Corrupci¨®n en Mallorca
Tolo Cursach fue durante cuatro d¨¦cadas el amo de la noche en la isla. Desde all¨ª extendi¨® sus tent¨¢culos a la construcci¨®n y el f¨²tbol en los a?os del pelotazo y el turismo de masas. En marzo de 2017 fue detenido acusado de 16 delitos. Despu¨¦s de 13 meses en prisi¨®n preventiva, ha salido de la c¨¢rcel tras pagar un mill¨®n de euros de fianza. A sus 69 a?os juega su ¨²ltima partida a todo o nada.
E L 24 de agosto de 2003 Tolo Cursach supo que lo hab¨ªa conseguido. Era su momento de gloria. El resultado de 33 a?os de envites. De negocios oscuros y timbas a tumba abierta; de surcar y gobernar durante d¨¦cadas la madrugada mallorquina entre chulos, yonquis y borrachos; romper caras con el reloj en los nudillos; comprar voluntades, repartir favores, dar ¨®rdenes a alcaldes y comisarios, hundir a la competencia; y no exhibir su riqueza m¨¢s de lo necesario, dentro de la mejor tradici¨®n de los contrabandistas de esta Sicilia en miniatura, donde ostentar se ha considerado durante siglos una imprudencia.
Siempre bajo sospecha, nunca con las manos en la masa. Aunque en Mallorca ya se hablara en los setenta en voz baja del oscuro origen de su fortuna: ¡°Fardos y contenedores; calas desiertas¡±. ¡°O ¨¦l fue muy listo o nosotros muy tontos¡±, afirma un mando policial.
El invisible hombre m¨¢s poderoso de la isla se encaj¨® aquel s¨¢bado de agosto de 2003 su mejor traje italiano, se anud¨® una corbata de seda, se atus¨® la cabellera te?ida de caoba (ten¨ªa canas desde los veintitantos y era un conspicuo narcisista y mujeriego, con cuatro hijos de tres mujeres). Y a las 21.30, entre aplausos, trep¨® con la agilidad del viejo tenista al palco del Mallorca para presidir el encuentro de ida de Supercopa contra el Real Madrid.
Era el hombre del d¨ªa. El amo de la noche. Treinta discotecas. Bares y restaurantes. Garraf¨®n y juerga para los ingleses en Magaluf. Cerveza y chicas para los alemanes en el Arenal. El paseo mar¨ªtimo de Palma convertido en su paseo triunfal. Cada noche un mill¨®n en cash. 1.700 empleados. 1,5 millones de clientes. Propietario de 261.585 metros cuadrados de terreno edificable (el 2,52% urbanizable de la isla). Inversiones en Brasil y Rep¨²blica Dominicana. La ilimitada liquidez del Banco de Valencia (que ser¨ªa intervenido en 2011) a su disposici¨®n (para eso su consejero delegado, Domingo Parra, era su cuate de raqueta). Un gimnasio de 30 millones y 13 pistas de p¨¢del, que hab¨ªa convertido en su lobby y su hobby. Y, desde 2002, caballero blanco del equipo de f¨²tbol que jugaba esa noche, el Real Mallorca. Hab¨ªa pagado sus deudas y adquirido la mitad de sus acciones: m¨¢s de 20 millones a tocateja. A cambio, se hab¨ªa quedado con los derechos de sus mejores jugadores a trav¨¦s de un fondo de inversi¨®n domiciliado en Ginebra, Investfootball, que administraba su sobrino Pedro Rossell¨®, hoy tambi¨¦n en la c¨¢rcel por amenazar a una testigo protegida. Todo en familia.
Palma le aclamaba. A su vera, en el estadio de Son Moix, el rey Juan Carlos, rivalizando en bronceado con el rey de la noche. Alrededor, dos ministros llegados de Madrid; el presidente de Baleares, Jaume Matas, con quien compart¨ªa p¨¢del y confidencias; la pareja m¨¢s aclamada de aquel verano, Cristina de Borb¨®n e I?aki Urdangarin (a la que el Ayuntamiento acababa de dedicar su avenida con m¨¢s solera), y el mism¨ªsimo Florentino. Y, por si fuera poco, lo m¨¢s granado de los hoteleros de la isla. Los se?ores del turismo que jam¨¢s le hab¨ªan sentado a su mesa: Escarrer, Riu, Flux¨¢, Barcel¨®. Todos aplaud¨ªan a Tolo aquel agosto de 2003. Su equipo gan¨® 2-1.
M¨¢s tarde hubo paella y champ¨¢n ros¨¦ en su herm¨¦tica finca de Puntir¨®. Corr¨ªan buenos tiempos en la isla. Matas y Urdangarin a¨²n no hab¨ªan descendido la rampa del juzgado. Desde 1995, la burbuja de corrupci¨®n pol¨ªtica, empresarial e inmobiliaria; de recalificaciones; adjudicaciones ama?adas de obras y servicios; informaci¨®n privilegiada; desv¨ªo y malversaci¨®n de fondos p¨²blicos y financiaci¨®n ilegal de partidos, se iba inflando a buen ritmo.
El turismo de masas era una m¨¢quina de hacer dinero. AUn a costa de cargarse el alma de mallorca. Caudales de dinero negro cada temporada.
El turismo de masas era una m¨¢quina de hacer dinero. Aun a costa de cargarse el alma de Mallorca. Caudales de dinero negro. Doble contabilidad en las discotecas con software de ¨²ltima generaci¨®n. Decenas de miles de apartamentos sin declarar. Millones de turistas ¨¢vidos de droga, sexo y alcohol barato. Fiestas con mamading y balconing. Y dos catedrales de ese modelo de ocio brillando sin competencia en la noche: BCM en Magaluf y Megapark en el Arenal. Las dos de Tolo Cursach.
Los a?os del reinado de Jaume Matas y su Partido Popular, secundado por su virreina, Maria Ant¨°nia Munar y su Uni¨® Mallorquina, entre 2003 y 2007, fueron de una completa cleptocracia. Un fen¨®meno que se hab¨ªa iniciado 10 a?os antes con otro presidente balear, Gabriel Ca?ellas, acusado de prevaricaci¨®n y cohecho por las obras del t¨²nel de S¨®ller, y al que le salv¨® la campana de la prescripci¨®n. En Mallorca, todos sab¨ªan algo. Nadie abr¨ªa el pico. Matas pagaba con billetes de 500 y Munar, presidenta del Consell Insular, ten¨ªa una caja fuerte en su mansi¨®n del paseo mar¨ªtimo en la que cab¨ªa un adulto. Ambos acabar¨ªan en la c¨¢rcel junto a una veintena de pol¨ªticos del PP y UM. Centenares de altos cargos, funcionarios y sus familiares ser¨ªan encausados a partir de la catarsis de 2008. El president Ca?ellas lo tuvo mejor, se convirti¨® en el ¡°se?or Lobo¡± de Cursach. Cuando el rey de la noche ten¨ªa algo que negociar con el Govern balear, ah¨ª estaba Ca?ellas, ya fuera para venderle un edificio o recalificar un solar r¨²stico junto al futuro hospital de Son Espases.
El profesor de econom¨ªa y exconsejero de Econom¨ªa socialista Carles Manera, al que le toc¨® bregar con el agujero heredado de la legislatura de Matas, afirma: ¡°En esos cuatro a?os se saquearon en Mallorca m¨¢s de 300 millones de euros de dinero p¨²blico, entre desv¨ªos presupuestarios injustificados, asignaciones oscuras y lo que robaron directamente¡±. A esa cifra se podr¨ªan sumar unos 1.500 millones cada a?o de fraude fiscal en la isla. ¡°Se defrauda donde m¨¢s dinero hay; donde es m¨¢s f¨¢cil y abundante, y la mallorquina es una econom¨ªa de monocultivo del sector servicios, donde se mueve infinitamente m¨¢s cash que en el industrial¡±, explica Ra¨²l Burillo, delegado especial de la Agencia Tributaria en Baleares entre 2004 y 2010. ¡°Y la noche es una bolsa de dinero negro. Se necesitan medios y voluntad pol¨ªtica para acabar con ese endemismo. Y no los ha habido¡±. Para un hostelero mallorqu¨ªn, ¡°aqu¨ª se han movido cantidades ingentes de dinero, los terrenos han alcanzado un precio de esc¨¢ndalo y muchos restaurantes y hoteles han facturado en negro. Todo eran billetes de 500. A?os de borrachera.
Hasta la crisis de 2008¡±. El mallorqu¨ªn Joan Mesquida, ex secretario de Estado de Turismo, explica: ¡°Aqu¨ª, cuando te nombraban para un cargo, la gente te dec¨ªa: ¡®?Te vas a forrar y, si no, eres tonto!¡¯. A Uni¨® Mallorquina (UM), la llamaban la ¡®Uni¨®n Monetaria¡¯¡ Esta isla funciona a base de favores: conoces a alguien que conoce a alguien y te puede facilitar algo¡±.
El big bang de la corrupci¨®n en Mallorca se desencaden¨® cuando al dinero mete¨®rico del turismo se uni¨® la construcci¨®n desenfrenada y la salvaje especulaci¨®n inmobiliaria. Urbanizaciones, campos de golf, pol¨ªgonos, edificios, recalificaciones, permutas. Que un solar pasara de ser r¨²stico a urbano supon¨ªa ¡°multiplicar su precio por 30¡±, explica Miquel Capell¨¤, uno de los abogados con m¨¢s prestigio de Mallorca. ¡°Y eso ocurr¨ªa en una isla donde la tierra era muy pobre y siempre hab¨ªa valido poco. Y menos a¨²n la de la costa, donde no crec¨ªa nada. Fue un cambio de chip en Mallorca. Comprar algo r¨²stico y que te lo recalificaran supon¨ªa ganar m¨¢s que en todo un a?o poniendo copas. Pero antes necesitabas ponerte de acuerdo con el pol¨ªtico que ten¨ªa el l¨¢piz y decid¨ªa por d¨®nde pasaba la l¨ªnea negra, y convert¨ªa en oro ese terreno donde solo hab¨ªa patatas. Claro que, para lograrlo, ten¨ªas que compartir el beneficio con el pol¨ªtico¡±.
Los mallorquines, hist¨®ricamente discretos, austeros, conservadores y pobres; una sociedad dividida en estamentos estancos, con una nobleza heredera de los caballeros que acompa?aron a Jaime I en la conquista de 1229, tan cargada de soberbia como carente de liquidez; una burgues¨ªa testimonial; una gran masa de artesanos y una agricultura y pesca de subsistencia, con unas pocas fortunas producto del contrabando (un negocio en el que participan pueblos completos todos a una todav¨ªa en los setenta), hab¨ªan comenzado a disfrutar en los noventa de la riqueza del turismo. Y, lo que era m¨¢s innovador, a exhibirla, a imagen y semejanza de los ricos peninsulares que atracaban en la ¡°corte de verano¡±. Su PIB por habitante pas¨® de las catacumbas a ser el m¨¢s alto de Espa?a. En 1950, los turistas que llegaban a esta isla eran 100.000; 350.000 en 1960; 6 millones en los noventa. Hoy, 13 millones. M¨¢s de 250.000 plazas hoteleras. Un vuelo cada minuto. Mallorca es la cuna de la moderna industria del turismo. Y durante los ¨²ltimos 47 a?os el negocio de la noche, del que pend¨ªa gran parte esa industria floreciente, ha sido el archipi¨¦lago Cursach.
El pasado 28 de febrero, Bartolom¨¦ Cursach era detenido. Junto a ¨¦l, su ¡®consiglieri¡¯, bartolom¨¦ Sbert, alias ¡®tolo el piscinero¡¯.
El pasado 28 de febrero Bartolom¨¦ Cursach era detenido. Junto a ¨¦l, su consiglieri, Bartolom¨¦ Sbert, alias Tolo El Piscinero (comenz¨® su ascensi¨®n como director del Aquacity despu¨¦s de ser director de Turismo con Ca?ellas). Y tambi¨¦n Antoni Bergas, alias El Sheriff, antiguo inspector de la Polic¨ªa Local y encargado de repartir los regalos y las consignas entre los paniaguados de Cursach. En los d¨ªas siguientes, sus oficinas de la discoteca BCM (las siglas de su nombre, Bartolom¨¦ Cursach Mas, aunque en la isla se interpretaban como Banco de Coca¨ªna de Mallorca) fueron registradas por la Brigada de Delitos Econ¨®micos. Tras pasar 72 horas en el calabozo, Cursach y Sbert ingresaron en la c¨¢rcel de Palma. Ah¨ª contin¨²an. En el auto de prisi¨®n, el juez Manuel Penalva le acusaba de cohecho, extorsi¨®n, amenazas, pertenencia a organizaci¨®n criminal, blanqueo, homicidio, corrupci¨®n de menores y tenencia de armas. En total, 16 delitos que suman una pena superior a los 80 a?os. El hombre que se subi¨® ese d¨ªa al furg¨®n policial era un anciano de 69 a?os de melena blanca, barba descuidada y aspecto ajado. Y, sin embargo, hab¨ªa en sus ojos una mirada de desaf¨ªo.
Cursach es un jugador. Solo as¨ª se puede comprender su personalidad; su ascenso y ca¨ªda. De los testimonios de los que le conocen surge el retrato de un individuo seguro de s¨ª mismo, astuto, lanzado, agresivo, supersticioso, simp¨¢tico, cruel, intuitivo, con autocontrol y capacidad para aceptar las malas rachas. Alguien que comparti¨® timbas con Tolo le describe como un ganador: ¡°El que m¨¢s dinero pon¨ªa sobre la mesa. Acojonaba. No ten¨ªa miedo de fundirse 20.000 euros en una mano. Se pod¨ªa jugar miles de euros al parch¨ªs. Le he visto en partidas con gente que se apostaba su yate y a su mujer. En su casa se disputaban partidas muy fuertes los lunes. Ven¨ªa gente de Madrid. Y ¨¦l perd¨ªa cuando hab¨ªa que perder, para terminar ganando¡±.
Tolo fue un ni?o pobre de la Mallorca profunda trasplantado a uno de los escenarios m¨¢s exclusivos de Palma en los sesenta, el Mallorca Tenis Club, fundado en 1924 por un grupo de selectos butifarras, la aristocracia local.
El club es todav¨ªa un elegante oasis en el centro de Palma. Media docena de mimadas pistas de tierra batida en torno a un pabell¨®n proyectado en los sesenta por Francesc Mitjans. Durante 43 a?os, el conserje y toallero, el empleado que regaba, pasaba la estera y cobraba, el alma del recinto, fue Miquel Cursach (mestre Miquel), t¨ªo paterno de Tolo. En los sesenta, Miquel se trajo a su sobrino del pueblo para que le ayudara y progresara en ese selecto ambiente de senyors en Lacoste, calz¨®n corto y un escoc¨¦s en la mano.
Durante los siguientes 20 a?os el club ser¨ªa el hogar y centro de operaciones de Tolo. Lleg¨® a ser su presidente en la sombra. Hasta que fue declarado persona non grata a finales de los ochenta. Pero antes, ese lugar le proporcion¨® tres cosas: aprender a jugar al tenis hasta llegar a ser un brillante semiprofesional que compiti¨® en los campeonatos juveniles de Catalu?a y de Espa?a ¨C¡°le falt¨® fondo y disciplina, ten¨ªa otras aficiones¡±, explica un antiguo compa?ero de raqueta¨C. La segunda, aprender a jugar al p¨®quer sobre el fieltro verde del sal¨®n de la planta baja del club, mientras las se?oras se distra¨ªan al rumy. Algo que le proporcion¨® dinero y relaciones. Y la tercera, colarse en la impenetrable alta sociedad palmesana, gracias a su amistad con el presidente del Tenis Club: Pedro Alomar, oficial franquista, inspector de Hacienda, primo del alcalde y una figura caciquil en aquella rancia Mallorca pretur¨ªstica. Perico Alomar ser¨ªa su mentor; le ense?ar¨ªa modales y tapar¨ªa sus deudas; hasta que las actividades de Tolo fueron evidentes. Su ruptura fue radical.
De las madrugadas sobre el tapete del club saldr¨ªan los fondos para sus primeros negocios. All¨ª desplum¨® primos, entabl¨® amistad con mandos policiales, abogados y altos funcionarios; cerr¨® acuerdos oscuros y consigui¨® financiaci¨®n para una tienda de moda (Smash, en la bohemia calle de Ver¨ª) y su primera disco, tambi¨¦n Smash, poco m¨¢s que un cuchitril en el Arenal. Ten¨ªa 20 a?os. Los setenta acababan de comenzar. Despu¨¦s vendr¨ªan muchas m¨¢s discotecas. Pagadas en efectivo. Nadie se explicaba de d¨®nde sal¨ªa el dinero.
Su primer campo de acci¨®n fue la floreciente zona del Arenal, con la Riu Palace, hasta llegar a dominar esa playa con la fara¨®nica Megapark; a continuaci¨®n, Palma, la capital, con tres s¨ªmbolos, Tito¡¯s, Abraxas y Luna; y despu¨¦s, Magaluf, donde inaugur¨® en 1988 BCM (la discoteca m¨¢s grande de Europa) coronada con sus iniciales en oro. Y que nunca tuvo licencia. Tampoco estaban en orden Tito¡¯s, Megapark ni su parque acu¨¢tico de Magaluf, Western Park. ¡°Pero Tolo ten¨ªa patente de corso en los Ayuntamientos de Palma y Calvi¨¤. Se fue quedando con todo. Se convirti¨® en el due?o de la noche. Todo turista que llegara a Mallorca tendr¨ªa que pasar por alguno de sus negocios. Amenazaba al que le hac¨ªa sombra, ahogaba negocios ajenos y se quedaba con ellos a precio de saldo¡±, explica ?ngel ?vila, un empresario de la noche al que destroz¨® la vida y expuls¨® del negocio. ¡°Su cash era inagotable. Cre¨® un monopolio. Si le hac¨ªas la competencia, te echaba a la polic¨ªa encima, te fre¨ªan a multas e inspecciones. Te clausuraban. Adem¨¢s, dominaba las asociaciones de empresarios. Y a la polic¨ªa. Y ten¨ªa gente en el PP y UM que le hac¨ªan decretos a la medida de sus discotecas. Y con total impunidad¡±. Ninguno de los grandes grupos de la noche, Pach¨¢, Space o Joy, se atrevi¨® a abrir por su cuenta en Mallorca: era el archipi¨¦lago Cursach.
El nuevo jefe de polic¨ªa no mueve un m¨²sculo cuando se le pregunta si est¨¢ amenazado: ¡°pobres, que se les ocurra, llevo la pistola cargada¡±.
A partir de esa bolsa de liquidez producto de la noche, iba a extender sus tent¨¢culos al negocio inmobiliario, comprando algunos de los mejores solares del centro de Palma y haci¨¦ndose con el pol¨ªgono Son Valent¨ª. Logr¨® incluso permutas de terrenos con el Ayuntamiento de Palma que le proporcionaron dos millones de euros en 2003 con el alcalde del PP, Joan Fageda, en tiempo de descuento. Era r¨¢pido y valiente. Si algo no funcionaba, se bajaba en marcha. Aunque perdiera dinero. Lo que fue evidente en 1997 con la creaci¨®n de una compa?¨ªa a¨¦rea, BCM, que solo vol¨® un a?o y vendi¨® a la familia Flux¨¢ por su capital social, y en sus inversiones en el Real Mallorca y despu¨¦s en el Atl¨¦tico Baleares, donde se mantuvo una temporada para, seg¨²n susurraban en la isla, ¡°blanquear su imagen e ingresos¡±. Incluso sus negocios de representaci¨®n de futbolistas acabaron cuando la FIFA (y despu¨¦s el Parlamento Europeo) prohibi¨® esos ¡°esclavistas¡± fondos de inversi¨®n en deportistas en 2015.
Fueron tres d¨¦cadas de monopolio. Y de poder. Con la ca¨ªda de Jaume Matas, en 2007, el comienzo de la crisis y el pinchazo de la burbuja, las cosas iban a cambiar. Ese a?o, el mallorqu¨ªn Pedro Horrach era nombrado jefe de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n y tomaba posesi¨®n de su despachito en la plaza del Bisbe Berenguer de Palou dispuesto a limpiar la isla. A su lado, otros fiscales limpios, como Juan Carrau y Miguel ?ngel Subir¨¢n; el juez instructor Jos¨¦ Castro, el delegado especial de Hacienda Ra¨²l Burillo, y el consejero de Econom¨ªa, Carles Manera. En Mallorca se les empez¨® a conocer como ¡°los intocables¡±. Horrach, hoy dedicado a la abogac¨ªa, recuerda c¨®mo en el momento de aterrizar en la Fiscal¨ªa ¡°la corrupci¨®n se hab¨ªa convertido en sist¨¦mica. La Administraci¨®n estaba podrida. Pero era dif¨ªcil que la gente denunciara, porque aqu¨ª nos conocemos todos. Y el que m¨¢s y el que menos hab¨ªa colocado a sus parientes. Incluso en trabajos ficticios, donde no iban nunca. O deb¨ªa favores. O ten¨ªa miedo. En esa atm¨®sfera, era imposible mantener en secreto las investigaciones. En la isla los rumores corren a velocidad de v¨¦rtigo. Los malos ten¨ªan ojos y o¨ªdos en todos los lados. Hasta en los juzgados. Nos reun¨ªamos en secreto en el despacho del abogado Manuel Pomar. Cuando detect¨¢bamos bolsas de corrupci¨®n, era vital detener inmediatamente a los sospechosos, incomunicarlos y tirar del hilo. As¨ª cayeron Matas, Munar y Urdangarin¡±.
¨C?Y Cursach? ?Nunca le investig¨®?
¨CAhora dicen que se sab¨ªa¡ Pero ?qu¨¦ se sab¨ªa? Que era un tipo de la noche. Que estaba metido en un mundo oscuro. Hab¨ªa rumores de tr¨¢fico de drogas y de que solo declaraba lo que ingresaba con tarjetas de cr¨¦dito, que debe ser como el 10% de la facturaci¨®n de una discoteca. Hubo sospechas, pero nunca pruebas.
Los a?os de la crisis econ¨®mica no le salieron gratis a Tolo Cursach. A partir de 2008, el negocio de las discotecas no marchaba como antes (los ingresos por consumo de alcohol caer¨ªan un 53% y la recaudaci¨®n un 20%). Sus inversiones brasile?as tampoco iban bien. Y tuvo que realizar una sospechosa daci¨®n en pago de inmuebles y terrenos al Banco de Valencia para tapar un agujero crediticio de m¨¢s de 40 millones con esa entidad. Su idea de extender su modelo de gimnasio por toda Espa?a se qued¨® en proyecto. La aventura aeron¨¢utica hab¨ªa sido un desastre, como su incursi¨®n en el f¨²tbol. Incluso en el vibrante negocio inmobiliario, sus apuestas de convertir el pol¨ªgono Son Valent¨ª en un gran centro de negocios, de vender un edificio al Govern por 40 millones y de construir un geri¨¢trico junto al nuevo hospital de Son Espases (gracias, se dice, a un soplo del Ejecutivo de Matas) se saldaron con p¨¦rdidas de decenas de millones de euros y su comparecencia (chulesca y atrincherado tras unas gafas negras) en un par de comisiones parlamentarias en 2011 y 2015. El cerco se iba cerrando en torno a Tolo Cursach.
En 2013 se destap¨® un complejo asunto de corrupci¨®n en la Polic¨ªa Local de Palma, que llevaba d¨¦cadas actuando como una guardia privada al servicio de dos empresarios de la noche. Esa polic¨ªa, adem¨¢s, hab¨ªa desarrollado una compleja red de extorsi¨®n, soborno, chantaje, protecci¨®n y prostituci¨®n en torno al negocio de las discotecas. Seg¨²n el sumario (todav¨ªa secreto), el nexo de uni¨®n entre el cuerpo y los dos empresarios (Pascual y Cursach) eran dos hombres fuertes del PP de Mallorca, el concejal ?lvaro Gij¨®n y el todopoderoso delegado del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez. Por primera vez en d¨¦cadas, decenas de testimonios pon¨ªan ante el juez el nombre de Cursach en la picota. El 80% de las irregularidades de la mafia policial estaban relacionadas con sus negocios. Las actividades mafiosas de su polic¨ªa conducir¨ªan al padrino a la c¨¢rcel.
El caso de la corrupci¨®n de la polic¨ªa de Palma ya se ha llevado por delante a cinco de sus jefes; a una veintena de agentes a prisi¨®n y a un centenar de sus 886 miembros a ser imputados. La persona encargada de limpiarla es la edil socialista Ang¨¦lica Pastor, que lleg¨® sola al inh¨®spito cuartel de Sant Ferran en el verano de 2015 y ha demostrado que no se arruga. Ha recibido amenazas (como el juez y el fiscal del caso, Penalva y Subir¨¢n, que han solicitado permiso para portar armas) y ha tenido que fichar a un jefe de polic¨ªa lejos de la isla, en Girona: Josep Palouzi¨¦, un tipo duro que es adem¨¢s oficial de Infanter¨ªa de Marina. El nuevo jefe no mueve un m¨²sculo cuando se le pregunta si ¨¦l tambi¨¦n ha sido amenazado: ¡°Pobres de ellos¡, que se les ocurra, llevo la pistola siempre cargada¡±.
Tras la ca¨ªda de la mafia policial, su escudo protector durante 40 a?os (la primera investigaci¨®n al respecto data de 1984), los negocios de Cursach han comenzado a ser fiscalizados. Si en 2014 las sanciones por irregularidades en sus discotecas representaron 6.000 euros, en 2016, con el magnate en ca¨ªda libre, ascendieron a 184.000. La impresi¨®n es que su imperio se est¨¢ deshaciendo con la misma rapidez con la que naci¨®. Tras su detenci¨®n, han sido clausurados dos de sus s¨ªmbolos de la madrugada, Tito¡¯s y BCM, aunque la primera se ha reabierto. Ante ese escenario, Tolo, que contin¨²a en prisi¨®n, ha buscado en Madrid un penalista de prestigio, el exfiscal de la Audiencia Nacional Enrique Molina. En su entorno afirman que todo es fruto de una conspiraci¨®n contra el rey de la noche. Un ajuste de cuentas. Por lo que pueda pasar, ha puesto el control de su grupo en manos de su fiscalista de cabecera, Miguel P¨¦rez-Mars¨¢, quiz¨¢ previendo que la mayor batalla legal que le espera va a ser con la Agencia Tributaria.
Desde la c¨¢rcel de Palma, donde Tolo Cursach permanece recluido, se disfruta una espectacular vista del pol¨ªgono Son Valent¨ª, el escenario de sus ¨¦xitos y pelotazos. Cuenta uno de sus viejos compa?eros de tenis y tapete que Tolo, m¨¢s que un empresario, ha sido un jugador de ventaja. ¡°Su naturaleza es la de un tah¨²r. Para ¨¦l, la m¨¢xima expresi¨®n de la vida es una moneda a cara o cruz. Y hoy, para ¨¦l, la moneda vuelve a estar en el aire¡±.
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