La ciudad malnutrida
Un sistema alimentario solo es sostenible si contempla las necesidades de la poblaci¨®n con menos recursos
Los sistemas alimentarios que dan de comer a nuestras ciudades son injustos e insostenibles. Demasiadas personas, especialmente la poblaci¨®n con menos recursos de las zonas urbanas, no tienen acceso a alimentos nutritivos y asequibles. En la actualidad, la poblaci¨®n que sufre sobrepeso triplica a aquella que padece hambre. El sobrepeso est¨¢ en aumento: en Francia lo sufren m¨¢s del 50 por ciento de los hombres, en Espa?a m¨¢s del 60 por ciento de los hombres y en Sud¨¢frica hasta el 60 por ciento de las mujeres. Cada vez m¨¢s, el sobrepeso constituye una manifestaci¨®n de la pobreza en el ¨¢mbito urbano.
En las pr¨®ximas d¨¦cadas, el fuerte crecimiento de las ciudades ser¨¢ uno de los principales desaf¨ªos. A escala global, nuestra capacidad para alimentar a las poblaciones urbanas puede convertirse o bien en un vector de estabilidad o bien en una fuerza desestabilizadora.
A lo largo de los ¨²ltimos diez a?os, venimos observando un resurgir de las iniciativas que abordan la cuesti¨®n de la alimentaci¨®n y la agricultura a partir de intervenciones en el ¨¢mbito local. Los organismos locales tambi¨¦n empiezan a abordar la cuesti¨®n. El s¨ªmbolo m¨¢s poderoso de este movimiento alimentario local es el Pacto de pol¨ªtica alimentaria urbana de Mil¨¢n, un documento suscrito por m¨¢s de 140 ciudades de todo el mundo, desde Montpellier a Par¨ªs y Valencia, pasando por Bilbao, Johannesburgo o Dakar. Todas ellas se comprometieron a fomentar sistemas alimentarios m¨¢s saludables e igualitarios, enfocados a la sostenibilidad medioambiental y a la conservaci¨®n de los sistemas agr¨ªcolas locales como punto de partida. Por ejemplo, los recientes esfuerzos para proteger la Huerta de Valencia, como espacio de producci¨®n y de vida frente a la expansi¨®n urbana, representan una clara muestra del actual inter¨¦s prestado a los sistemas alimentarios urbanos.
Desde este punto de vista, la producci¨®n de alimentos ha pasado de considerarse un mero servicio agr¨ªcola a ser percibida como una parte esencial de la identidad social, econ¨®mica y cultural de la ciudad. En Par¨ªs, el plan para la producci¨®n sostenible de alimentos de la ciudad tiene por objetivo para 2020 que el 50 por ciento de los alimentos que se consumen en los comedores sean alimentos certificados org¨¢nicos y sostenibles. Entre las diversas iniciativas lanzadas por el gobierno local, se incluye el apoyo a los peque?os comercios y los supermercados de proximidad que ofrecen alimentos sostenibles, saludables y de alta calidad.
Los movimientos alimentarios locales han contribuido sustancialmente a favor de la econom¨ªa local y la sostenibilidad ambiental de los sistemas de producci¨®n alimentaria. No obstante, se ha criticado que estos sistemas ofrecen alternativas a las ¨¦lites urbanas, pero suelen permanecer inaccesibles para las personas con menos recursos. Para que un sistema alimentario sea considerado sostenible es indispensable que esta sostenibilidad responda a criterios ambientales pero tambi¨¦n sociales.
En este sentido, ?c¨®mo pueden los responsables pol¨ªticos y las personas y organizaciones activistas alimentarios evitar que sus intervenciones en sistemas alimentarios caigan en esta trampa?
Es necesario ser conscientes de las necesidades alimentarias, nutricionales, log¨ªsticas y de tiempo de toda la poblaci¨®n y considerarlas el punto de partida a la hora de dise?ar las intervenciones sobre los sistemas alimentarios. Llevar a cabo esta premisa adecuadamente implica que tanto desde la investigaci¨®n como desde las administraciones, se trabaje con, y no solo para, la poblaci¨®n urbana en su totalidad. Si pretendemos redise?ar el sistema en t¨¦rminos justos, resulta esencial comprender c¨®mo consiguen acceder las personas con menos recursos a la comida, y de qu¨¦ forma el acceso a los alimentos repercute en el modo de vida, la movilidad, el empleo y el ocio de los habitantes de la ciudad.
El segundo paso tiene que ver con las conclusiones de la investigaci¨®n que llevo a cabo en Sud¨¢frica. La creaci¨®n de un sistema alimentario alternativo que no tenga estrictamente en cuenta los motores y la cuestiones asociadas al poder y la econom¨ªa, as¨ª como el conjunto de las pol¨ªticas y los marcos de planificaci¨®n de los sistemas alimentarios convencionales dominantes, limita, en ¨²ltima instancia, la viabilidad de las posibles intervenciones en el sistema alimentario local. En el an¨¢lisis realizado, las cuestiones ligadas a la igualdad, la gobernanza participativa, la educaci¨®n o la igualdad de g¨¦nero suelen aparecen como elementos centrales.
Si nos tomamos realmente en serio las realidades alimentarias que viven las personas con menos recursos, en las ciudades, y si generamos intervenciones en sistemas alimentarios dirigidas a mejorar su acceso a alimentos asequibles, nutritivos y sostenibles, no solo estaremos respondiendo a la problem¨¢tica de la justicia, sino que adem¨¢s estaremos incrementando la viabilidad de los sistemas alimentarios en su conjunto.
Si el sistema alimentario que estamos generando no es un buen sistema para las personas en situaci¨®n de pobreza, entonces no es bueno para nadie.
Jane Battersby es una investigadora sudafricana experta en desarrollo urbano que ha sido galardonada con el Premio Daniel Carasso 2017, premio internacional de ciencia a la investigaci¨®n en alimentaci¨®n sostenible.
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