La gira de Donald Trump por Europa
Tras el alivio de la elecci¨®n de Macron, en las capitales europeas existe un verdadero sentimiento de urgencia europea

La gira de Donald Trump por Europa, Bruselas para una cumbre de la OTAN y, luego, Taormina para el G7, ha tenido al menos una virtud: la de confirmar que los europeos tienen motivos para inquietarse y que les convendr¨ªa aprovechar cuanto antes el ¡°momento Macron¡±, marcado entre otras cosas por la voluntad manifiesta del nuevo presidente franc¨¦s de reactivar Europa. Voluntad en la que, seg¨²n parece, podr¨ªa verse secundado por la canciller Merkel, que acaba de adoptar una posici¨®n hist¨®rica al afirmar que los europeos ya no pueden confiar totalmente en Estados Unidos ni en Gran Breta?a y, por tanto, ¡°deben hacerse cargo de su propio destino¡±.
?Cu¨¢les son esos temores que deber¨ªan conducir a una nueva voluntad europea? Para empezar, la defensa, puesto que Donald Trump ha omitido voluntariamente mencionar al art¨ªculo 5 de la OTAN, que obliga a los Estados miembros a acudir en ayuda de cualquiera de sus socios amenazado por una agresi¨®n exterior. Este art¨ªculo fue activado en beneficio de Estados Unidos tras el 11 de septiembre de 2001, y permiti¨® una respuesta organizada en Afganist¨¢n, entonces en manos de los talibanes (operaci¨®n todav¨ªa en curso).
Durante la campa?a electoral, Donald Trump evit¨® pronunciarse sobre lo que har¨ªa Estados Unidos en caso de que Rusia atacase los Estados B¨¢lticos con el mismo m¨¦todo que Putin emple¨® en Ucrania. La omisi¨®n de Bruselas pone de manifiesto un verdadero problema. En su lugar, Donald Trump ha sermoneado a los europeos, culpables a sus ojos de no aportar a la OTAN tanto como les corresponder¨ªa y, por consiguiente, de no aligerar la carga del contribuyente norteamericano.
En el G7, el escenario fue comparable con respecto a las dos demandas dirigidas al presidente norteamericano, a saber: que se comprometiera a aplicar el acuerdo de Par¨ªs sobre el clima y que renunciara a las amenazas de guerra comercial proferidas contra Alemania durante la campa?a electoral y confirmadas con ocasi¨®n de la visita de Angela Merkel a Washington. Dicho sea de paso, para estupefacci¨®n de la canciller, Donald Trump ignoraba que al amenazar a Alemania amenazaba a toda la Uni¨®n Europea, pues la pol¨ªtica comercial es una de las competencias de esta ¨²ltima. En la OMC (Organizaci¨®n Mundial del Comercio), Europa habla con una ¨²nica voz y como lo que es: la primera potencia comercial del mundo.
Este contexto re¨²ne todos los ingredientes para crear las condiciones de un verdadero arranque europeo, que, como siempre, pasa en primer lugar por la voluntad de la pareja franco-alemana. Al menos, cabe constatar que el clima es propicio: parece claro que Angela Merkel est¨¢ encantada de tener a Emmanuel Macron como interlocutor, lo mismo que Martin Schultz, l¨ªder de los socialistas y candidato a la canciller¨ªa en las elecciones del pr¨®ximo septiembre. Emmanuel Macron no solo representa para ambos la reafirmaci¨®n del anclaje europeo de Francia, que parec¨ªa amenazado por la ascensi¨®n de Marine Le Pen, sino tambi¨¦n la esperanza de que esas reformas tan esperadas en Francia y que deber¨ªan facilitar la convergencia de las econom¨ªas europeas esta vez se llevar¨¢n a cabo.
Por otra parte, Alemania ha podido calibrar los peligros de un eventual aislamiento. Preocupada por las ambiciones putinianas de desmantelamiento de la Uni¨®n Europea al Este; amenazada por el programa proteccionista de Donald Trump al Oeste; m¨¢s inquieta de lo que podr¨ªamos sospechar ante la perspectiva de un avance decisivo de los populismos y los extremismos en Francia: todos estos elementos han llevado a los dirigentes alemanes a considerar que se hace urgente consolidar los logros europeos y avanzar all¨ª donde es posible y necesario hacerlo, a saber, en la defensa y la estructuraci¨®n de la eurozona. Estas son precisamente las ambiciones que ha puesto de manifiesto el presidente franc¨¦s, que, no lo olvidemos, hace apenas un a?o, lanzaba su movimiento ¡°En marcha¡± animado por un credo europe¨ªsta y, un a?o despu¨¦s, para celebrar su victoria, compareci¨® ante la pir¨¢mide del Louvre bajo los acordes del ¡°Himno a la alegr¨ªa¡±, que es el que los europeos escogieron para proclamar su adhesi¨®n a la UE.
Emmanuel Macron no deja de repetir que va a relanzar una ¡°Europa que protege¡±. Pero tambi¨¦n dice, y esto no es necesariamente una buena se?al, que habr¨ªa que ¡°refundar Europa¡±. El argumento de la refundaci¨®n es el m¨¢s utilizado por aquellos y aquellas que, en el fondo, nunca han cre¨ªdo en el ideal europeo. Constatemos simplemente que, una vez pasado el alivio de la elecci¨®n de Emmanuel Macron, en la mayor¨ªa de las capitales europeas existe un verdadero sentimiento de una urgencia europea.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.