Perplejidad
Desde el asombro sin l¨ªmites se desarrolla el pensamiento cient¨ªfico; al final, tendremos que estar agradecidos a los corruptos
Lo escrib¨ªa en este peri¨®dico Berna Gonz¨¢lez Harbour hablando de la ¡°zorra¡± de Marhuenda y de las bolsas llenas de toallas playeras que el expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio Gonz¨¢lez y su hombre de confianza en el Canal de Isabel?II portaban en un viaje a Colombia y de las imaginativas justificaciones que han dado al juez y a los periodistas sobre ellas: que no decaiga el ¨¢nimo, nos queda la perplejidad y esa nadie va a quit¨¢rnosla.
Define el diccionario de la RAE perplejidad como ¡°irresoluci¨®n, confusi¨®n, duda de lo que se debe hacer en algo¡±, haciendo derivar el t¨¦rmino del lat¨ªn perplexus, que vendr¨ªa a significar ¡°cosa ambigua, dudosa, oscura y embrollada¡±. De la perplejidad afirm¨® Confucio que no es propia de hombres sabios, pero el fil¨®sofo franc¨¦s Edgar Morin, autor de obras como La inteligencia de la complejidad, sostiene que es buena para la elucidaci¨®n cient¨ªfica. As¨ª que no nos preocupemos mucho por ella. La perplejidad que los espa?oles sentimos ante el afloramiento continuo de casos de corrupci¨®n en nuestro pa¨ªs y, m¨¢s que ante ese afloramiento, ante el descaro con el que los descubiertos encaran su enjuiciamiento acudiendo, primero, a la negaci¨®n y, cuando esta es imposible ya a la vista de las pruebas, a las m¨¢s pintorescas explicaciones (el suegro de uno de ellos al que le descubrieron un mill¨®n de euros en un armario del dormitorio matrimonial lleg¨® a culpar de haberlo dejado all¨ª a los empleados de una empresa sueca que habr¨ªan estado haciendo trabajos en ¨¦l), en lugar de deprimirnos, quiz¨¢ nos sirva para avanzar en campos de la ciencia, en la que tan retrasados solemos ir siempre respecto a Europa. Solo desde el estupor, desde el asombro sin l¨ªmites y el desconcierto ante una realidad ¡°ambigua, dudosa, oscura y embarullada¡± podremos desarrollar nuestro pensamiento cient¨ªfico, que es lo que seguramente pretenden nuestros corruptos con sus acciones. No, si al final vamos a tener que estarles agradecidos por ellas y condecorarlos en vez de juzgarlos.
Nos queda la perplejidad y esa nadie podr¨¢ quit¨¢rnosla dec¨ªa Berna Gonz¨¢lez Harbour en su diatriba contra Marhuenda, Gonz¨¢lez y compa?¨ªa, pero yo no lo tengo tan claro. Como se enteren de que la perplejidad no es mala, al rev¨¦s, de que puede servir para avanzar en el desarrollo de investigaciones cient¨ªficas que, de terminar con ¨¦xito, dar¨¢n dinero a quien las realice, nuestros corruptos nacionales, cuya voracidad no conoce l¨ªmites como continuamente nos demuestran, comenzar¨¢n a interesarse tambi¨¦n por ella. O sea, acabar¨¢n por robarnos hasta la perplejidad. Al tiempo.
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