?Y si resulta que la sal no provoca sed?
Puede que el condimento m¨¢s utilizado en la cocina sea un gran desconocido. Las dudas nacen de un experimento con astronautas
Ahora es nefr¨®logo en el Centro M¨¦dico de la Universidad Vanderbilt (EE UU), pero a principios los noventa, Jens Titze era tan solo un estudiante de Medicina en Berl¨ªn. Por esas fechas, uno de sus profesores trajo a la facultad datos de un experimento social llevado a cabo con cosmonautas rusos para comentarlos en clase con sus alumnos. Era un estudio de la Academia de Ciencias de Rusia en el que, a modo de ¡°Gran Hermano¡±, varios astronautas pasaban 28 d¨ªas en una peque?a c¨¢psula simulando un viaje espacial. Durante ese tiempo ten¨ªan que convivir, cooperar y resolver problemas parecidos a los que podr¨ªan ocurrir durante una misi¨®n verdadera.
A veces resulta curioso c¨®mo el azar y la casualidad se entremezclan en el camino de la ciencia, dando lugar a descubrimientos que pueden llegar a cambiar lo que conocemos ¡ªo creemos conocer¡ª de la realidad. Eso pas¨® ese d¨ªa, cuando aquel alumno de Medicina observ¨® los datos del estudio, se fij¨® en los vol¨²menes de orina recogidos y tuvo la sensaci¨®n de que algo no cuadraba: la cantidad de l¨ªquido excretado por los cosmonautas aumentaba y disminu¨ªa en lo que parec¨ªan ciclos semanales. No pod¨ªa ser, nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de lo que parec¨ªan ser patrones temporales de orina. Unos a?os despu¨¦s, en 1994, la Agencia Espacial Rusa volvi¨® a repetir el experimento (durante 135 d¨ªas de simulaci¨®n), para controlar los par¨¢metros fisiol¨®gicos como la dieta, la tensi¨®n y las deposiciones de los astronautas. Fue entonces cuando los datos hablaron por s¨ª solos: la cantidad de orina no se correspond¨ªa con la ingesta de sal y el agua que beb¨ªan.
?Pasarse con el salero siempre implica beber m¨¢s?
Todos sabemos que ingerir ese compuesto qu¨ªmico formado por cloruro de sodio nos provoca sed, lo cual nos lleva a beber m¨¢s agua y, por tanto, a orinar en mayor cantidad. Durante d¨¦cadas, este proceso se ha dado por sentado, pero Titze estaba convencido de que hab¨ªa algo extra?o en esa correspondencia. Por eso tuvo una gran alegr¨ªa al enterarse en 2006 que la misma Agencia Espacial Rusa iba a realizar dos estudios m¨¢s (de 105 y 502 d¨ªas). Era la oportunidad perfecta para estudiar con detalle qu¨¦ estaba ocurriendo exactamente con la interrelaci¨®n entre la sal y el organismo humano. Partiendo de las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, que aconsejan no consumir m¨¢s de cuatro gramos diarios de sal, se prepararon tres dietas diferentes para los astronautas. Empezar¨ªan ingiriendo 12 gramos diarios, continuar¨ªan con nueve y terminar¨ªan con seis.
"Lo que sugieren los estudios es revolucionario, y es que se estar¨ªa produciendo una alteraci¨®n en los mecanismos de gesti¨®n de la energ¨ªa en nuestro cuerpo" (C¨¦sar Tom¨¦, divulgador cient¨ªfico)
En principio, los resultados obtenidos entraban dentro de la normalidad. La dieta salada se correspond¨ªa con un mayor volumen de orina. Sin embargo, la ingesta de agua no ten¨ªa ning¨²n sentido: a pesar del exceso de cloruro s¨®dico y de que la cantidad de orina aumentaba, los astronautas beb¨ªan menos agua. Y lo m¨¢s desconcertante: si no se estaban hidratando, ?por qu¨¦ orinaban m¨¢s? El agua deb¨ªa salir de alguna parte, alg¨²n mecanismo fisiol¨®gico desconocido deb¨ªa estar ¡°fabric¨¢ndola¡± para solventar el exceso de sal.
Titze comenz¨® a trabajar con ratones y dietas altamente saladas y comprob¨® que, efectivamente, una mayor cantidad de sal generaba m¨¢s fluidos, a pesar de que los ratones no bebieran m¨¢s. Al igual que los astronautas, los ratones del estudio estaban adquiriendo agua de manera interna, aunque a¨²n no sab¨ªa exactamente c¨®mo, hasta que analiz¨® los niveles de hormonas glucocorticoides. Su funci¨®n es b¨¢sica en las tareas metab¨®licas de nuestro cuerpo: rompen los l¨ªpidos de los ac¨²mulos de grasa y m¨²sculo para convertirlos en amino¨¢cidos, que proporcionan energ¨ªa a nuestro cuerpo. Pero hay algo m¨¢s: en ese proceso tambi¨¦n se genera agua. Los ratones, como los astronautas, inger¨ªan m¨¢s sal y orinaban m¨¢s sin tener que beber en mayor cantidad, porque la catabolizaci¨®n de esos l¨ªpidos les aportaba el agua que necesitaban para deshacerse del exceso de sal. Despu¨¦s de m¨¢s de dos d¨¦cadas, Titze parec¨ªa haber encontrado su mecanismo oculto.
Para rematar la faena, hace unas semanas, el prestigioso Journal of Clinical Investigation anunciaba a bombo y platillo dos art¨ªculos cient¨ªficos con los resultados de esta investigaci¨®n, tanto en ratones como en humanos, e incluso el propio The New York Times se preguntaba si todo lo que sab¨ªamos sobre la sal estaba equivocado.
?Hemos estado confundidos durante tanto tiempo?
¡°Ser¨ªa una novedad absoluta, pondr¨ªa patas arriba casi todo lo que sabemos de nefrolog¨ªa¡±, afirma Juan Ignacio P¨¦rez, catedr¨¢tico y profesor de Fisiolog¨ªa en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. ¡°No digo que sea imposible, pero tambi¨¦n hay que decir que una afirmaci¨®n de estas caracter¨ªsticas necesita m¨¢s estudios y evidencias a su favor. Tengo una importante lista de reservas y dudas al respecto¡±. Empecemos por entender el proceso metab¨®lico de manera sencilla. ¡°Cuando comes un filete, tu organismo lo metaboliza en dos fases: catabolismo y anabolismo. El catabolismo consiste, a grandes rasgos, en romper mol¨¦culas y el anabolismo en formar mol¨¦culas nuevas¡±, explica el?qu¨ªmico y divulgador cient¨ªfico C¨¦sar Tom¨¦.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud recomienda que el consumo de sal no exceda los 4 gramos diarios. En los experimentos, los astronautas tomaban dietas de 12, 9 y 3 gramos
Los ratones mostraban altos niveles de glucocorticoides porque esas hormonas favorecen el catabolismo de grasas, es decir, est¨¢n convirtiendo l¨ªpidos y m¨²sculos en energ¨ªa, un proceso durante el cual se genera tambi¨¦n agua metab¨®lica. ¡°Lo que sugieren estos estudios es revolucionario y es que se estar¨ªa produciendo una alteraci¨®n en los mecanismos de gesti¨®n de la energ¨ªa en nuestro cuerpo¡±, apunta Tom¨¦. ¡°Es algo similar a lo que ocurrir¨ªa durante un ayuno prolongado. Cuando no comes nada durante varios d¨ªas, tu cuerpo coge los ac¨²mulos de grasa, y cataboliza l¨ªpidos y m¨²sculos para obtener energ¨ªa. El trabajo de Titze afirma que algo similar ocurre cuando hay un exceso de sal, en este caso tu organismo rompe las mol¨¦culas de grasa, no para buscar energ¨ªa, sino para obtener agua¡±, sentencia el divulgador.?
¡°Se necesitar¨ªa obtener demasiada agua en este proceso, y en el estudio no se indica en ning¨²n momento la cantidad¡± afirma Juan Ignacio P¨¦rez. Otro de los grandes inconvenientes de esta teor¨ªa es que ni siquiera han tenido en cuenta otros factores, mucho menos enrevesados, que sin lugar a dudas tienen algo que decir en los procesos de gesti¨®n de la sal. ¡°No he visto menci¨®n ninguna de otro sistema hormonal que est¨¢ implicado: la hormona antidiur¨¦tica (ADH). Esta hormona responde a la se?al de sed, y sin embargo, ni siquiera la citan¡±.
Cuando el organismo necesita beber agua, es decir, cuando el cerebro recibe la se?al de sed, se pone en marcha un sistema hormonal en el que participa esa hormona antidiur¨¦tica que da lugar a que el ri?¨®n retenga l¨ªquido. En vez de producir mucha orina, produce poca, por eso se llama "antidiur¨¦tica", porque recupera una parte muy importante del plasma que el ri?¨®n ha filtrado. Al ingerir sal, se aumenta su concentraci¨®n en sangre y se env¨ªa la se?al de sed al cerebro. Esa hormona se pone en marcha y empezamos a retener m¨¢s plasma en el ri?¨®n y, por tanto, a orinar menos para evitar que esa concentraci¨®n de sal en la sangre se eleve a¨²n m¨¢s ante la falta de l¨ªquido. ¡°Todo este proceso no se tiene en cuenta en el art¨ªculo, o al menos no se menciona, y me resulta sorprendente que un mecanismo tan implicado ni siquiera se cite en este estudio¡±, concluye Juan Ignacio P¨¦rez.
A veces resulta curioso c¨®mo el azar y la casualidad se entremezclan en el camino de la ciencia, dando lugar a descubrimientos que pueden llegar a cambiar lo que conocemos (o creemos conocer) de la realidad
Por otro lado, si analizamos con rigor la estad¨ªstica utilizada, solo nos queda reconocer que es bastante pobre. ¡°Las tendencias que muestran las figuras parecen claras, pero con poca significaci¨®n. Con tan poca estad¨ªstica no se pueden aceptar unas conclusiones tan importantes¡±, se?ala Francis Villatoro, doctor en Matem¨¢ticas y profesor de Bioinform¨¢tica en la Universidad de M¨¢laga. ¡°Los sujetos de estudio no superan los diez humanos, y en los trabajos con ratones, el que m¨¢s tiene tan solo alcanza quince, habiendo varios que solo utilizan cinco animales. Es muy poco¡±, afirma el matem¨¢tico, que a?ade ¡°nadie puede negar que la revista?Journal of Clinical Investigation es muy prestigiosa y seguro que los art¨ªculos cumplen con los est¨¢ndares metodol¨®gicos propios de este tipo de estudios, pero necesitamos repetir y ampliar estos trabajos con mam¨ªferos y confirmar con m¨¢s detalle este supuesto mecanismo propuesto para la conservaci¨®n de agua¡±.
La importancia de lo anunciado en estos estudios requiere evidencias mucho m¨¢s s¨®lidas antes de lanzar las campanas al vuelo. Datos extra¨ªdos de estudios cuyo objetivo era espacial, no biol¨®gico. Un n¨²mero muy reducido de humanos y ratones. No haber medido la cantidad de agua que rinde ese te¨®rico proceso. O no haber citado hormonas implicadas en estos mecanismos fisiol¨®gicos. Son algunas de las pesadas losas que pueden dejar un estudio impactante en agua de borrajas. Ahora se intentar¨¢n replicar los resultados en otros laboratorios. El tiempo y m¨¢s estudios nos confirmar¨¢n si el trabajo de Titze tiene algo de cierto o si solo ha sido un espejismo.
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