Ecologismo feminista a ambos lados de ?frica
La l¨ªder campesina senegalesa Mariam Sow y la keniana Marion Kamau, una de las fundadoras del Green Belt Movement, debaten sobre los retos del continente
¡°El acaparamiento de tierras es seguir colonizando pero de otra manera¡±. As¨ª de tajante se mostr¨® Mariam Sow en su intervenci¨®n en el I Foro internacional de activismo, derechos humanos y justicia social de la XXVII edici¨®n del Encuentro de Solidaridad con los Pueblos de ?frica y Latinoam¨¦rica (ESPAL), celebrado a principios de abril en Gran Canaria. La presidenta del consejo de la Red Internacional Enda Tercer Mundo, que tiene por misi¨®n ¡°decir no a la injusticia social, proponer alternativas y pedir a la sociedad civil que tome partido¡±, habl¨®, sin pelos en la lengua, de que los inversores que acuden a ?frica en busca de terreno ¡°en vez de negociar, m¨¢s bien roban¡±. Tambi¨¦n insisti¨® en que el rechazo a estos m¨¦todos tiene que venir desde abajo. ¡°La poblaci¨®n local debe estar al frente. Si resiste, no importa qu¨¦ medios use el Estado, ?venceremos!¡±, asegur¨®.
Wangari Maathai tambi¨¦n era muy valiente. Nunca tuvo miedo a decir lo que pensaba y no toler¨® ninguna opresi¨®n. De este modo la recuerda la tambi¨¦n keniana Marion Kamau quien, en calidad de representante de la Fundaci¨®n Wangari Maathai, viaj¨® a Las Palmas para impartir una conferencia sobre su amiga ya fallecida. En 1977, Maathai fund¨® el Movimiento del Cintur¨®n Verde para buscar formas de mitigar el cambio clim¨¢tico, conservar el medio ambiente y promover el desarrollo comunitario. Con el tiempo, el Green Belt Movement se ha convertido en un enorme proyecto de reforestaci¨®n en ?frica: solo en Kenia se han plantado m¨¢s de 10 millones de ¨¢rboles y m¨¢s de 47 millones en todo el planeta.
Reivindicaci¨®n feminista
Pero la de Maathai no era una iniciativa meramente ecologista, sino tambi¨¦n uno de los movimientos feministas m¨¢s eficientes del continente. Toda mujer que se une al programa recibe clases sobre el mundo natural y su preservaci¨®n. Adem¨¢s, ellas asumen papeles de liderazgo, dirigen viveros y trabajan con silvicultores, planeando e implementando proyectos para la recolecci¨®n de agua y la seguridad de los alimentos.
Mariam Sow tambi¨¦n tiene clara su responsabilidad hacia las mujeres: hay que reforzar sus capacidades para que puedan contribuir por igual. ¡°Desde Enda, hemos aprendido a leer el inter¨¦s de las mujeres en la lucha campesina. Lo que les interesa es la comunidad: quieren la tierra para sus hijos¡±. A fin de implicarlas en la batalla, hacen falta ¡°comit¨¦s paritarios en los pueblos¡± en los que las f¨¦minas puedan hacer valer su voz.
Para que su mensaje llegue hasta ellas y a una poblaci¨®n a menudo analfabeta, la l¨ªder campesina ha escrito la canci¨®n Ma terre, ma vie, que interpretan Bideew Bou Bess, la banda de los hermanos Sall, del norte de Senegal, muy conocidos por utilizar su m¨²sica para ayudar a promover el cambio social y el desarrollo sostenible.
Cambio clim¨¢tico
Aparte de la propiedad de la tierra y de la soberan¨ªa alimentaria ¡ª¡°luchamos para que el Estado acepte financiar la agricultura y que el mercado africano est¨¦ m¨¢s protegido¡±¡ª el otro frente de Mariam Sow es el cambio clim¨¢tico. Sobre todo, le preocupa la sequ¨ªa en el Sahel. ¡°Cada vez hay menos lluvias y, aunque tenemos un curso de agua importante gracias al r¨ªo Senegal, desde que modificaron las corrientes que regaban los cultivos de sorgo hay que invertir mucho para extraer el agua que hay en el fondo. Y la poblaci¨®n no tiene medios suficientes¡±.
La problem¨¢tica del l¨ªquido elemento tambi¨¦n inquietaba a Wangari Maathai. Seg¨²n su colaboradora y amiga, en la d¨¦cada de los setenta, Maathai concluy¨® que hac¨ªan falta ¨¢rboles para asegurar el ciclo h¨ªdrico. As¨ª, plantar no solo serv¨ªa para combatir la deforestaci¨®n, evitar la erosi¨®n del suelo o impedir que el desierto del S¨¢hara siguiera extendi¨¦ndose hacia el sur del continente. Tambi¨¦n vale para hacer frente a las cada vez m¨¢s frecuentes sequ¨ªas.
Contra el poder
Al principio de su lucha, el Gobierno keniano no apoyaba a Maathai e, incluso, lleg¨® a atacarla. Pero eso no la detuvo. Cuando su movimiento llevaba m¨¢s de 20 a?os en marcha, la activista entr¨® en la escena pol¨ªtica de su pa¨ªs, donde lleg¨® a ser viceministra de medio ambiente. Gracias a ella, hoy la Constituci¨®n keniana incluye un art¨ªculo de protecci¨®n medioambiental que se aprob¨® tal y como lo redact¨®.
¡°El acaparamiento de tierras es seguir colonizando pero de otra manera¡±
Hoy las autoridades kenianas tienen muy en cuenta a la fundaci¨®n que lleva su nombre. Han manifestado un notable inter¨¦s por fomentar el cuidado por el medio desde la guarder¨ªa, han creado programas de doctorado y m¨¢steres en gesti¨®n medioambiental y, en 2016, el presidente Uhuru Kenyatta coloc¨® la primera piedra del futuro instituto Wangari Maathai, financiado en un 100% por el Estado.
Por su parte, la senegalesa Sow se enorgullece de haber llegado a ¡°un consenso con toda la naci¨®n y con las autoridades de las seis zonas agr¨ªcolas del pa¨ªs¡±. Un consenso fruto de los talleres organizados con la poblaci¨®n, ¡°de los que han salido unos principios b¨¢sicos que vamos a presentar al Estado para que no salga solo una ley, sino toda una pol¨ªtica agraria¡±. As¨ª, aunque seg¨²n Sow toda la poblaci¨®n senegalesa est¨¢ sensibilizada, ¡°el Estado a veces cierra sus o¨ªdos y solo mira por los intereses de los otros¡±, queriendo emprender una reforma agraria solo para dar seguridad a los inversores. ¡°Pero no le vamos a dejar hacerla solo¡±.
Sow termina afirmando que va a seguir en la lucha y que conf¨ªa en que las cosas pueden cambiar. Por su parte, la Fundaci¨®n Wangari Maathai tiene la misi¨®n de continuar el legado de la que fue conocida como la mujer ¨¢rbol y aspira a formar l¨ªderes valientes, ¨ªntegros y responsables con su medio ambiente.
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