Menorca
Nada m¨¢s l¨²cido y humano que las humanidades formen parte de un mercado de alimentos terrestres rodeado de gritos
Caterina Cardona, la abuela de Albert Camus, era natural de Sant Llu¨ªs, un pueblo de Menorca, de donde a finales del siglo XIX emigr¨® a Argelia. Un grupo de fil¨®sofos, literatos y periodistas llegados de los pa¨ªses del entorno mediterr¨¢neo se han reunido en ese pueblo para celebrar que este escritor siga cada d¨ªa m¨¢s vivo en nuestra cultura. Mientras algunos catedr¨¢ticos y expertos comentaristas durante el encuentro hablaban de compromiso pol¨ªtico, tambi¨¦n se pod¨ªa pensar que la filosof¨ªa, la moral y la est¨¦tica de Camus se hallaban muy cerca al alcance de cualquiera en esa isla. En Mah¨®n el mercado central de frutas, verduras, carnes y embutidos se aloja en el mismo claustro del convento del Carmen, en cuyo patio, entre bares y puestos de flores, se celebran conciertos, funciones de teatro y exposiciones de arte. En la planta superior de ese mercado central est¨¢n las aulas de la Universidad de Verano y junto a la iglesia del Carmen se hallan las pescader¨ªas. Nada m¨¢s l¨²cido y humano que las humanidades formen parte de un mercado de alimentos terrestres rodeado de gritos. Nada tan mediterr¨¢neo y camusiano como que la ciencia y el arte se reflejen en los vientres plateados de las sardinas. Albert Camus significa la moral sin culpa y la inocencia sin Dios. Basta con acercarse a Cales Coves para sentir que esta doble pulsi¨®n se manifiesta all¨ª como una ense?anza mineral. En esas calas, bajo las cuevas funerarias prehist¨®ricas abiertas en las paredes del acantilado, entre las bre?as escarpadas que se reflejan en un mar de cobalto, algunos cuerpos j¨®venes desnudos adoptan las rocas como divanes para ofrecer su carne a la redenci¨®n solar. En el mercado de carne, frutas y verduras, en la lonja del pescado, en esas calas nupciales es donde la filosof¨ªa de Camus siempre se reinicia.
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