?Qui¨¦n asesin¨® a la monja Catherine, de 26 a?os?
Un documental de Netflix indaga en la muerte de la religiosa que destap¨® un caso de abusos masivo que conmocion¨® Estados Unidos
En 1992 Jean Wehner y su marido buscaban un piso algo m¨¢s grande para vivir con sus dos hijos. La agente inmobiliaria result¨® ser una antigua compa?era del instituto de Jean. Hab¨ªan pasado m¨¢s de veinte a?os. Y su excompa?era le sugiri¨® hacer una reuni¨®n con otras viejas amigas. Pero Jean se neg¨®. No sab¨ªa por qu¨¦. Solo la menci¨®n del instituto Arzobispo Keough, de Baltimore, le produc¨ªa un profundo rechazo. D¨ªas despu¨¦s, lo entendi¨®: en ese centro hab¨ªa sufrido todo tipo de abusos sexuales. Algo que hab¨ªa conseguido enterrar hasta entonces en lo m¨¢s profundo de su ser. Pero aquel encuentro fortuito lo desenterr¨® todo. Tambi¨¦n un cad¨¢ver y una voz a su espalda: ¡°?Ves lo que pasa cuando dices cosas malas de las personas?¡±.
Jean ten¨ªa 15 a?os y frente a ella estaba el cuerpo semidesnudo de Catherine Cesnik, una monja de 26 a?os que llevaba desaparecida dos meses. Era su profesora de Lengua. La hab¨ªan arrojado cerca de un vertedero en la zona de Lansdowne, al sur de Baltimore (Maryland, EE. UU.). Estaba tumbada bocarriba y presentaba un fuerte traumatismo en el lado derecho de la cabeza. Jean, joven estudiante de 15 a?os en aquella ¨¦poca, trat¨® de quitarle los gusanos de la cara. Pero la persona que le hab¨ªa llevado hasta el cad¨¢ver le susurr¨® aquella frase que ahora recordaba mirando las fotograf¨ªas de aquel anuario polvoriento: ¡°?Ves lo que pasa cuando dices cosas malas de las personas?¡±.
Todas las monjas toleraban mirando para otro lado. Salvo una: la hermana Catherine, que se las ingeniaba para que las estudiantes no traspasaran esa horripilante puerta
Los recuerdos de Jean Wehner sirvieron para que la polic¨ªa volviera a investigar el caso del asesinato de la hermana Catherine Cesnik, encontrada en 1970 por unos cazadores, y para desvelar los abusos cometidos en aquellos a?os por una red de sacerdotes, polic¨ªas y empresarios locales de Baltimore, que hasta entonces hab¨ªan permanecido tambi¨¦n silenciados. Las dos cosas est¨¢n relacionadas. Es lo que sugiere la serie documental The Keepers, que acaba de estrenar Netflix y que est¨¢ dirigida por Ryan White. ¡°Cuando conoc¨ª a Wehner supe de inmediato que esto no era una simple trama polic¨ªaca: esto es mucho m¨¢s oscuro y m¨¢s triste¡±, explica White.
El documental es, en efecto, una madeja de siete cap¨ªtulos con duros testimonios de las v¨ªctimas de aquel colegio cat¨®lico solo de chicas. Y un protagonista, el padre Joseph Maskell, que centra toda la atenci¨®n. El documental apunta que, desde 1967 y hasta 1975, Maskell hizo todo lo que quiso con aquellas alumnas en su despacho de capell¨¢n y orientador del instituto Keough. Solo o acompa?ado de otros ped¨®filos que bajo amenazas o hipnosis abusaron de aquellas adolescentes a las que les dec¨ªan que as¨ª expiaban sus pecados. La cinta narra tambi¨¦n el poder omnipresente de la iglesia cat¨®lica, y por ende de los sacerdotes, en el Baltimore de los a?os sesenta. Una ciudad obrera, por aquel entonces. Y un manto de encubrimiento a todos los niveles.
A?os antes ese mismo sacerdote hab¨ªa abusado de otro estudiante, Charles Franz, de 14 a?os. Charles, hoy dentista, lo explica as¨ª en el documental: ¡°Maskell era el pastor asociado en la Iglesia de San Clemente. Yo era monaguillo y abus¨® de m¨ª varias veces en el a?o 1967. Me ense?¨® a beber para olvidar los problemas y a consumir drogas. Se lo cont¨¦ a mi madre y lo trasladaron a otro centro [el instituto Arzobispo Keough, donde estudiaban aquellas chicas]. Si la Iglesia cat¨®lica hubiese actuado correctamente en el 67, porque lo sab¨ªan, no habr¨ªa habido un asesinato y tantos abusos¡±.
Desde la Archidi¨®cesis de Baltimore lamentan hoy estos hechos. Su vicerrector, Sean Caine, explica a ICON que han visto el documental y que les result¨® ¡°doloroso¡± y ¡°triste¡±. Aunque precisa que ellos no tuvieron constancia de los abusos hasta 1992, cuando Jean Wehner se dirigi¨® a ellos. Fue cuando destituyeron al padre Maskell. ¡°No hay un registro de denuncias de abuso sexual por Maskell antes de 1992. Charles Franz afirma que su madre comunic¨® su abuso por parte de Maskell en 1967. Pero no fue as¨ª. La madre no lo comunic¨®¡±, se?ala Caine.
Aquellas alumnas ten¨ªan verdadero p¨¢nico a ser llamadas al despacho del padre Maskell. Sab¨ªan lo que les esperaba dentro. Pero nunca con qui¨¦n. Y su elecci¨®n, adem¨¢s, no era casual: muchas de ellas no ten¨ªan una relaci¨®n muy fluida con sus padres. Maskell era a su vez el capell¨¢n de la polic¨ªa del condado. Por lo que se sab¨ªa impune. Algo que las dem¨¢s profesoras, todas monjas, sospechaban y toleraban mirando para otro lado. Salvo una: la hermana Catherine Cesnik. Ella, en m¨¢s de una ocasi¨®n, se las hab¨ªa ingeniado para que las estudiantes no traspasaran esa horripilante puerta: ¡°No puede ir, se ha marchado¡±, dec¨ªa Catherine al padre Maskell.
En la primavera de 1969, Jean, la mujer que d¨¦cadas despu¨¦s se enfrentar¨ªa a sus dolorosos recuerdos, le confirm¨® esos abusos a su profesora de Lengua, la hermana Catherine Cesnik. Ella se comprometi¨® a hacer algo. Pero a la vuelta de las vacaciones, la hermana Catherine ya no formaba parte del claustro. Se hab¨ªa marchado a otro colegio. Y en noviembre de ese a?o desaparec¨ªa tras salir a hacer unas compras. Jean se preguntaba d¨®nde podr¨ªa estar. Y el padre Maskell, que sab¨ªa que aquella alumna le hab¨ªa delatado, quiso mostr¨¢rselo.
¡°Acomp¨¢?ame, te voy a ense?ar d¨®nde est¨¢ tu profesora¡±, le dijo a una adolescente y temerosa Jean. Condujo en su coche (siempre en versi¨®n de Jean) hasta una zona boscosa, situada a las afueras. Y al bajar del veh¨ªculo caminaron por un sendero de tierra hasta llegar a un vertedero. El cad¨¢ver de la monja estaba ah¨ª, descompuesto. Fue entonces cuando Jean supo lo que pasaba si se dec¨ªan cosas malas de las personas. De ¨¦l, en concreto. Un escabroso recuerdo que no sirvi¨®, sin embargo, para condenarle.
La polic¨ªa no hall¨® pruebas de la implicaci¨®n del padre Maskell en aquel asesinato. ?Hab¨ªan matado a Cesnik porque iba a contar qu¨¦ les hac¨ªa a sus alumnas? Casi 50 a?os despu¨¦s, todav¨ªa no se ha resuelto.
En el documental se habla de hasta cuatro sospechosos m¨¢s y tres m¨®viles diferentes: un crimen pasional, un robo y un vecino que se hab¨ªa obsesionado con ella y la mat¨® a golpes. Pero todo son inc¨®gnitas en un guion que sigue la estela de otros similares como Making a murderer. Y que deja en el espectador una insana sensaci¨®n de injusticia. Jean Wehner fue la primera mujer que habl¨® de esos abusos a principios de los noventa. Pero no la ¨²nica. Hubo m¨¢s de 30 testimonios de v¨ªctimas del padre Maskell. Mujeres que tambi¨¦n hab¨ªan empezado a enfrentarse a su pasado sin sentirse culpables. Algo que, por desgracia, suele ser habitual en caso de violaci¨®n infantil.
Pilar Polo es psic¨®loga de la Fundaci¨®n Vicki Bernadet, una instituci¨®n que lleva 20 a?os atendiendo a v¨ªctimas de abusos. Explica para ICON esta circunstancia: ¡°Al ser ni?os, y ser egoc¨¦ntricos, piensan que las cosas pasan porque ellos hacen que pasen. Luego esos recuerdos se arrinconan por pura supervivencia o se olvidan hasta que algo o alguien los trae otra vez de vuelta". Y a?ade: "Pero m¨¢s que de memoria recobrada, sobre la que no existen estudios definitivos, habr¨ªa que hablar de reinterpretaciones de historias de vida. Es decir, a ella [Jean] le hicieron creer, seguramente, que aquello que hab¨ªa vivido no eran abusos sino otra cosa. Y cuando ella, a?os m¨¢s tarde, le pone nombre a aquello que vivi¨®, desbloquea otras cosas y aparecen situaciones que fueron reales¡±.
Jean Wehner y otra exalumna, Teresa Lancaster, de 40 a?os y violada con 16, presentaron en 1994 una demanda civil contra el sacerdote, la escuela de las Hermanas de Nuestra Se?ora, que eran las monjas que supervisaban el instituto Keough, la poderosa Archidi¨®cesis de Baltimore -la primera di¨®cesis fundada en EE. UU.- y contra el ginec¨®logo Christian Richter, c¨®mplice del cl¨¦rigo.
Teresa y Jean solicitaban 40 millones de d¨®lares (algo m¨¢s de 35 millones de euros). Pero la jueza, Hilary Caplan, dictamin¨® que el caso no reun¨ªa los requisitos para eludir el estatuto de limitaciones [la ley que impone un l¨ªmite de tiempo en la presentaci¨®n de una demanda]. Es decir, aquellos abusos hab¨ªan prescrito.
Entretanto, el padre Maskell sigui¨® dando misa de forma intermitente, con alguna estancia en un centro para tratar su problema de pedofilia, alguna escapada a su pa¨ªs de origen -Irlanda- y una dimisi¨®n que fue m¨¢s retiro que otra cosa. Muri¨® en 2001, con 62 a?os, ingresado en la unidad de demencia del hospital Stella Maris de Batimore. Jam¨¢s reconoci¨® los hechos.
"La serie sugiere que la Archidi¨®cesis no hizo ning¨²n esfuerzo. Pero cooper¨® en la investigaci¨®n de los abusos de Maskell y de la sospecha de que pudo estar involucrado en el asesinato de sor Cathy", dice a ICON el?vicerrector de la Archidi¨®cesis?
El actual vicerrector de la Archidi¨®cesis de Baltimore, Sean Caine, quiere matizar para ICON una parte del documental: ¡°Maskell fue destituido del ministerio en 1992 y enviado a un centro para una evaluaci¨®n y tratamiento. Ese mismo a?o, se contrat¨® a un investigador privado y pas¨® m¨¢s de 100 horas estudiando la denuncia hecha por Jean Wehner, la primera persona que aleg¨® que Maskell hab¨ªa abusado de ella. La serie sugiere que la Archidi¨®cesis no hizo ning¨²n esfuerzo para corroborar la versi¨®n de la se?ora Wehner. Pero cooper¨® con las autoridades civiles en la investigaci¨®n de los abusos de Maskell y de la sospecha de que pudo haber estado involucrado en el asesinato de sor Cathy Cesnik¡±.
El dictamen de la jueza Caplan dec¨ªa que la demanda se hab¨ªa presentado fuera de tiempo, pero no que esos abusos no se hubieran cometido. Tras el testimonio de Jean y Teresa, fueron muchas las voces que aseguraron haber sido v¨ªctimas del padre Maskell. En 2002, y asediada por la presi¨®n, la Archidi¨®cesis de Baltimore se vio obligada a publicar una lista con 57 nombres de cl¨¦rigos que se hab¨ªan visto envueltos en esc¨¢ndalos sexuales cre¨ªbles. En ella figuraba Joseph Maskell, que seg¨²n se lee ejerci¨® hasta 1994. Lo cual llev¨® a la Iglesia de Baltimore a buscar un acuerdo extrajudicial, y a puerta cerrada, con 12 de sus 35 v¨ªctimas. Algunas no vivieron para contarlo: se suicidaron antes.
Jean y otros 11 supervivientes recibieron indemnizaciones de entre 25.000 y 50.000 d¨®lares (22.000 euros y 44.000 euros) adem¨¢s de fondos para tres a?os de terapia psicol¨®gica. En el documental Wehner se?ala que acept¨® la indemnizaci¨®n, pero rechaz¨® los fondos para terapia ¡°porque no quer¨ªa prolongar su relaci¨®n con la Archidi¨®cesis¡± de su ciudad.
Es lo ¨²nico que queda en claro en la cinta de Netflix. Que esos abusos existieron y que, tal vez, como sugieren muchos, llevaron al asesinato de la hermana Catherine. Un caso que sigue abierto gracias, sobre todo, a la labor de muchas de sus exalumnas que aparecen tambi¨¦n en el documental.
Como Gemma Hoskins y Abbie Schaub, dos sexagenarias que llevan a?os investigando el tema por su cuenta y d¨¢ndose de bruces contra la burocracia, la poca o nula colaboraci¨®n de las autoridades y el paso del tiempo. El que les queda a ellas y a otros muchos testigos antes de que este misterio se difumine para siempre. Otros que podr¨ªan ayudar a resolverlo ya no viven. Y muchas de las pruebas que se consiguieron desaparecieron o no pasaron del caj¨®n de alg¨²n polic¨ªa del condado.
Quien fuera que lo hizo parece haberse salido con la suya.
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