El derecho al refugio y el lado correcto de la Historia
El fen¨®meno de la movilidad humana a gran escala ha venido para quedarse. Y podemos hacer dos cosas: negarlo, escondiendo la cabeza ante sus consecuencias; o trabajar para evitar el sufrimiento de los millones de afectados
Con motivo del 50 aniversario de la Convenci¨®n sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, hace 17 a?os que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidi¨® que, a partir de 2001, el 20 de junio sea el D¨ªa Mundial de los Refugiados y Desplazados Forzosos. Conmemora y pretende sensibilizar sobre los millones de personas que se ven obligadas a abandonar, transitar y ubicarse en lugares diferentes a los de su origen.
En los ¨²ltimos a?os se han producido hechos cerca de Europa que nos han mostrado en toda su crudeza esta realidad, la que lleva a muchos miles de personas a moverse para buscar ni tan siquiera una vida m¨¢s digna, sino simplemente un lugar donde poder vivir. Esta situaci¨®n ha generado no pocas reacciones y ha originado un debate ¨¦tico que hasta ahora quedaba relegado a ciertos entornos activistas y reivindicativos. Ahora es uno de los acontecimientos que marcan los debates pol¨ªticos y se encuentra entre las principales preocupaciones delos europeos. Nos ha empujado a posicionarnos y a definir el lado de la Historia en el que queremos estar. En nuestro caso, sin la menor duda, queremos estar simplemente en el lado correcto. Nosotros, como todas las personas que nos apoyan, como otro n¨²mero importante de organizaciones, queremos decir que s¨ª, que estamos haciendo algo, que queremos ayudar a las personas vulnerables, sin preguntarles por qu¨¦ lo son, o porqu¨¦ huyen, sino simplemente que nos preocupa qu¨¦ va a ser de ellos.
Podemos pensar que la actual crisis de refugiados es algo coyuntural que terminar¨¢ una vez termine el conflicto en Oriente Medio. Sin embargo, todo apunta a que el fen¨®meno de la movilidad humana a gran escala ha venido para quedarse como algo estructural. Por tanto, podemos hacer dos cosas: negarlo, escondiendo la cabeza ante sus consecuencias, o trabajar para que todos saquemos lo mejor de este nuevo contexto y, sobre todo, evitar el sufrimiento de los millones de afectados, casi siempre los grupos m¨¢s vulnerables. Nosotros apostamos por esto ¨²ltimo.
Actualmente hay 20 millones de desplazados internacionales, a los que se suman otros 40 millones de personas que componen las cifras de desplazamiento interno o retornado. La guerra en Siria y el conjunto de Oriente Pr¨®ximo, as¨ª como la inestabilidad en amplias regiones africanas sostendr¨¢n sin duda estos n¨²meros en los pr¨®ximos a?os. Un cambio repentino en alguno de estos conflictos podr¨ªa alterar de manera tangible la intensidad de los flujos migratorios, pero el hecho de haber abierto ciertas v¨ªas y la debilidad institucional de los pa¨ªses de tr¨¢nsito sugieren que el futuro se parecer¨¢ m¨¢s a lo que estamos viviendo ahora que a lo que hemos vivido a?os atr¨¢s. Para muestra, el caso de Sud¨¢n del Sur. El conflicto ha provocado 1,9 millones de personas desplazadas internamente y m¨¢s de 1,5 millones han buscado refugio mayoritariamente en Uganda (m¨¢s del 50%) y a continuaci¨®n en Etiop¨ªa, Sud¨¢n, Kenia, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y Rep¨²blica Centroafricana. Solo a Uganda han llegado cada d¨ªa una media de 2.063 personas y aun as¨ª es un ejemplo de regulaci¨®n migratoria. Las personas que se refugian en su territorio cuentan con pr¨¢cticamente los mismos derechos que las personas de nacionalidad ugandesa, teniendo derecho a libertad de movimiento, a trabajar si encuentra una ocupaci¨®n y a que le sea cedido un terreno para que pueda asentarse.
Adem¨¢s de los conflictos, las crisis de tracto lento -por situaciones de violencia continuada o los efectos del cambio clim¨¢tico- provocan millones de desplazamientos forzados
A esto hay que a?adir otro factor: las llamadas crisis de desarrollo lento, en las que el deterioro del clima y los recursos naturales, la violencia cotidiana y la fragilidad de los medios de vida espolean la b¨²squeda de alternativas a trav¨¦s de la emigraci¨®n. Estos procesos son menos medi¨¢ticos que los flujos de refugiados formales, pero su importancia no puede ser desde?ada. En este caso tenemos como organizaci¨®n una participaci¨®n muy directa en el fen¨®meno. Trabajamos desde hace a?os en el denominado Tri¨¢ngulo Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador) y vivimos la realidad de los desplazamientos forzados por nuevas formas de violencia y crimen organizado. Solo en 2016, seg¨²n datos de Naciones Unidas, existen 164.000 refugiados y solicitantes de asilo, casi diez veces m¨¢s que en los ¨²ltimos cinco a?os. Solo en esta zona, se estima que 450.000 migrantes ingresaron a M¨¦xico en forma irregular, sin acceso a mecanismos de protecci¨®n nacional e internacional. Un fen¨®meno que encajar¨ªa en la categor¨ªa de refugiados migrantes.
El clima se est¨¢ convirtiendo en otro de los grandes detonantes de la migraci¨®n forzada. De hecho, muchas de las personas que dejan su hogar lo hacen por razones medioambientales, relacionadas con la variabilidad clim¨¢tica y las cat¨¢strofes naturales que ponen en riesgo sus vidas y provocan la p¨¦rdida de sus medios de vida. Un ejemplo fue el fen¨®meno global de El Ni?o que entre 2015 y 2016 ha afectado a 60 millones de personas, seg¨²n la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (UN-OCHA). Grandes inundaciones en Paraguay, escasez de arroz en Filipinas, sequ¨ªa en Etiop¨ªa y la reducci¨®n de los monzones en la India son solo algunos ejemplos. En Etiop¨ªa, donde Ayuda en Acci¨®n lleva trabajando este problema desde hace m¨¢s de 10 a?os, 120.000 personas se desplazaron el a?o pasado debido a las inundaciones relacionadas con el fen¨®meno de El Ni?o.
En conclusi¨®n, debemos entender que quien se sube en una lancha neum¨¢tica de juguete para cruzar con sus hijos peque?os el Mediterr¨¢neo, o los manda tan solo acompa?ados de un coyote para que pasen ilegalmente la frontera mexicana o estadounidense, tiene motivos para hacerlo. Y esto nos debe llevar a un debate ¨¦tico fundamental acerca del derecho a emigrar y la prelaci¨®n de derechos fundamentales, porque los conflictos migratorios no son otra cosa que conflictos de derechos. Su derecho al desarrollo frente a nuestro derecho a conservar los privilegios y las sociedades que hemos construido con tanto esfuerzo. Del modo en el que ordenemos estos derechos de acuerdo a su importancia depender¨¢ este debate en el futuro y nos colocar¨¢ en el lado correcto o incorrecto de la Historia.
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