Los ¡®neuromitos¡¯ que llevan a educar sin base cient¨ªfica
Las malas interpretaciones cuajan con fuerza en el ¨¢mbito educativo, creando falsas creencias que generan una amplia oferta comercial
En los ¨²ltimos a?os se han multiplicado los m¨¦todos educativos y las aplicaciones y los dispositivos llamados inteligentes que pretenden potenciar la inteligencia de nuestros hijos. Lo que no sabe la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n es que esos argumentos de venta, que han sido motivo de la proliferaci¨®n en el mercado de cientos y miles de m¨¦todos educativos y de productos tecnol¨®gicos que se usan tanto en las aulas como en los hogares, carecen de fundamento educativo-cient¨ªfico.
La palabra neuromito se refiere a malas interpretaciones de la neurociencia, trasladas al ¨¢mbito educativo. Esas malas interpretaciones se dan por supuesto en la literatura popular (noticias, algunos folletos de la industria de la educaci¨®n, libros de autoayuda, blogs en Internet, libros y en conferencias sobre educaci¨®n con ponentes que son iniciados en neurociencia, etc.), y acaban cuajando con fuerza en el ¨¢mbito educativo, creando falsas premisas sobre las que se van construyendo m¨¦todos educativos que no tienen ninguna base cient¨ªfica y generando una oferta comercial cada vez m¨¢s amplia para esos productos.
Uno de los neuromito m¨¢s difundidos es que ¡°el ni?o tiene una inteligencia ilimitada¡±, o que ¡°solo usa el 10 % de su cerebro¡±. Hoy sabemos que es falso que el ser humano no use una gran parte de su cerebro. El profesor de neurociencia cognitiva Barry Gordon, investigador del Johns Hopkins Medical Institution de la identificaci¨®n e implementaci¨®n de m¨¦todos para mejorar el lenguaje, la memoria, el pensamiento y el aprendizaje, dice que ese mito es de una falsedad irrisoria, ya que ¡°usamos virtualmente cada parte del cerebro, casi todo el cerebro est¨¢ activo casi todo el tiempo¡±. La r¨¢pida difusi¨®n y el ¨¦xito de ese mito es de alguna manera consecuencia de la vanidad y la dificultad de reconocer nuestras limitaciones humanas. Como dec¨ªa Huxley, una verdad sin inter¨¦s puede ser eclipsada por una falsedad emocionante. La imperfecci¨®n de nuestros hijos ¨C y la nuestra- es una verdad sin inter¨¦s, por ello recurrimos a falsedades emocionantes que nos reconfortan, en la carrera colectiva fren¨¦tica hac¨ªa el ni?o ¡°genio¡± que nos vendi¨® la industria de la seudoeducaci¨®n.
Ese neuromito se ha trasladado a una gran velocidad, sin base cient¨ªfica alguna, al ¨¢mbito de la educaci¨®n. Estudios revelan que un 44% de los maestros espa?oles creen en ese mito. Este mito ha sido acaparado por los departamentos de marketing de muchas empresas de software y hardware para convencer a los ?buenos padres? de que adquieran sus productos para el buen desarrollo cerebral de sus hijos. Partiendo de esa premisa, les hacemos ?divertirse aprendiendo? con la maquinita, con la promesa de estimular y multiplicar su inteligencia. Llegamos a la conclusi¨®n de que m¨¢s es mejor, porque confundimos m¨¢s est¨ªmulos y m¨¢s informaci¨®n con ?m¨¢s inteligencia?. De ese mito viene la conocida expresi¨®n ¡°el ni?o es una esponja¡±. El m¨¦todo de la estimulaci¨®n temprana de Glenn Doman ha sido el veh¨ªculo por excelencia de ese neuromito. Resulta incongruente que muchos colegios ¨¦lites que se encuentran en los rankings de los mejores colegios en Espa?a hayan vendido ese m¨¦todo a lo largo de los ¨²ltimos 50 a?os como una innovaci¨®n educativa, mientras las principales asociaciones profesionales del mundo (Neurology, la Academia Americana de Pediatr¨ªa, etc.) lo consideran, desde el a?o 68, como un m¨¦todo seudocient¨ªfico fraudulento. Dadas las circunstancias, quiz¨¢s no sea demasiado atrevido preguntarnos por la oportunidad, para el bien de la educaci¨®n de nuestro pa¨ªs, de revisar los criterios de esos rankings.
Uno de los neuromito m¨¢s difundidos es que ¡°el ni?o tiene una inteligencia ilimitada¡±, o que ¡°solo usa el 10 % de su cerebro¡±
Otro de los neuromitos m¨¢s difundidos es que ¡°un entorno enriquecido aumenta la capacidad del cerebro de aprender¡± y?que ¡°los tres primeros a?os son cr¨ªticos para el aprendizaje" y por lo tanto decisivos para el desarrollo posterior. Un 94% de los maestros espa?oles cree que un entorno enriquecido aumenta la capacidad del cerebro de aprender y un 30% cree que existen periodos cr¨ªticos en la infancia, despu¨¦s de los cuales una serie de cosas no pueden ser aprendidas.
El principal argumento para llegar a esa falsa conclusi¨®n es la plasticidad del cerebro. Esta es un hecho, pero hoy por hoy sabemos que ocurre toda la vida, no solo durante los primeros a?os. Pueden existir periodos sensibles con respecto al desarrollo de ciertos aspectos cognitivos durante los primeros a?os, pero no por esto deben considerarse ¡°ventanas de oportunidad¡± que se cierran a los tres a?os. Por ejemplo, puede ser m¨¢s f¨¢cil para un ni?o aprender chino durante el primer a?o de vida. El problema surge cuando de ese hecho se llega a la conclusi¨®n de que un beb¨¦ se desarrolla mejor asistiendo a clases de chino que pasando tiempo con su cuidador principal. El problema surge cuando se llega a la conclusi¨®n de que el ni?o puede y debe aprender chino viendo la pantalla. En definitiva, el problema surge cuando una sociedad est¨¢ convencida de que aprender chino solucionar¨¢ la vida del ni?o, pasando por alto una de las dimensiones m¨¢s importantes para el buen desarrollo del ni?o: la afectiva. Hoy sabemos que durante los primeros a?os lo que m¨¢s importa para el buen desarrollo de un ni?o no es la cantidad de informaci¨®n que recibe, sino la atenci¨®n afectiva que recibe, a trav¨¦s del modelo de apego que desarrolla con su cuidador principal.
Por lo tanto, resulta contradictorio aumentar el n¨²mero de horas que un ni?o peque?o pasa delante de un DVD supuestamente educativo, o del juego supuestamente educativo de una tableta inteligente, con el argumento de no querer desechar una oportunidad de aprendizaje cuando sabemos que a esas edades lo importante no es el bombardeo de informaci¨®n, sino la consolidaci¨®n del v¨ªnculo de apego con los padres o con otro cuidador que cumple con las condiciones para poder asumir ese trabajo. ?En cu¨¢ntos casos esos neuromitos habr¨¢n contribuido a despojar de su sentido el trabajo de las madres, de los padres, dej¨¢ndoles creer que ten¨ªan que sobreestimular a sus hijos en todo momento, y que ese trabajo era delegable a una pantalla? Sin duda, los neuromitos han contribuido a alejar a muchos padres de su sensibilidad y de su sentido com¨²n en el ejercicio de su maternidad y de su paternidad. Las relaciones interpersonales son las que dan sentido a los aprendizajes durante la infancia y gran parte de la adolescencia, porque configuran nuestro sentido de identidad.
Cu¨¢ntas expectativas frustradas podr¨ªamos evitar si fu¨¦ramos realistas, si el punto de partida de la educaci¨®n fuera la b¨²squeda de la perfecci¨®n de la que es capaz cada alumno
Cu¨¢ntas expectativas frustradas podr¨ªamos evitar si fu¨¦ramos realistas, si el punto de partida de la educaci¨®n fuera la b¨²squeda de la perfecci¨®n de la que es capaz cada alumno, no la que nos venden los neuromitos. Cabe preguntarse si esos mitos podr¨ªan tener algo que ver con el desinter¨¦s por aprender del alumno. Sin darse cuenta de ello, el ni?o se pregunta a s¨ª mismo: ?por qu¨¦ y para qu¨¦ aprender si ese aprendizaje no me da oportunidades de entrar en sinton¨ªa con lo que necesito?, ?para qu¨¦ aprender si ese aprendizaje me pide perfecciones de las que no soy capaz?
En definitiva, padres, educadores, colegios, y otros agentes educativos, hemos de aplicar sentido com¨²n, rigor, y sobre todo el perene principio de la prudencia, no todo lo que luce es oro. Los m¨¦todos educativos no son verdaderos por ser innovadores, son innovadores por ser verdaderos. Y los m¨¦todos son verdaderos por responder a lo que reclama la naturaleza del alumno y por fundamentarse en las evidencias, no lo son por obedecer a las ansias de novedad, a los caprichosos argumentos de venta o a las l¨®gicas econ¨®micas de la industria de la seudoeducaci¨®n.
Catherine L¡¯Ecuyer es autora de Educar en el asombro y de Educar en la realidad. Su blog: www.catherinelecuyer.com
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