La catapulta de Elon Musk
SpaceX aumenta su ritmo de lanzamientos comerciales para financiar su asalto a Marte
En Cabo Ca?averal, Florida, esa tierra de nadie que vivi¨® d¨¦cadas de gloria cuando la humanidad sali¨® de all¨ª hacia la Luna y la NASA todav¨ªa fabricaba transbordadores en los que sus astronautas iban y ven¨ªan al espacio exterior, hoy se fragua, en un anodino entorno playero, el anhelo del m¨¢s iluminado de los emprendedores de Estados Unidos: Elon Musk y su visi¨®n de llevar con SpaceX al ser humano a colonizar Marte.
¨C?Alguien sabe si Musk estar¨¢ aqu¨ª ma?ana? ¨Cpregunt¨® un reportero el domingo, la noche anterior a un lanzamiento.
¨CNo creo ¨Crespondi¨® esc¨¦ptico un veterano de la informaci¨®n aeroespacial¨C. Musk estar¨¢ control¨¢ndolo todo desde su reino de Silicon Valley.
A sus 45 a?os y con una fortuna de unos 15.000 millones de d¨®lares, el visionario sudafricano Elon Musk tiene demasiado que atender en la costa del Pac¨ªfico. Su visi¨®n de que los coches sean el¨¦ctricos (su compa?¨ªa Tesla); su visi¨®n de?fusionar el cerebro humano y la inteligencia artificial (su empresa Neuralink); su visi¨®n de acabar con el tr¨¢fico en Los ?ngeles con una ¡°red tridimensional de t¨²neles¡± y de enlazarla con San Francisco a trav¨¦s de una c¨¢psula hiperveloz que corra por un tubo. Pero jam¨¢s pierde de vista la catapulta de su ambici¨®n marciana, SpaceX.
El lanzamiento del lunes pasado no era un ensayo in¨¦dito que requiriera la presencia del patr¨®n. Sin embargo, era relevante para SpaceX, la mayor empresa privada aeroespacial, porque supon¨ªa confirmar que ha entrado en una fase de fiabilidad operativa. Con el de esta semana, que puso en ¨®rbita geoestacionaria a 36.000 kil¨®metros de la Tierra un sat¨¦lite de seis toneladas de la compa?¨ªa brit¨¢nica Inmarsat, ha realizado dos env¨ªos en mayo, igual que en abril, cumpliendo su prop¨®sito de ir ejecutando, este a?o, uno cada dos semanas. Si contin¨²a a ese ritmo, en 2017 superar¨¢ con holgura la docena, su r¨¦cord desde que inici¨® en 2010 sus lanzamientos. En 2016 fueron ocho. En 2015, solo seis.
SpaceX se encuentra en una fase de escalada comercial cuyo trasfondo es el objetivo de incrementar sus ingresos para capitalizar la aventura a Marte. "Nuestra misi¨®n es convertir al ser humano en una especie multiplanetaria", dec¨ªa minutos antes del despegue su director de comunicaci¨®n, John Taylor. "Nosotros solo existimos para una cosa: llevar al hombre a explorar el Universo". Musk sostiene que la existencia humana sobre la faz de la Tierra tiene fecha de caducidad y que la supervivencia de la especie pasa porque sea capaz de habitar otros planetas.
La compa?¨ªa ha anunciado que pretende mandar una misi¨®n rob¨®tica al planeta rojo en 2020 y una tripulada en los pr¨®ximos diez a?os; de cumplirse sus plazos, la empresa de Musk se adelantar¨ªa a la NASA, cuyo c¨¢lculo prudencial es que podr¨ªa poner pie en Marte en la d¨¦cada de los treinta, pese a que el presidente Donald Trump fabule con la posibilidad de que se logre bajo su primer mandato o al menos en un eventual segundo mandato.
SpaceX quiere perfeccionar su tecnolog¨ªa de cara al reto final: la conquista de Marte
Para financiar su plan, incluida la construcci¨®n de una nave especial con capacidad para 100 pasajeros, a SpaceX, que hasta ahora ha tenido unos beneficios modestos seg¨²n ha revelado The Wall Street Journal, le urge multiplicar sus ganancias en los tres sectores para los que est¨¢ operando lanzamientos al espacio exterior; seg¨²n Taylor, y en orden de potencial de ingresos: ¡°Los sat¨¦lites comerciales, las agencias espaciales, sobre todo los contratos con la NASA, y los lanzamientos militares, un mercado gigantesco en Estados Unidos en el que acabamos de empezar a competir¡±.
Actualmente, SpaceX tiene alrededor de 70 pedidos de lanzamiento encargados por los que se embolsar¨¢ unos 10.000 millones de d¨®lares. Tambi¨¦n se propone crear su propio negocio de telecomunicaciones creando una constelaci¨®n de unos 4.500 sat¨¦lites que le podr¨ªa rendir unos 30.000 millones en menos de una d¨¦cada. Y ya asoma su apuesta por el turismo espacial. Dos individuos (por ahora an¨®nimos) han contratado un billete para dar un paseo alrededor de la Luna en 2018 con SpaceX y diversas estimaciones cifran el precio de cada pasaje en m¨¢s de 100 millones. Esta semana se ha sabido que incluso una empresa intermediaria de San Francisco ofrece por 2.500 d¨®lares mandar a trav¨¦s de SpaceX las cenizas de un ser querido al espacio.
Se prev¨¦ adem¨¢s que el coste de lanzamiento de los cohetes de SpaceX, hoy de 62 millones de d¨®lares como precio base, se reduzca gracias a la reutilizaci¨®n de los veh¨ªculos espaciales. Hasta el momento, la compa?¨ªa ha conseguido recuperar diez veces el primer tramo que conforma sus cohetes, la parte inicial que lleva los motores de despegue y que tiene mayor costo. SpaceX ha ideado con ¨¦xito la manera de redirigirla y depositarla sin da?os en tierra o en una plataforma marina. En marzo, lanz¨® por primera vez un cohete con un primer tramo que ya hab¨ªa viajado una vez al espacio y regresado.
El plan es que, antes de que termine el a?o, SpaceX lance al espacio por primera vez su nuevo modelo de cohete, el Falcon Heavy, el artefacto con mayor capacidad de carga de la historia de la carrera espacial: 54.000 kilogramos. Entre la capacidad de recuperar sus veh¨ªculos, reduciendo precios, y el aumento de la posibilidad de carga, SpaceX da pasos hacia una econom¨ªa de escala en la industria privada aeroespacial.
El h¨¢bito de lo asombroso
La calma con la que el portavoz John Taylor hablaba a unos minutos del lanzamiento da la medida de que para la empresa estas operaciones de tecnolog¨ªa punta ya son casi un tr¨¢mite, tras superar el fiasco de septiembre de 2016 en el que un cohete, ya instalado en la plataforma de lanzamiento, explot¨® cargado con un sat¨¦lite de una empresa mientras se hac¨ªan pruebas de carga de combustible.
Tampoco se mostraba agitado el ¡°gu¨ªa¡± de los reporteros extranjeros, un soldado jubilado llamado Rick que es encargado de vigilancia de SpaceX. Por cuestiones de seguridad nacional, los for¨¢neos no pueden andar a su aire por el Centro Espacial Kennedy. Pero Rick se limitaba a acompa?ar a los periodistas. Tan solo se inquiet¨® cuando unos reporteros brit¨¢nicos se alejaron a hacer mediciones para la grabaci¨®n con tres tr¨ªpodes: ¡°Qu¨¦ demonios hacen aquellos¡±, mascull¨®.
Y a las 7.21 de la tarde hora local del lunes, los nueve motores Merlin del Falcon 9 ¨Cbautizado en honor al Halc¨®n Milenario de Han Solo¨C, se irgui¨® majestuoso, muy lento, t¨ªmido como si alguien lo jalase con un cordel desde el cielo, sobre una columna de fuego de un color y una intensidad que parec¨ªa emerger, puro, intocado, del n¨²cleo mismo de la Tierra. En unos segundos, el cohete blanco, 70 metros de altura, 3,7 de di¨¢metro, aceler¨® y se dispar¨® hacia arriba con el estruendo sonoro de toneladas de ox¨ªgeno l¨ªquido y queroseno refinado en plena combusti¨®n. Las vibraciones sonoras llegaban hasta la zona de prensa, a m¨¢s de cuatro kil¨®metros de distancia, donde los primerizos se quedaron boquiabiertos con la cabeza inclinada hacia el cielo mientras los empleados de SpaceX aplaud¨ªan como los aficionados del Real Madrid o del Barcelona tras el cuarto tanto a un equipo menor.
Nueve minutos despu¨¦s, por los altavoces instalados por la empresa en el locutor del lanzamiento, informaba de que el Falcon segu¨ªa su ascenso y sobrevolaba, muy arriba, el continente africano. Media hora m¨¢s tarde el cohete dejaba en la ¨®rbita geoestacionaria el costoso sat¨¦lite de Inmarsat, de unos 250 millones de d¨®lares.
Atardec¨ªa y el ruido imperial del Falcon dejaba paso al silencio natural de Cabo Ca?averal, con sus aguas tranquilas, sus juncos y sus caimanes.
¨CRick, ?usted cree que acabaremos viviendo en Marte?
¨CNo s¨¦. Es un reto audaz. Pero, ?sabes qu¨¦? Yo all¨ª no subo.
Un sat¨¦lite para llevar la oferta de internet hasta el ¨²ltimo rinc¨®n
Space X puso en ¨®rbita este lunes un sat¨¦lite de Inmarsat, la principal compa?¨ªa global en comunicaciones satelitales. El artefacto transmisor fue dise?ado por Boeing. Es el cuarto que esta empresa pone en ¨®rbita, completando su constelaci¨®n de sat¨¦lites Global Xpress que ha supuesto una inversi¨®n total de unos 2.000 millones de d¨®lares y ofrece conexi¨®n en movimiento de alta velocidad para comercio mar¨ªtimo, vuelos comerciales, cat¨¢strofes naturales y territorios remotos o con escasa infraestructura. La firma, por ejemplo, dio cobertura en Hait¨ª tras el terremoto de 2010. El sat¨¦lite catapultado al espacio mide siete metros, como "un autob¨²s de dos pisos" seg¨²n la comparaci¨®n de la empresa. Esta ha sido la primera vez que Inmarsat env¨ªa un sat¨¦lite con la empresa de Elon Musk. "Nos atrajo su esp¨ªritu de innovaci¨®n y su apuesta por la reducci¨®n de costos", explica Raymundo Villar, ejecutivo de la compa?¨ªa.
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