨ªjese que a ra¨ªz de ver tantas injusticias creo que yo ya no s¨¦ si existe el miedo¡±, responde despu¨¦s de pensarlo un momento. ¡°La verdad es que el miedo que yo m¨¢s siento es el de dejar de hablar o de luchar por temor a lo que me pueden hacer. Entonces me digo: ¡®Si nadie se va a hacer piedra en este mundo, todos vamos a morir¡¯. Y algo que hemos platicado entre nosotros los campesinos es que es mejor morir luchando que morir mendigando y fuera de las tierras que nos pertenecen¡±.
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