Dany Laferri¨¨re: "El idioma no es suficiente. Hay que tener algo que decir"
A los 23 a?os, Dany Laferri¨¨re (Puerto Pr¨ªncipe, 1953) recibi¨® un soplo que le salv¨® la vida: los tontons macoutes, los asesinos del s¨¢trapa Jean-Claude Duvalier, iban a buscarle. Sali¨® de Hait¨ª con lo puesto hacia Canad¨¢ y se instal¨® en Montreal, en la provincia franc¨®fona de Quebec. Aquel joven exiliado se convirti¨® en un escritor famoso en 1985 con una novela titulada C¨®mo hacer el amor con un negro sin cansarse ¨Cuna demostraci¨®n de su inmenso sentido del humor, de su desbordante humanidad y de su hedonismo¨C y ocupa desde 2015 el sill¨®n en el que un d¨ªa se sent¨® Alejandro Dumas hijo en la Academia Francesa. Sucedi¨® a H¨¦ctor Bianciotti y fue recibido por Amin Maalouf, lo que llev¨® al acad¨¦mico Jean d¡¯Ormesson a afirmar: ¡°Un francoargentino de origen italiano va a ser reemplazado por un quebequ¨¦s de Hait¨ª, que ser¨¢ recibido por un liban¨¦s. As¨ª es la Academia Francesa¡±. Laferri¨¨re encarna toda esa diversidad dentro de una misma lengua.
Antes de consagrarse, desarroll¨® todo tipo de trabajos, desde obrero en una f¨¢brica hasta hombre del tiempo en televisi¨®n o periodista. Pero poco a poco fue convirti¨¦ndose en una voz literaria ¨²nica. Con El enigma del regreso (Alianza Editorial), una novela en la que mezcla prosa y verso sobre la figura de su padre, un pol¨ªtico haitiano en el exilio con el que hab¨ªa perdido el contacto, gan¨® el Premio M¨¦dicis en 2010. Una profunda reflexi¨®n sobre el exilio y la vida que ha ganado actualidad. Visit¨® Madrid, invitado por el Instituto Franc¨¦s, donde tuvo lugar esta entrevista.
¡°soy muy sensible a la tragedia de los refugiados, pero existen muchas otras en el mundo y me molesta cuando se pone el foco en una sola¡±.
Cuando entr¨® en la Academia, la secretaria dijo que su lengua, el franc¨¦s, era su patria. ?Es as¨ª? Mi patria es el mundo, con su diversidad y todo lo que lo forma, los diferentes apetitos. Lo que m¨¢s me gusta, adem¨¢s de leer y escribir, es viajar. El idioma no es suficiente, hay que tener algo que decir, hay que poder jugar con la lengua, tener una visi¨®n del mundo, compartir preocupaciones contempor¨¢neas, un sentido del pasado. Para m¨ª no es solo un instrumento de comunicaci¨®n. La lengua tiene que llevar consigo la historia del mundo, pero no necesariamente una lengua en concreto.
?Cu¨¢l es su relaci¨®n con el cr¨¦ole y con el franc¨¦s? Son dos lenguas que hablo, pero solo escribo en franc¨¦s. Y espero que traduzcan alguna vez mis libros al cr¨¦ole. Pero no tenemos en Hait¨ª suficientes lectores de cr¨¦ole, porque los que leen esta lengua tambi¨¦n leen franc¨¦s. Eleg¨ª el franc¨¦s, que permite las traducciones internacionales.
Usted es un exiliado desde los 23 a?os. ?Qu¨¦ siente cuando mira lo que est¨¢ ocurriendo ahora? No es necesario haber huido de tu pa¨ªs para ser sensible a la suerte de gente que vive en condiciones muy dif¨ªciles. Y tampoco es necesario haber huido de tu pa¨ªs para vivir en condiciones dif¨ªciles. Los haitianos que no se han movido comparten condiciones muy duras. Soy muy sensible a lo que ocurre, pero hay que reconocer que existen muchas tragedias en el mundo: los refugiados, las guerras, pa¨ªses que padecen conflictos pol¨ªticos o sociales, las cat¨¢strofes naturales como la que sufri¨® Hait¨ª. Hay algo que me molesta cuando se pone el foco en una sola tragedia, como si fuese la ¨²nica. Y quiero insistir en que no es necesario haber sido un refugiado para entender la situaci¨®n dram¨¢tica por la que pasa esa gente que se ha visto obligada a dejar su pa¨ªs. Abandon¨¦ Hait¨ª, me vi obligado a partir hacia el exilio. Pero llegu¨¦ a Montreal, una ciudad magn¨ªfica, y no ten¨ªa muchas responsabilidades, m¨¢s all¨¢ de mi supervivencia material. Fue muy alegre, no tuvo nada que ver con la situaci¨®n de esas familias que deben abandonar su pa¨ªs, enfrentarse a riesgos terror¨ªficos, morir en el mar o llegar hasta el final para encontrarse ante un muro. Es una tragedia enorme, pero el mundo est¨¢ cargado de ellas y cada una requiere nuestra intervenci¨®n.
Desdramatiza mucho su salida de Hait¨ª, pero tuvo que huir en 24 horas, despu¨¦s de que los tonton macoutes asesinasen a su mejor amigo. Su vida estaba claramente en peligro. Tuve que irme muy r¨¢pido, pero cada exilio es diferente. Si llego a ser un padre que tiene que dejar a su familia o partir con ella y no encuentra trabajo en el nuevo pa¨ªs, hubiese sido terrible. Pero era un joven de 23 a?os, para m¨ª era una aventura. Nunca pens¨¦ que fuese una tragedia, conozco las aut¨¦nticas tragedias, estaba en Hait¨ª en el momento del terremoto. Era una situaci¨®n dif¨ªcil, pero salv¨¦ la vida. Llegu¨¦ a un nuevo pa¨ªs, trabaj¨¦ en f¨¢bricas durante ocho a?os, y eso es muy bueno para un joven intelectual del Tercer Mundo: aprender a servirse de sus manos, saber que su vida depende de s¨ª mismo. Si no trabajo, no como; si no aprendo a cocinar, gastar¨¦ mucho dinero. Tuve que aprender la vida cotidiana. Quer¨ªa ser un escritor y era muy importante porque no puedo comprender que se quiera escribir sin saber cocinar, lavar la ropa, trabajar con las manos. Sin tener un conocimiento real y f¨ªsico de la vida.
Durante esos a?os en que trabaj¨® en las f¨¢bricas no escribi¨®, incluso ejerci¨® como hombre del tiempo en la televisi¨®n. ?Por qu¨¦? Lo de hombre del tiempo fue despu¨¦s de escribir mi primer libro. Entonces le¨ªa mucho, pero no pensaba en escribir. Todav¨ªa era solo un lector. Al final me he convertido en un escritor que es tambi¨¦n un lector, hasta de sus propios libros. Me gustan mucho los escritores y los libros, por eso no puedo decir que sea una persona de una sola lengua. Fue Camus el que dijo: ¡°Mi patria es la lengua francesa¡±, pero m¨¢s all¨¢ de una lengua est¨¢n las culturas, la visi¨®n del mundo, y ninguna puede ser superior a otra. Ni la de Hait¨ª, la de Senegal, la de Espa?a o la de Alemania. Son visiones del planeta que sum¨¢ndose forman la herencia de la humanidad, un modo de ver las cosas. Eso me proporciona esperanza: cuando se proh¨ªbe una cosa, resulta que en otro lugar est¨¢ permitida. Todas las visiones del mundo son importantes y la forma de viajar por las otras culturas es a trav¨¦s de las lenguas.
En sus libros, Hait¨ª aparece como un pa¨ªs atrapado en la tragedia, pero tambi¨¦n describe momentos muy divertidos, como aquel amigo de su padre que no acude a su entierro porque, sencillamente, no cree en la muerte. Es un pueblo que r¨ªe y que llora, que baila y que canta. Las emociones son contrarias y muchas veces en el mismo momento. Es lo que llamo la visi¨®n del mundo. Y es importante para los otros: saber, cuando uno est¨¢ triste, que hay un pueblo que vive situaciones c¨®micas y tr¨¢gicas al mismo tiempo. Hait¨ª no est¨¢ cubierto por una gran nube negra, pasamos de la alegr¨ªa a las l¨¢grimas, y eso es lo que permiti¨® a Puerto Pr¨ªncipe levantarse despu¨¦s del terremoto. Esa misma noche comenzaron a circular bromas. Esta energ¨ªa de vivir del pueblo haitiano es algo que siempre he querido reflejar en mis obras.
El libro sobre su padre est¨¢ lleno de im¨¢genes de nieve, de fr¨ªo. ?Para usted el hielo es el exilio? Totalmente. El hielo es el s¨ªmbolo de mi exilio y la gran conquista de mi vida es haber logrado domesticar el fr¨ªo. No es algo que se pueda hacer con una t¨¦cnica. Es el tiempo. Este a?o hace 40 que dej¨¦ mi pa¨ªs, que paso mis inviernos en Montreal. Incluso cuando viv¨ª 12 a?os en Miami pasaba los inviernos all¨ª porque es el momento en que se trabaja. Es una ciudad fundamental para m¨ª.
?Ahora vive en Par¨ªs o en Montreal? Vivo en Montreal y trabajo en Par¨ªs, porque es all¨ª donde est¨¢ la Academia, a la que acudo todo lo que puedo, los jueves.
¡°si hay algo que odia un racista es que aquel al que ataca pueda comprenderlo. ESO LE PONE ENFERMO¡±.
?Qu¨¦ piensa de la reforma ortogr¨¢fica que propuso el Gobierno franc¨¦s para simplificarla? La Academia vot¨® en ?contra. Precis¨® que las ¨¦lites son importantes para una sociedad, pero no pueden imponer algo a la gente. Podemos proponer, pero deciden los hablantes.
?El franc¨¦s de Quebec y el de Francia son la misma lengua? No, pero tambi¨¦n ocurre en Francia. No es la misma lengua en C¨®rcega o en Breta?a. Son necesariamente diferentes. El Canad¨¢ franc¨¦s, con una poblaci¨®n peque?a, ha conservado las palabras bastante m¨¢s tiempo que una poblaci¨®n mucho m¨¢s grande. Cuanta m¨¢s gente hable una lengua, m¨¢s posibilidades de renovarla, de aportar palabras nuevas. Esos franceses que fueron a Am¨¦rica tuvieron la tendencia a conservar la lengua. Si la cambiaban, ten¨ªan la sensaci¨®n de quemar los barcos, de no poder volver a la lengua, de no poder leerla. Lo que ocurre es que, al conservar la lengua, se acaba por alejarse de la original, por crear su propia cultura. As¨ª se crean los pueblos.
?Ese peligro de muerte se ha quedado en alg¨²n lugar de su conciencia, en la forma de ver la vida? No hay mucha diferencia con cualquiera que haya sufrido una enfermedad grave. No creo que los seres humanos guarden durante mucho tiempo las situaciones dram¨¢ticas, salvo los que no son responsables de sus vidas. Yo ten¨ªa muchas cosas que hacer: ganarme la vida, escribir¡ Muchos amigos se quedaron y estaban en peligro real. Claro que en alg¨²n lugar eso me ha marcado, porque forma parte de mi vida. Supongo que todos los humanos conviven con la idea de que pueden morir en cualquier momento, y hay personas tan obsesionadas con la muerte que no llegan a hacer nada. Para muchos otros, la idea no es algo que anule su energ¨ªa, aunque les da miedo, claro. Es una cuesti¨®n de temperamentos, hay gente que se angustia y gente que siempre sigue adelante, que es mi caso.
Su primer libro era enormemente provocador. ?Cree que seguimos conservando esa libertad para provocar con lo pol¨ªticamente correcto? Me cuesta mucho pensar desde el pasado, nunca dir¨ªa que es mejor. Me irrita mucho la gente que dice que hace 50 a?os hab¨ªa grandes escritores y ahora no. Es falso. Cuando esos autores estaban en plena ?producci¨®n, nosotros ¨¦ramos tan j¨®venes que solo pod¨ªamos admirarlos; y a los nuevos escritores interesantes, nuestros contempor¨¢neos, son los muy j¨®venes los que los respetan. Cuando solo pensamos con la memoria, es que estamos perdiendo la energ¨ªa. Tal vez la verdadera provocaci¨®n est¨¢, por ejemplo, en unos poemas que ofrecen una visi¨®n radical del mundo, como los de Rimbaud. No hay erotismo, es menos provocador que Baudelaire y, sin embargo, ofrece una visi¨®n totalmente radical de la literatura y mantiene que hay que cambiar la vida. Resulta muy dif¨ªcil medir lo que es una verdadera provocaci¨®n. Y poderlo decir todo tampoco es necesariamente algo positivo en s¨ª. El silencio tambi¨¦n forma parte del arte. Bajo la dictadura no pod¨ªamos decirlo todo, pero logr¨¢bamos no callarnos nada porque la gente sab¨ªa que exist¨ªa la censura y aprendi¨® a leer entre l¨ªneas. Los seres humanos siempre encuentran un camino para crear. Afirmar que hay muchos temas de los que no podemos hablar es una forma de pereza. Tal vez sea cierto si lo que quieres contar es sencillamente provocador, pero si pretendes decir cosas radicalmente provocadoras necesitas tiempo, ser sutil, poner en duda muchos juicios. Si hay algo que odia el racista es que aquel al que ataca pueda comprenderlo, eso le pone enfermo. No puede soportar que la persona que desprecia quiera hablar con ¨¦l, que considere que es alguien que sencillamente no comprende la realidad. Le pone de los nervios, porque lo que quiere es despertar el odio. Un poco como James Baldwin [escritor y activista negro], que en los sesenta lanz¨® el mensaje de que los blancos no van a regresar a Europa y los negros no van a regresar a ?frica, as¨ª que no tienen m¨¢s remedio que entenderse, sentarse y negociar; no va a haber una eliminaci¨®n del otro. Es ¨¦l quien piensa Am¨¦rica.
?Y la teor¨ªa de Baldwin se puede aplicar a la Europa actual? Sin duda. Es evidente que tenemos que hablar con la gente que est¨¢ enfadada contra todo. Cuando no puedes acabar con aquello que te crea los problemas de verdad, quieres eliminar al que consideras tu rival. Pero esa no es la soluci¨®n. Es como Le Pen cuando dice que, como hay no s¨¦ cuantos millones de parados en Francia, se expulse a millones de negros y ¨¢rabes. Eso no tiene sentido, pero entiendo cu¨¢l es el problema. Echarlos no va a crear m¨¢s puestos de trabajo. Hay que reencontrar el valor de pensar.
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