El reto de Argentina
La sociedad debe percibir de forma clara el combate contra la corrupci¨®n
![El presidente Mauricio Macri (centro), con el vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli (izquierda) y el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IJ5EVW7KXYDBFTSSLSZSYZCD2Y.jpg?auth=d3e507e00eced7bd56b6811e3c19b001f76820897250b93074bd305ae76dfb5a&width=414)
Aunque el presidente Mauricio Macri haya subrayado su compromiso inequ¨ªvoco para terminar con la corrupci¨®n en Argentina, es fundamental que los ciudadanos tambi¨¦n perciban que se est¨¢ venciendo en este combate contra un mal que lleva demasiado tiempo atenazando a un gran pa¨ªs.
Es cierto que a veces los resultados tardan en reflejarse en la vida cotidiana pero hasta entonces no basta solamente con las estad¨ªsticas favorables. Y es indudable que la Administraci¨®n Macri se ha enfrentado a situaciones pr¨¢cticamente de emergencia con una claridad y fuerza incuestionables ¡ªfundamentalmente en la econom¨ªa¡ª, pero los argentinos deben ver que sucede lo mismo con la corrupci¨®n. La sociedad tiene que notar que, por un lado, las investigaciones avanzan, mientras que por otro se adoptan medidas realistas y eficaces para combatir esta lacra a todos los niveles.
Argentina debe aportar su parte para aclarar el esc¨¢ndalo Odebrecht, que desde Brasil se ha extendido ¡ªpor ahora¡ª al resto del continente, y que est¨¢ poniendo a prueba los sistemas judiciales de varios pa¨ªses. As¨ª, la justicia argentina debe actuar sin cortapisa alguna, y sus funcionarios tienen que ejercer su labor completamente al margen del juego pol¨ªtico, algo que desgraciadamente no ha sucedido siempre en el pasado. El caso Odebrecht constituye una piedra de toque por la que se va a confirmar que el pa¨ªs sudamericano ha entrado en la v¨ªa de sacudirse una etiqueta que en a?os pasados le ha causado un gran perjuicio.
Medidas como la adoptada con la polic¨ªa de Buenos Aires, donde unos 4.700 efectivos han sido apartados, otros 390 detenidos y su exjefe procesado, constituyen un paso sin duda positivo, pero tal vez insuficiente si no se atajan desde su origen las condiciones que han hecho enraizar pr¨¢cticas que deben ser desterradas para siempre del paisaje argentino.
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