M¨¢s vale prevenir el Zika que curarlo
El virus es un problema de salud que pone el dedo en la llaga de la desigualdad social y de g¨¦nero
El virus del Zika es la epidemia m¨¢s reciente que de forma virulenta y alarmante azota a diferentes partes del planeta, fundamentalmente a Am¨¦rica Latina y el Caribe. Es la m¨¢s reciente, pero no es la primera ni ser¨¢ la ¨²ltima, as¨ª que tomar en cuenta las lecciones aprendidas y estar mejor preparados la pr¨®xima es lo m¨¢s inteligente que podemos hacer
A fines de enero de este a?o, la OMS anunci¨® que el virus del Zika podr¨ªa infectar hasta cuatro millones de personas en las Am¨¦ricas, pero se estima que, para cuando acabe esta epidemia, la cifra podr¨ªa ascender a los 90 millones. La mayor¨ªa de estas personas no sabr¨¢ ni siquiera que fue infectada. Sin embargo, como revela el estudio recientemente publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Federaci¨®n Internacional de la Cruz Roja (IFRC) en colaboraci¨®n con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el virus del Zika tiene riesgo de convertirse en una enfermedad end¨¦mica con impacto a largo plazo. Aunque puede pasar como invisible para muchos, el peligro est¨¢ en los efectos a mediano y m¨¢s largo plazo de la infecci¨®n: los adultos que desarrollan s¨ªndrome de Guillain Barr¨¦ y otras afectaciones neurol¨®gicas y los fetos con trastornos cong¨¦nitos (microcefalia, entre otros). A pesar de que es de prever que la poblaci¨®n de las Am¨¦ricas acabar¨¢ desarrollando una inmunidad natural, la epidemia tendr¨¢ un impacto en salud para esta generaci¨®n considerable y de larga duraci¨®n. Aunque las estimaciones actuales solo recogen los casos asociados a microcefalia, hoy existen al menos unos 3.000 beb¨¦s con s¨ªndrome cong¨¦nito de Zika confirmado, cifra que podr¨ªa subir hasta 35.000 seg¨²n el estudio.
A esto hay que sumar el impacto socio econ¨®mico de la epidemia. Las proyecciones del estudio estiman un costo de entre 7.000 y 18.000 millones de d¨®lares solo para la regi¨®n de Am¨¦rica Latina y el Caribe, con un impacto mayor sobre las regiones que dependen del turismo como los del Caribe. Los pa¨ªses m¨¢s afectados en cuanto a n¨²mero de casos, como Brasil o Colombia, sufrir¨¢n sin duda consecuencias a¨²n m¨¢s importantes en t¨¦rminos absolutos. Adem¨¢s, hay que considerar los efectos que este virus est¨¢ teniendo en otro tipo de ¨¢mbitos como el de la planificaci¨®n familiar en parejas que estaban tratando de tener hijos o migraciones intranacionales de grupos que dejan sus comunidades en busca de zonas m¨¢s seguras.
El Zika, como otros muchos virus y enfermedades vinculadas a la pobreza se pueden y se deben eliminar. En este caso, el mosquito del g¨¦nero Aedes tambi¨¦n transmite otras enfermedades como dengue y fiebre amarilla. Estos mosquitos proliferan en las barriadas y favelas donde hay poca infraestructura sanitaria, sobrepoblaci¨®n y agua estancada. Mujeres en situaci¨®n de pobreza, ni?os y ni?as, as¨ª como las personas con discapacidades, son los grupos m¨¢s afectados por estas enfermedades, as¨ª como, evidentemente, las que menos recursos tienen para combatirlas. As¨ª pues, en Brasil y otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina donde la desigualdad de ingresos es abismal, las comunidades pobres deber¨¢n soportar una parte desproporcionadamente alta de los costes de las epidemias.
Para cuando acabe esta epidemia, la cifra de infectados podr¨ªa ascender a los 90 millones
A esta desigualdad se une otro tema esencial, asociado a los efectos del virus del Zika sobre los fetos, y particularmente espinoso en pa¨ªses de Am¨¦rica Latina: la desigualdad de g¨¦nero y el derecho (o falta de) acceso a la salud reproductiva, incluyendo la posibilidad de terminar un embarazo en caso de malformaciones cong¨¦nitas debido a la infecci¨®n. Un estudio indica que en Brasil el 20% ¡ªm¨¢s de medio mill¨®n al a?o¡ª de ni?os nacen de madres adolescentes (embarazos no planeados) y que en n¨²meros absolutos la gran parte ocurren en lugares donde hay dengue (y por lo tanto Zika potencialmente). El contexto cultural y religioso en el continente es tan variado como complejo, pero parece evidente que el hecho de tener o no legislaci¨®n que garantice la posibilidad de interrumpir el embarazo, al conocer por ejemplo las consecuencias del virus del Zika, se ha convertido en un elemento m¨¢s de desigualdad entre mujeres de distintos pa¨ªses ante las consecuencias derivadas de estas enfermedades. Por ello, en el caso del Zika, las estrategias tambi¨¦n deben garantizar el acceso a la salud reproductiva para miles de j¨®venes adolescentes y mujeres.
Cualquier estrategia para hacer frente a epidemias como el Zika requerir¨¢ tener en cuenta que se trata de una enfermedad de la pobreza pero que, como estamos viendo en Europa o Estados Unidos puede tener consecuencias negativas tambi¨¦n en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Un ejemplo lo encontramos en Miami, donde las tasas de hosteler¨ªa se han reducido un 7% seg¨²n revela el estudio del PNUD y IFRC. Si algo hemos aprendido es que hoy las epidemias, como el mundo en el que vivimos, son globales e invertir all¨ª es tanto como prevenir aqu¨ª. As¨ª, mejoras incluso modestas sobre sistemas de saneamiento y atenci¨®n primaria tendr¨¢n un impacto considerable sobre el costo humano de ¨¦sta y otras enfermedades infecciosas.
Una vez que la alarma sobre el Zika haya pasado y se convierta en una de las m¨²ltiples enfermedades arbovirales en la regi¨®n, el riesgo real es que el apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico se evapore. Como se?ala el doctor Kevin Bardosh, experto en enfermedades infecciosas, es cada vez m¨¢s evidente que hay que invertir en un enfoque de Una Salud (o One Health en ingl¨¦s) que integre la salud humana, animal y de los ecosistemas, y que eche mano de las ciencias sociales para coordinar a los diferentes actores con creatividad, agudeza pol¨ªtica y con un sentido de justicia social.
Hoy existen al menos unos 3.000 beb¨¦s con s¨ªndrome cong¨¦nito de Zika confirmado, cifra que podr¨ªa subir hasta 35.000 seg¨²n el estudio
Como ya abord¨¢bamos justo despu¨¦s del brote del ¨¦bola en sesiones de expertos de la regi¨®n sobre respuestas a las epidemias en la regi¨®n, es necesario construir s¨®lidos mecanismos regionales de detecci¨®n, gesti¨®n y respuesta. Esto requerir¨¢ el fortalecimiento de capacidades a nivel nacional y de equipamiento a nivel local que permitan la puesta en marcha de protocolos de respuesta r¨¢pidos y eficaces.
La inmediata detecci¨®n de brotes sospechosos, la lucha contra el mosquito transmisor, el manejo efectivo de la informaci¨®n, los tratamientos actualmente disponibles en los sistemas de salud, el trabajo en las comunidades afectadas y las estrategias de comunicaci¨®n son factores cr¨ªticos para una respuesta activa a epidemias y su contenci¨®n. A este respecto, el virus del Zika ha puesto de manifiesto que existen importantes ¨¢reas de trabajo en la regi¨®n de las Am¨¦ricas para que las instituciones nacionales est¨¦n mejor preparadas para responder a futuros nuevos brotes de este u otros virus.
Sabemos bien que esto cuesta dinero y que el esfuerzo debe sostenerse a lo largo del tiempo, pero es sin duda una inversi¨®n no solo moral y ¨¦tica sino tambi¨¦n rentable en t¨¦rminos de coste y beneficio. Como enuncia un art¨ªculo relacionado publicado por The Economist, si el mundo invirtiera 4.500 millones de d¨®lares (equivalente al 3% de lo que gastan los pa¨ªses ricos en ayuda al desarrollo) en preparaci¨®n a epidemias, el planeta ser¨ªa un lugar mucho m¨¢s seguro. El reciente estudio del PNUD y IFRC con ISGlobal va mas all¨¢, aportando cifras y evidencias de c¨®mo estos recursos podr¨ªan servir para reforzar sistemas de salud y su atenci¨®n a poblaciones afectadas, disminuir el n¨²mero de v¨ªctimas y mejorar la coordinaci¨®n durante la fase de respuesta a emergencias, y financiar ¨¢reas de investigaci¨®n desatendidas. Y nosotros a?adir¨ªamos, un mundo sin enfermedades para los pobres no solo ser¨ªa m¨¢s seguro para todas y para todos, sino tambi¨¦n m¨¢s justo y m¨¢s humano.
Cualquier estrategia para hacer frente a epidemias como el Zika requerir¨¢ tener en cuenta que se trata de una enfermedad de la pobreza pero que puede tener consecuencias negativas en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados
Leire Paj¨ªn es directora de Desarrollo Global en ISGlobal, centro impulsado por la Obra Social ¡±la Caixa¡±, y Ugo Blanco, Asesor Regional para Crisis y Conflicto del PNUD.
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