La culpa, compa?era de viaje en la maternidad
Esta emoci¨®n es mala consejera. Ninguna decisi¨®n cuyo origen est¨¦ en ella y cuyo destino sea dejar de sentirme culpable, ser¨¢ acertada.
Si algo caracteriza a la maternidad es la ingente cantidad de emociones que desencadena. Algunas viejas conocidas, otras sorprendentemente nuevas y todas ellas en un ca¨®tico remolino cotidiano que a veces agota y otras, te hace sentir el ser m¨¢s vivo del planeta. Sin embargo, en este universo emocional intenso y confuso, hay una que sobresale pegajosa y constante sobre las dem¨¢s: la culpa. Y no porque sea la protagonista sino por su capacidad limitante y dolorosa que empa?a el resto.
Las mujeres tenemos una implacable tendencia a sentirnos culpables: por no tener la talla de moda, por comer lo que no debemos, por no hacer que el d¨ªa tenga cuarenta horas, por no ser asertivas, elegantes, delgadas, inteligentes, creativas y definitivamente perfectas. Sentimos culpa cada d¨ªa de nuestra vida en cantidades diferentes, pero suele estar ah¨ª, tan dentro que llegamos a confundirla con nosotras mismas.
Con la llegada de un hijo esta emoci¨®n alcanza proporciones dantescas. Educar es la tarea m¨¢s compleja que enfrentamos en nuestra vida y lo hacemos con lo puesto: con lo que nos inculcaron, con lo que aprendimos y lo que no, con los afectos que tuvimos y tambi¨¦n los que faltaron. La mayor¨ªa de nosotros somos padres y madres emocionalmente carenciados. Y ah¨ª vamos, de cabeza a educar a un ser por cuya vida dar¨ªas la tuya, lo que te aleja irreversiblemente de cualquier atisbo de objetividad lo cual convierte la tarea en agotadora y hace que nos cuestionemos cada d¨ªa.
La culpa se alimenta entre otras cosas de soledad: la soledad de las madres. Soledad de todo tipo, log¨ªstica y emocional. La mayor¨ªa de nosotras no contamos con una red de apoyo que nos permita reposar ni psicol¨®gica ni f¨ªsicamente, ni desde luego solemos contar con contenci¨®n emocional, nadie que nos materne a nosotras, que nos ¡°absuelva¡± de nuestros errores, que nos infunda confianza cuando sentimos el v¨¦rtigo de la impotencia y de la confusi¨®n, alguien que neutralice nuestro miedo, alguien que nos recuerde que somos imperfectas, limitadas, maravillosa y genuinamente humanas.
Yo sugiero eliminar la palabra de nuestro espectro verbal. Sugiero exiliarla del todo: el lenguaje crea realidad. As¨ª que empecemos por ah¨ª: Hablemos de responsabilidad. Y ya puestos, que cada cual se haga cargo de su cuota.
Cuando yo hablo de mi responsabilidad estoy abriendo dos caminos, el que me aleja de la enfermiza y paralizante culpa y el que me lleva hacia la toma de control de mi propia vida.
Siguiendo la definici¨®n de la Wikipedia, La responsabilidad es un valor que est¨¢ en la conciencia de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral.
La responsabilidad nos trae a un plano activo, donde yo soy quien decide y act¨²o, mientras que la culpa nos coloca en una realidad pasiva en la que yo ¡°sufro¡± pero nada puedo hacer, salvo ¡°expiar la culpa¡± lo que contribuye a cronificar el malestar y la falta de control.
Como cualquier manifestaci¨®n humana dolorosa, del sentimiento de culpa obtenemos beneficios, lo que explica parcialmente la dependencia y la dificultad para soltarla.
Es un sentimiento complejo que en cada ser humano aparecer¨¢ con un disfraz distinto aunque las ¡°razones¡± que nos inmovilizan para combatirla suelen ser comunes: como muchas otras emociones t¨®xicas, nos coloca en un lugar energ¨¦ticamente pasivo: me limito a sentirme mal, porque tratar de combatir este ¡°ruido¡± supone una gran cantidad de energ¨ªa emocional, romper la inercia de lo conocido, manejar el miedo a lo desconocido, es decir, a quien puedo ser yo si dejo de ser como soy ahora y sobre todo, el miedo a ¡°decepcionar¡± a quienes me conocen tal y como soy ahora.
En muchos casos la maternidad y su revoluci¨®n emocional hacen que nuestro ¨ªntimo mundo explote y nos vemos impulsadas a limpiar aquellos rincones de nosotras mismas donde hasta ahora no entraba ni la luz, porque creo firmemente que la experiencia de gestar, parir y criar hace a las mujeres inteligentes brillar con luz propia y entregarse a una suerte de catarsis vital que aumenta nuestros niveles de conciencia y nos abre al mundo desde lugares hasta ese momento inaccesibles.
La culpa es mala consejera, una indeseable compa?era de viaje. Ninguna decisi¨®n cuyo origen sea la culpa y cuyo destino sea dejar de sentirme culpable, ser¨¢ acertada.
Por culpa sobreprotejo a mis hijos, por culpa no pongo l¨ªmites, por culpa hoy digo una cosa y ma?ana otra.
Esa desagradable sensaci¨®n de sentirme culpable nos hace dar bandazos, ser inconsistentes, transmitir a nuestros hijos una imagen de fragilidad emocional.
Y si es inevitable sentirla, entonces la pregunta es c¨®mo combatirla. La respuesta es simple aunque no tanto su ejecuci¨®n: detectarla como tal, desenmascararla y llamarla por su nombre, traerla al nivel de conciencia y sustituirla por una creencia mucho m¨¢s sana y eficaz: no soy culpable, soy responsable. No soy culpable en tanto en cuanto hago las cosas desde la mejor de las intenciones, tratando de hacer mi mejor jugada posible. Por supuesto cometo errores porque el desaf¨ªo de educar es extremo, luego me perdono y sigo adelante. La culpa me lleva profundizar en el error, la responsabilidad me conduce a encontrar una mejor soluci¨®n, un camino alternativo, una v¨ªa de crecimiento.
Asumir responsabilidades sin culpa es la clave de empezar a transitar un camino hacia la libertad.
Receta para no sentirse culpable
1. Convertir la culpa en un error, entonces se aprende.
2. Mejor roer un trozo de queso duro que un pensamiento.
3. Encontrar una tormenta y mojarse; es mucho mejor que atormentarse.
4. Puedes echarle la culpa a otro, aunque no es aconsejable porque no aprendes nada y haces mucho da?o.
5. Una vez al mes, como si fuera una alfombra, airear al yo: mascota inclasificable que vive dentro de los humanos.
(Del libro Recetas de Lluvia y Az¨²car de Eva Manzano y M¨®nica Gutierrez).
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