¡°?Alguien quiere que su hija tenga menos derechos que su hijo?¡±
La maestra Lola Rodr¨ªguez L¨®pez explica su lucha por la igualdad en la escuela p¨²blica y en el ¨¢mbito rural
Vine al mundo en un pueblo de campi?a jiennense situado junto al r¨ªo Guadalquivir, Villanueva de la Reina, hija de Felipe y de Ana, una familia humilde donde aprend¨ª a valorar el esfuerzo para salir adelante con la ¨²nica riqueza de tus manos. Por casualidades de la vida, mi maestra, Do?a Manolita, me present¨® a unas pruebas para optar a una beca, y mira por donde me la dieron, ?me toc¨® la loter¨ªa! Me dieron una beca para estudiar y mi padre y mi madre pensaron que merec¨ªa la pena intentarlo. Nunca se lo agradecer¨¦ bastante.
Ahora es normal que una ni?a vaya al colegio, pero en aquel momento, en plena dictadura durante los a?os 60, era algo extraordinario, porque eran pocas las personas que sal¨ªan del pueblo para estudiar: la mayor¨ªa sal¨ªan de la escuela para ponerse a trabajar y ayudar en casa. Adem¨¢s, era m¨¢s complicado por ser una mujer, para quien los c¨¢nones de la ¨¦poca todav¨ªa marcaban que estabas predestinada a ser ¡°una mujer de tu casa¡±. Con aprender lo b¨¢sico en la escuela y lo que llamaban ¡°las labores propias de tu sexo¡± ten¨ªas bastante. Para m¨ª, estudiar, supuso un pasaporte al futuro que me esforc¨¦ en aprovechar.
No obstante mi madre, por si lo de los estudios fallaba, me pon¨ªa los veranos a aprender a coser con una modista. Y yo, en mi inocencia, pensaba: ?c¨®mo es que adem¨¢s de que no cobras se lo tienes que agradecer? Eran otros tiempos. As¨ª que cuando tuve edad dedicaba los veranos a trabajar, ya en una f¨¢brica de conservas en Catalu?a, ya en el campo en Francia, ya dando clases particulares¡ Donde por lo menos se cobraba para ayudar un poquito en casa. Nunca he querido renunciar a mi origen, muy al contrario, recordarlo me pone los pies en el suelo, de alguna manera marc¨® mi forma de ser, aprend¨ª que hab¨ªa que luchar por una sociedad m¨¢s justa, donde todo el mundo tenga las mismas oportunidades al margen de su origen social.
Si hay alguna palabra que define mi relaci¨®n con la ense?anza p¨²blica es compromiso. No me gusta pasar de largo por los problemas, prefiero equivocarme actuando que arrepentirme por no haberlo intentado. Como dice un poema de Maria Merc¨¨ Mar?al con el que me identifico:
¡°Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer,
de clase baja y naci¨®n oprimida.
Y el turbio azur de ser tres veces rebelde¡±.
Me siento muy comprometida con la escuela p¨²blica, que ha sido para m¨ª mucho m¨¢s que un medio de vida, un pilar fundamental para una sociedad que necesita mujeres y hombres preparados, educados para la solidaridad y la tolerancia y sin ning¨²n tipo de discriminaci¨®n, ni por raz¨®n de ideolog¨ªa, ni de religi¨®n, ni de clase social, ni por supuesto de sexo. Ni?os y ni?as educados en igualdad, en la mejor escuela p¨²blica, como protagonistas del futuro m¨¢s pr¨®ximo. Vamos, que nadie necesite que le toque la loter¨ªa (como a m¨ª) para tener una formaci¨®n adecuada a sus capacidades personales.
Pero si hay algo de lo que me siento especialmente satisfecha es de mi compromiso feminista. No hay que asustarse, aunque esta palabra sigue teniendo bastante mala prensa, creo que hay que conocer su verdadero significado. ?Acaso alguien quiere que su hija tenga menos derechos, menos oportunidades que su hijo? Pues de eso se trata, de trabajar por mejorar la situaci¨®n social de las mujeres, superar la herencia patriarcal recibida a trav¨¦s de los tiempos y gestionar conjuntamente lo necesario para el desarrollo humano tanto a nivel p¨²blico como privado.
Desde que Arist¨®teles dijo que las mujeres eran inferiores y no deb¨ªan participar en el gobierno de la ciudad hasta hoy han pasado casi 25 siglos. ?l pensaba que hab¨ªamos nacido para obedecer, como los esclavos y los animales, y reclamaba para nosotras el silencio. Pero las cosas han cambiado mucho.
Un ejemplo es lo que ocurri¨® en mi pueblo: hace 30 a?os, un grupo de mujeres decidimos organizarnos en la Asamblea de Mujeres de Huelma-Solera, y desde distintas posiciones ideol¨®gicas, distintas profesiones, desde nuestras diferencias, supimos encontrar algo que nos un¨ªa, quer¨ªamos recoger la antorcha de otras mujeres que a lo largo de la historia han luchado para que nuestros derechos se reconozcan como derechos humanos y caminar como mujeres de este pueblo junto a otras de la comarca, de la provincia, de Andaluc¨ªa, de Espa?a y del mundo. Quer¨ªamos salir del anonimato, hacernos visibles, con la esperanza de que otro mundo fuera posible y algo ten¨ªamos que decir, aunque solo fuera porque somos la mitad de la poblaci¨®n.
Por entonces, cuando te ve¨ªan salir por la tarde de tu casa con el bolso y los tacones, no era raro que te preguntara alguna vecina:
-?Qui¨¦n se ha muerto?
-Nadie, voy a una reuni¨®n.
No se entend¨ªa eso de ir a una asamblea de mujeres. Se pensaba que algo raro estar¨ªamos tramando. Y, seguramente, en contra de los hombres. Pero nada m¨¢s lejos de la realidad: no es la lucha de las mujeres contra los hombres, sino una parte de la lucha de los seres humanos por la justicia, por la convivencia.
En los ¨²ltimos a?os hemos conseguido cambios sociales muy importantes. ?El tercer milenio nace prometedor! Adem¨¢s, digo yo, ya est¨¢ bien que todo lo bueno sea ?cojonudo! Y todo lo negativo ?un co?azo! Aunque los cambios son lentos, hasta el diccionario se ve obligado a nombrar en femenino. Antes alcaldesa era ¡°la mujer del alcalde¡± porque hab¨ªa pocos ejemplos donde fijarse, sin embargo hoy tenemos alcaldesas, concejalas, ministras, empresarias, m¨¦dicas, juezas, mineras, conductoras¡ Esperemos que en el futuro haya tambi¨¦n una presidenta del Gobierno.
Desde luego nadie pone en duda la val¨ªa intelectual de Arist¨®teles y su aportaci¨®n a la ciencia, pero como dice la soci¨®loga Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n, ¡°quiero pensar que si Arist¨®teles levantara la cabeza reaccionar¨ªa con grandeza y se alegrar¨ªa al reconocer que estaba equivocado (con respecto a las mujeres)¡±.
"Soy mujer. Y un entra?ableCalor me abriga cuando elMundo me golpea. Es el calorDe las otras mujeres, de aquellasQue no conoc¨ª pero forjaron unSuelo com¨²n, de aquellas queAm¨¦ aunque no me amaron,De aquellas que hicieron deLa vida este rinc¨®n sensible,Luchador, de piel suave yTierno coraz¨®n guerrero".
Alejandra Pizarnik.
Lola Rodr¨ªguez L¨®pez es maestra, fund¨® la Asamblea de Mujeres de Huelma-Solera y recibi¨® el premio Mujeres excepcionales de la Junta de Andaluc¨ªa durante el D¨ªa mundial de las mujeres rurales, el 15 de octubre del a?o 2010.
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