Criar truchas en la ¡®zona roja¡¯ de Colombia
Lo que era un ¨¢rea restringida a los lugare?os en el Valle del Cauca comienza a abrirse gracias al proceso de paz
¡°Por ac¨¢ hace 10 a?os no subir¨ªa un carro como ese¡±. El veh¨ªculo en cuesti¨®n tiene tres caracter¨ªsticas que ser¨ªan inauditas una d¨¦cada atr¨¢s por los escarpados caminos de las monta?as que rodean al Valle del Cauca: es nuevo, no es una moto y no va conducido por un lugare?o. Ning¨²n for¨¢neo medianamente sensato se atrev¨ªa a adentrarse por este territorio de paso y asentamiento de la guerrilla colombiana que, sin sufrir las masacres, los grandes desplazamientos o las batallas que padecieron otros, ha estado hasta hoy marcado por el estigma del conflicto.
Quien pronuncia la frase es Edgar D¨¢vila, propietario de un criadero de truchas en el corregimiento ¡ªalgo parecido a un municipio, aunque menor¡ª de la Magdalena. Es un lugar ideal para esta labor por la cantidad de agua que aportan los numerosos arroyos que van a parar a los afluentes del r¨ªo Cauca y la temperatura fresca que le otorga la altura. Aunque lleva seis a?os con el negocio, acaba de empezar a vender su material a la empresa Pezco, una comercializadora de pescado que tiene como objetivo distribuirlo fuera de Colombia. Su consejero delegado, Luis-Ignacio Libreros, es el que conduce el coche que tanto habr¨ªa llamado la atenci¨®n hace 10 a?os.
Aunque la zona ha continuado siendo considerada como roja por su peligrosidad, hace ya m¨¢s de un lustro que quienes la habitan aseguran que las guerrillas apenas tienen presencia. Era un asentamiento tradicional de las FARC, que hace un a?o firm¨® un alto el fuego con el Gobierno. Sin embargo, no fue un escenario violento. Quienes all¨ª viv¨ªan lo hac¨ªan relativamente tranquilos, cuenta D¨¢vila, con el temor, eso s¨ª, de que alg¨²n d¨ªa se reprodujeran los enfrentamientos con el ej¨¦rcito o las cruentas tomas de paramilitares, que se ensa?aban con todo aquel que hubiera tenido contacto, por involuntario que fuera, con la guerrilla. Pero esto no se produjo. La tensa calma nunca se rompi¨®. ¡°De vez en cuando te cruzabas con un grupo, pero no hab¨ªa mayores problemas. Eso s¨ª, disuad¨ªa a los due?os de las fincas de subir¡±.
Y as¨ª contin¨²an muchos, alejados de sus tierras por un miedo ya poco fundado. Libreros se adentr¨® hace poco m¨¢s de medio a?o, cuando comenz¨® a percibir que las cosas por all¨¢ eran seguras. ¡°Antes no me atrev¨ªa¡±, reconoce. Hoy, por los caminos pedregosos, va par¨¢ndose a saludar a unos y a otros. Su misi¨®n es doble: por un lado, comprar la trucha a los productores que llevan m¨¢s de 20 a?os cri¨¢ndola y, por otro, ayudarles a mejorar sus est¨¢ndares para que pueda ser exportada.
La inversi¨®n empresarial y del Estado no llegaba a la cordillera occidental del Valle del Cauca por la presencia de las FARC. Esto est¨¢ comenzando a cambiar
Para el empresario no es nuevo trabajar en lugares delicados. Es parte de su vocaci¨®n desde que, hace seis a?os, creara Pezco. Su familia, propietaria de tierras en Ginebra, en la ¡®zona plana¡¯ del Valle, sufri¨® las amenazas de la guerrilla y ¨¦l mismo abandon¨® el pa¨ªs en dos ocasiones. Pas¨® nueve a?os en Espa?a: ¡°All¨ª tom¨¦ conciencia social, vi que pod¨ªa haber sociedades m¨¢s equitativas en las que, m¨¢s o menos, todo el mundo tuviera las mismas oportunidades. Ac¨¢ hay gente que carece de ellas si nace en ciertas zonas o entornos¡±. A la vuelta, tras varios emprendimientos, comenz¨® a criar tilapia en la finca familiar. Hoy produce (o compra a otros) unas 700 toneladas de pescado al mes y es el mayor exportador de tilapia del pa¨ªs.
Pens¨®, seg¨²n cuenta, que su negocio podr¨ªa beneficiar a otros que no tuvieron ¡°las mismas oportunidades¡± que ¨¦l. As¨ª comenz¨® su proyecto en Silvia (Cauca), una zona de ind¨ªgenas Misak y P¨¢ez, que en los tiempos m¨¢s duros del conflicto se dedicaron, en buena medida, a cultivos il¨ªcitos (sobre todo amapola y coca). All¨ª lleg¨® con la idea de ense?arles a criar pescado, as¨ª que les mostr¨® las t¨¦cnicas para que pudieran hacer una sustituci¨®n de su negocio. Hoy, 14.000 familias ind¨ªgenas se ven beneficiadas directa o indirectamente de esta iniciativa.
Libreros compraba y produc¨ªa pescado en Cauca, Nari?o, Huila, Antioquia, Risaralda y el Valle del Cauca. Pero ten¨ªa una espina clavada. ¡°Comercializaba con productores de todo el pa¨ªs, pero no con los de mi propia casa, que llevaban a?os criando trucha¡±, relata. As¨ª, hace seis meses, cogi¨® su Jeep y comenz¨® a recorrer la cordillera occidental y a entablar contacto con los productores. El objetivo ¨²ltimo era exportar. Concretamente, tras comerciar con Estados Unidos, su idea es llevarla a Espa?a. ¡°Tenemos el aeropuerto a 20 minutos. En 48 horas desde su sacrificio, el pescado podr¨ªa estar en los supermercados espa?oles. Una prote¨ªna sana, sostenible y fresca¡±, sostiene.
Pezco forma parte de la Alianza Global de Acuicultura, que tiene como premisas cinco pilares: que el negocio vaya en favor de la comunidad local, que sea medioambientalmente sostenible, el bienestar animal, la inocuidad del producto y la trazabilidad de todo este proceso. Si se pregunta monta?a abajo, probablemente no est¨¦n de acuerdo con alguno de estos puntos. Algunos culpan a la truchicultura de dejar el agua sucia y mermada. Pero los productores sostienen que los peces no consumen agua, simplemente usan su ox¨ªgeno, y que la producci¨®n ha sido una salvaci¨®n para los montes. ¡°Hemos pasado de ser depredadores del medio ambiente a conservacionistas¡±, asegura Robinson Rodr¨ªguez, miembro de la junta directiva de Astrucel.
La empresa Pezco est¨¢ buscando a productores y form¨¢ndoles para que su pescado cumpla los est¨¢ndares internacionales y pueda ser exportado
A esta agrupaci¨®n pertenecen 62 productores del corregimiento de Las Juntas, que cr¨ªan m¨¢s de 40 de toneladas de pescado al mes. Seg¨²n cuenta, antes de cultivar los peces, explotaban el bosque para los cultivos y la madera. ¡°Una persona necesitaba 20, 30 hect¨¢reas de campo para vivir; ahora tenemos suficiente con media. Y cuidamos de que el ecosistema est¨¦ en perfecto estado, porque la trucha tiene necesidades de calidad de agua muy exigentes. Cualquier tala, o contaminaci¨®n en el r¨ªo le perjudica¡±, relata. Seg¨²n cuentan los productores, es cierto que la calidad del agua ha empeorado, pero eso se debe al crecimiento de los asentamientos humanos y a la falta de saneamiento. ¡°Nosotros estamos dispuestos a hacer estudios para mejorar los procesos, pero de momento no recibimos ninguna ayuda para hacerlo¡±, explica. Los productores reclaman la presencia de un Estado que, dicen, ha estado durante a?os ausente por el conflicto. ¡°Siempre fuimos marginados por ser zona roja¡±, lamenta Rodr¨ªguez.
Lo que s¨ª hacen es formarse para cuidar este medio ambiente al que le deben su sustento. Medio centenar de ellos se ha capacitado en la Escuela Ambiental del Agua, donde aprenden a manejar los residuos y a evitar en lo m¨¢ximo posible la contaminaci¨®n del r¨ªo. Uno de ellos, Pedro P¨¦rez, ha pasado de luchar en el Ej¨¦rcito contra la guerrilla en Caquet¨¢, una de las zonas m¨¢s calientes del conflicto, a criar truchas en un antiguo territorio de las FARC.
En este escenario de paz, Procolombia, la entidad encargada de promover el Turismo, la Inversi¨®n Extranjera en el pa¨ªs ¡ªy que ha facilitado la log¨ªstica para este reportaje¡ª trata de potenciar esta actividad en auge. ¡°La labor de la organizaci¨®n en este proyecto consiste en que estas comunidades potencien la trucha como una oportunidad de exportaci¨®n. Adem¨¢s, estamos aportando a la construcci¨®n de su estructura empresarial con programas de adecuaci¨®n en costos de producci¨®n, exportaci¨®n, y acompa?amiento en formaci¨®n exportadora¡±, explica su presidente, Felipe Jaramillo.
Hoy el objetivo es precisamente llevar parte de ese pescado que hoy abastece numerosos mercados del pa¨ªs fuera de sus fronteras. ¡°Queremos que conozcan esta tierra como algo diferente a lo que siempre se ha visto: como un lugar de progreso e industria¡±, reclama Libreros. Las t¨¦cnicas que todav¨ªa usan muchos de los cultivadores, sin embargo, no cumplen todav¨ªa los est¨¢ndares para la exportaci¨®n. Para ello son necesarios ciertos procesos, como el sacrificio con hielo o el disponer de un planta de tratamiento, que son los que el empresario est¨¢ llevando a la zona a base de recorrerla en su carro. Ese que hace 10 a?os no se ver¨ªa por all¨ª.
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