¡°En Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo cada d¨ªa es una emergencia¡±
Marit de Wit, asesora sanitaria de MSF, acaba de regresar de un viaje por Kivu Norte, una regi¨®n asediada por d¨¦cadas de violencia brutal e indiscriminada
Mi viaje comenz¨® en Mweso, en el este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), donde apoyamos el hospital estatal de 250 camas, el ¨²nico centro sanitario de este tipo en unos cien kil¨®metros. El gran problema aqu¨ª para la poblaci¨®n y tambi¨¦n para el equipo de MSF est¨¢ estrechamente relacionado con la guerra. Mweso se encuentra en pleno coraz¨®n del conflicto. All¨ª cinco grupos armados, a veces m¨¢s, se enfrentan entre s¨ª a diario. Y lo peor es que la situaci¨®n es completamente impredecible. Dos grupos que hoy luchan juntos, ma?ana pueden estar en bandos diferentes. Esto hace que la gente nunca sepa si al d¨ªa siguiente podr¨¢ llegar al hospital. Y lo mismo ocurre con nuestro personal congole?o.
Adem¨¢s, al encontrarse en mitad de las monta?as, en Mweso por la noche hace mucho fr¨ªo. La poblaci¨®n se ve continuamente obligada a huir cuando un grupo armado decide entrar en su pueblo y muchas personas se resguardan en una escuela de la ciudad para pernoctar. Por la ma?ana, cuando las clases comienzan, se ven obligados a pasar el resto del d¨ªa a la intemperie, en el fr¨ªo o bajo la lluvia. Es horrible ver las condiciones en las que tienen que sobrevivir. Est¨¢n totalmente abandonados.
Por supuesto, este nivel de violencia afecta tambi¨¦n directamente al trabajo de nuestro equipo local. A unos 10 kil¨®metros de Mweso hay un centro de salud al que se tarda una hora en llegar por el mal estado de las carreteras. Algunas noches, las enfermeras no pueden regresar a sus casas porque fuera se est¨¢ librando una batalla entre grupos armados. Entonces tienen que dormir en la cl¨ªnica para no arriesgarse a recibir un disparo.
All¨ª cada d¨ªa es una emergencia. Es cierto que no se trata de una guerra a gran escala, como en Siria, pero la tortura y las violaciones en grupo son una realidad cotidiana para la poblaci¨®n. Y nuestro personal ¡ªespecialmente nuestro personal congole?o¡ª es el que sufre este horror a diario. Ellos son, sin duda, los verdaderos h¨¦roes de nuestros proyectos. A veces nos olvidamos de que viven las mismas situaciones que nuestros pacientes y, sin embargo, siguen motivados y vienen a trabajar cada ma?ana. Si un d¨ªa no aparecen en el hospital, puede ser porque alguien ha entrado a robar en su casa o porque alguien de su familia desapareci¨® o fue asesinado. Y m¨¢s de una vez nos hemos despertado con la dura noticia de que alguno de nuestros colegas hab¨ªa sido asesinado mientras regresaba de camino a casa.
En enero atendimos a 122 mujeres de un mismo pueblo. Todas hab¨ªan sido violadas
Me cuesta mucho continuar con mi relato despu¨¦s de rememorar este tipo de cosas, pero tratar¨¦ de seguir adelante.
Despu¨¦s de Mweso me dirig¨ª a Walikale, donde MSF apoya un hospital y varios centros de salud. La situaci¨®n all¨ª es m¨¢s tranquila porque no sientes la guerra de manera tan directa, pero eso no significa que la poblaci¨®n est¨¦ a salvo. La violencia contra las mujeres se ha convertido en algo cotidiano en toda la regi¨®n y la violaci¨®n en algo percibido como normal. El pasado mes de enero en Walikale atendimos a 122 mujeres de un mismo pueblo. Todas hab¨ªan sido violadas. Hasta dos semanas despu¨¦s del ataque, la mayor¨ªa no se sintieron lo suficientemente seguras como para venir al hospital. Sabemos que para ellas es dif¨ªcil dar ese paso, y que en muchas ocasiones el hecho de que alguien las reconozca como v¨ªctimas de abusos puede hacer que sean rechazadas por sus familias y comunidades. Por eso, una de las primeras cosas que hicimos fue construir un espacio seguro para este tipo de v¨ªctimas, donde ofrecemos servicios de planificaci¨®n familiar, tratamiento de enfermedades de transmisi¨®n sexual y asistencia m¨¦dica especializada.
Antes, el alto n¨²mero de violaciones en el pa¨ªs se pod¨ªa achacar a la violencia, pero ahora es algo tristemente aceptado como habitual. Adem¨¢s, muchas veces ni las propias v¨ªctimas se dan cuenta del peligro m¨¦dico y las consecuencias psicol¨®gicas que pueden provocar lo que les ha sucedido. As¨ª que MSF desarrolla tambi¨¦n actividades para intentar convencer a hombres y mujeres de que la violaci¨®n no es normal ni aceptable. En estos talleres les proporcionamos tambi¨¦n informaci¨®n sobre cu¨¢les son las cl¨ªnicas que proporcionan los servicios espec¨ªficos que necesitan las v¨ªctimas.
Pero la violencia en RDC tiene lamentablemente a¨²n m¨¢s consecuencias m¨¦dicas. Hoy, en el este del pa¨ªs la gente todav¨ªa muere de las enfermedades m¨¢s simples y f¨¢ciles de prevenir y curar: malaria, diarrea y neumon¨ªa. Pero para llegar al hospital, gran parte de la poblaci¨®n tiene que venir de muy lejos, cruzando varias l¨ªneas de fuego. Y se arriesgan porque saben que somos los ¨²nicos que podemos tratarles. El resto de organizaciones se han marchado de este ¨¢rea y la gente tiene que elegir entre dejar que su hijo muera en casa o arriesgarse a que algo pueda sucederles de camino al hospital. Nosotros, para intentar que no tengan que poner su vida en peligro, ense?amos a los trabajadores sanitarios de las comunidades a tratar estas tres enfermedades directamente en las aldeas.
La poblaci¨®n de la RDC, sobre todo las mujeres, nunca se da por vencida
Otra de las actividades que realizamos en Walikale y Mweso son las campa?as de vacunaci¨®n para prevenir el sarampi¨®n, la difteria y el t¨¦tanos. En los centros de salud vacunamos a unos 1.000 ni?os al mes, pero cada tres o cuatro a?os las epidemias vuelven a surgir. La regi¨®n es enorme y es imposible vacunar a todos, as¨ª que los brotes solo se podr¨ªan evitar con un sistema de salud que funcione, cosa que, lamentablemente, est¨¢ muy lejos de suceder en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
Tampoco ayuda que el pa¨ªs este inmerso en un conflicto armado desde hace 30 a?os. Hay toda una generaci¨®n de madres congole?as que no sabe lo que es tener una asistencia sanitaria estable y duradera, ya que llevan toda su vida huyendo de un lugar a otro con lo puesto, sufriendo lo que podr¨ªamos llamar un desplazamiento eterno.
Pese a todo, la poblaci¨®n de la RDC, sobre todo las mujeres, nunca se da por vencida. Uno de los momentos m¨¢s emocionantes de mi estancia lo viv¨ª en la unidad de neonatolog¨ªa del hospital de Mweso. Es un lugar impecablemente limpio y lleno de reci¨¦n nacidos con bajo peso donde las madres han creado un ambiente muy especial. Las matronas tuvieron la gran idea de ense?arles cada tarde v¨ªdeos de mujeres de todo el mundo que intentan sacar adelante a sus beb¨¦s prematuros. Eso les abri¨® los ojos y les llen¨® de esperanza. Las madres de all¨ª piensan que ellas tienen estos problemas porque son de RDC, as¨ª que ver a otras mujeres de todo el mundo en la misma situaci¨®n que ellas, con sus mismos problemas, les dio fuerza. El trabajo en equipo que llevan a cabo es impresionante, con todas las madres celebrando cada vez que un beb¨¦ gana 100 gramos y animando al resto a seguir los consejos de las matronas. Fue asombroso y muy alentador poder ser testigo de esos momentos.
MSF trabaja en Kivu del Norte desde 1981. Ahora apoya al Ministerio de Salud en los hospitales de Mweso, Walikale, Masisi, Rutshuru y Bambu y en los centros de salud circundantes. MSF proporciona atenci¨®n b¨¢sica hospitalaria a las personas afectadas por la violencia que de otro modo no tendr¨ªan acceso a los servicios m¨¦dicos. En 2016, nuestros equipos atendieron a m¨¢s de 270.000 personas solo en el ¨¢rea de Mweso, la mitad de ellas de malaria. MSF tambi¨¦n apoya cinco centros de salud en Goma, ofreciendo ex¨¢menes y tratamiento para el VIH / SIDA.
Testimonio recogido por Carmen Rosa, periodista de MSF.
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