Rompiendo barreras
De festejar la vida han pasado a celebrar la sana convivencia entre culturas que, aparentemente, no tienen muchas coincidencias. Esta es la historia de entendimiento entre vecinos del barrio de las Mil Viviendas de Alicante
Que la alegr¨ªa no tiene fronteras y que la risa derriba cualquier barrera son hechos indiscutibles, como lo es tambi¨¦n que la solidaridad une con lazos resistentes al tiempo y al olvido. Y estas caracter¨ªsticas, de las m¨¢s nobles en el ser humano, son el hilo conductor por el que algo m¨¢s de quinientas personas de distintas nacionalidades ¡ªincluida la espa?ola¡ª, paulatinamente se han ido acercando en torno la Asociaci¨®n Grupo de Acci¨®n y Desarrollo Solidario con el proyecto com¨²n de unir esfuerzos para el progreso colectivo.
Todo comenz¨® cuando en el 2009 la crisis oblig¨® a Leonora Casta?o y a su esposo Luis Carlos Acero, l¨ªderes sociales colombianos refugiados en Espa?a hace 13 a?os, a dejar su lugar de residencia de Benal¨²a, un hist¨®rico barrio de la ciudad de Alicante (Comunidad Valenciana). Llegaron a la populosa zona conocida como Las Mil Viviendas, una barriada marginal en la que cerca de cuatro mil personas cohabitan enfrentando d¨ªa a d¨ªa el grave riesgo de la exclusi¨®n social.
Arribaron al barrio buscando un lugar m¨¢s econ¨®mico en el que pudieran, adem¨¢s de vivir con sus dos hijos adolescentes, seguir adelante con la asociaci¨®n que a?os atr¨¢s echaron a andar en Albacete junto con algunos l¨ªderes sociales y activistas de Amnist¨ªa Internacional. En el intento de dar continuidad a su trabajo social en defensa de la vivienda digna, mediante acciones encauzadas a evitar los desahucios, llegaron a la zona norte de la ciudad a convivir en un edificio en el que la mayor¨ªa de sus habitantes eran ciudadanos colombianos (hoy, lo son todos). En la barriada, ubicada en una zona deprimida social y econ¨®micamente, se mezclan nacionalidades y culturas de muchos y muy dispares puntos de la geograf¨ªa mundial. Caminar por sus calles es descubrir c¨®mo se habla el castellano con distintos acentos latinoamericanos, de Europa del Este y c¨®mo se pronuncia en los diferentes dialectos africanos o ¨¢rabes, entre muchos otros incluido, como no, el particular deje gitano.
Llegar a un sector en el que el liderazgo ejercido por la poblaci¨®n gitana hac¨ªa tensa la convivencia en el vecindario, fue un reto que no siempre se sabore¨® f¨¢cil. Se tuvieron que enfrentar a algunas dificultades, no solo por la situaci¨®n de aislamiento en que viv¨ªan los gitanos respecto de los otros colectivos, que de por s¨ª ten¨ªan fuerte inclinaci¨®n al gueto, si no porque la alta tasa de desocupaci¨®n en la mayor¨ªa de los habitantes de la zona conllevaba la precariedad en la seguridad del entorno. A esta realidad Leonora y Luis Carlos tuvieron que hacer frente buscando puentes que unieran los puntos en com¨²n de la poblaci¨®n, de manera que la convivencia resultara pac¨ªfica y segura para todos.
Como asociaci¨®n ten¨ªan claro que una de sus prioridades ser¨ªa vincular a la poblaci¨®n a actividades que cohesionaran afinidades comunes. De esta forma, vieron que la importancia que daban ellos, como colectivo colombiano, a las fechas importantes (cumplea?os, fiestas patrias, navidades, etc.) celebr¨¢ndolas siempre con una fiesta, contrastaba con la alegr¨ªa innata del pueblo gitano, o africano, para quienes la fiesta tambi¨¦n forma parte de su tradicional cultura. As¨ª, a las celebraciones de los colombianos, en las que comenzaron a invitar a algunos gitanos del vecindario, se fueron uniendo residentes de distintas nacionalidades tanto de Am¨¦rica, ?frica o Europa del Este, quienes a su vez, paulatinamente fueron vinculando a m¨¢s vecinos. Y as¨ª, hoy en d¨ªa ya suman m¨¢s de quinientos los miembros de la asociaci¨®n que se han unido, adem¨¢s de por la alegr¨ªa del festejo, por la solidaridad en la que hoy centran su actividad.
Mercadillo solidario
A partir de las reuniones de celebraci¨®n en el patio de la casa de los colombianos, los asociados gestionaron ante el due?o del edificio, ubicado en la calle diputado Jos¨¦ Luis Barcelona, la cesi¨®n de un local vac¨ªo en el bajo del inmueble. En ¨¦l comenzaron a vender ropa y objetos donados de segunda mano, recibidos no solo de Alicante si no de otros puntos de Espa?a, as¨ª como algunos que ellos mismos reciclaban o recog¨ªan en mudanzas o desahucios. Y es en este punto donde comienza la acci¨®n solidaria entre los vecinos, pues se consider¨® que el producto de la venta se deb¨ªa destinar para colaborar cubriendo necesidades b¨¢sicas y de alimentaci¨®n de los habitantes m¨¢s necesitados del sector. En uno de los ¡°da?os¡± colaterales de la crisis, el edificio pas¨® a manos de un banco y, gracias a la experiencia de Luis Carlos Acero en su activismo en la Plataforma Stop Desahucios, lograron asegurar la continuidad del mercadillo con el nuevo acreedor del inmueble, consiguiendo que la entidad finalmente les permitiera su uso y disfrute sin ning¨²n coste.
El entendimiento entre las distintas culturas se debe a la comprensi¨®n de los c¨®digos y lenguajes de cada colectivo
As¨ª naci¨® hace tres a?os el rastrillo solidario, que gracias al trabajo voluntario y dedicaci¨®n constante de Isabel Amador, la gitana mayor, permanece abierto todos los d¨ªas del a?o. Ella, junto con Emilia Amador, son las encargadas de que todo funcione en el local y, seg¨²n afirman, ya no se plantean su vida sin la asociaci¨®n y sin el trabajo voluntario en beneficio colectivo. ¡°En cuanto amanece, ya me tiro pa¡¯ ac¨¢ y aqu¨ª me echo el d¨ªa, me gusta mucho estar aqu¨ª", se?ala Emilia, quien junto con otros voluntarios, adem¨¢s de clasificar, seleccionar, organizar cuidar y vender el peculiar g¨¦nero, aglutina alrededor de la tienda a sus familiares cercanos para que colaboren con el trabajo solidario, pues han entendido que para que el negocio funcione y se beneficien de sus bondades, deben contribuir con su participaci¨®n responsable en todos los quehaceres que emana la tienda. De la vigilancia se encargan algunos gitanos voluntarios y de la administraci¨®n, los colombianos liderados por la Mami, como cari?osamente llaman las gitanas a Leonora.
Uni¨®n de esfuerzos
A la integraci¨®n del colectivo gitano-colombiano se han unido distintos grupos y asociaciones de vecinos marroqu¨ªs, ¨¢rabes y una senegalesa, con las cuales han creado una uni¨®n de asociaciones que busca el apoyo gubernamental para montar un comedor social. Durante los ¨²ltimos a?os, han estado distribuyendo mensualmente alimentos que reciben de manos de la Cruz Roja tres veces al a?o (cada una con 35.000 kilos aproximadamente), trabajo que solo es posible gracias al voluntariado de los vecinos, pues son ellos mismos quienes clasificaci¨®n los productos y organizan su entrega. A este reparto mensual se suma uno quincenal de frutas y verduras donadas por el Banco de Alimentos en el que tambi¨¦n colaboran los vecinos.
Si bien es cierto que de este esfuerzo se favorecen cientos de familias, los l¨ªderes de este singular grupo de vecinos saben que no es suficiente y que lograr la implementaci¨®n de un comedor social ser¨ªa una ayuda invaluable para una zona con tantas necesidades b¨¢sicas como hay en las Mil Viviendas, dado que la mayor¨ªa de sus habitantes sobrevive gracias al reciclaje y al rebusque, ya que el porcentaje de ocupaci¨®n es bastante bajo.
Celebrando y cuidando la vida
Adem¨¢s de actividades gastron¨®micas, tambi¨¦n centran su trabajo en las culturales como las representaciones de teatro, danza o poes¨ªa de grupos alternativos que vienen a colaborar con la din¨¢mica de la Asociaci¨®n. Igualmente, contin¨²an celebrando todo lo que se pueda celebrar, incluidas las fiestas patrias y las ¡°viejotecas¡± (bailes centrados en los gustos musicales y costumbres de los adultos mayores), as¨ª como los cumplea?os, costumbres muy arraigadas en el colectivo latinoamericano y al que incorporaron a las mujeres gitanas que se han unido con alegr¨ªa, pues celebrar el cumplea?os no es algo habitual al interior de sus familias.
Pero como no todo es fiesta, el Grupo de Acci¨®n y Desarrollo Solidario (GADES) hace especial hincapi¨¦ en la formaci¨®n. As¨ª, entre otras actividades trabajan en la prevenci¨®n del maltrato intrafamiliar y, las charlas y conferencias de sensibilizaci¨®n son constantes; en este sentido, en algunas ocasiones han llegado incluso a intervenir cuando se presentan situaciones de violencia al interior de los hogares. Leonora Casta?o asegura que dicha labor le est¨¢ resultando altamente gratificante pues, aunque se siguen presentando casos de malos tratos, s¨ª que nota disminuci¨®n en las quejas que como coordinadora de la asociaci¨®n recibe por este hecho. Considera que, aunque el apoyo gubernamental para concienciar sobre el derecho al respeto es bastante escaso, como colectivo s¨ª que priorizan en la informaci¨®n y capacitaci¨®n a sus afiliadas sobre los derechos que tienen como ciudadanas, las leyes que las protegen y la importancia de la denuncia.
Leonora asegura que el entendimiento entre las distintas culturas se debe principalmente a la comprensi¨®n de los c¨®digos y lenguajes de cada colectivo por parte de los dem¨¢s. Considera que el motor que hace que este singular grupo de ciudadanos del mundo avance en sus objetivos es el respeto a la diferencia del otro, su cultura y sus circunstancias, pues es lo que ha permitido que latinoamericanos, ¨¢rabes, marroqu¨ªes, espa?oles, rumanos, gitanos, o africanos se sienten a hablar y juntos logren construir un proyecto com¨²n. Y del respeto y la empat¨ªa se llega a la solidaridad que, entre otras cosas, ha tra¨ªdo tranquilidad al sector de las Mil Viviendas, hecho en el que coinciden tanto los vecinos como la polic¨ªa local, que paulatinamente han visto c¨®mo la taza de conflictividad e inseguridad del sector ha ido mermando de manera considerable.
¡°El s¨¢bado cumplo 80 a?os y la Mami me har¨¢ un tarta y me har¨¢n una fiesta con m¨²sica¡± dice Isabel, la abuela mayor, mientras sentada en un peque?o banco ubicado a la entrada del mercadillo cuida, como todos los d¨ªas, de que nadie se vaya sin pagar sus compras.
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