Pueriles
Donald Trump, con sus morros de adolescente malcriado, sus tuits de caca, pis y culo y sus chiquilladas que tienen poca gracia
Seg¨²n Kierkegaard, Suetonio describe a los c¨¦sares m¨¢s tir¨¢nicos como ni?os muy caprichosos, dotados de poder absoluto. En efecto, vivir bajo la f¨¦rula de Cal¨ªgula o Ner¨®n deb¨ªa ser como padecer las intemperancias de un cr¨ªo al que no se le pueden dar azotes porque es capaz de devolvernos ciento por uno. Con los aut¨®cratas de guarder¨ªa caben pocas razones: como no conocen ni aprecian las reglas de la vida adulta, de ellos se puede esperar cualquier cosa, tanto risible como espeluznante. Es el caso de Donald Trump, con sus morros de adolescente malcriado, sus tuits de caca, pis y culo y sus chiquilladas que tienen poca gracia porque las hace sentado en el malet¨ªn con las claves del poder at¨®mico. Desde luego Trump, gracias al sistema de separaci¨®n de poderes de la democracia americana, no puede llevar sus puerilidades arbitrarias a los extremos de aquellos c¨¦sares atroces, pero se las est¨¢ arreglando en los primeros meses de su mandato para hacer una cantidad de travesuras bastante alarmantes. ?Qui¨¦n se atrever¨¢ a mandarle al reformatorio?
Parece que nadie, porque a sus partidarios les gustan las burradas. Y es que vivimos en pa¨ªses que veneran no ya a la juventud impetuosa sino a la ni?ez semisalvaje. El discurso pol¨ªtico consagra el maniqueismo de una pel¨ªcula de buenos y malos, la argumentaci¨®n se reduce a un intercambio de exabruptos y melonadas colegiales, el liderazgo consiste en ver qui¨¦n mea m¨¢s lejos en el patio del recreo. Triunfa el sentimentalismo, el ¡°me gusta¡± o ¡°no me gusta¡±, el no quiero lavarme y el confundir los churretes con pinturas de guerra. La cuesti¨®n ya no es qu¨¦ mundo dejaremos a nuestros hijos sino qu¨¦ hijos van a quedarse con el mundo. Trump, Cal¨ªgula, somos todos del mismo cole...
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