Cu¨¢l es la funci¨®n de las p¨¢ginas en blanco en los libros y por qu¨¦ te cautivar¨¢
Igual nunca te hab¨ªas preguntado para qu¨¦ sirven estas hojas. Pues algunas contienen obras de arte
¡°Son espacios que contienen dedicatorias, dibujos, caricaturas, anotaciones de trabajo¡ Estas anotaciones son un valor a?adido de una trascendencia no siempre valorada. Individualizan al ejemplar, le dan personalidad y nos hablan de una historia paralela, en ocasiones, mucho m¨¢s vibrante que el propio texto¡±. El que habla as¨ª es Arsenio S¨¢nchez, restaurador de la Biblioteca Nacional de Espa?a (BNE), y premio Nacional de Restauraci¨®n y Conservaci¨®n de Bienes Culturales.
Se refiere a esas p¨¢ginas en blanco, al principio o al final de la obra, llamadas p¨¢ginas de cortes¨ªa o de respeto, que separan el bloque de texto de las hojas de guarda (esas que sirven para ocultar las partes menos est¨¦ticas de la encuadernaci¨®n).
Un ejemplo es un poema manuscrito de Lord Byron que se encontr¨® en una de las p¨¢ginas en blanco de un libro de 1810. Cuenta el escritor y periodista argentino Cristian V¨¢zquez en uno de sus art¨ªculos de la web Letras Libres, que mientras trabajaba en los archivos de la University College de Londres en 2006, una librera encontr¨® un tesoro en una de las p¨¢ginas en blanco de un ejemplar del libro The Pleasures of Memory, de Samuel Rogers. ¡°El volumen hab¨ªa sido un regalo de Rogers, con la dedicatoria: 'Al muy honorable Lord Byron, de su obligado y fiel amigo'. Byron lo devolvi¨® al autor con un poema de agradecimiento, que comienza con las palabras: 'Ausente o presente a¨²n para ti, mi amigo¡".
Lord Byron devolvi¨® un libro a un amigo con una poes¨ªa escrita a mano en la p¨¢gina en blanco que empezaba: "Ausente o presente a¨²n para ti, mi amigo¡"
"Estaba fechado en 1812 y fue incluido en un libro de Byron cuatro a?os despu¨¦s¡±, explica V¨¢zquez. Cuando le preguntamos al propio V¨¢zquez su inter¨¦s por estos espacios sin imprimir, reivindica apasionadamente el atractivo de estas p¨¢ginas: ¡°Son como el blanco de los m¨¢rgenes que rodean el texto en cada p¨¢gina. Una p¨¢gina con m¨¢rgenes peque?os, con un interlineado escaso, con tipograf¨ªa fea y diminuta, cansa al lector, lo incomoda, lo predispone mal. Tiene una mala influencia inevitable sobre la lectura. Con las p¨¢ginas en blanco pasa algo parecido. En cambio, cuando est¨¢n en su lugar, brindan al lector la tranquilidad que necesita. Y, adem¨¢s, hay un valor agregado en la escritura manuscrita sobre las p¨¢ginas de un libro que lo distingue de todos los dem¨¢s ejemplares, lo hace ¨²nico. Se me ocurre tambi¨¦n la posibilidad ya no de palabras, sino de dibujos en las p¨¢ginas en blanco. ?Qu¨¦ precio tendr¨ªa un libro en donde hoy se hallara un dibujo de Dal¨ª o de Picasso? Pienso en dibujitos simples, como esos que hac¨ªa Kafka en sus diarios y que hoy son tan representativos, tan ic¨®nicos¡±.
Pero, ?por qu¨¦ surgen estas p¨¢ginas sin texto? Seg¨²n el restaurador Arsenio S¨¢nchez, estas p¨¢ginas no siempre han estado en los libros. ¡°Por ejemplo, en los c¨®dices medievales no exist¨ªan y el libro comenzaba directamente, sin portadas¡±, explica. Pero ?entonces? ?De d¨®nde procede esta costumbre?
¡°En los siglos XV y XVI sol¨ªa utilizarse con frecuencia la encuadernaci¨®n que llamamos flexible; esto es, el pergamino no llevaba tapas de cart¨®n o madera, y las guardas no se pegaban a la cubierta, sino que iban sueltas. Lo que pudo ocurrir es que con el tiempo se acabaron convirtiendo en un elemento residual, pues al encuadernarse con tapas era necesario un tipo de guarda m¨¢s resistente, pero se siguieron colocando hojas adicionales al principio. Otra posibilidad que argumente su raz¨®n de ser es que al utilizar guardas decoradas, a partir del siglo XVII, se hiciera recomendable una hoja en blanco como transici¨®n entre la exuberancia de los papeles jaspeados y la portada del libro¡±, explica S¨¢nchez.
El actor Ethan Hawke amenizando su viaje en tren con un buen libro en la pel¨ªcula 'Antes del amanecer' (1994).
Su presencia, desde entonces, se ha ido imponiendo como un elemento del libro, tan normal, dice el propio S¨¢nchez, como la portada. Hoy en d¨ªa son habituales en cualquier tipo de edici¨®n. De hecho, como apunta Silvia Querini, directora literaria de la editorial Lumen, ¡°cualquier libro que se precie debe incluir p¨¢ginas en blanco al principio. Un libro es como una habitaci¨®n, la habitaci¨®n propia de cada lector. Y las p¨¢ginas de cortes¨ªa del inicio sirven para adentrarnos en el texto sin prisa, con aire a nuestro alrededor¡±, enfatiza.
Pero no solo eso, ofrecen la oportunidad de convertir el libro en un soporte para materializar en tinta pensamientos, ideas y hasta recados. ¡°A mucha gente le gusta poner su propio nombre a un libro de su propiedad, supongo que para evitar robos, y lo suele hacer en la primera p¨¢gina. Tambi¨¦n lo usan las bibliotecas para a?adir datos t¨¦cnicos o las t¨ªpicas papeletas donde se anotan los usuarios que se lo han llevado y en qu¨¦ fecha, etc. Y me imagino que habr¨¢ gente que d¨¦ incluso otros usos. Se puede escribir all¨ª hasta la lista de la compra¡±, aclara el escritor argentino.
Resulta que Querini es una de esas personas que dan a esas p¨¢ginas otros usos. ¡°Personalmente, me gusta apuntar all¨ª lo que me parece interesante del libro¡±.
"Un libro es como una habitaci¨®n, la habitaci¨®n propia de cada lector. Y las p¨¢ginas de cortes¨ªa del inicio sirven para adentrarnos en el texto sin prisa, con aire a nuestro alrededor"
Lo importante, en cualquier caso, es que, como ocurri¨® con el libro de Samuel Rogers, lo que all¨ª se encuentre puede ser un revulsivo para clasificar ese libro como pieza ¨²nica. ¡°A veces tienen un simple guarismo que nos indica el lugar que el ejemplar ocup¨® en una antigua biblioteca -es decir, nos habla de sus antiguas casas- o una firma nos dice a qui¨¦n perteneci¨®. En algunos casos, contienen dedicatorias de los autores, y en otras, una receta para fabricar una tinta o de un jarabe para el mal aliento¡±, dice el restaurador S¨¢nchez. Todo ello puede llegar a conferir a ese ejemplar cierta distinci¨®n porque el hecho de que un libro contenga anotaciones manuscritas o haya pertenecido a la biblioteca de alg¨²n personaje interesante (y se sepa gracias a un comentario en una de esas p¨¢ginas inmaculadas) son dos criterios para calificarlo de rareza o de gran valor.
Hoy en d¨ªa, como recuerda el experto en restauraci¨®n de libros de la BNE, ¡°las hojas de cortes¨ªa o de respeto se incluyen para darle mayor protecci¨®n a la portada, pero tambi¨¦n le proporcionan cierta enjundia, como si dij¨¦ramos ?Cuidado, que ah¨ª va un texto importante!¡±. Y s¨ª, en cierta medida, hablan de una edici¨®n bien pensada, y de un trabajo muy mimado. Est¨¢n ah¨ª, para los lectores, para cuando las necesitemos y para lo que se nos antoje aunque, como se?ala la directora literaria de Lumen, no hay que abusar de ellas: ¡°Es necesario un buen equilibrio entre el conjunto del texto y las p¨¢ginas de cortes¨ªa. Si exageramos el vac¨ªo puede perjudicarse la armon¨ªa total¡±.
Y no: si te encuentras alguna en mitad del texto, no es para darle empaque a la obra. Probablemente sea un error de la impresi¨®n. S¨¢nchez: ¡°No suelen dejarse p¨¢ginas de cortes¨ªa entre cap¨ªtulo y cap¨ªtulo, ni a¨²n en los m¨¢s lujosos. Lo que ocurre a veces es que si el cap¨ªtulo termina en una p¨¢gina impar, el verso de la hoja se puede dejar en blanco, especialmente en las ediciones m¨¢s cuidadas¡±.
Mr. Bean y su oso de peluche se lo pasan bomba leyendo su c¨®mic de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix.
Otra cosa diferente es que, por cuestiones t¨¦cnicas, el libro lleve m¨¢s espacios en blanco de los habituales, especialmente al final. ?Por qu¨¦? ¡°La estructura de los libros viene formada por pliegos. Cada uno de ellos, como m¨ªnimo, contiene 8 p¨¢ginas, es decir, 4 hojas. El n¨²mero total del libro tiene que ser, por tanto, un m¨²ltiplo de 8. Cuando no coincide, lo que se hace es poner p¨¢ginas de cortes¨ªa. Si hacen falta 2 p¨¢ginas m¨¢s para cuadrar el pliego, por ejemplo, se suelen poner al principio. Y cuando es necesario un n¨²mero mayor, habitualmente se ponen 2 al principio, y el resto, al final. En este ¨²ltimo caso, y para que no quede tanto vac¨ªo y evitar demasiado blanco, en muchas ocasiones ese espacio se aprovecha para poner un colof¨®n o similar, aunque no estuviera contemplado en el proyecto¡±, explica Sara Mij¨¢n, de la Imprenta Mij¨¢n.
?Rarezas? Las hay. Existen ediciones que se saltan la norma de la armon¨ªa de la que hablaba Querini. Cuenta Arsenio S¨¢nchez que una vez tuvo entre sus manos un impreso menor de solo cuatro folios que deb¨ªa tener m¨¢s de veinte hojas en blanco al principio y otras veinte al final. ¡°Evidentemente, esto fue un truco del encuadernador para engordar el libro y tener espacio para dorar el lomo¡±, cuenta casi con iron¨ªa, reconociendo, por otra parte, que no es una t¨¢ctica frecuente.
Sin embargo, a principios de 2017, salt¨® la sorpresa. Un libro de 266 p¨¢ginas (260 de ellas en blanco), consegu¨ªa copar el primer puesto de los m¨¢s vendidos en Amazon. ?Su t¨ªtulo? Razones para votar por los dem¨®cratas. Una gu¨ªa completa. Era claro que jugaba con la iron¨ªa y que, en ese caso, las p¨¢ginas en blanco no eran un soporte con tintes rom¨¢nticos, sino sarc¨¢sticos. ¡°El chiste ya hab¨ªa sido hecho en Argentina en los 90, cuando un volumen anunciaba el plan de gobierno de Carlos Menem para su siguiente periodo presidencial, y solo inclu¨ªa p¨¢ginas en blanco. Supongo que, de alg¨²n modo, el de incluir estas p¨¢ginas en un libro serio es un recurso a¨²n por explotar¡±, advierte V¨¢zquez.
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