Feynman y las encuestas
Los sondeos no siempre aciertan, pero se aproximan m¨¢s al resultado que cualquier otra alternativa
Se dice que el f¨ªsico te¨®rico Richard Feynman repet¨ªa una broma. Paraba a la gente por los pasillos dici¨¦ndoles: ¡°?No te vas a creer lo que me ha pasado hoy!¡±, y luego a?ad¨ªa: ¡°?Absolutamente nada!¡±. Lo mismo podemos decir de los sondeos en Francia.
Las encuestas siguen desprestigiadas por las victorias del Brexit y Donald Trump. Pero lo cierto es que desde el verano se han sucedido los ¡°aciertos¡±. En Francia las encuestas acertaron dos veces. Vieron la ventaja de Macron sobre Le Pen y antes, en la primera vuelta, acertaron el orden de los cuatro primeros. Los favoritos de los sondeos tambi¨¦n se impusieron en las elecciones de Galicia y el Pa¨ªs Vasco, en el refer¨¦ndum italiano, en las presidenciales de Austria y en los Pa¨ªses Bajos. Esos aciertos no dieron mucho que hablar, en parte por su menor trascendencia, pero tambi¨¦n porque falt¨® Feynman avisando.
?Por qu¨¦ ignoramos las encuestas cuando ¡°aciertan¡±? Hay por lo menos dos motivos, los dos biol¨®gicos. El primero es que las personas prestamos m¨¢s atenci¨®n a lo excepcional. Eso dice mucho sobre qu¨¦ cosas nos dan miedo (los terroristas y los aviones m¨¢s que los coches), qu¨¦ nos hace re¨ªr (las paradojas) y qu¨¦ nos hace felices (la variedad). El otro motivo es el sesgo pesimista: las emociones negativas nos influyen m¨¢s que las positivas. Perder dinero o recibir una cr¨ªtica nos afecta m¨¢s que ganar dinero o recibir un elogio. Los cient¨ªficos tambi¨¦n han observado que cuando se nos pide que recordemos algo emotivo la mayor¨ªa mencionamos una desgracia. Por eso nos parece que las tostadas (y las encuestas) caen siempre del lado de la mantequilla; porque si caen del lado afortunado, seguimos con lo nuestro.
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Que ignoremos los aciertos de las encuestas es un asunto menor. Pero es un s¨ªntoma de un mal general, que no ata?e solo a los sondeos, y que es cada vez m¨¢s relevante en una sociedad m¨¢s compleja: juzgamos mal las predicciones bajo incertidumbre.
?Otro s¨ªntoma? Ni siquiera juzgamos bien lo que son aciertos y fallos de las encuestas. Las evaluamos en binario, mirando solo si aciertan o fallan con el ganador. As¨ª se dan paradojas como esta: decimos que los sondeos ¡°acertaron¡± en Francia, aunque cometieron un error de cinco puntos, mayor que con el Brexit o con Trump. Lo que llamamos ¡°aciertos¡± y ¡°fallos¡± depende much¨ªsimo de lo ajustado que est¨¦ el resultado (que es arbitrario e indiferente a la habilidad de los encuestadores). No tiene sentido. Mientras sigamos haciendo eso, viviremos en un tobog¨¢n en el que encuestas ahora ¡°aciertan¡± y ahora ¡°fallan¡±.
Otro problema son las prisas por encontrar m¨¦todos infalibles. Con cada sorpresa electoral surgen gur¨²s diciendo ¡°yo ya lo avis¨¦¡±, pero muchos ser¨¢n relojes parados dando la hora. Con la victoria de Trump corri¨® la fantas¨ªa de que el big data era m¨¢s predictivo que las encuestas, pero en Francia apostaron por Fran?ois Fillon. Hubo quien apost¨® por Marine Le Pen atendiendo al ruido en las redes sociales¡ y hasta un sociof¨ªsico diciendo que la abstenci¨®n le pod¨ªa dar alas. Le Pen perdi¨® y estos profetas caer¨¢n en el olvido, pero ?y si hubiese ganado? El problema est¨¢ en querer sacar conclusiones de un ¨²nico acierto, eso no sirve.
Las encuestas son el mejor instrumento para predecir elecciones, pero no porque acierten siempre, sino porque se aproximan m¨¢s que cualquier alternativa. Por eso es ¨²til expresar sus pron¨®sticos con probabilidades. En las elecciones francesas hicimos dos predicciones desde EL PA?S, ambas basadas en las encuestas y su precisi¨®n hist¨®rica. Los dos pron¨®sticos se cumplieron, pero solo un error del segundo hubiese sido una sorpresa. Para la segunda vuelta dijimos que Macron ten¨ªa un 98% de probabilidades de ganar. Pero fuimos m¨¢s cautos en la primera votaci¨®n porque los sondeos no permit¨ªan m¨¢s confianza: Macron ten¨ªa un 72% de opciones de pasar a la segunda vuelta y Le Pen un 65%. Ese pron¨®stico se cumpli¨®, pero es un acierto solo a medias: de no haberse cumplido hoy se?alar¨ªamos ¡ªcon raz¨®n¡ª que los sucesos con probabilidad 28% o 35% ocurren sin parar.
Comunicar bien esas predicciones es un reto. A las personas nos resulta antinatural pensar en probabilidades, aceptar resultados inciertos y hacer valoraciones provisionales del ¨¦xito y el fracaso. Pero es inevitable. Las encuestas son un instrumento de la ciencia, que, como tambi¨¦n dijo Richard Feynman, es la cultura de la duda. Es un engorro, pero es lo que hay.
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