La picaresca inmortal
Que aparezcan m¨¢s casos no quiere decir que haya m¨¢s corrupci¨®n, sino que se detecta m¨¢s
La corrupci¨®n moderna es solo una continuaci¨®n del modo de vida picaresco. La palabra ¡°corrupci¨®n¡± implica literalmente la descomposici¨®n de algo que era puro o correcto. Como una fruta podrida o un ni?o que se ha mezclado con malas compa?¨ªas. Pero este no es el caso de la corrupci¨®n pol¨ªtica. Las pr¨¢cticas picarescas tradicionales no son una degeneraci¨®n de nada que fuera puro o correcto antes. Eran la forma normal de hacer las cosas. La picaresca se convierte en algo moralmente condenable y la ocasi¨®n de esc¨¢ndalo solo cuando se introduce alguna legislaci¨®n o regulaci¨®n innovadora. La introducci¨®n de est¨¢ndares para contratos, leyes que afectan el comercio, nuevos impuestos y procedimientos formales para contratar personal p¨²blico y para tomar decisiones en las instituciones chocan con arreglos que tradicionalmente no estaban sometidos a restricciones formales. En este sentido, es la ley la que hace al corrupto, ya que este ¨²ltimo no es m¨¢s que el p¨ªcaro tradicional, solo que ahora vive en un contexto jur¨ªdico e institucional diferente.
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Al fin y al cabo, hacer tratos con familiares, vecinos, protegidos, clientes, socios de negocios anteriores, amigos, conocidos ocasionales, transe¨²ntes o camaradas de partido son formas sencillas y primitivas, casi podr¨ªa decirse ¡°naturales¡± de intercambios econ¨®micos y pol¨ªticos. Por el contrario, tratar a todos en igualdad de condiciones, atendiendo solo al m¨¦rito y al imperio de la ley, requiere altos niveles de aprendizaje y formaci¨®n y de desarrollo institucional que algunos pa¨ªses, incluido Espa?a, no han logrado alcanzar en un grado muy visible.
¡°La corrupci¨®n es una medida de la ausencia de una efectiva institucionalizaci¨®n pol¨ªtica... tambi¨¦n sintom¨¢tica de la debilidad de las instituciones pol¨ªticas¡±, como dijo el polit¨®logo Samuel Huntington. ¡°La corrupci¨®n en una sociedad en proceso de modernizaci¨®n no es tanto el resultado de la desviaci¨®n de la conducta con respecto a las normas aceptadas como la desviaci¨®n de las normas con respecto a los patrones establecidos de comportamiento¡±, como el mismo autor elabor¨®. Esa es la fuente del esc¨¢ndalo: ¡°Nuevos est¨¢ndares y criterios de lo que es correcto e incorrecto conducen a una condena de algunos patrones de comportamiento tradicionales como corruptos¡±.
Cuantas m¨¢s medidas administrativas y legales se adoptan para vigilar y perseguir la corrupci¨®n, m¨¢s esc¨¢ndalos surgen
El punto cr¨ªtico, en el que Espa?a se hundi¨® a principios de la ¨¦poca moderna, es cuando las normas innovadoras son lo suficientemente fuertes como para cuestionar los viejos est¨¢ndares, pero no lo suficientemente fuertes como para prevalecer en los usos sociales. Entonces, se socava la legitimidad de todos los est¨¢ndares, de todas las normas, viejas y nuevas. En este tipo de situaci¨®n, algunos individuos sienten que tienen oportunidades abiertas de actuar por medios que ya no est¨¢n justificados por las normas tradicionales ¡ªel corrupto ya no es socialmente admirado como el cl¨¢sico p¨ªcaro¡ª, pero tampoco est¨¢n condenados fuertemente por las nuevas normas, ya que su aplicaci¨®n es muy d¨¦bil. El d¨¦bil cumplimiento de las normas jur¨ªdicas transforma la tradicional y difundida picaresca en una corrupci¨®n generalizada y sist¨¦mica a un coste relativamente bajo para quienes participan en ese tipo de transacciones y trampas.
Con este enfoque, podemos darnos cuenta de que la sucesi¨®n de esc¨¢ndalos no es una buena medida de la corrupci¨®n real, porque la aparici¨®n del esc¨¢ndalo solo depende de la fuerza de las normas jur¨ªdicas innovadoras que chocan con el comportamiento tradicional y de la eficacia de los fiscales, los jueces y la opini¨®n p¨²blica para detectar los casos y difundirlos.
Cabe as¨ª entender que cuantas m¨¢s medidas administrativas y legales se adoptan para vigilar y perseguir la corrupci¨®n, m¨¢s esc¨¢ndalos surgen. Un ¨ªndice de la percepci¨®n ciudadana de la corrupci¨®n (no de la corrupci¨®n), publicado anualmente por Transparencia Internacional, muestra que la mayor¨ªa de los espa?oles encuestados piensan que los niveles de corrupci¨®n est¨¢n aumentando a?o tras a?o, la corrupci¨®n en Espa?a es m¨¢s generalizada que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, y seguir¨¢ aumentando en el futuro previsible. Esto no significa, sin embargo, que hay una creciente corrupci¨®n. La percepci¨®n cada vez mayor de la corrupci¨®n significa que cada vez m¨¢s personas est¨¢n tomando conciencia de la extensi¨®n y la magnitud de las pr¨¢cticas tradicionales, que en realidad hab¨ªan sido simplemente alegales desde tiempo inmemorial.
Josep M. Colomer es economista y polit¨®logo, autor de Ciencia de la pol¨ªtica (Ariel).
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