No hay manera
El ¡®proc¨¦s¡¯ va a dejar rastro. Un desagradable rastro de odio que era innecesario
No hay por donde cogerlo, el dichoso refer¨¦ndum de Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y la CUP. Y eso que nos han perdonado, por ahora al menos, la opci¨®n de declarar por la cara pero con solemnidad la Rep¨²blica Catalana Independiente que reivindican los anticapitalistas, poco encari?ados con las formas democr¨¢ticas.
No se trata de repetir m¨¢s veces lo que ya se ha publicado en muchos medios de comunicaci¨®n. El asunto de Catalu?a ha provocado una avalancha de art¨ªculos de gran calidad, que el muy honorable president de la Generalitat ha sido aparentemente el ¨²nico que no se los ha le¨ªdo. En ese fondo de armario sobre democracia, derecho internacional y Constituci¨®n, hay materia para llenar de contenido varios m¨¢steres de politolog¨ªa.
Pero Carles Puigdemont los ningunea y, como la Castilla de hace algunos siglos, ¡°desprecia cuanto ignora¡±.
Al menos, Junqueras y ¨¦l deber¨ªan haberse le¨ªdo lo sucedido entre Companys y Batet.
Pero lo que es m¨¢s grave es el desprecio mostrado hacia los catalanes que no est¨¢n enrolados en su aventura independentista. No hay en toda la oferta ¡°ilusionante¡± de la actual Generalitat ninguna garant¨ªa democr¨¢tica para los presuntos votantes del no. No hay participaci¨®n m¨ªnima exigida, ni mayor¨ªas cualificadas. Ni hay ninguna posibilidad de votar de nuevo si las circunstancias cambian.
En toda la exposici¨®n de Puigdemont solo hay un punto razonable, que cont¨® al final de su intervenci¨®n: aunque ganara el no en el presunto refer¨¦ndum, ya nada ser¨¢ igual en Catalu?a.
Es verdad. Ya nada va a ser igual en ese pa¨ªs, donde algunos vamos a ser tratados como extranjeros pase lo que pase. Ya nada va a ser igual entre los catalanes y los dem¨¢s espa?oles. Las heridas van a tardar tiempo en cerrarse, porque los dirigentes, sobre todo los de ERC y la CUP, han ido demasiado lejos al hablar de los que antes ¨¦ramos sus hermanos. El propio president ha tachado de invasores a los dem¨¢s espa?oles.
Eso va a dejar rastro. Un desagradable rastro de odio que era innecesario. Sobre todo era innecesario. Aunque es verdad que es imposible construir un buen nacionalismo si no hay de qui¨¦n diferenciarse, a qui¨¦n odiar.
Lo peor es que la cuesti¨®n del refer¨¦ndum va a dejar un poso guerracivilista en Catalu?a, sea cual sea el nivel de participaci¨®n si se celebra. Puigdemont y Junqueras ya se pueden apuntar un buen tanto: han dejado tan tocadas las relaciones internas en Catalu?a como las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a.
Habr¨¢ que hacer alguna campa?a para arreglarlo. Que no se la encarguen a Javier Arenas.
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