Las chabolas ¡®vecinas¡¯ al presidente de Paraguay
Varios proyectos buscan recuperar la bah¨ªa de Asunci¨®n, depositaria de las aguas fecales de la ciudad
Los desechos del presidente de la Rep¨²blica del Paraguay y los de los vecinos del modest¨ªsimo barrio de La Chacarita van a parar al mismo sitio: la Bah¨ªa de Asunci¨®n. No es raro; el palacio presidencial y este asentamiento semichabolista est¨¢n a solo unos metros de distancia. La capital del pa¨ªs tiene una curiosa relaci¨®n con un accidente geogr¨¢fico que podr¨ªa ser el alma de la ciudad: no solo defeca literalmente en ¨¦l, sino que tambi¨¦n, de una forma metaf¨®rica, le da la espalda.
Hasta hace no mucho, entre la bah¨ªa y la ciudad solo hab¨ªa una explanada. Un trozo de tierra que solo serv¨ªa para inundarse cuando las lluvias torrenciales que con frecuencia complican la vida a los asuncenos hac¨ªan desbordar el agua. A menudo esto obliga a desalojar de sus viviendas a los habitantes de la zona m¨¢s baja de la Chacarita. La construcci¨®n de la costanera, en 2013, fue el primer paso para que Asunci¨®n se gire hacia su bah¨ªa; es una carretera que la bordea junto a algo parecido a un paseo mar¨ªtimo. Pero para que este proceso contin¨²e y se complete hay un requisito imprescindible: dejar de verter aguas residuales sin tratar.
Es el principal reto que tiene el entorno urbano m¨¢s grande de Paraguay: en el ¨¢rea metropolitana de Asunci¨®n viven casi dos de las siete millones de personas que habitan el pa¨ªs. No hay un ¨²nico plan para revertir esta situaci¨®n. Se necesita crear o mejorar los desag¨¹es, construir plantas depuradoras, dar un uso ciudadano a los alrededores de la bah¨ªa, completar una mejora integral del barrio de la Chacarita¡ Todo en un pa¨ªs que encabeza el grupo de cola en cuanto al ¨ªndice de desarrollo humano en Am¨¦rica Latina: ocupa el 14? lugar de 20. Para conseguirlo, un cuarteto de planes financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) inyectar¨¢n 340 millones de d¨®lares (unos 312 millones de euros).
No hay mejor forma de comprender lo insostenible de la situaci¨®n actual que paseando por la Chacarita. Es uno de los asentamientos m¨¢s antiguos de la ciudad, el lugar que la mayor¨ªa de los habitantes de Asunci¨®n no pisan por miedo a que les pase algo ¡ªlo cierto es que no es nada recomendable a partir de ciertas horas del d¨ªa¡ª, pero que est¨¢ en su mismo coraz¨®n. La zona alta de este poblado, como suele suceder con todas las zonas altas, incluso en los barrios de favelas, es la m¨¢s privilegiada. A ellos las inundaciones no suelen obligarles a abandonar sus casas. En la baja lo tienen m¨¢s complicado, y no es raro que una vez al a?o tengan que reasentarse en otros lugares por la crecida del r¨ªo. Toda ella, alta y baja, son un entramado de casas en lugares inveros¨ªmiles a las que se llega por caminos imposibles para cuyo acceso hay que pasar en ocasiones por la morada de los vecinos. Cada pocos metros, arroyos atestados de basura separan las edificaciones y fluct¨²an seg¨²n las lluvias derribando viviendas o aumentando la distancia entre ellas.
Un pr¨¦stamo de m¨¢s de 300 millones del BID servir¨¢ para que Asunci¨®n deje de darle la espalda a su bah¨ªa
Seg¨²n el censo, el 37% de las viviendas de la Chacarita Alta est¨¢n en lugares con riesgo de deslizamiento y el 59% de las viviendas declararon que eliminan aguas residuales en los barrancos. Adem¨¢s, los camiones de basura no pueden acceder a la mayor¨ªa de sus rincones, con lo cual tampoco quedan muchas alternativas a los vecinos a la hora de despojarse de sus residuos.
Los habitantes de la Chacarita viven, sin embargo, en una ubicaci¨®n privilegiada dentro de la capital paraguaya, as¨ª que est¨¢n dispuestos a escuchar las mejoras que les proponen, pero casi siempre manteni¨¦ndose en el barrio. Algunos seguramente no tendr¨¢n esa suerte y habr¨¢n de ser realojados en otros lugares conforme la rehabilitaci¨®n de la zona vaya avanzando. A pesar de que all¨ª viven m¨¢s de 3.000 personas, en el catastro es una gran zona en blanco que pareciera mostrar un ¨¢rea desierta, cuando lo que delata es su carencia de formalidad.
La casa de Cecilia Oviedo, de 60 a?os, es una de esas que est¨¢n en un limbo legal, pese a que lleva en ella m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. Algunas de su barrio est¨¢n hechas de ladrillo, pero la suya es de madera y chapa. Para salir a la ciudad, es necesario bajar por una precaria escalera de madera, que conduce a una cornisa de menos de medio metro de anchura; esta da a un camino que lleva a un puente sobre un arroyo plagado de basura que presenta en su recorrido casi m¨¢s huecos que tablas para caminar. Es el camino que recorre cada d¨ªa su nieta, Laura Qui?ones, para ir a trabajar a una panader¨ªa. Como la mayor¨ªa en el barrio, esta familia vive de una parte de ingresos informales, que en su caso sacan vendiendo comida preparada, y otros formales, como los de Laura. Lo que tienen claro, pese a las precarias condiciones de vida, es que ellos no quieren moverse de all¨ª. ¡°Mi marido naci¨® aqu¨ª y somos felices en el barrio, nos parece bien que se mejore, pero sin que nos echen¡±, reclama la sexagenaria.
La preocupaci¨®n de algunos habitantes tiene que ver con el plan de mejora de las condiciones de vida del barrio; algunos viven en lugares que suponen un riesgo para sus vidas. La ONG H¨¢bitat por la Humanidad est¨¢ trabajando en la zona para que, en la medida de lo posible, todos los cambios sean consensuados con la comunidad. Olga Sanabria, representante de la organizaci¨®n, explica que el plan financiado por el BID contempla la titulaci¨®n de la propiedad (regularizando 850 viviendas), el arreglo de los cauces, que hoy son un vertedero, la mejora de los accesos, de los servicios b¨¢sicos (hoy casi inexistentes) y el reasentamiento de entre 140 y 240 familias que est¨¢n en zonas inundables o de paso. ¡°Estamos terminando el censo, despu¨¦s haremos un proceso participativo para el que nos est¨¢ ayudando la ciudad de Medell¨ªn, que ya tiene experiencia en contar con la ciudadan¨ªa para sus cambios. Ser¨¢ despu¨¦s de hablar con la comunidad cuando comencemos a proponer respuestas, que esperemos puedan estar listas en 2021¡±, explica.
El 37% de las viviendas de la Chacarita Alta est¨¢n en lugares con riesgo de deslizamiento y el 59% de las viviendas declararon que eliminan aguas residuales en los barrancos
Aunque la necesidad de la mejora de los saneamientos y del propio barrio de la Chacarita es una reclamaci¨®n un¨¢nime, no todo el mundo est¨¢ de acuerdo en c¨®mo ejecutarla. La ingeniera Mercedes Canese, asesora de la coordinadora de organizaciones sociales y comunitarias de Los Ba?ados (a la que pertenece la Chacarita), es una de las voces discordantes: ¡°La cr¨ªtica no es a que se haga un proyecto de embellecimiento del barrio. Es una obra que va a mejorar la vida de las personas. Lo que cuestionamos es que se gasten tantos recursos en un ¨¢rea no inundable en tanto que la gente que vive en zona baja va a seguir sufriendo. Con menos recursos se podr¨ªa defender a toda la Chacarita de las inundaciones, especialmente la baja¡±. Seg¨²n un estudio, con cinco millones de d¨®lares, el proyecto de ampliaci¨®n de la costanera podr¨ªa incluir un sistema de prevenci¨®n de inundaciones que preservar¨ªa la vida de los habitantes del asentamiento. ¡°Existe una tradici¨®n, los vecinos no se quieren mudar a otros barrios lejos de su vida y sus trabajos; algo que costar¨¢ mucho m¨¢s dinero¡±, detalla.
Pero el Ministerio de Obras P¨²blicas defiende todo el plan como un plan global para modernizar Asunci¨®n. Cynthia Yanes, coordinadora del proyecto de reconversi¨®n urbana, muestra una maqueta en la que adem¨¢s de las mejoras de la Chacarita se ve la construcci¨®n de toda un ¨¢rea administrativa y de viviendas frente a la bah¨ªa, en un lugar que hoy est¨¢ pr¨¢cticamente abandonado: seis torres con oficinas de gobierno, estaci¨®n de metrob¨²s, 1.500 viviendas¡ ¡°Queremos revitalizar el ¨¢rea de la bah¨ªa para que la ciudadan¨ªa pueda disfrutarla¡±, justifica.
El proyecto completo, todo lo que incluyen los planos de Yanes, es una proyecci¨®n a una d¨¦cada. Mucho queda para que el ¨¢rea semivac¨ªa que tiene al lado la bah¨ªa sea un lugar moderno y de esparcimiento p¨²blico: todav¨ªa ni siquiera se han iniciado muchos de los tr¨¢mites administrativos necesarios para comenzar a trabajar. Lo primero es lo m¨¢s b¨¢sico: que deje de ser el vertedero de aguas fecales de la ciudad. Y para esto s¨ª que existen planes en marcha. El equipo de ingenieros del BID responsable del acompa?amiento t¨¦cnico explica que las tres depuradoras que estar¨¢n a cargo de tratar aproximadamente el 60% de las aguas fecales estar¨¢n operativas en 2020. Dos a?os despu¨¦s, otras dos se encargar¨¢n del 40% restante. Para entonces, todas las obsoletas canalizaciones y otras nuevas estar¨¢n preparadas para transportar las aguas fecales de toda Asunci¨®n; pero las heces ya no llegar¨¢n a la bah¨ªa.
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