¡°Respeto mucho a la juventud sudafricana¡±
La fot¨®grafa Sue Williamson trabaja con pol¨ªtica, memoria y g¨¦nero en Sud¨¢frica
Un par de ojos azules, aparentemente c¨¢ndidos y muy observadores, pesta?ean apenas bajo un fleco lacio te?ido de un rico tono casta?o oscuro. Pertenecen a la fot¨®grafa sudafricana Sue Williamson (Lichfield, Gran Breta?a, 1941) y se fijan en las paredes de una de las salas de Casa ?frica, donde expone una serie de retratos de ¡°madres¡± de la lucha antiapartheid. La serie pertenece a la exposici¨®n El iris de Lucy, comisariada por Orlando Britto y expuesta, al alim¨®n, entre el Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno (CAAM) y Casa ?frica. Sue Wiliamson viene a la capital grancanaria a participar en una serie de encuentros y dar una charla.
La lucha contra el Apartheid, la pol¨ªtica en su sentido m¨¢s amplio y el pulso social y ciudadano de Sud¨¢frica son algunas de las preocupaciones en torno a las que vertebra su trabajo fotogr¨¢fico. Las mujeres marcan el ritmo y el tono de su trayectoria creativa, con sus discursos, relaciones y experiencias. Ella vive en Ciudad del Cabo y trabaja a pie de calle, en relaci¨®n directa con el sudafricano medio. Reconocid¨ªsima tanto en su pa¨ªs como fuera de ¨¦l, ha expuesto recientemente en Basilea, Par¨ªs y Washington. Demuestra unas enormes ganas de aprender, siempre conjugadas con un respeto infinito por sus conciudadanos y una genuina preocupaci¨®n por la Sud¨¢frica de hoy.
Sue Williamson responde a una entrevista sobre su obra y la Sud¨¢frica actual en una de las salas de Casa ?frica, afable y pacientemente. Antes se hab¨ªa reunido con estudiantes y esa misma tarde impartir¨ªa su conferencia en el CAAM.
Pregunta. ?Qu¨¦ le interesa expresar con su trabajo y c¨®mo le gusta hacerlo?
Respuesta. Bueno, me gusta trabajar en temas sobre los que me gustar¨ªa saber m¨¢s. Por ejemplo, hace unos a?os, en 2015, me di cuenta de que hab¨ªan pasado ya 20 a?os desde la llegada de la democracia a Sud¨¢frica. Hay muchos problemas hoy en el pa¨ªs como la corrupci¨®n. Las cosas no han cambiado tanto como la gente quer¨ªa, hay mucha infelicidad. Y me pregunt¨¦ c¨®mo est¨¢ la gente que luch¨® tan duro durante la ¨¦poca de la contienda por la liberaci¨®n, que hizo m¨¢s sacrificios, que acab¨® en la c¨¢rcel...? C¨®mo? est¨¢ esa generaci¨®n de mujeres cuyos maridos tuvieron que salir, terminaron en el exilio, fueron asesinados... Si creen que lo que pasaron vali¨® la pena. Al mismo tiempo, siempre me interesan los temas intergeneracionales. Me preguntaba si las nietas de esas mujeres ten¨ªan idea de lo que hab¨ªan pasado sus abuelas, de sus historias, o si simplemente daban todo por sentado, pensaban que todo iba bien y se preocupaban s¨®lo por ser ricas y famosas, sin pensar en esos problemas. As¨ª que hice una serie denominada There¡¯s something I must tell you en la que grab¨¦ conversaciones entre abuelas y sus nietas, plante¨¢ndoles preguntas.
P. En este tipo de proyectos, une documentaci¨®n, periodismo y arte y toca temas como la honestidad y la empat¨ªa, ?c¨®mo encara este tipo de trabajo que hace?
R. Creo que tres de las seis personas a las que entrevist¨¦ han muerto ya, as¨ª que est¨¢ muy bien tener sus voces grabadas. Las filmamos juntas, con la ayuda de un realizador profesional. Creamos un escenario muy sencillo, en el que desplegamos dos lienzos de papel fotogr¨¢fico detr¨¢s de las mujeres. Ten¨ªamos dos c¨¢maras. Plante¨¢bamos las preguntas, primero a las abuelas y despu¨¦s a las nietas¡ "?Sab¨ªas algo de esto?" Con mucha frecuencia, las nietas dec¨ªan¡ "Bueno, sab¨ªa que mi abuela estuvo en la c¨¢rcel, pero no sab¨ªa que estuvo dos veces y todav¨ªa no s¨¦ por qu¨¦". Estas preguntas se respondieron.
P. ?Qu¨¦ aprendi¨® en el proceso?
R. Lo que comprend¨ª es que las mujeres mayores sent¨ªan que, aunque hay problemas en el pa¨ªs hoy, ha valido la pena. Ahora todos tenemos los mismos derechos y las mismas oportunidades, aunque es cierto que la econom¨ªa las limita. La gente joven sent¨ªa que estaba comprometida con el pa¨ªs. En muchos sitios de ?frica, los j¨®venes hablan de irse, de marcharse a otra parte. Pero en Sud¨¢frica y en aquel momento, aquellos j¨®venes sent¨ªan que val¨ªa la pena quedarse y eran optimistas sobre el futuro. Dec¨ªan que querr¨ªan tener una casa, un coche, ese tipo de cosas. Eso era importante para ellos. Y los mayores opinaban que era bueno preocuparse por algo as¨ª en vez de hacerlo, todo el tiempo, por temas de derechos humanos. Fue un ejercicio muy interesante. Aprend¨ª mucho. Es una instalaci¨®n con seis pantallas que se mostr¨® en Washington, en una exposici¨®n que se denomina Senses of Time: Video-and Film-based Works of Africa en el Museo Nacional de Arte Africano del Smithsonian. Es uno de los ejemplos del trabajo que me interesa hacer para saber lo que la gente piensa y tomar la temperatura del pa¨ªs.
No tienes que ir a Sud¨¢frica para que te roben. El miedo es algo tan triste.
P. Hubo una ¨¦poca en que los sudafricanos blancos pensaban en abandonar el pa¨ªs rumbo a Australia o Inglaterra. Nelson Mandela acababa de convertirse en presidente y cre¨ªan que sus compatriotas negros les iban a robar todo lo que pose¨ªan¡
R. El Apartheid tuvo mucho ¨¦xito en mantener a la gente separada. La gente viv¨ªa en ¨¢reas diferentes, no iba a las mismas escuelas, no pod¨ªa ir incluso a los mismos cines. No se les permit¨ªa ir a las mismas playas. Mezclarse era muy dif¨ªcil. Yo formaba parte de una organizaci¨®n con gente de todas las etnias, pero no se nos permit¨ªa ir a las zonas donde viv¨ªan los negros, as¨ª que cada vez que ¨ªbamos a las casas de nuestros amigos en las townships, est¨¢bamos all¨ª de manera ilegal. A menos que tuvieras un permiso. No es sorprendente que tantos sudafricanos blancos no hicieran el esfuerzo de relacionarse con sudafricanos negros, pero es una pena. Realmente es una pena, porque se pierden tantas cosas. Todav¨ªa hay ese sentimiento de por qu¨¦ los blancos son tan arrogantes y tan miedosos. Hay criminalidad, s¨ª, pero hay criminalidad en todas partes. Me han robado en Par¨ªs. No tienes que ir a Sud¨¢frica para que te roben. El miedo es algo tan triste.
No hay un reconocimiento de los blancos de lo que los negros sufrieron y todav¨ªa sufren
P. Ese optimismo entre los j¨®venes del que hablaba, en estos tiempos de #ZumaMustFall y #FeesMustFall, de contestaci¨®n al Congreso Nacional Africano y de malestar social, ?sigue presente?
R. Las cosas han cambiado mucho. Los estudiantes llevan dos a?os muy enfadados. Sienten que la universidad no se ha transformado lo suficiente, que pagan unas tasas demasiado elevadas, que los estudios est¨¢n demasiado orientados hacia Occidente, que no se habla lo suficiente sobre cultura e historia africanas, sobre nuestra propia historia. Las cosas han cambiado y los j¨®venes no son tan optimistas ya, hay mucha rabia.
P. Ese desencanto tambi¨¦n est¨¢ en su obra...
R. Hay un trabajo en la exposici¨®n de la Fundaci¨®n Louis Vuitton, en Par¨ªs, que hice hace cuatro a?os. Es una conversaci¨®n, una serie que hago con gente cuyas familias estuvieron en el proceso de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n. Estos procesos se pusieron en marcha para hacer un balance del Apartheid, para que la gente pudiera contar sus historias, en los dos lados. Y esta conversaci¨®n muestra a dos j¨®venes cuyos padres fueron asesinados. No se conoc¨ªan antes del proyecto. Les dispararon cuando ellos eran demasiado peque?os para saber que eran sus padres. Crecieron en casas sin un padre y sus madres no quer¨ªan hablar de lo que pas¨®. Se enteraron de detalles de manera gradual. La mujer joven hab¨ªa perdonado al asesino de su padre, pero el chico no y no puede entender que ella lo haga. No hay un reconocimiento, por parte de la mayor¨ªa de los blancos, de lo que los negros tuvieron que sufrir y todav¨ªa sufren. Durante a?os se les ha tratado como gente inferior.
P. ?Qu¨¦ piensa de la juventud actual sudafricana?
R. Siento mucho respeto por los j¨®venes. Son resilientes. Recuerdo ver un programa de la BBC en el que filmaban a j¨®venes, creo que cuando ten¨ªan siete a?os y luego 14. Lo hicieron en Sud¨¢frica tambi¨¦n. Vi la parte de los chicos de 14 a?os en Gran Breta?a y en Sud¨¢frica. En Gran Breta?a iban a clubs de m¨²sica y los chicos sudafricanos eran mucho m¨¢s incre¨ªbles, hablando de valores familiares, de respeto en la familia. Me impresionaron. Pens¨¦ que esos chicos est¨¢n mucho m¨¢s dirigidos. Tienen menos cosas materiales, pero lo de la familia es tan fuerte. Lo que aprenden, lo que hablan de su propia cultura. Y creo que los valores culturales son muy fuertes todav¨ªa. Claro que existe mucha violencia en Sud¨¢frica y esto sucede, en parte, porque -despu¨¦s de todo lo que he dicho- muchos ni?os crecen sin padres, con madres que tienen que trabajar y pasan todo el d¨ªa fuera de casa, as¨ª que esos ni?os no reciben el tipo de atenci¨®n que necesitan, ni de control. Muchos crecen sinti¨¦ndose sin esperanza. Es un problema enorme, esa sensaci¨®n de que no tienes realmente un futuro.
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