Lo que decidimos los socialistas
Nadie fue derrocado de la secretar¨ªa general del PSOE, sino que dimiti¨®; no hubo golpe de Estado, sino que el Comit¨¦ Federal vot¨®. La socialdemocracia del siglo XXI exige algo m¨¢s que ¡®situar al partido en la izquierda¡¯, porque nunca se movi¨® de ah¨ª
En los pr¨®ximos d¨ªas, los militantes del PSOE estamos llamados a decidir sobre nuestra Secretar¨ªa General. Lo hacemos en unas circunstancias excepcionales. Por un lado, preocupados por lo que est¨¢ sucediendo en Europa. En Grecia, Italia, Holanda o Francia, las formaciones socialistas son muy minoritarias o est¨¢n disueltas en alguna alianza progresista. Por otro lado, en el terreno dom¨¦stico, el PSOE se muestra incapaz de conectar con grupos sociales que son muy representativos de los valores de progreso (j¨®venes, personas con estudios superiores o clases urbanas).
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Es cierto que las primarias, al tener ingredientes presidencialistas, pueden acabar en un simple debate de personas. Pero nuestras circunstancias excepcionales exigen de una deliberaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los personalismos y los lugares comunes. Con las tres candidaturas, los socialistas estamos decidiendo sobre tres cuestiones fundamentales.
La primera de ellas es la forma de hacer pol¨ªtica. Muchos analistas y representantes pol¨ªticos todav¨ªa no entienden c¨®mo debemos dirigirnos a una sociedad que est¨¢ mucho m¨¢s informada y formada que hace unas d¨¦cadas. Si los que nos escuchan saben m¨¢s, la consecuencia deber¨ªa ser una mayor exigencia sobre nosotros mismos. Por ello, cada vez que utilizamos un argumento simplista, una parte de la ciudadan¨ªa duda de nosotros y nos resta credibilidad.
La consecuencia del ¡®no es no¡¯ es votar tantas veces como haga falta para que gane el PP por mayor¨ªa
Algo de esto hay detr¨¢s del ¡°no es no¡±. Cuando se reflexiona sobre ello, vemos que, dado nuestro modelo de investidura y la fragmentaci¨®n actual del parlamento, la ¨²nica posibilidad que existe para que el PSOE pudiese votar que no y hubiese un gobierno en este pa¨ªs es que el PP obtuviese por s¨ª mismo 176 esca?os. O dicho de otra forma, la principal consecuencia del ¡°no es no¡± es votar tantas veces como sean necesarias hasta que el PP obtenga una mayor¨ªa c¨®moda. De hecho, las encuestas de septiembre de 2016 apuntaban esta tendencia. Todas las estimaciones del PSOE estaban entre el 21 y el 22%, el mismo resultado o por debajo del que obtuvimos en las elecciones de junio. En cambio, el PP mostraba un ligero ascenso, situ¨¢ndose en algunas estimaciones en el 35%. La ciudadan¨ªa es mucho m¨¢s inteligente de lo que presuponemos. Si los pol¨ªticos no ¨¦ramos capaces de desbloquear la situaci¨®n, lo habr¨ªa hecho ella con su voto. La principal consecuencia del ¡°no es no¡± habr¨ªa sido un Partido Popular m¨¢s fuerte y un Partido Socialista m¨¢s jibarizado.
Algunos podr¨ªan contestar que esto no cierto, que unas nuevas elecciones habr¨ªan generado una nueva mayor¨ªa progresista en el Congreso. No hay ning¨²n dato que avale esta afirmaci¨®n. Otra posible contestaci¨®n es que existen mayor¨ªas alternativas en el actual parlamento. En el debate de presupuestos, el PP a¨²n no ha alcanzado los 176 esca?os. Al margen que bastante tenemos los socialistas con decidir qu¨¦ hacemos con nuestros 84 diputados, como para decir al resto de grupos parlamentarios qu¨¦ deben hacer con los suyos. En pol¨ªtica, el respeto a los dem¨¢s es fundamental.
La segunda cuesti¨®n en juego es qu¨¦ entendemos por democracia. Gran parte del debate se ha centrado en la dimisi¨®n del anterior Secretario General bajo el argumento de que su legitimidad de origen naci¨® del voto de la militancia. De ah¨ª la controversia en torno al papel desempe?ado por el Comit¨¦ Federal. Esta materia exige abrir una reflexi¨®n sobre c¨®mo funcionan los sistemas democr¨¢ticos. En democracia, tan importante es el origen del poder (las urnas), como el control del poder y la divisi¨®n del poder. Los padres de la democracia norteamericana siempre tuvieron miedo a que aquel que tuviese el poder, pudiese abusar de ¨¦l. Por ello dise?aron un sistema de pesos y contrapesos que limitara el ejercicio del poder.
Hemos de optar entre sumarnos a la posverdad o empezar a decir la verdad a la gente
Vayamos con un ejemplo. En el XXVIII Congreso del PSOE, Felipe Gonz¨¢lez dimiti¨® porque sus tesis de abandono del marxismo fueron rechazadas. ?Esto significa que el secretario general fue derrocado por un golpe de estado? ?Desde cu¨¢ndo una votaci¨®n de un ¨®rgano de representaci¨®n es un ejercicio de autoritarismo?
Cargar de emotividad los hechos no nos da m¨¢s la raz¨®n, solo hace la narraci¨®n m¨¢s impactante. Pero si de verdad nos preocupa la democracia dentro de nuestro partido, debemos abrir un debate riguroso. Ser Secretario General del PSOE siempre ser¨¢ dif¨ªcil porque algunos entendemos que en esta tarea hay que ganarse la confianza todos los d¨ªas. Algunos dicen que esto es ser cuestionado. Pero en democracia, el que tiene el poder siempre ser¨¢ cuestionado por los medios de comunicaci¨®n y por la ciudadan¨ªa. Es esto lo que nos hace m¨¢s democr¨¢ticos.
La tercera materia sobre la que decidimos en el PSOE es qu¨¦ entendemos por socialismo en el siglo XXI. M¨¢s all¨¢ de esl¨®ganes f¨¢ciles como situar al partido en la izquierda, debemos llenar de verdadero contenido esta cuesti¨®n. ?Es lo mismo hacer socialdemocracia en una sociedad de 8.000 d¨®lares de renta per c¨¢pita que en una de 30.000? ?C¨®mo se gana competitividad en econom¨ªas abiertas y dentro de una uni¨®n monetaria? ?Es posible desarrollar un proyecto progresista en sociedades cada vez m¨¢s fragmentadas y polarizadas en sus demandas? ?C¨®mo va a evolucionar la idea de ciudadan¨ªa en los pr¨®ximos a?os? ?Podemos mejorar la capacidad redistributiva de nuestro estado del bienestar? ?C¨®mo vamos a enfrentarnos a la desigualdad territorial? Son cuestiones serias que exigen de algo m¨¢s que un eslogan.
En definitiva, los socialistas somos herederos del legado que nos han dejado compa?eros como Fernando de los R¨ªos, Juli¨¢n Besteiro, Indalecio Prieto o Ernest Lluch. No es f¨¢cil estar a la altura de tantos y tantos militantes socialistas que hicieron de nuestros valores no solo el principio rector de sus vidas, sino que lo hicieron desde el rigor y la exigencia. Por ello vamos a tener que dar lo mejor de nosotros mismos. La rigurosidad de nuestros argumentos nos permitir¨¢ conectar con una nueva sociedad que espera mucho m¨¢s de los socialistas. Si en este debate de primarias reducimos todo a la comunicaci¨®n, nos estaremos equivocando. Se puede tener un relato, pero eso no significa ni que sea cierto ni que obtengamos las respuestas correctas. Nadie fue derrocado, sino que dimiti¨®; no hubo un golpe de estado, sino que los miembros del Comit¨¦ Federal votaron; y la socialdemocracia del siglo XXI exige de algo m¨¢s que ¡°situar al PSOE en la izquierda¡±, porque nunca se movi¨® de ese espacio ideol¨®gico. De aqu¨ª la transcendencia de lo que decidimos: si nos sumamos a la posverdad o empezamos a decir la verdad a la gente.
Ignacio Urquizu es diputado del PSOE en el Congreso por la provincia de Teruel y profesor de Sociolog¨ªa (en excedencia) de la Universidad Complutense de Madrid.
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