Mi hijo sordo puede o¨ªr
Implantes cocleares para beb¨¦s en ambos o¨ªdos, aud¨ªfonos digitales, frecuencias moduladas que conectan lo que dice el profesor con lo que escucha el alumno, bucles inductivos¡ Los avances m¨¦dicos y t¨¦cnicos han cambiado de tal forma la vida de los ni?os que nacen con sordera profunda que a veces es casi imposible distinguir su habla de la de un oyente. Acompa?amos a dos familias para ver hasta d¨®nde llega esta revoluci¨®n tecnol¨®gica que ha recuperado uno de los cinco sentidos.
JAVIER HERNANDO nunca hab¨ªa escuchado el trino de los p¨¢jaros o una cafetera en el fuego. No sab¨ªa c¨®mo sonaba un papel que se arruga, la lluvia golpeando sobre el coche, una cuchara removiendo el caf¨¦, la ropa cuando se roza, el zumbido de la nevera¡ Ni siquiera pod¨ªa imaginar que su propia respiraci¨®n pudiera o¨ªrse.
Escuch¨® estos sonidos por primera vez hace nueve a?os, con los 32 ya cumplidos. Hasta entonces, por una sordera profunda de nacimiento, solo hab¨ªa logrado percibir, con sus aud¨ªfonos, golpes fuertes o sonidos altos pero poco precisos. Una intervenci¨®n quir¨²rgica y un implante en su o¨ªdo interno abrieron su mente adulta a un universo de sonidos. Como un miope que se pone gafas, comenz¨® a descubrir lo que pasaba a su alrededor.
¡ªEs algo m¨¢gico ¡ªrecuerda¡ª. Pero no basta con el implante para que todo cambie. El efecto no es inmediato. Luego hay que aprender a escuchar.
Tuvo que interiorizar de d¨®nde proced¨ªa cada sonido; ir grabando qu¨¦ era cada cosa, qu¨¦ significado ten¨ªa. El ruido de la lavadora o un trueno pueden ser muy inquietantes hasta que el cerebro sabe c¨®mo contextualizarlos. Muy poco a poco, con paciencia y mucha rehabilitaci¨®n, Javier empez¨® a descodificar el mundo con un sentido nuevo que hasta entonces apenas hab¨ªa usado.
?l habla despacio y lee los labios de su interlocutor. Le cuesta pronunciar algunas palabras y ve la tele leyendo los subt¨ªtulos. No puede cantar ni apreciar la m¨²sica. Su capacidad auditiva ha dado un inmenso paso adelante, pero no escucha ni habla igual que una persona que naci¨® oyendo. Ha pasado m¨¢s de 30 a?os en un mundo de sonidos limitados.
Despu¨¦s del implante hay que aprender a escuchar¡±, explica Javier Hernando. Se debe interiorizar y grabar cada sonido, darle un significado concreto.
Junto a ¨¦l, una tarde de mayo, juegan en el patio de su chalet de una bonita urbanizaci¨®n de Majadahonda (Madrid) sus tres hijos, Iv¨¢n, Alberto y Javier, de siete, cinco y tres a?os. Todos, sordos profundos de nacimiento. Todos, con implantes cocleares desde que ten¨ªan un a?o. Antes casi de saber caminar los metieron en un quir¨®fano para hacerles una operaci¨®n con anestesia general sobre el hueso del cr¨¢neo que en principio les va a permitir o¨ªr el resto de sus d¨ªas.
Cuando los ni?os se ponen a hablar, muestran una capacidad ling¨¹¨ªstica asombrosa. Tanta, que por mucha atenci¨®n que se ponga, es dif¨ªcil distinguirlos de cualquier ni?o oyente de su edad. La tecnolog¨ªa y los avances m¨¦dicos han creado un nuevo paradigma vital para ellos. ¡°Estamos viviendo una revoluci¨®n¡±, dice Marta Rodr¨ªguez Pina, esposa de Javier y madre de los ni?os, sorda tambi¨¦n, con un implante desde que ten¨ªa 20 a?os. ¡°Mis hijos oyen desde que eran beb¨¦s. Eso lo cambia todo¡±.
pulsa en la foto Javier Hernando y Marta Rodr¨ªguez Pina con sus tres hijos, Iv¨¢n, Alberto y Javier, de siete, cinco y tres a?os. Los cinco son sordos, e implantados. Oliver Haupt
El matrimonio sab¨ªa ya, antes de que naciera el primer ni?o, que no hab¨ªa ninguna posibilidad de que concibieran un hijo que pudiera o¨ªr porque los dos son portadores de un gen que provoca sordera. ¡°As¨ª que antes de dar a luz ya est¨¢bamos movi¨¦ndonos para preparar la intervenci¨®n¡±, recuerda Marta. No hubo dudas. Quer¨ªan que los ni?os pudieran o¨ªr cuanto antes; que tuvieran una vida lo m¨¢s f¨¢cil posible, con acceso a todo; que aprendieran a cantar y a hablar otros idiomas.
¡ªLa infancia de mis hijos est¨¢ siendo muy distinta a la m¨ªa ¡ªdice Marta, de 35 a?os.
Ella, hija de m¨¦dicos, sin antecedentes de sordera en la familia, naci¨® en Ciudad Real. Pas¨® su ni?ez y adolescencia con aud¨ªfonos en colegios no especializados. Recibi¨® apoyo: logopedia cuatro d¨ªas a la semana en su ciudad y un quinto en Madrid en el centro Entender y Hablar, pero no o¨ªa apenas. Trataba de no perderse cosas, pero era complicado. Iba al cine acompa?ada de una amiga que le iba narrando lo que se dec¨ªa en la pantalla.
¡ªTanto Javier como yo hemos ido a la universidad. ?l trabaja ahora en la empresa de su familia y yo tengo una plaza de funcionaria como fisioterapeuta, pero todo ha sido gracias a un empe?o muy grande. Pas¨¦ a?os copiando los apuntes de mis compa?eras y estudiando por mi cuenta, porque no entend¨ªa a los profesores.
¡ªA m¨ª me costaba hablar, participar ¡ªa?ade, a su lado, Javier¡ª. Y hab¨ªa muchas barreras en la comunicaci¨®n con los dem¨¢s, me pon¨ªa tenso a menudo. Todo era m¨¢s dif¨ªcil. Decid¨ª implantarme un d¨ªa en el que en una reuni¨®n de trabajo no me enter¨¦ de nada.
Sus hijos ven los dibujos animados sin subt¨ªtulos, hablan por tel¨¦fono (y el mediano, Alberto, por los codos), corren mientras se van gritando entre ellos, cantan, aprenden ingl¨¦s y m¨²sica¡ Y a veces les dicen a sus padres que hablan ¡°mal¡± o ¡°raro¡±. Saben que ellos tienen m¨¢s agilidad, que pronuncian mejor, que oyen con mayor nitidez. Durante la cena, van charlando:
¡ª?Est¨¢ rico el helado?
¡ªBuen¨ªsimo. ?No hab¨ªamos tomado desde el verano!
¡ªMa?ana si hace bueno podr¨ªamos ir al Pardo y llevarnos las bicis, ?qu¨¦ os parece?
¡ªNo s¨¦. Yo prefiero ir a la casa de Nicol¨¢s.
¡°Se trata de uno de los desarrollos m¨¦dicos m¨¢s importantes del siglo XX¡±, dice Rub¨¦n Polo, responsable de implantes cocleares del Ram¨®n y Cajal.
Los ni?os se dirigen a sus padres m¨¢s despacio y mir¨¢ndolos a la cara, conscientes, a pesar de lo peque?os que son, de las mayores dificultades de los adultos. Ellos est¨¢n creciendo en otro mundo sonoro. El ¨²nico indicio de su sordera para alguien no experto en la materia son los dos implantes que lleva cada uno, de los que solo se ven unas placas redondas imantadas en la cabeza y otra parte del aparato en forma de petaca que se sujeta con una pinza a la ropa, a la altura del hombro (en otros casos, cuelga de las orejas).
El cirujano que ha operado a Javier Hernando y a sus tres hijos es Rub¨¦n Polo, responsable de implantes cocleares del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid. ¡°Desde mi punto de vista, se trata de uno de los desarrollos m¨¦dicos m¨¢s importantes del siglo XX¡±, opina. ¡°Ha habido pocos inventos de esta magnitud¡±.
La revoluci¨®n se ha ido produciendo poco a poco, sin grandes alharacas. Los primeros implantes se hicieron en los a?os cincuenta, y a Espa?a llegaron en los ochenta y noventa. El Ram¨®n y Cajal, por ejemplo, hizo el primero en 1991. Pero solo se llevaban a cabo con sordos adultos ¡°poslocutivos¡±: personas que han escuchado en alg¨²n momento y han perdido la audici¨®n. Luego los hospitales empezaron a operar a adultos nacidos sordos si hab¨ªan tenido alguna estimulaci¨®n auditiva previa (con aud¨ªfonos o pr¨®tesis). M¨¢s tarde se empez¨® con los ni?os y cada vez se fue rebajando m¨¢s la edad hasta llegar a la situaci¨®n actual, en la que se ponen los implantes en torno al a?o de vida; incluso antes en algunos casos. Al principio se hac¨ªa primero en un o¨ªdo y despu¨¦s en el otro; ahora es habitual que sean simult¨¢neos. Antes los implantes eran grandes, gruesos y farragosos; cada vez son m¨¢s finos, c¨®modos y con mejor calidad de sonido.
Oliver HauptDaniel D¨ªaz Ruiz (a la derecha) tiene siete a?os y es compa?ero de clase de Iv¨¢n Hernando en el colegio madrile?o Tres Olivos, con un 10% de alumnos sordos. ?l tambi¨¦n lo es, y lleva implantes cocleares desde que ten¨ªa un a?o. Ambos acuden dos d¨ªas por semana a una extraescolar de yudo en la escuela. Los ni?os est¨¢n perfectamente integrados.Oliver Haupt
Junto a Polo, en un despacho del Ram¨®n y Cajal, est¨¢ Ignacio Cobeta, jefe de servicio de otorrinolaringolog¨ªa. ¡°Operar a ni?os tan peque?os supone hacerlo en el momento de mayor plasticidad cerebral del ser humano, cuando se aprende el lenguaje¡±, explica. ¡°Es cuando se consiguen resultados m¨¢s espectaculares en la inteligibilidad del habla y en la capacidad de comunicaci¨®n oral¡±.
Las familias suelen expresar mucho nerviosismo por meter en un quir¨®fano a su peque?o beb¨¦, pero Polo asegura que, en manos expertas, el riesgo de la operaci¨®n se reduce al m¨ªnimo. ¡°Puede pasar, pero en mis siete a?os como coordinador de la unidad no recuerdo un solo caso de complicaci¨®n grave. Es m¨¢s habitual que se estropee el implante, o que no funcione y haya que volver a ponerlo, aunque la tasa de fallo est¨¢ por debajo del 5%¡±.
El mecanismo por el que o¨ªmos es relativamente sencillo. Las ondas sonoras atraviesan el o¨ªdo externo y llegan al t¨ªmpano, que empieza a vibrar. Esa vibraci¨®n se transmite por el o¨ªdo medio hasta llegar a la c¨®clea, donde las c¨¦lulas ciliadas la convierten en impulsos el¨¦ctricos que se env¨ªan al nervio auditivo y de ah¨ª al cerebro, que interpreta esa se?al como un sonido reconocible.
Cuando las c¨¦lulas ciliadas est¨¢n da?adas, la persona no oye. El implante coclear trata, de alguna forma, de sustituirlas. Para ello, el paciente lleva por fuera un procesador con micr¨®fonos que capta los sonidos y los convierte en un c¨®digo digital y una bobina que lo transmite hasta otro dispositivo, que es el que se coloca quir¨²rgicamente debajo de la piel. Esa parte interna recibe el c¨®digo, lo convierte en se?ales el¨¦ctricas y lo env¨ªa al nervio auditivo a trav¨¦s de un haz de electrodos que el cirujano ha colocado en la c¨®clea. Y se hace el milagro.
Cuando les conectan el implante, algunos beb¨¦s lloran, otros se r¨ªen, otros ponen cara de sorpresa, otros dan patadas¡ Cada uno expresa el cambio a su manera.
La intervenci¨®n dura entre una hora y media y tres, aproximadamente. En el Ram¨®n y Cajal, la logopeda y audi¨®loga Auxiliadora Guti¨¦rrez, tambi¨¦n en quir¨®fano, comprueba que todo funcione correctamente antes de que el cirujano cierre. ¡°Luego, el paciente suele recibir el alta a las 24 o 48 horas y la herida tarda en cicatrizar un mes¡±, explica. ¡°Entonces se programa y activa el implante. Normalmente se va adaptando de forma progresiva lo que la persona escucha para que se vaya familiarizando poco a poco con los sonidos¡±. La logopeda relata con mucha emoci¨®n c¨®mo reaccionan los beb¨¦s ante su primera audici¨®n: ¡°Algunos lloran, otros se r¨ªen, otros dan patadas, otros ponen cara de sorpresa, otros muerden. Cada uno lo expresa a su manera, pero todos notan que hay un cambio f¨ªsico importante, sienten algo nuevo¡±.
Unos 360 millones de personas ¡ª32 millones, ni?os¡ª padecen p¨¦rdidas de audici¨®n discapacitante, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Algunas son cong¨¦nitas y otras adquiridas. Cinco de cada mil beb¨¦s nacen con hipoacusia en distinto grado; uno de cada mil, con sordera severa o profunda.
¡°En principio, la operaci¨®n es apta para cualquier persona salvo que exista alguna malformaci¨®n severa en la c¨®clea, esta no exista o no haya nervio auditivo¡±, a?ade Polo. ¡°Pero m¨¢s o menos el 90%-95% de los ni?os que nacen con sordera profunda pueden ser implantados¡±. Su hospital opera cada a?o a entre 25 y 30 personas. La evoluci¨®n depende tambi¨¦n de si el paciente tiene alguna otra patolog¨ªa asociada. ¡°Cuando solo hay sordera, los resultados son impresionantes¡±, afirma. La intervenci¨®n, que en una cl¨ªnica privada puede costar entre 20.000 y 40.000 euros, la financia la sanidad p¨²blica en todas las comunidades, aunque las familias piden m¨¢s ayudas para los repuestos y todo el mantenimiento que hace falta, que en el caso de ni?os peque?os suele ser mayor.
Despu¨¦s del implante empieza el trabajo m¨¢s arduo: la logopedia y la estimulaci¨®n ling¨¹¨ªstica. Muchos lo resumen de una forma simple: hay que hablarles, y hablarles, y hablarles sin parar.
Los tres ni?os Hernando asisten al colegio Tres Olivos, en Madrid, donde un 10% de los alumnos son sordos. Iv¨¢n, el mayor, est¨¢ en primero de primaria. En su clase hay tres ni?os m¨¢s con problemas auditivos. Uno de ellos es su mejor amigo: Dani, un chaval moreno, extrovertido y simpatiqu¨ªsimo. Est¨¢n siempre juntos. Se les ve a menudo corriendo por ah¨ª con los implantes en su cabeza, gritando a sus compa?eros de f¨²tbol y baloncesto. Dani prefiere las clases; Iv¨¢n, el recreo. A los dos les gustan las matem¨¢ticas y el yudo. Y cantar de pie en la clase a grito pelado con el profesor de ingl¨¦s cuando pone canciones en la pizarra digital. Tienen siete a?os.
pulsa en la foto Ana Bel¨¦n Ruiz y Juan Gerardo D¨ªaz son los padres de Daniel. En la foto, los tres con la hija mayor, Roc¨ªo, de nueve a?os, en el patio de su casa de Las Tablas (Madrid). Oliver Haupt
Las clases est¨¢n preparadas para facilitarles el aprendizaje. Antes de que la profesora empiece a hablar activan ¡°el FM¡±: conectan su implante a la frecuencia de un micr¨®fono que lleva la maestra. En el aula hay un sem¨¢foro de decibelios que muestra cu¨¢ndo hay demasiado ruido, una situaci¨®n muy molesta para un ni?o sordo porque le cuesta m¨¢s centrarse en aquello que quiere escuchar. Y no se bajan mucho las persianas para que los ni?os puedan leer los labios si lo necesitan. En el gimnasio, donde Iv¨¢n y Dani hacen yudo y educaci¨®n f¨ªsica, hay un bucle inductivo que transforma la se?al de audio del recinto en un campo magn¨¦tico al que pueden conectarse un aud¨ªfono o un implante coclear ¡ªse utiliza tambi¨¦n en museos y aulas de conferencias¡ª.
Adem¨¢s, los profesores hablan despacio, vocalizando mucho. Y utilizan como apoyo la palabra complementada (un lenguaje manual basado en los fonemas del habla) o la comunicaci¨®n bimodal (que usa signos conceptuales pero respeta la estructura del lenguaje oral). Son ¡°sistemas aumentativos de la comunicaci¨®n¡±, explica Mar¨ªa Dolores Bermejo, de 42 a?os, pedagoga del centro. Ella es sorda e hija de sordos, implantada hace dos a?os por primera vez y hace seis meses la segunda. Insiste en la importancia de las intervenciones tempranas. ¡°Cuando un ni?o empieza a o¨ªr siendo muy peque?o, su desarrollo puede ser casi igual al de un oyente¡±.
La vida de este colectivo est¨¢ cambiando muy profundamente de generaci¨®n en generaci¨®n. Los ni?os que nacen ahora tienen m¨¢s facilidades de las que tuvo Mar¨ªa Dolores, pero ella a su vez ha tenido una vida mucho m¨¢s f¨¢cil que la de sus padres. ¡°Imag¨ªnate lo que era nacer sordo en los a?os cuarenta o cincuenta¡±, relata. ¡°Mi padre apenas pudo estudiar, no lleg¨® a la secundaria. Cuando lee o ve las noticias en la tele, no comprende muchas cosas; no puede ir al cine ni al teatro si no hay subt¨ªtulos¡ Todo eso te a¨ªsla, tiene implicaciones sociales y psicol¨®gicas muy profundas. Limita tu visi¨®n del mundo¡±.
¡°Hemos pasado de llorar pensando que el ni?o no iba a hablar a llorar porque no calla un momento¡±, bromea Ana Bel¨¦n Ruiz, la madre de Daniel.
A primera hora de la ma?ana, Iv¨¢n y Dani salen a una clase de logopedia con Adoraci¨®n Ju¨¢rez, la directora del centro, Dori para los ni?os. Est¨¢n juntos los siete ni?os de primero de primaria con dificultades auditivas. Hoy trabajan la voz, cantan canciones y cuentan lo que han desayunado. Uno asegura que ha tomado cinco tostadas y cuatro vasos de leche. ¡°?Qu¨¦ diferencia hay entre me gusta comer mucho y me gusta mucho comer?¡±, les pregunta Ju¨¢rez. Luego aprenden dos palabras nuevas: exquisito y precipitar. ¡°Estos ni?os necesitan un aprendizaje de las palabras m¨¢s consciente¡±, explica. ¡°Es muy importante, porque captan menos lo que se dice a su alrededor. Deben adem¨¢s ser proactivos con su discapacidad, saber lo que tienen y asumirlo. Aqu¨ª son todos iguales, pero conociendo las diferencias de cada uno¡±.
¡ª?Qu¨¦ pasa cuando no llevas el implante? ¡ªle pregunta la directora a Dani.
¡ªPues que no oigo nada ¡ªresponde con naturalidad.
Solo se lo quita para dormir, ducharse y vestirse. En ese momento, vuelve a hacerse el silencio. Por la noche sus padres recargan la bater¨ªa para que le aguante todo el d¨ªa, como si fuera un tel¨¦fono m¨®vil.
Dani es el segundo hijo de Ana Bel¨¦n Ruiz y Juan Gerardo D¨ªaz. Los dos oyen y no hay ning¨²n caso de sordera en sus familias. El beb¨¦ naci¨® prematuro. Cuando le hicieron la prueba de hipoacusia que llevan a cabo los hospitales por protocolo, no sali¨® bien. Pero no estaban seguros del problema. Con dos meses lleg¨® el diagn¨®stico definitivo: cofosis bilateral. Daniel no o¨ªa nada ni podr¨ªa o¨ªr en el futuro. Por suerte, era pronto.
¡°Aparte de los avances t¨¦cnicos, en la mejora del tratamiento de la sordera ha sido fundamental el programa de detecci¨®n precoz que se aprob¨® para todas las comunidades aut¨®nomas en 2003¡±, explica Carmen J¨¢udenes, directora de Fiapas, la Confederaci¨®n Espa?ola de Asociaciones de Familias de Personas Sordas. ¡°Pasaron 10 a?os hasta que se implant¨® en todas ellas, pero es algo b¨¢sico. El lenguaje tiene un periodo cr¨ªtico de desarrollo, y la estimulaci¨®n temprana es esencial¡±.
Los padres de Dani no sab¨ªan nada sobre el tema, as¨ª que empezaron a preguntar. ¡°Cada uno nos dec¨ªa una cosa distinta¡±, recuerda Ana. ¡°Por un lado est¨¢ la cultura sorda de toda la vida, centrada en el lenguaje de signos, y por otro los oralistas, que prefieren que el ni?o hable lo m¨¢s posible¡±. Para algunos, la sordera es una discapacidad que tratan de compensar. Para otros, se trata tambi¨¦n de un elemento identitario.
¡°En Fiapas hay familias de todo tipo¡±, dice J¨¢udenes. ¡°Algunas, la mayor¨ªa, ponen el ¨¦nfasis en la oralidad y el uso de pr¨®tesis auditivas; otros, en el lenguaje de signos. La elecci¨®n no es neutra. En todo caso, lo que hoy en d¨ªa no tendr¨ªa mucho sentido es que los recursos tecnol¨®gicos no se pongan al alcance de los ni?os para abrir ante ellos todas las opciones educativas y formativas, primero, y de acceso al empleo despu¨¦s¡±.
La Fundaci¨®n CNSE (Confederaci¨®n Estatal de Personas Sordas) es de las que m¨¢s insisten en que no se deje de lado el lenguaje de signos. ¡°Cuantos m¨¢s recursos tengan los ni?os, mejor¡±, opina la coordinadora de investigaci¨®n y materiales en lengua de signos, Mar¨ªa Ar¨¢nzazu D¨ªez. ¡°Todo suma, y el empleo de esta lengua beneficia a un porcentaje importante del alumnado sordo¡±.
¡°Gracias a los avances tecnol¨®gicos, la audici¨®n cada vez es m¨¢s natural, y los resultados, m¨¢s satisfactorios¡±.
Ana y Juan Gerardo operaron a Daniel con 14 meses. Su padre llora a¨²n al recordar aquel momento. Siete meses despu¨¦s le pusieron el segundo implante. ¡°Fueron a?os muy duros, yo incluso dej¨¦ el trabajo. Pero hemos pasado de llorar pensando que el ni?o no iba a hablar nunca a llorar porque no calla un momento¡±, bromea Ana. ¡°Daniel ahora va a clases de ingl¨¦s y de matem¨¢ticas fuera del colegio con ni?os oyentes, sin ning¨²n apoyo¡±, a?ade su padre. ¡°Es capaz de integrarse en cualquier entorno¡±. En casa viven con Kyra, un perro-signo; una labrador que despierta por las ma?anas a Dani con lametones o le avisa de que suena el timbre o el tel¨¦fono por si no lleva el implante. ?l, al igual que Iv¨¢n y sus hermanos, sabe leer los labios y conoce el lenguaje de signos. Para las dos familias es importante que los chavales no queden desprotegidos si la tecnolog¨ªa falla.
Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo se oye con estos aparatos. Yanina Abances, audi¨®loga de GAES, empresa que suministra implantes auditivos y soporte cl¨ªnico-t¨¦cnico a algunos hospitales, explica que ¡°cuando se implantan pacientes con experiencia auditiva previa, algunos dicen que el sonido es m¨¢s met¨¢lico o robotizado y otros no notan tanta diferencia¡±. ¡°C¨®mo se escucha depende de muchos factores: la etiolog¨ªa de la sordera, la plasticidad cerebral, la programaci¨®n del dispositivo, la rehabilitaci¨®n posterior¡¡±, a?ade. ¡°En todo caso, gracias a los avances tecnol¨®gicos, la audici¨®n cada vez es m¨¢s natural, y los resultados, m¨¢s satisfactorios¡±.
Leo, de dos a?os, es el m¨¢s peque?o de la escuela Tres Olivos con implantes. Est¨¢ empezando ya a decir sus primeras palabras, y le encanta escuchar cuentos y canciones. ¡°Es una gozada ver su evoluci¨®n, su reacci¨®n ante los sonidos¡±, dice la maestra, Susana Garc¨ªa, mientras el ni?o trepa por las colchonetas durante su clase de psicomotricidad. ¡°Se nota en la expresi¨®n de su cara cu¨¢ndo oye lo que pasa a su alrededor y cu¨¢ndo no¡±.
Dani, Leo y los hermanos Hernando viven una situaci¨®n privilegiada: un pa¨ªs con una buena sanidad p¨²blica, un colegio especializado y familias totalmente volcadas. Dentro de Espa?a, cada escuela es un mundo y unas ayudan m¨¢s que otras en la integraci¨®n y en la imprescindible rehabilitaci¨®n. Fuera, desde la OMS se alerta de que ¡°la producci¨®n actual de estos dispositivos [implantes y aud¨ªfonos] cubre menos del 10% de las necesidades globales y, en los pa¨ªses en desarrollo, menos de una de cada 40 personas que los precisan los llevan¡±.
?Cu¨¢l es el futuro? ¡°La investigaci¨®n en implantes trabaja la miniaturizaci¨®n de los aparatos, busca que solo tengan parte interna, que el tratamiento del sonido sea cada vez mejor y que, al igual que nuestros o¨ªdos se comunican entre s¨ª, puedan hacerlo tambi¨¦n los dos procesadores de una misma persona¡±, responde el doctor Polo. ¡°A largo plazo, la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre habr¨¢ que ver hasta d¨®nde llega¡±.
¡°El reto est¨¢ ahora en lograr la igualdad total¡±, opina la directora del colegio Tres Olivos, Ju¨¢rez. ¡°Mi sue?o es ver alg¨²n d¨ªa a un presidente del Gobierno sordo¡±. En el aula de al lado, una peque?a orquesta ensaya la funci¨®n de fin de curso. Tres chicas adolescentes tocan la flauta, muy afinadas. Por detr¨¢s de sus coletas, se adivina la forma inequ¨ªvoca de sus implantes cocleares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.