Ellas, que ayunan (y trabajan el triple)
Este fin de semana comienza el mes de ayuno ritual dispuesto por el Cor¨¢n, durante 30 d¨ªas las mujeres musulmanas tienen muchas m¨¢s tareas que atender
Es como celebrar la Nochebuena todas las noches a lo largo de un mes. Es lo que puede parecer el Ramad¨¢n a ojos de las incautas que nacimos del lado cristiano del mundo. Si hacemos la analog¨ªa completa, imaginaremos a las mujeres de la casa comprando ingentes cantidades de comida y cocinando durante todo el d¨ªa, poniendo la mesa al atardecer para la gran familia, con ansias, y lavando cientos de platos y ollas, de madrugada. Y eso es exactamente lo que les suele tocar a las se?oras en Navidad, y lo que sucede durante este mes sagrado musulm¨¢n, el mes del ayuno durante todas las horas de luz del d¨ªa (y de gran fiesta durante buena parte de las horas nocturnas). Sin alcohol, eso s¨ª.
Este fin de semana comienzan a ayunar la gran mayor¨ªa de los musulmanes del mundo, entre ellos, nuestros vecinos marroqu¨ªes, que por estar tan al oeste de La Meca suelen empezar un d¨ªa m¨¢s tarde (cuando se ve la Luna Nueva del noveno mes del Islam). Oficialmente, ayunan todos y cada uno de los alrededor de 1.800 millones de musulmanes del mundo (seg¨²n datos del Pew Research Center), porque el cumplimiento del precepto religioso es obligatorio. Sin embargo, no para todos este mes es igual. Se pueden dibujar los contornos de los personajes claramente delimitados por su rol de g¨¦nero, y por su status social.
En general, se llega al Ramad¨¢n preparando la econom¨ªa hogare?a para el gran gasto; esto significa que, en especial, los hombres est¨¢n llamados a proveer de recursos a la familia para poder afrontar un mes excepcional, en el que el presupuesto de comidas y ropa se dispara, porque hay que honrar la festividad. Y en este sentido suelen ir las lamentaciones de los padres de familia, cuando queda poco para que empiece el gran ayuno. Ellos se quejan, y a ellas se les acumula el trabajo mientras ven abiertas ciertas ventanas a una libertad imposible el resto del a?o.
Mientras las amas de casa cocinan platos especiales durante toda la jornada, otras trabajan d¨ªa y noche: son las peluqueras y esteticistas, que cumplen horario en jornada normal, cortan un rato antes para ir a cenar con su familia, y vuelven al trabajo para continuar hasta la medianoche o la una de la ma?ana. En esta ¨¦poca del a?o es muy normal, y est¨¢ aceptado, que las mujeres de cualquier condici¨®n circulen libremente y solas por la calle, hasta bien entrada la noche. Ellas aprovechan esta libertad temporal para ir a la peluquer¨ªa, depilarse, pintarse las u?as... ¡°A esta hora deber¨ªamos salir para ir a la mezquita durante el Ramad¨¢n, no pedir cita para peinarnos despu¨¦s de cenar¡±, se lamentaba una peluquera, el a?o pasado, pasadas las 23.00 y todav¨ªa en plena faena.
M¨¢s all¨¢ del trabajo, el Ramad¨¢n significa un mes alejadas de cualquier deporte que implique ba?ador. Poco se quejan las adolescentes habituadas a ir a nadar al mar o a la piscina, que durante este lapso tienen que interrumpir su actividad: desde el alba hasta la puesta del sol, la mujer evitar¨¢ desvestirse.
Las playas amanecen des¨¦rticas y durante el d¨ªa van pobl¨¢ndose de chicos que juegan al f¨²tbol y alguna que otra extranjera, que tiene total libertad para hacer lo que quiera, cuando quiera. Con la puesta del sol, se convierten en una Navidad multitudinaria, con cientos de familias de ftour (desayuno tard¨ªo, alrededor de las 20.00), con mobiliario, neveritas, menaje y kilos de comida y juguetes infantiles; comienza una larga fiesta hasta la madrugada, y se convierte en contagiosa la alegr¨ªa de las chicas de los barrios populares, que disfrutan de esa vida nocturna a cuentagotas.
Bienvenidas a la temporada anual de la resignaci¨®n, que alcanza a la sed y el hambre pero no siempre llega para mitigar el mal humor reinante, la tensi¨®n, la falta de nicotina y otros brebajes. A gozar del apabullante silencio, justo antes del ca?onazo que se?ala el ¨²ltimo haz de luz y el primer trago de agua o el d¨¢til y la sopa tradicional marroqu¨ª, la harira. Bienvenido el primer rayo de oscuridad. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa.
Austeridad y recogimiento
En principio, se propone un mes de recogimiento espiritual, austeridad y empat¨ªa hacia los pobres, adem¨¢s de entrega a la vida familiar y la generosidad; y hay quien aprovecha este par¨¦ntesis para llevar una vida hacia adentro, de reflexi¨®n y trabajo sosegado.
Sin embargo, la primera evidente dicotom¨ªa para un extranjero en Marruecos es la exuberancia alimenticia en la calle y en las tiendas desde por la ma?ana. Durante todas las horas de sol se compra, se compra, se compra: el supermercado est¨¢ lleno, los carritos se desbordan, la medina se puebla de puestos ambulantes de pastillas, briouates y pasteler¨ªa artesanal, todo huele mucho y a reci¨¦n hecho. Durante el d¨ªa, las cafeter¨ªas suelen estar cerradas y hay pan solo a partir del mediod¨ªa. Recordemos que la feligres¨ªa no deber¨ªa haber comido ni bebido un sorbo de agua ni masticado un chicle desde la salida del sol, alrededor de las cinco de la ma?ana (aunque muchos ni siquiera se levantan a esa hora a comer).
Huelga decir que quienes deciden comer o beber durante el d¨ªa lo hacen a escondidas. Hay gente que pasa d¨¦cadas ocult¨¢ndole a su c¨®nyuge que nunca ha ayunado, que no cree en tal sacrificio, y que jam¨¢s lo confesar¨¢ a la familia o a los vecinos. Solo unos pocos optan por manifestarse en contra del art¨ªculo 222 del C¨®digo Penal marroqu¨ª (que penaliza la ruptura p¨²blica del ayuno) y que, a su vez, lanzan la pregunta: ?es m¨¢s importante el ayuno estricto o la plegaria?
Los restauradores, por su parte, est¨¢n de parabienes en los barrios ricos de Casablanca, Marrakech o Rabat, porque tambi¨¦n se cena mucho fuera. Y junto a ellos, hay otro sector en el que los empresarios se frotan las manos (aunque los trabajadores se las llevan a la cabeza) y es el de la moda. La temporada alta de desfiles de dise?adores, dise?adoras, y marcas de caftanes tradicionales transcurre en el mes inmediatamente anterior al Ramad¨¢n. Costureras y bordadoras de pedrer¨ªa trabajan a destajo para entregar los vestidos a tiempo, especialmente los que se lucir¨¢n en la cena final, la del Eid al-Ftir, la ¨²ltima ruptura del ayuno, con la siguiente Luna Nueva.
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