12 rincones maravillosos (y poco conocidos) de Cantabria
Una docena de lugares tan encantadores como Santillana del Mar o la playa del Sardinero, pero mucho menos masificados
Picos de Europa, Santillana del Mar, Potes... Cantabria tiene muchos recursos tur¨ªsticos archiconocidos. Pero ocultos entre sus bosques y sus costas aparecen otros tantos igual de encantadores pero menos trillados. Estos son doce de mi preferidos. ?Conoces alguno m¨¢s?
1. Valles pasiegos
El valle del Pas huele a sobao, a mantequilla y a quesadas. El Pas nace en Pe?as Negras, en Vega de Pas, en la vertiente norte de la cordillera Cant¨¢brica, y desemboca 57 kil¨®metros despu¨¦s en la r¨ªa de Mogro. Junto con su vecino, el Miera, forma la Comarca de los Valles Pasiegos, un territorio hist¨®rico de Cantabria donde hubo monasterios desde los albores de la Reconquista y cuyos habitantes han vivido de la ganader¨ªa trashumante. Su aislamiento, su apego a unas formas de vida ancestrales y la mala comunicaci¨®n de sus valles contribuyeron a acrecentar las leyendas sobre los pasiegos.
2. Parque natural de Oyambre
Ocupa 5.000 hect¨¢reas de acantilados, r¨ªas, marismas, dunas y llanura costera entre la r¨ªa de San Vicente de la Barquera y la r¨ªa de la Rabia. Un espacio litoral privilegiado, de los pocos que quedan intactos en el Cant¨¢brico. En sus marismas anidan zampullines, avetorillos, ¨¢nades y multitud de especies migratorias.
3. Iglesia de San Mart¨ªn de Cig¨¹enza
En medio de un paraje rural de l¨ªneas perfectas, junto a un grupo de casas que no alcanza la condici¨®n de aldea, aparece de repente, en mitad de Cantabria, un pedacito de Sudam¨¦rica. Es la iglesia de San Mart¨ªn de Tours, un bello ejemplo de arquitectura colonial. Fue mandada construir por Juan Antonio de Tagle Bracho, un vecino del pueblo que emigr¨® a Per¨² y lleg¨® a ser un alto personaje del Virreinato. Queriendo traer un pedacito de Lima a su terru?o natal, copi¨® los planos de la iglesia de las Capuchinas de la capital peruana y le encarg¨® al arquitecto una igual en Cig¨¹enza.
4. Li¨¦rganes
Li¨¦rganes fue un importante centro industrial desde el siglo XVII gracias a la f¨¢brica de Real F¨¢brica de Artiller¨ªa. Hoy su edificio emblem¨¢tico es el balneario, la estaci¨®n termal m¨¢s antigua de Cantabria (hay datos desde 1670) y lugar de post¨ªn para el veraneo de las clases pudientes del siglo XIX.
5. Playa de Berria
Una de las playas m¨¢s bonitas de Cantabria pese al enorme complejo penitencial de El Dueso, que ocupa uno de sus rincones: no hay c¨¢rcel en el mundo con mejores vistas que ¨¦sta. Berria son dos kil¨®metros y 200 metros exactos de suave arenal dorado y uniforme enmarcado por sendas pen¨ªnsulas rocosas. A un lado, el monte Buciero, que la separa de las marismas de Santo?a. A otro, el El Brusco, que pone una muralla verde entre ella y la bah¨ªa de Noja.
6. La pista del Cable a los refugios de ?liva (Picos de Europa)
Una ruta cl¨¢sica que permite descubrir las cotas altas de los Picos de Europa sin demasiado esfuerzo ya que aprovecha el telef¨¦rico de Fuente D¨¦ para salvar casi 1.000 metros de desnivel. El telef¨¦rico nos deja en el Cable, a 1.820 metros de altitud, en un gran entorno de monta?a. Desde all¨ª un carril lleva hasta las prader¨ªas de ?liva y el chalet real, construido en ¨¦poca de Alfonso XIII como refugio de caza. Luego se siguen siempre en descenso hasta Espinama por los Invernales de Ig¨¹edri.
7. Tudanca
Tudanca es un pueblo precioso, pero no un decorado de cart¨®n-piedra. Es un lugar vivo a¨²n que exhibe con orgullo su arquitectura monta?esa, da igual que sean humildes cuadras o hidalgas casonas blasonadas. Estir¨¢ndose hacia abajo, en una ladera del Nansa, encontramos los huertos rodeados de muros de piedra, las bajeras que huelen a pic¨®n y a esti¨¦rcol y las macetas que adornan ventanas de siller¨ªa en una estampa de ¡°paz solemne¡±, como las definiera Unamuno. El escritor Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo encontr¨® en una casona del siglo XVIII de Tudanca el lugar ideal para albergar su biblioteca y tambi¨¦n sus soledades.
8. Playa de Langre
Una muralla semicircular de acantilados rodea la playa de Langre, cerca de Somo. Desde lo alto de esa fortaleza de unos 25 metros de alto y estructura de hemiciclo el Cant¨¢brico se observa como algo lejano y poco amenazador. Las olas parecen abanicos de espuma que se amontona uno sobre otro en el intento agotador de lamer la fina arena de Langre, arrancar unas mil¨¦simas de tierra a los muros del acantilado y replegarse para iniciar de nuevo el ciclo.
9. La reserva del Saja-Nansa
Una gran mancha verde cuajada de hayas y robles antecede al parque nacional de Picos de Europa: la reserva natural de los valles del Saja y del Nansa. Pero a diferencia de aquel, este espacio natural protegido ofrece una orograf¨ªa mucho m¨¢s suave y dulce. La comarca est¨¢ repartida por 12 municipios c¨¢ntabros y ba?ada por los dos r¨ªos hom¨®nimos. Un paisaje ¡°del cual jam¨¢s se sacian los ojos¡±, escribi¨® Benito P¨¦rez Gald¨®s en 1876 en Cuarenta leguas por Cantabria.
10. Alto As¨®n
Un universo de pliegues verdes y sinuosos recibe al visitante en el valle de Soba, por donde corre el reci¨¦n nacido r¨ªo As¨®n. Su capital, Ramales de la Victoria, es una ciudad se?orial, de palacios y casonas. Pero Ramales y el nacimiento del As¨®n son famosas sobre todo como capital mundial de la espeleolog¨ªa. La espesa capa de roca caliza que cubre estas elevaciones orientales de Cantabria guarda algunas de las mayores simas y cavernas del mundo, como Cullalvera, el Mortero de Astrana o el complejo Cueto-Coventosa.
11. Palacio de So?anes
El valle de Carriedo, por cuyo fondo circula el r¨ªo Pisue?a, guarda uno de los mejores ejemplos del barroco civil en Cantabria. Es el palacio de So?anes, un fabuloso edificio de inspiraci¨®n italiana, fue ordenado construir por don Juan D¨ªaz de Arce, agente general de Felipe V y vecino de esta localidad, que perpetu¨® con este desenfreno de piedra y lujo el poder¨ªo de su familia. Hoy es un hotel con mucho encanto.
12. Iglesia fortaleza de Castro Urdiales
Imponente sobre un cerro que se adentra en el mar, altiva como una fortaleza, la iglesia de Santa Mar¨ªa de Castro Urdiales es el mejor ejemplo del g¨®tico en Cantabria y una de las pocas representantes de aquellos templos-fortaleza que miraban a las aguas del Cant¨¢brico. El templo ocupa el mismo espacio que ocup¨® el castro romano de Flavi¨®briga, en una peque?a pen¨ªnsula protegida por grandes acantilados.
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