Sin posible contradicci¨®n
El espionaje se autodenomina ¡°servicios de inteligencia¡±, incluso si est¨¢ repleto de est¨²pidos
Algunas palabras y locuciones no se contradicen con su expresi¨®n opuesta. Se puede matar a otro con arma blanca, pero no con arma negra. Decimos a una amiga que la echamos de menos, pero si un d¨ªa nos hartamos de su presencia no estar¨¢ a nuestro alcance el recurso de decirle que ahora la echamos de m¨¢s. Nos venden tel¨¦fonos inteligentes pero los que carecen de sus caracter¨ªsticas no llevan en la caja el calificativo de tel¨¦fonos tontos.
En muchas de estas ocasiones se da esa imposibilidad de la antonimia porque se trata de locuciones verbales, en las cuales el significado del conjunto no equivale a la suma del significado propio de cada palabra. Podemos echar a perder un trabajo si lo estropeamos, pero en caso de mejorarlo no lo echaremos a ganar. Damos a conocer una noticia, y si alguien la censura no diremos que la ha dado a desconocer. A veces sentimos que alguien nos hace falta, pero si nos hartamos de esa persona no podremos expresar en correcto espa?ol que nos hace sobra. Echamos algo en cara, pero no en pie, y todo esto lo sabemos a ciencia cierta porque no cabe saberlo a ciencia equivocada.
Por eso dar en la clave de ser nombrado con una palabra positiva que no admita su contradicci¨®n l¨¦xica constituye uno de los mejores hallazgos de la empresa o de la pol¨ªtica.
Por ejemplo, las fuerzas policiales han conseguido instalar en nuestras mentes relajadas el concepto de ¡°efectivos¡±. Y leemos: ¡°Al lugar de los hechos se desplazaron 250 efectivos¡±, o ¡°20 efectivos participaron en la operaci¨®n de rescate¡±. Se suele confundir aqu¨ª ¡°efectivos¡± con ¡°agentes¡± (pues no es lo mismo ¡°un efectivo de 300 guardias¡± que ¡°300 efectivos¡±), pero eso no hace al caso. Lo grandioso de este hallazgo consiste en que mientras pensemos en ¡°efectivos¡± retiraremos de nuestra mente la idea opuesta. Nos est¨¢ vedado imaginar que ¡°al lugar del crimen acudieron los inefectivos de la polic¨ªa¡±.
Del mismo modo, los servicios de espionaje se han dotado tambi¨¦n de un t¨¦rmino positivo que no da mucho juego para el pensamiento contrario. Se autodenominan ¡°servicios de inteligencia¡±. Incluso si est¨¢n llenos de est¨²pidos.
El vocablo ¡°espionaje¡± qued¨® archivado en aquellas pel¨ªculas protagonizadas por h¨¦roes y hero¨ªnas de muy buen ver que luchaban contra el mal con arrojo y tecnolog¨ªa. (¡°De muy buen ver¡±, por cierto, tampoco encuentra contradicci¨®n sim¨¦trica). Porque el astuto nombre que se dio a s¨ª misma la CIA (la Agencia Central de Inteligencia estadounidense) ha arrinconado aquella palabra para que reluzca en su lugar ese impecable concepto alternativo.
El espionaje estaba formado por esp¨ªas; y la inteligencia est¨¢ formada por... Pues por inteligentes tendr¨¢ que ser. O inteliagentes, si se prefiere. El espionaje lleva aparejado el ¡°contraespionaje¡±, pero ?qui¨¦n desear¨¢ formar parte de la ¡°contrainteligencia¡±?
El t¨¦rmino ¡°esp¨ªa¡± ha quedado constre?ido as¨ª al ¨¢mbito m¨¢s rastrero: la pareja despechada que observa desde la esquina, el mir¨®n despreciable, la competencia desleal; y evocar¨¢ s¨®lo al agente que se pringue en el fango. Pero la limpia idea de la inteligencia se la arrogar¨¢ quien disponga de una mirilla privilegiada para cruzar nuestros datos y obtener de ese modo una informaci¨®n muy valiosa sin mancharse las manos. Aunque nos est¨¦ espiando.
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