Superar la frustraci¨®n
La recurrencia de la violencia de g¨¦nero nos obliga a hacer m¨¢s y mejor
La persistencia, incluso aumento, de las muertes por violencia de g¨¦nero constituye un l¨®gico motivo de alarma social. Sabemos que los presupuestos y medios t¨¦cnicos a disposici¨®n de jueces, fiscales y polic¨ªas son todav¨ªa insuficientes y que deben ser elevados en consonancia con el objetivo, leg¨ªtimo y razonable, de que no se pueda atribuir ni una sola muerte a fallos de supervisi¨®n o coordinaci¨®n entre Administraciones, dilaciones injustificadas en el procesamiento de los casos o negligencias en la protecci¨®n de las v¨ªctimas y vigilancia de los agresores.
Siendo realistas, sin embargo, debemos reconocer que la mera falta de medios no explica por s¨ª sola el repunte de los asesinatos, notable tras unos a?os en los que la tendencia a la baja parec¨ªa consolidarse. Como muestran los perfiles de las tres ¨²ltimas mujeres asesinadas, que mostramos ayer en estas p¨¢ginas, la existencia de m¨¢s y modernos medios materiales no necesariamente hubiera garantizado que esas mujeres se hubieran salvado.
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Afortunadamente, cada vez m¨¢s mujeres ¡ª y sus amigos, familiares o vecinos¡ª presentan denuncias, lo que permite actuar a los poderes p¨²blicos y extraer a las mujeres del ciclo de riesgo en el que se encuentran. Otras, por temor u otras razones, siguen sin hacerlo, y hay que averiguar por qu¨¦ y asegurarse de que lo hagan. Pero, por desgracia, la brutalidad e imprevisibilidad de las conductas de los agresores hace que haya mujeres que vean truncadas sus vidas antes siquiera de poder denunciar o en los momentos inmediatamente seguidos a su decisi¨®n de oponerse al maltrato, abuso y acoso f¨ªsico o verbal en el que de forma coyuntural o permanente se encuentran.
Es preciso insistir, por ello, en la toma de conciencia por parte de todos en la sociedad en torno a la necesidad de combatir esta lacra, renovando y profundizando las medidas a largo plazo basadas en la educaci¨®n y la concienciaci¨®n. Sabemos, sin embargo, que dichas medidas tardar¨¢n en lograr su efecto y que, como prueban otros pa¨ªses de nuestro entorno, no lograr¨¢n una tasa de violencia cero. Mientras tanto, estamos obligados a perfeccionar los instrumentos a disposici¨®n de las Administraciones p¨²blicas, lo que requiere un proceso de aprendizaje, evaluaci¨®n y mejora continuo. Aqu¨ª tambi¨¦n es preciso ser realista: la experiencia muestra que las soluciones son complejas de dise?ar, costosas de ejecutar y requieren coordinar m¨²ltiples Administraciones e instancias.
Adem¨¢s de todas estas medidas, es dif¨ªcil soslayar una reflexi¨®n, necesaria, sobre el papel de los medios de comunicaci¨®n, que tambi¨¦n deben estar, como todos los actores involucrados en este proceso, abiertos a la cr¨ªtica en cuanto a c¨®mo tratar informativamente la violencia de g¨¦nero para lograr el objetivo de concienciar, educar y, en ¨²ltimo extremo, evitar estas muertes.
La violencia de g¨¦nero es una lacra tan terrible como, por desgracia, carente de soluciones instant¨¢neas y f¨¢ciles. Superar la frustraci¨®n actual requiere de todos un esfuerzo particular y un compromiso en cuanto al an¨¢lisis, cr¨ªtica y mejora sobre c¨®mo lograr reducirla de forma significativa.
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