El sexo, pecado y tab¨² para las mujeres de Zanz¨ªbar
En el archipi¨¦lago tanzano, las relaciones sexuales y el uso de anticonceptivos entre solteras est¨¢ mal visto, y el aborto es ilegal. Miles de ellas se sienten entre la espada y la pared
Para las mujeres no casadas de Zanz¨ªbar existen algunos conceptos prohibidos. Sexo, anticonceptivos, embarazo no deseado, maternidad en solitario. O aborto. Este archipi¨¦lago de dos islas en la costa de Tanzania, paradisiaco destino vacacional, vive entre contrastes. Por un lado, la modernidad que ha tra¨ªdo el turismo con sus extranjeras blancas en bikini, discotecas que escupen m¨²sica hasta altas horas de la noche, restaurantes cosmopolitas y hoteles de lujo. Por otro, la tradici¨®n imbuida desde el nacimiento a sus habitantes. Y sobre todo a ellas. Mujeres recatadas por obligaci¨®n en una sociedad al 95% musulmana, no radical, pero s¨ª muy conservadora. En Zanz¨ªbar, las turistas ense?an muslos, hombros y ombligos, pero quienes han nacido all¨ª se tapan con velo. En Zanz¨ªbar, infinidad de parejas europeas o americanas de vacaciones se cogen de la mano en la calle y comparten intimidad en la alcoba, pero ellas, las de all¨ª, no pueden practicar sexo antes del matrimonio porque est¨¢ mal visto, porque supone un estigma y una marginaci¨®n de por vida.
Como se presupone que las mujeres no tienen relaciones sexuales antes del matrimonio, no hay riesgo de que se queden embarazadas, as¨ª que tampoco hay raz¨®n para utilizar m¨¦todos anticonceptivos. Pero la realidad es m¨¢s compleja. Se practica sexo y se hace sin protecci¨®n. "Para las solteras o divorciadas el acceso a servicios de anticoncepci¨®n sigue siendo un problema. Las normas sociales negativas sobre las relaciones sexuales antes del matrimonio probablemente explican la renuencia de algunos proveedores, planificadores y responsables pol¨ªticos a abordar la necesidad insatisfecha de anticonceptivos que existe", explica Francesca Morandini, directora de la oficina de Unicef en Zanz¨ªbar.
Por su parte, la ONG Marie Stopes International, que lleva muchos a?os dedic¨¢ndose a la planificaci¨®n familiar en las islas, revela que la mayor¨ªa de las participantes en sus estudios ve los anticonceptivos como una herramienta para espaciar el n¨²mero de hijos y que, aunque es f¨¢cil encontrar condones en farmacias y otros comercios, las adolescentes desconf¨ªan y no se sienten tratadas de manera privada o confidencial, sino inseguras al comprar porque podr¨ªan ser vistas por cualquiera.
Las dificultades para acceder a m¨¦todos anticonceptivos afectan a unos 225 millones de mujeres en todo el mundo, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) algo que, de solucionarse, evitar¨ªa muchos embarazos no deseados y la muerte de miles de mujeres a causa de abortos provocados que salieron mal. En este archipi¨¦lago, solo un 14% de las mujeres casadas en edad reproductiva toma precauciones, una de las tasas m¨¢s bajas de ?frica, seg¨²n indica el informe de demograf¨ªa y salud del Gobierno de Tanzania de 2016. Entre las solteras sexualmente activas, solo cuatro de cada diez obtienen acceso a estos m¨¦todos, seg¨²n Unicef. Y otro dato m¨¢s: la misma organizaci¨®n estima que m¨¢s del 40% de los embarazos no son intencionados y que alrededor de un 18% de las mujeres comienza a tener hijos en la adolescencia.
En el centro de salud de Uroa, una localidad pesquera que vive de cara al oc¨¦ano ?ndico, se hacen patentes las consecuencias de esta discriminaci¨®n. La enfermera Hifadhi lleva 35 a?os atendiendo a los vecinos, y los conoce muy bien. "Hay dos perfiles de usuarias de anticonceptivos: unas son las casadas y las viudas que se ven con alguien y quieren evitar tener m¨¢s hijos; ellas s¨ª los piden. Las j¨®venes sin casar no los usan, nunca vienen por aqu¨ª. Tienen miedo a acercarse porque todo el mundo en el pueblo se conoce y van a acabar sabiendo si alguna est¨¢ embarazada o si utiliza alguna medida preventiva sin estar casada". Uroa tiene una poblaci¨®n total de 2.828 mujeres, 778 en edad reproductiva, seg¨²n los datos de este centro de salud. De ellas, solo 293 han solicitado alg¨²n m¨¦todo de prevenci¨®n.
Solo un 14% de las mujeres casadas en edad reproductiva toma precauciones en Zanz¨ªbar
?Qu¨¦ le pasa a una mujer que se queda en estado? "Aqu¨ª, si te quedas embarazada sin estar casada eres una prostituta", asegura Mariam Hamdani. De 73 a?os, es la fundadora de la ¨²nica banda de m¨²sica tradicional formada por mujeres de Zanz¨ªbar. Sus letras denuncian que ellas tienen menos derechos. Una madre soltera se enfrenta a la marginaci¨®n y al estigma, y por eso hay dos opciones: casarse o arriesgarse a un aborto clandestino, ya que en Zanz¨ªbar esta pr¨¢ctica es ilegal. Interrumpir el embarazo a escondidas supone poner en peligro la vida, pero la Marie Stopes International ha comprobado que las mujeres, especialmente las adolescentes, prefieren enfrentarse a esa posibilidad antes que las consecuencias de tener un hijo solas. "Son consideradas una desgracia para la familia y la maternidad se percibe como algo que arruina su vida y su futuro, incluida la posibilidad de elegir marido (...). Con frecuencia son expulsadas del colegio o del hogar", reza un informe de la organizaci¨®n.
Sulhiya, de 17 a?os y vecina de Uroa, eligi¨® casarse. Se cubre parte del rostro con un velo naranja, y sonr¨ªe con nerviosismo cada vez que le toca responder una pregunta. Tratar temas como el sexo, el aborto o los anticonceptivos no es tarea f¨¢cil para ella, le da verg¨¹enza. Sostiene a su beb¨¦ en brazos, Akhla, de 10 meses, a la que ha llevado al centro de salud para una revisi¨®n. "Me qued¨¦ embarazada por accidente y mi novio decidi¨® que nos cas¨¢ramos", reconoce tras cierta reticencia. Sus padres no la rechazaron, pero s¨ª le recomendaron que consumara ese matrimonio con el padre de la criatura para que su uni¨®n y el beb¨¦ fueran "oficiales". As¨ª hizo. Acab¨® la educaci¨®n secundaria durante la gestaci¨®n y, desde que es madre y esposa, ya no estudia; se ha convertido en ama de casa. Si pudiera, le gustar¨ªa formarse en algo relacionado con la pintura. Quiere tener tres hijos, pero no por ahora, por eso utiliza un implante subcut¨¢neo. Al ser una mujer casada, ya no est¨¢ tan mal visto.
Tanto hospitales p¨²blicos y privados como ONG y agencias de la ONU (Unicef, Marie Stopes o Engender Health) informan sobre los m¨¦todos reales de anticoncepci¨®n y hasta organizan encuentros formativos con parejas en las comunidades rurales de las islas del archipi¨¦lago, aunque muchas veces encuentran reticencias porque las interesadas necesitan el permiso del marido para usarlos. "Cuando se les dice por primera vez que hagan algo de planificaci¨®n familiar, ellas responden: 'mi marido me dijo que si lo hago se divorcia'. Cuesta mucho convencerlas, pero al final suelen acceder. Y muchas lo hacen en secreto", relata Rukia Mohamed, enfermera en el ¨¢rea de ginecolog¨ªa y obstetricia del hospital p¨²blico Mnazi Mmoja, el mayor de Zanz¨ªbar. Quiz¨¢ por esto, las inyecciones y los implantes intercut¨¢neos son los m¨¦todos preferidos all¨ª por las usuarias. "Las inyecciones duran hasta tres meses, vienen aqu¨ª a pon¨¦rselas. Es la m¨¢s com¨²n porque es la que nadie ve, m¨¢s discreta". Mientras, en el peque?o centro de salud de Uroa, la enfermera Hifadhi sostiene que la mayor¨ªa de sus pacientes cuenta con el consentimiento conyugal. "Es una decisi¨®n tomada con el marido, rara vez se ocultan".
Cuando se les dice que hagan planificaci¨®n familiar, responden: 'Si lo hago mi marido se divorcia'. Cuesta mucho convencerlas
Rukia, enfermera
Los m¨¦todos modernos m¨¢s utilizados son inyectables e implantes subcut¨¢neos (6% y 3% respectivamente) pero a¨²n un 9% de mujeres creen en m¨¦todos tradicionales. Khadija, de 35 a?os y embarazada de siete meses y medio de su cuarto hijo, est¨¢ ingresada en el hospital porque su ¨²tero amenaza con desprenderse. Ella asegura que s¨ª toma precauciones: "el calendario", dice con despreocupaci¨®n. Esto es, simplemente, calcular en qu¨¦ fecha una es f¨¦rtil o no lo es, un m¨¦todo muy poco fiable, igual que la marcha atr¨¢s, sobre la que la enfermera Rukia asegura que tambi¨¦n se encuentra mujeres adultas que creen que funciona.
Como en el caso de Sulhiya, un embarazo significa una maternidad, al menos en teor¨ªa, porque interrumpirlo voluntariamente es un delito penado con c¨¢rcel y solo se permite si la vida de la mujer corre peligro. "El aborto es una de las principales causas de ingreso en el hospital Mnazi Mmoja pero, como no es legal, es dif¨ªcil establecer cu¨¢ntos de los casos admitidos se deben a causas espont¨¢neas y cu¨¢ntos fueron inducidos clandestinamente", detalla Morandini.
En la sala de evacuaci¨®n, dos enfermeras y un anestesista est¨¢n preparando a una paciente para hacerle un legrado despu¨¦s de haber interrumpido su gestaci¨®n. Es el d¨ªa a d¨ªa del hospital. En la entrada de esta sala, Rukia coincide con las estimaciones de Morandini. Asevera que, al menos, la mitad de las mujeres en estado que llegan a la consulta querr¨ªan no tener al beb¨¦. "Muchas vienen por complicaciones derivadas del aborto, unas ocho o diez por d¨ªa". Un vistazo al libro de registros revela que en las primeras tres semanas del mes en curso ingresaron 115 pacientes por esta causa. "Ellas vienen cuando ya ha ocurrido. Cuando se casan y quedan embarazadas siguen realizando trabajos muy duros, llevan objetos pesados, cubos de agua... La mayor¨ªa lleva una vida muy dura", sostiene. As¨ª le ocurri¨® a Rehema, de 24 a?os. Macilenta, dolorida y con aspecto deprimido, guarda reposo en un camastro, sobre una tela de colores. Acaba de perder un feto, el segundo ya. "Con el anterior me pas¨® igual, pero los doctores no saben la causa, dicen tenemos que esperar para ver cu¨¢l es el problema".
Las mujeres abortan vali¨¦ndose de los m¨¦todos m¨¢s variados y con nefastas consecuencias para su salud. Recurren a matronas, a m¨¦dicos tradicionales, a cl¨ªnicas clandestinas y, la mayor¨ªa de ocasiones, se lo hacen ellas mismas en casa para evitarse los costes de pagar a alguien. Las investigaciones de Marie Stopes revelan que el coste ronda los 45 d¨®lares en un pa¨ªs donde la renta media per c¨¢pita es de 600 d¨®lares anuales.
El 16% de las muertes maternas se debe a un aborto inseguro
Entre m¨¦todos m¨¢s utilizados se recurre a la ingesti¨®n de determinados tipos de hierbas, detergente, medicinas o insert¨¢ndose agujas por la vagina hasta el ¨²tero. Pero no siempre sale bien. De hecho, Unicef estima que la tasa anual de mortalidad materna es de 450 gestantes por cada 100.000 nacidos vivos ¡ªen Espa?a es de seis¡ª y que el 16% de ellas se debe a un aborto inseguro, "pero muchas ocurren comunidades alejadas y no se notifican", previene Morandini. Las principales causas son: hemorragia posparto (42%), eclampsia o trastorno hipertensivo del embarazo (19%), anemia grave (11%), rotura del ¨²tero (7%) y sepsis (5%).
"El problema de los abortos es que provocan infecciones y la muerte, sangran mucho cuando lo hacen en casa, eso he o¨ªdo", dice Zuhena, de 47 a?os y de Uroa. Como todas las vecinas consultadas en el centro de salud, sus respuestas se vuelven vagas cuando se trata de abordar el asunto del aborto. Todas saben de casos, pero ninguna quiere hablar de personas concretas. Son secretos a voces, rumores, comadreos. "He o¨ªdo algunos casos, y abortaron por el miedo que les daba la familia y los padres, y tambi¨¦n por los cotilleos de la gente", cuenta Asia, de 30 a?os y de la misma localidad.
En Stonetown, la capital, Khadija, de 22 a?os y estudiante universitaria reconoce que su mejor amiga de la facultad est¨¢ de algo menos de tres meses. Que no lleva mucho saliendo con su novio. Que a¨²n no ha decidido qu¨¦ hacer. "Yo le digo que debe tener al ni?o porque la otra opci¨®n es muy peligrosa", asevera. La aludida no permite revelar su nombre y no quiere hablar de su caso, no quiere conocer a ning¨²n periodista. Oculta su secreto en lo m¨¢s profundo de sus pensamientos y su incipiente barriga a¨²n se camufla bajo el hiyab. En otros puntos del mundo saldr¨ªa adelante con un poco de ayuda. Pero aqu¨ª, en Zanz¨ªbar, sabe que haga lo que haga su vida se acaba de complicar de verdad.
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