Lady Cynthia Asquith. La arist¨®crata y el viejo Peter Pan
CUANDO J. M. BARRIE, autor de Peter Pan, estaba a punto de morir, Peter Llewelyn Davies ¡ªuno de los hermanos que inspiraron la f¨¢bula del ni?o que no quer¨ªa crecer¡ª telefone¨® a Cynthia Asquith, por la que no sent¨ªa ning¨²n afecto, pero que llevaba dos d¨¦cadas siendo secretaria y confidente de su ¡°t¨ªo Jim¡±. Era 1937 y lady Asquith estaba en Cornualles, pero no dud¨® en conducir sola y de noche los alrededor de 350 kil¨®metros hasta Londres para acompa?ar en sus ¨²ltimas horas al que llamaba ¡°mi amante amo¡±. Barrie se refer¨ªa a ella como ¡°mi secretaria particular particular¡±.
Cuarenta a?os despu¨¦s, Nico Llewelyn Davies, hermano de Peter, le cont¨® su versi¨®n de los hechos en una larga carta al bi¨®grafo de Barrie, Andrew Birkin. Resumiendo: lady Asquith se dio prisa en llegar para convencer al m¨¦dico de que inyectase hero¨ªna a Barrie y as¨ª ¡°bombearle suficiente energ¨ªa¡± para firmar un testamento que ella hab¨ªa manipulado previamente a su favor. La misiva define la llamada de Peter a la mujer como el ¡°Error M¨¢s Grave de su Vida¡± (con may¨²sculas). Ella hered¨® 10 veces m¨¢s dinero que los hermanos ¡ªBarrie fue el primer autor de best sellers moderno, multimillonario y con estatus de celebrity¡ª y recibi¨® adem¨¢s los derechos de toda su obra, salvo los de Peter Pan, cedidos en 1929 al hospital infantil de Great Ormond Street.
¡°Y as¨ª ha quedado lady Cynthia Asquith para la historia, como la bruja que enga?¨® al Barrie moribundo; apenas un apunte en la mayor¨ªa de las biograf¨ªas del autor, aunque fue su asistente, cuidadora, amor plat¨®nico y musa durante dos d¨¦cadas¡±, dice Silvia Herreros de Tejada, experta en Barrie y premio Lengua de Trapo por el ensayo Todos crecen menos Peter. Cuando esta fil¨®loga madrile?a recibi¨® la prestigiosa beca de la biblioteca Beinecke para investigar los manuscritos del autor escoc¨¦s posteriores a Peter Pan, viaj¨® a la Universidad de Yale con una agenda oculta: saber m¨¢s de esta ¡°femme fatale de libro¡±. Seductora, manipuladora, mala madre ¡ªten¨ªa un hijo autista internado, que muri¨® un mes antes que Barrie, cuando ella llevaba cuatro a?os sin visitarlo¡ª, no se parec¨ªa en nada a la otra protagonista de la vida de Barrie, su amiga Sylvia Llewelyn Davies, la pobre viuda que muri¨® joven y le hizo tutor de sus hijos. ¡°El arquetipo femenino cl¨¢sico, la madre devota, la buena esposa¡±, se?ala la novelista.
¡°as¨ª ha quedado lady ASQUITH para la historia. Como la BrUJa que enga?¨® al barrie moribundo¡±, dice Silvia herreros de tejada.
En Yale, Herreros de Tejada descubri¨® una relaci¨®n tan profunda entre Barrie y Asquith que en vez de un paper acad¨¦mico inspir¨® su primera novela, una intriga literaria donde ficciona un retrato de lady Asquith m¨¢s complejo que el fijado por la historia. La mano izquierda de Peter Pan (Espasa, 2017), que transcurre entre los albores del siglo XX y los del siglo XXI, donde dos profesores investigan las figuras de Barrie y Asquith. ¡°Es una estupenda sitcom intelectual para repensar el amor y la mezcla de desprendimiento y mezquindad propia de las relaciones humanas¡±, seg¨²n la escritora Marta Sanz.
¡°Imaginarme como la secretaria de Barrie me provoca carcajadas y me divertir¨¢ hasta el mism¨ªsimo d¨ªa de mi muerte¡±, escribi¨® lady Asquith en su diario el 23 de junio de 1918, cuando el escritor le ofreci¨® el puesto. Le daba risa pero, hija de los condes de Wemyss y nuera de un ex primer ministro, arist¨®crata venida a menos, ten¨ªa tres hijos peque?os y un marido en la guerra. Necesitaba el trabajo.
Y Barrie necesitaba su glamour. Ella ten¨ªa 31 a?os (Barrie, 58) y era ¡°una de las mujeres m¨¢s fascinantes de su tiempo¡±, seg¨²n el historiador lord David Cecil; al menos de Londres, una de las m¨¢s cultas, ingeniosas y hermosas. Fue la inspiraci¨®n de varios cuentos de D. H. Lawrence, que estuvo atormentadamente (c¨®mo si no) enamorado de ella, y la dibuj¨® en algunos rasgos de Lady Chatterley. ¡°Hay algo en ella que me recuerda al mar¡±, escribi¨® el poeta. ¡°Es fr¨ªa y tiene una pasi¨®n que, como la sal, quema y corroe¡±. Due?a de una portentosa melena pelirroja, Asquith fue retratada por el prerrafaelita Edward Burne-Jones y el oscuro posimpresionista Augustus John. Tambi¨¦n por John Singer Sargent, Edmund Dulac o el fot¨®grafo Cecil Beaton¡ Era la sofisticada dama que se codeaba con Churchill y los poetas Yeats o T. S. Eliot.
La perfecta socialite lo hab¨ªa mamado desde ni?a. Sus padres eran miembros fundadores de The Souls, un grupo de intelectuales que buscaba el placer para huir de los convulsos tiempos que les hab¨ªa tocado vivir. Una suerte de Bloomsbury hedonista que inventaba charadas. En el pasatiempo Dar la noticia, dos jugadores dramatizaban la comunicaci¨®n de la repentina muerte de un tercero. El resto ten¨ªa que adivinar qui¨¦n era el difunto a partir de los comentarios. Las souls deb¨ªan ser hermosas para inspirar a pintores y poetas; cultas para destacar en el arte de la buena conversaci¨®n y libres para huir de la vulgar monogamia coleccionando amantes ilustres. Lady Asquith sigui¨® estos postulados a pies juntillas. Fiel compa?era de su esposo, mantuvieron siempre una relaci¨®n abierta.
Pero adem¨¢s de musa, escondida en su habitaci¨®n, fingiendo que se encontraba mal para estar sola, Asquith escrib¨ªa. ¡°Pensaba con profundidad, pero hablaba con ligereza¡±, cuenta el novelista L. P. Hartley en el pr¨®logo de los famosos diarios de ella. Escritos entre 1915 y 1918, los expertos los consideran ¡°la historia del final de una era¡±. No en vano, acaban con el armisticio que zanj¨® la Primera Guerra Mundial. ¡°Me estoy frotando los ojos ante la perspectiva de la paz¡±, escribe lady Asquith, seguido de la que es su cita m¨¢s c¨¦lebre: ¡°[Es en la paz] cuando uno asume completamente que los muertos no est¨¢n muertos tan solo durante la guerra¡±.
¡°SOY diferente seg¨²n con quien est¨¦, y nadie en absoluto cuando estoy sola¡±, escribi¨® LADy ASquith, musa de poetas y pintores.
Asquith tambi¨¦n escribi¨® novelas, biograf¨ªas, art¨ªcu?los, obras teatrales e infantiles y populares relatos de fantasmas. Medio centenar de libros, todos descatalogados. En un piso cerca del Retiro, Herreros de Tejada, junto a su extensa bibliograf¨ªa de Barrie, atesora varias de las obras de Cynthia (incluida la novela The Spring House, que le cost¨® 200 euros en Amazon). ¡°Como escritora no la tomaban en serio¡±, dice la novelista. ¡°Siempre se habla de las feministas que lucharon y lo consiguieron; Cynthia se sent¨ªa encorsetada por sus obligaciones y su estatus, pero se rebel¨®, trabaj¨®, escribi¨®. No pretend¨ªa trascender, la suya es una peque?a lucha feminista, un feminismo de segunda fila, tan importante como el otro¡±.
¡°La necesidad de ganarte la vida es lo ¨²nico que te protege de la gente¡±, escribi¨®. ¡°Pero los perros se comen los jirones de tiempo que te dejan los amigos, los ni?os y el servicio¡±. En esos jirones ¡ªlos que le dejaban los amantes desairados, el empleador posesivo, el marido con estr¨¦s postraum¨¢tico¡ª, esta suerte de Wendy entre viejos Peter Pan profesionaliz¨® su vida social convirti¨¦ndose en una eficaz ant¨®loga. Consigui¨® que sus fin¨ªsimos amigos escribiesen cuentos de miedo para sus colecciones superventas. Hoy ser¨ªa lo que llaman una networker: alguien que teje redes de influencia. Ser la musa camale¨®nica, la mediadora, la entregada a mayor gloria de los dem¨¢s le pas¨® una factura emocional. ¡°Me siento fluida m¨¢s all¨¢ de la esperanza. Tan desdibujada¡±, se lee en una de sus novelas autobiogr¨¢ficas. ¡°Una persona diferente seg¨²n con quien est¨¦, y nadie en absoluto cuando estoy sola¡±.
Rompedora hasta el final, en 1957, con 70 a?os y tres antes de morir, lady Asquith se present¨® a un pionero concurso televisivo. Su tema elegido fue Jane Austen, acert¨® todas las preguntas y se fue a casa con 1.600 libras de la ¨¦poca, unos 40.000 euros de ahora. ¡°Aunque no le hac¨ªan demasiada falta, gestion¨® bien el legado literario de Barrie¡±, cuenta Herreros de Tejada. ?Y es cierto lo de la hero¨ªna y el testamento? ¡°Probablemente¡±, se r¨ªe la novelista. ¡°Pero, mira, fue ella quien le sac¨® de sus depresiones, quien le inspir¨®, lo acompa?¨® y aguant¨® sus man¨ªas durante sus ¨²ltimos 20 a?os¡±. En La mano izquierda de Peter Pan la novelista incluso especula con que Asquith escribiera la obra tard¨ªa de su amante amo. ¡°Eres una artista¡±, le dec¨ªa Barrie en una carta. ¡°Y yo soy tu obra maestra¡±.
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